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Las cadenas fisiológicas (Tomo VI): La cadena visceral, Abdomen - Pelvis
Las cadenas fisiológicas (Tomo VI): La cadena visceral, Abdomen - Pelvis
Las cadenas fisiológicas (Tomo VI): La cadena visceral, Abdomen - Pelvis
Libro electrónico258 páginas2 horas

Las cadenas fisiológicas (Tomo VI): La cadena visceral, Abdomen - Pelvis

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En este sexto tomo de la serie de las Cadenas fisiológicas, Michèle Busquet-Vanderheyden emprende la descripción anatómica y el tratamiento de la cadena visceral a nivel de las cavidades abdominal y pelviana.
Históricamente, es la primera vez que el plano visceral se integra en el funcionamiento músculo-esquelético. Este libro muestra de manera clara y detallada la importancia fundamental que tiene esta integración, del plano visceral en el tratamiento, trascendiendo, de esta manera, el límite del plano muscular.
En esta nueva edición revisada y ampliada, la autora hace un trabajo considerable sobre una práctica de dinamización visceral, de recolocación en el eje de la cadena visceral integrada con posturas de las cadenas musculares. La complementariedad y la coherencia de todas las cadenas se expresan aquí en toda su dimensión.
IdiomaEspañol
EditorialPaidotribo
Fecha de lanzamiento10 dic 2013
ISBN9788499104164
Las cadenas fisiológicas (Tomo VI): La cadena visceral, Abdomen - Pelvis

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    Las cadenas fisiológicas (Tomo VI) - Michèle Busquet-Vanderheyden

    INTRODUCCIÓN

    Nuestros años de práctica y de reflexión sobre la anatomía y la fisiología del cuerpo humano nos han conducido a afinar y a completar el método de las cadenas.

    El trabajo que sigue a continuación está integrado en el marco de esta constante investigación.

    Los cuatro primeros tomos de las Cadenas musculares han demostrado que el método de tratamiento que aprovecha la distribución estratégica de las cadenas en todo el cuerpo humano resulta de la observación global –y no fragmentada– de la mecánica humana. Desde que la anatomía humana ha sido abordada bajo el ángulo de la coherencia de su organización, la observación ha puesto de manifiesto la presencia de cadenas musculoesqueléticas. Éstas garantizan la estática y la dinámica del cuerpo, y en caso de no ser así, lo hacen sus estrategias de compensación, es decir, las soluciones de autorregulación a las que el cuerpo recurre en caso de disfunción. El conjunto de las cadenas puede ser dividido en dos tipos de cadenas principales:

    1.   Las cadenas dinámicas: musculares

    2.   Las cadenas estáticas: organizadoras

    En las cadenas musculares distinguimos:

    •   las cadenas de flexión,

    •   las cadenas de extensión,

    •   las cadenas cruzadas de apertura,

    •   las cadenas cruzadas de cierre.

    Figura 1

    Las cadenas fisiológicas

    En obras anteriores hemos visto la importancia de la función de estas cadenas. Aun así, por fundamental que ésta sea, el poner de manifiesto las cadenas de tipo musculoesquelético no es suficiente. El análisis global nos demuestra que es necesario completarlo con las cadenas estáticas.

    En las cadenas estáticas diferenciamos:

    •   la cadena estática visceral: pelvis-abdomen-tórax-cuello-cráneo,

    •   la cadena estática neurovascular,

    •   la cadena estática musculoesquelética.

    Estas cadenas suplementarias que acabamos de mencionar no son, como las demás, cadenas de movimiento ni dinámicas. El músculo pasa en este caso a segundo plano. ¿Se trata de un punto débil de la teoría de las cadenas musculares? Al contrario, se trata de su complemento. Efectivamente, el estudio profundo de la función estática nos ha conducido al replanteamiento del papel exclusivo del músculo. El monopolio que se le atribuía tradicionalmente en el mantenimiento de la función estática no queda demostrado. Podemos incluso ir más lejos y afirmar que en realidad el músculo no está hecho para una función estática. Veremos que, de hecho, solamente el tejido conjuntivo está adaptado a esta función (ver Tomo 1 de las Cadenas musculares). En consecuencia, aunque la función muscular conserve toda su importancia, en lo referente a los problemas de estática debemos llevar el análisis un poco más lejos, o más bien proceder al desplazamiento del plano muscular al plano visceral.

    Efectivamente (y esto queda demostrado en el Tomo 2 de las Cadenas fisiológicas), la ingeniosa estrategia que pone en marcha el cuerpo para garantizar la función estática sólo se puede llevar a cabo en la medida en que se solicita la cadena visceral. Así pues, el papel de esta última es fundamental.

    Es por estas razones que el método de las cadenas musculares adopta la denominación de método de las cadenas fisiológicas, más de acuerdo con el enfoque global profundo del cuerpo humano.

    A partir de ahí, el principal objetivo de este libro es conseguir mostrar las relaciones existentes entre el contenido visceral y el continente musculoesquelético. Estas relaciones íntimas entre el contenido y el continente, entre vísceras y músculos, condicionarán no solamente la estática, sino también toda nuestra dinámica gestual, y, a su vez, todo nuestro funcionamiento visceral.

