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Las cadenas fisiológicas (Tomo I): Fundamentos del método (Color)
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Las cadenas fisiológicas (Tomo I): Fundamentos del método (Color)

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¿Cómo podemos llegar a comprender el cuerpo humano? ¿Es posible tratar, mitigar e incluso curar las tensiones que muchas personas sufren a diario? Las cadenas fisiológicas. Tomo I. Fundamentos del método, el tronco, la columna cervical y el miembro superior, de Léopold Busquet y Michèle Busquet-Vanderheyden, ofrece una descripción innovadora y precisa del cuerpo humano, que se estructura y dinamiza mediante las cadenas fisiológicas (musculares, neurovascular y viscerales).
Con la ayuda de numerosos esquemas, fotografías y detalladas ilustraciones anatómicas, los distintos capítulos del libro "decodifican" el cuerpo humano en su totalidad y presentan nuevos criterios para una práctica terapéutica eficaz gracias a la comprensión renovada de la estática, el equilibrio y el movimiento humano. Paso a paso, a través de esta nueva lectura ilustrada del cuerpo, asistimos al establecimiento de un método original y ya ampliamente conocido y experimentado: el método de las cadenas fisiológicas o método Busquet, del cual este libro constituye un volumen iniciático fundamental. Al considerar por primera vez la influencia de las tensiones internas procedentes de las cavidades en las modificaciones estáticas y en las disfunciones en general, el método de las cadenas fisiológicas revela un abordaje original de la lordosis, la cifosis y la escoliosis. La escucha fiel del lenguaje del cuerpo junto con las enseñanzas y las propuestas de "Las cadenas fisiológicas. Tomo I " pueden hacernos reconsiderar la práctica terapéutica, ya que una mejor comprensión conlleva un mejor tratamiento.
Léopold Busquet y Michèle Busquet-Vanderheyden son fisioterapeutas osteópatas, creadores del método de las cadenas fisiológicas, docentes con repercusión internacional y autores de numerosas obras sobre el tema.
IdiomaEspañol
EditorialPaidotribo
Fecha de lanzamiento8 nov 2018
ISBN9788499106885
Las cadenas fisiológicas (Tomo I): Fundamentos del método (Color)

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    Las cadenas fisiológicas (Tomo I) - Léopold Busquet

    Los fundamentos del método

    LAS CADENAS DINÁMICAS: MUSCULARES

    Figura 1. Extensión.

    Figura 2. Flexión.

    Figura 3. Apertura.

    Figura 4. Cierre.

    LAS CADENAS ESTÁTICAS: CONJUNTIVAS

    Figura 5. Musculoesquelética.

    Figura 6. Neurovascular.

    Figura 7. Visceral.

    Presentación de las cadenas

    Empecemos por el principio. El método de las cadenas se basa en una «descodificación» del funcionamiento fisiológico, en una cierta lectura operativa que permite comprender las funciones y disfunciones. Para poder descubrir juntos las cadenas, en primer lugar voy a exponer brevemente los resultados de esta descodificación y, a continuación, el camino que me ha conducido a ella.

    El cuerpo es una organización genéticamente programada. Su programa se apoya en la anatomía y la fisiología. Las cadenas fisiológicas son autopistas anatómicas por las que circulan las fuerzas organizadoras del cuerpo. Estos circuitos anatómicos gestionan la estática, la dinámica y las compensaciones. Existen dos tipos de cadenas: las cadenas dinámicas y las cadenas estáticas.

    Las cadenas dinámicas: musculares

    – las cadenas musculares de extensión: CE

    – las cadenas musculares de flexión: CF

    – las cadenas musculares cruzadas de apertura: CCA

    – las cadenas musculares cruzadas de cierre: CCC

    Las cadenas estáticas: conjuntivas

    – la cadena estática musculoesquelética: CEME

    – la cadena estática neurovascular: CENV

    – la cadena estática visceral: CEV

    A partir de este boceto anatómico metódico, la organización se realiza mediante el programa de la fisiología que integra los sistemas de regulación y reequilibrado:

    – la propioceptividad: Reequilibrado musculoesquelético,

    – la homeostasis: Reequilibrado orgánico, neurovascular y neuroendo-crino.

    El programa de base está genéticamente configurado para asegurar un buen funcionamiento, una buena salud.

    Ahora abordemos el camino que me ha llevado progresivamente a esta descodificación. Lo importante en una investigación así no es pretender estar en posesión de la verdad, sino buscarla con total honestidad.

    Voy a darle los criterios que he utilizado para averiguar los resultados de mi investigación. Estos mismos criterios pueden aplicarse de forma imparcial a todos los métodos basados en las cadenas musculares y hacer su propia selección.

