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Las cadenas fisiológicas (Tomo II): La cintura pélvica y el miembro inferior
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Las cadenas fisiológicas (Tomo II): La cintura pélvica y el miembro inferior
Libro electrónico574 páginas4 horas

Las cadenas fisiológicas (Tomo II): La cintura pélvica y el miembro inferior

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En este libro, y con el soporte de numerosos esquemas y fotos, Léopold Busquet nos propone una descripción detallada y razonada de las cadenas fisiológicas de la cintura pélvica y de los miembros inferiores.
El autor, Director de la Formación Las cadenas fisiológicas, hace una propuesta totalmente innovadora sobre la biomecánica de la pelvis y de las disfunciones y deformaciones de los miembros inferiores, prolongando de forma notable la influencia visceral hasta la bóveda plantar.
Nunca un trabajo había relacionado de forma tan rigurosa la biomecánica, la cadena visceral y las cadenas musculares.
Se puede afirmar ahora que Léopold Busquet ha entrado de lleno en el círculo de los autores a los que deberemos mucho.
IdiomaEspañol
EditorialPaidotribo
Fecha de lanzamiento10 dic 2013
ISBN9788499104119
Las cadenas fisiológicas (Tomo II): La cintura pélvica y el miembro inferior

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    Las cadenas fisiológicas (Tomo II) - Léopold Busquet

    INTRODUCCIÓN

    Este trabajo de desciframiento de la pelvis y de los miembros inferiores viene realizándose desde 1980. Treinta años más tarde, mirando hacia atrás, lo que me parece más importante del camino recorrido no son los textos finales que les propongo a continuación, sino el rumbo adoptado para no perderme en este descubrimiento, para no traicionar la anatomía y la fisiología, que son nuestros jueces.

    Debido a mi formación como fisioterapeuta y como osteópata, en este libro encontraréis conocimientos ya propuestos por otros autores, por otros métodos, pero lo más importante de mi propuesta es, más allá de los conocimientos, realizar una lectura respetuosa del cuerpo humano que nos permita alcanzar un grado de intimidad y de comprensión para percibir el lenguaje del cuerpo.

    Este modo de trabajar nos llevará a descomponer algunas de las teorías que nos han permitido progresar, pero que, ancladas en la tradición, y con el debido respeto a sus autores, llegan a ser dogmáticas y frenan nuestros progresos y el constante cuestionamiento. Debemos evitar transformarnos en integristas. El desarrollo de nuestra investigación debe estar basado en la comprensión. La síntesis de nuestros principios debe confirmar la coherencia del funcionamiento del cuerpo. De este modo, con el tiempo, el permanente cuestionamiento surge del proceso de intención de los que se liberan del orden establecido. No hay plagio, no hay finalidad egocéntrica, sino simplemente un trabajo que se establece como un eslabón adicional en la cadena de las diferentes evoluciones.

    En las obras precedentes hemos descodificado las cadenas musculares del tronco.

    Recordemos las diferentes cadenas del tronco:

    1.   La cadena estática (fig. 1)

    2.   Las cadenas de flexión: derecha e izquierda (fig. 2)

    3.   Las cadenas de extensión: derecha e izquierda (fig. 3)

    Éstas son las cadenas longitudinales.

    4.   Las cadenas de cierre: derecha e izquierda (fig. 4)

    5.   Las cadenas de apertura: derecha e izquierda (fig. 5)

    Éstas son las cadenas cruzadas.

    La lectura del cuerpo humano me ha hecho tomar conciencia de la existencia de una organización en cadenas. La anatomía lo muestra y lo confirma.

    Las cadenas musculares son una evidencia anatómica y funcional en el tronco y presentan una secuencia lógica en los miembros inferiores.

    Hay varias prioridades que se han revelado importantes:

    1.   La necesidad de analizar correctamente el funcionamiento de la pelvis.

    2.   La necesidad de precisar con rigor la fisiología de cada uno de los músculos del miembro inferior con el fin de poder evidenciar las cadenas musculares de dicho miembro. El funcionamiento de las cadenas es idéntico al mecanismo de un reloj. Cada engranaje debe funcionar en el sentido correcto, si no se bloquea todo el sistema.

    3.   La necesidad de prolongar la influencia de las vísceras sobre las cadenas musculares de los miembros inferiores.

    Este libro le propone el análisis de la pelvis y de los miembros inferiores integrado en la coherencia global de las cadenas fisiológicas, que incluyen el conjunto de las cadenas musculares pero también de la cadena visceral y de la cadena neurovascular (ver tomos 5-6-7-8).

    Figura 6

    Las cadenas fisiológicas

    Un análisis totalmente innovador pondrá de manifiesto las relaciones existentes entre el plano musculoesquelético y el plano visceral. Estas influencias obedecen a un programa de organización metódica, informatizable. De esta forma se irán comprendiendo los problemas de rodilla, de la bóveda plantar, las modificaciones estáticas y las desigualdades de los miembros inferiores.

    El cuerpo es un organismo programado genéticamente.