    Asimismo, a medida que tomamos conciencia de estas interrelaciones, es posible efectuar una nueva lectura de la anatomía que, haciendo aparecer claramente una organización basada en la continuidad tisular y basándose en un principio de coherencia global, confirma nuestras hipótesis. De este modo, justificamos a la vez la profundización de la investigación hasta el plano visceral, y el uso del término de cadena para describirlo. Puesto que las cualidades de continuidad y de coherencia que encontramos a nivel musculoesquelético aparecen también aquí, el término cadena estática visceral se impone por sí solo, tanto en el plano anatómico como en el plano funcional.

    Nuestra exposición se desplegará en dos grandes partes.

    Figura 2

    Según S. Paoletti

    En la primera parte del libro, dedicada a efectuar una descripción razonada de la zona abdominopélvica, veremos que:

    •   el peritoneo es, en su prolongación, el nexo que garantiza la arborescencia continua de la cadena visceral,

    •   el peritoneo está en relación con las paredes musculoesqueléticas de las cavidades y, en consecuencia, con la organización de las cadenas musculares dinámicas,

    •   las tensiones de la cadena visceral condicionarán la organización de las cadenas, y este condicionamiento tendrá consecuencias directas sobre la estática y la dinámica.

    En la segunda parte del libro, dedicada a la práctica, desarrollaremos primero todo el examen específico de la cadena visceral abdominal para conseguir liberar los puntos de tensión que originan las compensaciones, las modificaciones de la estática, la modificación gestual, las modificaciones de la forma, las disfunciones y múltiples dolores.

    Finalmente, en la segunda parte de esta segunda parte expondremos el método y las técnicas manuales del tratamiento de la cadena visceral de la zona abdominopélvica.

    Descripción

    Con el fin de dar cuenta de la presencia efectiva de una cadena visceral, nos proponemos proceder a una descripción de la anatomía ab dominal y pélvica en el hombre y en la mujer. La descripción del peritoneo, de sus propiedades y sus prolongaciones es el punto de partida y, de alguna manera, el punto de referencia permanente. Puesto que nuestro propósito es hacer salir a la luz la verdadera continuidad –y no una simple contigüidad– entre el plano visceral y el plano musculoesquelético, las propiedades de esta membrana nos interesan particularmente. El peritoneo, como indica su origen etimológico (periteino), es lo que se extiende alrededor: en otras palabras, tapiza toda la cavidad abdominal. Así pues, en esta etapa de la descripción, y de ahora en adelante, aparece como el intermediario capaz de asegurar una verdadera continuidad entre el contenido visceral y el continente muscular.

    Antes de precisar más nuestra descripción del peritoneo, podemos citar el análisis que hacen de él eminentes anatomistas:

    Según el Sr. Rouvière, en Anatomie Humaine descriptive, topographique et fonctionnelle (tomo II, página 353): Peritoneo visceral, peritoneo parietal, mesos, epiplones y ligamentos son partes de una misma membrana siempre continua y que limita una cavidad virtual: la cavidad peritoneal.

    Según los Srs. J. Brizon, I. Castaing y F.G. Hourtaulle en Le Péritoine; Embryologie,Anatomie (página 11): Peritoneo visceral y peritoneo parietal mantienen siempre la continuidad.

    Según los Srs. A. Bouchet y J. Cuilleret en Anatomie topographique, descriptive et fonctionnelle (tomo IV, página 1868): El peritoneo forma un saco completamente cerrado (a excepción de la línea de Farre en la mujer), cuya cara superficial parietal se ciñe a las paredes musculoaponeuróticas de la cavidad abdominopélvica.

    Según el Sr. P. Kamina en Anatomie clinique (tomo 3, 2ª edición, pág. 222): El peritoneo visceral constituye la serosa de las vísceras y las une, bien sea entre sí o a la pared, para formar los ligamentos viscerales y los omentos o epiplones.

    Al leer estas opiniones, nuestra hipótesis de la interdependencia del sistema peritoneal y del sistema musculoesquelético ¿acaso no se ve reforzada?

    Una vez planteado esto, y como nuestro proyecto de investigación parece pertinente, procedamos a un estudio detallado de la anatomía del peritoneo y de sus prolongaciones.

    I. Peritoneo

    El peritoneo está en contacto, por un lado, con la cara interna de la cavidad abdominal y, por el otro, con la cara externa de los órganos. Este doble contacto es posible gracias a la característica del peritoneo de ser una membrana serosa de dos hojas. Por eso distinguimos en el peritoneo una hoja parietal y una visceral.

    Figura 3 Peritoneo

    Esas dos hojas van a delimitar una cavidad peritoneal. Dicha cavidad está cerrada en el hombre, y abierta en la mujer en el pabellón de la trompa de Falopio y el ovario.

    Figura 4 Peritoneo

    La cavidad peritoneal está ocupada por las vísceras digestivas y los numerosos pliegues peritoneales. Consta de dos regiones principales que se comunican entre sí por el orificio omental o epiploico:

    •   la cavidad peritoneal mayor,

    •   la bolsa omental o transcavidad de los epiplones.

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