    Criterios que hay que respetar

    Las cadenas musculares deben:

    1. Presentar una continuidad anatómica y fisiológica de la cabeza a los pies.

    2. Integrar todos los músculos de la cabeza a los pies.

    3. Poder generar todos los movimientos de la cabeza a los pies.

    Figura 8.

    De esto deriva una serie de observaciones.

    1. ¿Podemos hablar de un método global si tratamos a un sujeto decapitado?

    El conjunto de los métodos relacionados con las cadenas musculares habla de un trabajo global de la cabeza a los pies. En realidad, el trabajo propuesto parte del occipucio a los dedos de los pies, pero no incluye un trabajo específico del interior del cráneo. Todo pasa como si estuviéramos ante un sujeto «decapitado».

    También puede darse la situación contraria. Hay profesionales que dicen ser especialistas unicistas en el cráneo. Pero al limitar su práctica al cráneo, privan al paciente del tratamiento del conjunto del cuerpo. Este enfoque parcial es falaz y poco creíble.

    2. ¿Podemos hablar de un método global si tratamos a un sujeto eviscerado?

    En general, damos prioridad al tratamiento musculoesquelético. No le damos suficiente importancia al tratamiento de las cavidades. Sin embargo, las influencias profundas del plano visceral son determinantes para la organización de las cadenas musculares en las modificaciones de la estática (ver Las cadenas fisiológicas. Tomos II, V, VI y VII).

    3. ¿Podemos hablar de un método global si no podemos tratar a recién nacidos, bebés y niños de menos de 8 años?

    La mayoría de los métodos no pueden aplicarse al tratamiento de los recién nacidos. Las técnicas utilizadas no siempre se adaptan a los niños antes de los 8 o 10 años. Por lo tanto, hubo que retomar el estudio de la embriología, la neurología, la fisiología y la psicología del niño, así como su entorno parental para definir un enfoque y un tratamiento adaptado a los recién nacidos (ver Las cadenas fisiológicas. Tomo VIII). Está claro que no podemos esperar 8 o 10 años para empezar a tratar a los niños con problemas de estática, deformaciones o escoliosis. A esta edad, suele ser demasiado tarde para tener una acción preventiva, una acción profunda.

    ¿Acaso no podemos pretender mejorar desde el nacimiento las deformaciones del cráneo, la tortícolis, el estrabismo, las tensiones musculares vertebrales, las tensiones abdominales y torácicas, los problemas de succión, los problemas digestivos y los problemas de sueño?

    Todas estas cuestiones convergen en una pregunta más global sobre la comprensión más general del cuerpo humano que debe hacerse el terapeuta. ¿Es el cuerpo humano el fruto de un big bang, el resultado del caos? O, por el contrario, ¿es la conclusión de un proyecto?

    ¿La forma de los huesos, las particularidades de cada músculo, de cada órgano, deben considerarse elementos yuxtapuestos o deben entenderse como un conjunto definido por el funcionamiento? Estas particularidades, ¿no son la firma de la ingeniosidad?

    Estas son las preguntas que me hice en los años setenta. Mi deseo de comprender, de verlo más claro, a veces se enredaba en la complejidad aparente de la anatomía, de la fisiología. Pero tenía la convicción de que las actividades y las funciones del cuerpo humano son tan diversas e interdependientes que debería haber más arriba un programa al mismo tiempo metódico y riguroso que todavía estaba por descubrir. La informática permite crear un mundo virtual a partir de un sistema binario, un mundo en el que hacemos volar y probamos aviones que no existen todavía, pero que se configuran en un programa informático. ¿No habría un programa informático como ese para el hombre?

    En un primer momento tuve que intentar definir el proyecto, el programa en torno al cual la construcción del cuerpo humano resultaba lógica y coherente. Me puse en la situación de un ingeniero aeroespacial al que le han pedido que haga un nuevo avión. Normalmente se les da un «pliego de condiciones» en el que se definen las cualidades del nuevo aparato.

    El primer trabajo de los ingenieros es detectar los posibles problemas técnicos que pudieran surgir durante la fabricación de este nuevo avión. Una vez que se establecen claramente dichos problemas, la etapa siguiente resulta determinante: encontrar las soluciones. Si el problema está bien planteado, la búsqueda de la solución genera el progreso y las soluciones encontradas siempre son respuestas ingeniosas a los problemas detectados.

    Si transponemos este planteamiento ingenioso a la construcción del cuerpo humano: ¿cuál es el «pliego de condiciones» para el hombre? De hecho, el hombre debe dotarse de una libertad de acción importante, asociada a una gran autonomía de funcionamiento.

    ¿Cuáles son los problemas que hay que resolver? ¿Las grandes cuestiones que determinan su salud? Por el momento, identificaré cuatro principales:

    1. La estática.

    2. El equilibrio.

    3. Los movimientos.

    4. Las compensaciones.

    A diferencia de los ingenieros aeronáuticos, nosotros no tenemos que crear nada, ya que el «modelo hombre» existe desde hace miles de años y funciona perfectamente. Solo tenemos que observar y comprender la ingeiosidad de esta máquina humana.

