La mayoría de la gente tiene la siguiente imagen de la osteopatía y la quiropráctica (o quiropráctica): la de una técnica que, imitando a los antiguos “cirujanos algebristas” o “hueseros” del ámbito rural que suplían con su destreza su falta de conocimientos anatómicos, realiza una serie de movimientos forzados (manipulaciones óseas) sobre la columna vertebral del paciente para alienar la espalda, aliviando así dolores varios como fracturas, luxaciones, etc… Sin embargo, y a pesar de esta apariencia, la osteopatía y la quiropráctica nada tiene que ver con técnicas de fisioterapia o de masaje.
En el caso de la osteopatía y la quiropráctica, aunque son presentadas como técnicas muy diferentes, lo cierto es que ambas consideran que sobre la columna vertebral se cimenta todo el estado de salud de la persona. Ambas técnicas no solo pretenden aliviar dolores raquídeos a través de la manipulación de las vértebras (como realizan los fisioterapeutas); sino que pretenden generalizar sus efectos sanadores a una amplia gama de enfermedades cuya sintomatología, en la mayoría de los casos, no tiene ninguna conexión nerviosa con la columna vertebral.
El corpus teórico (que no es aceptado por la medicina oficial) de estas “terapias” es el siguiente: todo el estado