    Es un juego de vídeo animado por las cadenas y gobernado por el ingenio de la fisiología.

    La biomecánica

    de la cintura

    pélvica

    I. La estática de la cintura pélvica

    La cintura pélvica, compuesta por los dos huesos ilíacos y por el sacro, debe cumplir dos funciones: estática y dinámica.

    Para la estática, es necesario garantizar la congruencia de las tres piezas anatómicas.

    Las fuerzas descendentes y ascendentes, convergentes en la pelvis, solidarizan metódicamente la cintura pélvica a nivel de las sacroilíacas y del pubis. El núcleo fibroso del pubis actúa como disco amortiguador verticali-zado.

    Figura 7

    Figura 8

    Figura 9

    Para la longevidad de la biomecánica de la pelvis, es imprescindible que las fuerzas descendentes y ascendentes no interactúen de modo telescópico, que no percutan a nivel de la cintura pélvica. El martilleo repetitivo tendría un efecto destructivo para las articulaciones de la pelvis, especialmente para las coxofemorales. Si fuera el caso, las cabezas femorales se verían progresivamente deterioradas con aplanamiento del polo superior. Observemos el cuerpo, nos muestra soluciones ingeniosas.

       Las fuerzas descendentes llegan al 5º disco lumbar y a la base del sacro. Aumentan a este nivel la lordosis lumbar y la horizontalización del sacro, lo que proporciona un primer componente de amortiguación aprovechando la sinuosidad de la columna vertebral (fig. 10).

       Las fuerzas ascendentes llegan hasta la coxofemoral. Esta articulación, situada por delante de la sacroilíaca, provoca una rotación posterior del ilíaco por efecto de las fuerzas ascendentes (fig. 11).

    Figura 10

    Figura 11

    Dado que el sacro se mueve hacia la horizontalización (por efecto de las fuerzas descendentes) y el ilíaco hacia la posterioridad (por efecto de las fuerzas ascendentes), la articulación sacroilíaca desempeña la función de una "pin-za abriente. Con la parte baja del sacro que recula y el isquion que avanza, esta pinza abriente" constituye el segundo componente de amortiguación (fig. 12). Del mismo modo, los ligamentos sacrotuberoso y sacroespinoso, que unen las dos ramas de la pinza abriente, desempeñan una función de vigilancia propioceptiva cuando se produce la separación o apertura de esta pinza (fig. 13). Puesto que estas estructuras conjuntivas no tienen capacidad para defenderse, van asociadas a dos ligamentos activos: los músculos piramidales y los coccígeos.

    Figura 12

    Figura 13

    Insertándose sobre estos ligamentos y en la cara anterior del sacro, el músculo piramidal, asociado al músculo coccígeo, está perfectamente adaptado a esta función de amortiguador de la pinza abriente sacroilíaca (figs. 14 y 15).

    Figura 14

    Figura 15

    El ingenio biomecánico de la sacroilíaca se ve completado por un sistema de suspensión formado por dos hamacas, una inferior y otra superior.

       Inferior: los obturadores con el periné.

       Superior: los piramidales.

    En el capítulo siguiente se hará el correspondiente análisis.

    II. La movilidad de la

    cintura pélvica

    Debemos plantearnos las cuestiones siguientes:

       Primera pregunta. ¿Es la movilidad la prioridad de la cintura pélvica?

    Respuesta: no.

    La prioridad es la coherencia de las tres piezas que la componen. No podemos permitirnos el riesgo de dislocaciones o de luxaciones de los ilíacos o del sacro. Los movimientos de la pelvis solamente pueden ser programados a partir del respeto a esta prioridad: la coherencia de la cintura pélvica.

       Segunda pregunta. En consecuencia, ¿por qué no fabricar una cintura pélvica en una única pieza ósea?

    Respuesta: solución demasiado rígida, inadaptada.

    La pelvis es una plataforma en la que convergen las fuerzas descendentes y ascendentes; si la cintura pélvica fuera una única pieza ósea, la pelvis recibiría percusiones constantes traumatizantes y mal absorbidas por una cintura monolítica, favoreciendo las fracturas por fatiga y la artrosis de la cadera.

       Tercera pregunta. ¿Están hechas las articulaciones sacroilíacas con la prioridad de moverse?

    Respuesta: no.

    En realidad desempeñan una función de junta de dilatación. Su objetivo principal es absorber las tensiones asimétricas a las que se ve sometida la pelvis, especialmente durante la marcha.

    Observemos la calidad del cartílago de estas articulaciones de tipo anfiartrosis. El cartílago es irregular, costroso. Si existiera una prioridad de movimiento, el cartílago sería consecuentemente liso como en las articulaciones del tipo enartrosis, como, por ejemplo, la coxofemoral.