    I. La estática

    I. 1. Pliego de condiciones de la cadena estática

    En el «pliego de condiciones» de esta cadena existen dos prioridades que hay que respetar.

    Primera prioridad: la economía. Evidentemente, consideramos que el hombre, fuera del período de sueño, debe asumir su verticalidad entre doce y dieciséis horas al día.

    La función estática debe evitar el agotamiento que aniquila todo deseo de activarse, de comunicarse con el mundo exterior. Esta necesidad de economía es una prioridad constante en la fisiología humana.

    Segunda prioridad: la comodidad. La solución adoptada debe ser cómoda para no sobrecargar las vías propioceptivas.

    El hombre busca una estática económica y cómoda. Debemos tener presentes estos principios para poder comprender la lógica de las diferentes soluciones adoptadas por nuestros pacientes.

    La construcción del cuerpo humano implica diferentes materiales básicos:

    – el tejido óseo,

    – el tejido muscular,

    – el tejido conjuntivo.

    ¿Se adaptan estos materiales al pliego de condiciones de la función está-tica?

    El tejido óseo

    La selección de este material es indiscutible. El tejido óseo es el armazón de la «catedral» del cuerpo humano. Me gustaría que los arquitectos nos ayudaran a descifrar la ingeniosidad del esqueleto. Una vez más, la forma de los huesos y la arquitectura del esqueleto parecen el resultado de un gran ingenio.

    Figura 9.

    ¿Cuáles deben ser las cualidades principales del hueso? Lo primero que se nos viene a la cabeza es la solidez. Sin embargo, dado que la finalidad del cuerpo es el movimiento, hay que añadir una segunda cualidad esencial: la ligereza.

    Pero la ligereza no funciona anatómicamente con la solidez, a no ser que añadamos una tercera cualidad del hueso: la plasticidad.

    Solidez, ligereza y plasticidad son las tres cualidades esenciales del esqueleto. A la exigencia de ligereza responde la estructura alveolar o en «nido de abeja» del hueso, que presenta una funda periférica denominada periostio. De la resistencia de los huesos largos se encargan las trabéculas óseas, que son sinusoides de cadenas circulares que canalizan las tensiones y que actúan a modo de muelles o amortiguadores.

    Veamos, por ejemplo, el fémur. Al andar, hemos observado, con ayuda de sensores, que la diáfisis se arquea durante el apoyo en el suelo y se expande en la fase siguiente de la marcha.

    Por último, la plasticidad del hueso permite realizar durante la marcha un auténtico bombeo de la trama ósea. Este bombeo es indispensable para fijar el calcio y para la troficidad del hueso. Crea un «corazón periférico» para la circulación intraósea.

    En ingravidez, esta dinámica ósea no existe. Esto explica los problemas óseos de los primeros cosmonautas: alargamiento del esqueleto, dolores óseos y desmineralización.

    Si comparamos la construcción humana con la construcción automovilística, percibimos la adopción del mismo ingenio. Los coches de competición deben ser sólidos para proteger al piloto, pero también ligeros para ser rápidos. Para la carrocería, los ingenieros han optado por materiales plásticos en nido de abeja que, además de la coherencia que aportan al chasis, garantizan la deformabilidad necesaria para una mayor adherencia al suelo y una mejor protección del piloto en caso de choque. Podríamos aconsejar a las escuderías de fórmula 1 que añadieran el equivalente a las trabéculas óseas a la carrocería dándoles las direcciones teniendo en cuenta los diferentes tipos de choques posibles.

    De la plasticidad del hueso se encarga otro factor nada despreciable: la temperatura de 37 °C del líquido que lo baña.

    Cuando aprendemos anatomía, manipulamos huesos secos, totalmente rígidos y casi desmenuzables, que no reflejan la dimensión plástica y deformable de este material.

    Observemos una rama de árbol agitada por el viento. Los movimientos de la rama confirman la flexibilidad de la madera cuando está viva, «vascularizada» por la savia. La misma rama, cortada y seca, se vuelve extremadamente rígida. Pasa lo mismo al comparar el hueso vivo sumergido en líquidos a 37 °C y el hueso seco que presenta una rigidez cadavérica.

    Debemos tener presente este potencial plástico del hueso vivo cuando estudiemos la pelvis, el cráneo y las deformaciones óseas.

    El tejido muscular

    ¿Vamos a activar los músculos para asumir la función estática? Nuestra respuesta espontánea sería SÍ.

    Estos serían los argumentos que apoyarían esta respuesta. En los libros de fisiología, los músculos suelen clasificarse en dos categorías: los músculos estáticos, que se encargan del mantenimiento del cuerpo, y los músculos fásicos, que se ocupan del movimiento.

    – Los músculos estáticos son rojos, tónicos y son capaces de ejercer contracciones sostenidas necesarias para la actividad postural. Son músculos monoarticulares que ejercen una acción proximal sobre las articulaciones.

    – Los músculos fásicos son pálidos, actúan por etapas y son capaces de efectuar contracciones potentes, pero se fatigan más. Estos músculos poliarticulares son los motores del movimiento.

    Siempre nos han dicho que «necesitamos buenos músculos para tener una buena estática». Esta evidencia está tan grabada a fuego en nosotros que incluso nos impide reflexionar. Por el contrario, a esta misma pregunta, ¿es el músculo un material adecuado para la función estática? Podríamos decir que NO.

    Estos son algunos de los argumentos fisiológicos que hacen que el músculo no pueda asumir la función estática: en los libros de fisiología se demuestra que el trabajo muscular es de tipo alternativo, rítmico. Por lo tanto, la denominación «músculo de la estática» es totalmente contradictoria con la fisiología muscular. En el capítulo siguiente veremos su vocación real, que no es la estática.

    Un trabajo estático es antifisiológico para un músculo. El modo continuo y permanente de un trabajo muscular de este tipo desemboca en un estado de tensión constante, de contractura y de atrofia programada. La alternancia de contracción-relajación es indispensable para la vascularización y la buena troficidad del músculo.

    Figura 10. La programación estática de los músculos hace que la movilidad se ponga en huelga.

    Observaciones

    Cuando observamos un músculo atrofiado, tenemos que hacernos las preguntas siguientes:

    – ¿Está atrofiado por falta de trabajo (inactividad o parálisis)?

    – ¿Está atrofiado por exceso de trabajo constante?

    En concreto, yo suelo pensar en:

    – los músculos paravertebrales de las zonas rígidas, de contracturas,

    – los cuádriceps, que, a pesar de una reeducación de calidad, pueden seguir presentando una atrofia de los vastos,

    – los deltoides glúteos en caso de coxartrosis, en los músculos del periné…

    Cuando el músculo está atrofiado y débil por un exceso de trabajo constante, la musculación y los ejercicios serían un contrasentido. La estrategia terapéutica debe ser diametralmente opuesta. La prioridad debe ser eliminar las tensiones que producen este trabajo estático.

    Un músculo no está hecho para un trabajo estático prolongado. Por lo tanto, no puede ser el material de base para nuestra función estática.

    Pero ¿puede realizarse la función estática sin el músculo? Condicionados por nuestra forma de pensar habitual, suponemos que sin músculo es imposible. Pero sigamos reflexionando sobre la estática y dejemos el músculo a un lado. Todo problema bien definido tiene una solución, así que busquémosla aquí sin ideas preconcebidas. Solo este replanteamiento nos permitirá descubrir la ingeniosidad de la anatomía.

    El tejido conjuntivo

    El tejido conjuntivo tiene la propiedad de ser económico. ¿Dónde se encuentra? En tres planos diferentes:

    Plano superficial. A nivel de la piel, sobre varias capas, forma la envoltura periférica del cuerpo.

    Plano medio musculoesquelético. A nivel subyacente, el tejido conjuntivo forma la envoltura de las estructuras musculoesqueléticas: ten-dones, vainas, conjuntivo intramuscular, tendones, periostio, cápsulas, ligamentos y aponeurosis.

    Plano profundo cavitario. El tejido conjuntivo se infiltra del nivel musculoesquelético al nivel cavitario. En cada cavidad pelviana, abdo-minal, torácica o craneal hay tejido conjuntivo que cubre la pared musculoesquelética y se continúa por el interior de la cavidad: peritoneo, pleura, pericardio y meninges.

    Cada una de estas membranas presenta dos hojas:

    – una hoja parietal, que se adhiere a la pared musculoesquelética,

    – una hoja visceral, que se infiltra en la cavidad para unir el conjunto de los órganos.

    Entre estas dos hojas hay secreciones que permiten simultáneamente la adherencia y el deslizamiento indispensables para la adaptación de las vísceras a los movimientos del tronco.

    Para comprender bien la intimidad de estas dos hojas, imaginemos dos placas de cristal en contacto. Entre las dos introducimos una gota de agua. El contacto de las dos placas extiende el líquido. Esto facilita el deslizamiento de los dos cristales, pero si queremos despegar las dos placas, la adherencia íntima creada opondrá resistencia.

    A nivel abdominal, la hoja parietal se transforma en meso, epiplón y ligamento para unir la envoltura de las vísceras (ver Las cadenas fisiológicas. Tomos VI y VII).

    Figura 11. La continuidad en la cavidad abdominal.

    Figura 12. La continuidad en laabdominal. cavidad torácica.

    Figura 13. La continuidad entre el tórax y el

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