    Las superficies articulares de las sacroilíacas pueden ser comparadas a un disco de embrague: con apoyo en el suelo, desde el momento en que se produce la propulsión, el grip del cartílago es necesario para aumentar la adherencia y la propulsión. La anatomía de las sacroilíacas empieza a ser más lógica cuando la integramos en un sistema antibloqueo indispensable durante la aplicación de cargas y al realizar esfuerzos (fig. 16). Este nuevo enfoque no pone en duda el juego articular sacroilíaco necesario para la absorción de las tensiones asimétricas generadas por el apoyo en el suelo y durante los movimientos.

    Este juego articular debe ser considerado cualitativa y no cuantitativamente. Este aspecto se mostrará en el capítulo La movilidad de la cintura pélvica.

    Figura 16

    Sistema de embrague sacroilíaco

    Las sacroilíacas están hechas para absorber las tensiones del movimiento.

    Las sacroilíacas no están hechas para generar los movimientos.

    La pelvis genera los movimientos a partir de la coxofemoral.

    La movilidad de la pelvis se realiza esencialmente a partir de las articulaciones coxofemorales y alrededor de tres ejes.

    1.   Un eje horizontal-frontal, que pasa por el centro de las cabezas femorales. Alrededor de este eje se organizan la anterioridad y la pos-terioridad ilíacas o la anteversión-retroversión de la pelvis.

    2.   Un eje horizontal-sagital, que pasa por el centro de cada cabeza femoral. Alrededor de este eje se organizan la aducción-abducción o la elevación-descenso lateral de la pelvis.

    3.   Un eje vertical, que pasa por el centro de la cabeza femoral. Alrededor de este eje se organiza la rotación plana de la pelvis. Este movimiento, poco valorado hasta el presente, es esencial para la marcha. (ver fisiología del aductor mayor) (fig. 17).

    La suma de los movimientos básicos alrededor de estos tres ejes determina la forma esférica de la cabeza femoral a nivel de su intersección. Estos movimientos se combinan durante el desplazamiento sinusoidal de la pelvis durante la marcha (fig. 18).

    Figura 17

    Los ejes de la movilidad iliofemoral

    Figura 18

    Movimientos del hueso ilíaco sobre el fémur

    Observación práctica: para conservar la esfericidad de la cabeza femoral en el tiempo, se debe procurar mantener la completa movilidad de la pelvis en estas tres dimensiones con una amplitud total de los movimientos básicos: flexión-extensión, abducción-aducción, rotación externa-rotación interna.

    Del mismo modo, hay tres ejes específicos internos en la cintura pélvica que dirigen las adaptaciones del sacro y de los ilíacos.

       Dos ejes oblicuos para la apertura-cierre de los ilíacos.

    Se extienden de la articulación sacroilíaca al pubis. Cada uno de estos ejes parte de la sacroilíaca, a nivel del punto de unión del brazo menor y el brazo mayor de la superficie articular en L, y llega por delante hasta el centro del núcleo fibroso del pubis.

    Figura 19

    Ejes de apertura-cierre de la pelvis

    Estos dos ejes se dirigen:

       de atrás hacia delante,

       de arriba hacia abajo,

       de fuera hacia dentro hacia el eje medial

    A partir del doble contacto articular, sacroilíaco-pubis, el ilíaco podrá realizar el movimiento de apertura-cierre alrededor del eje oblicuo. El sacro tiene la posibilidad de adaptarse a la apertura-cierre del ilíaco alrededor del tercer eje.

       Un eje horizontal para la verticalización-horizontalización del sacro.

    Este eje pasa a nivel de S2 por detrás de la superficie articular.

    Durante la apertura de la pelvis, el sacro se verticaliza alrededor de este eje.

    Durante el cierre de la pelvis, el sacro se horizontaliza de forma sincrónica.

    Figura 20

    Eje de movilidad sacroilíaca

    Para memorizar fácilmente la apertura-cierre de la cintura pélvica, podemos tomar el ejemplo de una flor de tres pétalos (dos ilíacos y uno sacro).

    Figura 21

       si se abre: separación de las crestas ilíacas + verticalización del sacro;

       si se cierra: aproximación de las crestas ilíacas + horizontalización del sacro.

    La figura 22 muestra que, en la cintura pélvica, la colocación de las articulaciones y de los ejes responde a una lógica arquitectónica que tiene por objetivo resolver los problemas de coherencia, de movilidad, de solidaridad y de ligereza para facilitar la locomoción.

    Figura 22

    Ejes de movilidad de la pelvis

    Figura 23

    Líneas de fuerza de la pelvis

    En la arquitectura de las catedrales góticas encontramos regularmente el signo de la estrella de cinco puntas para resolver problemas similares.

    La figura 24 muestra la importancia mecánica de la zona de sustento coxo-sacro-ilíaca" para la estática (trabéculas óseas), y también para la dinámica. En las páginas siguientes, el análisis de la movilidad de la pelvis confirma la importancia de esta zona de sustento.

    Figura 24

    Zona de sustento coxo-sacro-ilíaca

    1. La movilidad en anterioridad-posterioridad de la pelvis

    En el hombre, de pie, esta movilidad se realiza a partir de la articulación coxofemoral, alrededor de un eje horizontal y frontal que pasa por el centro de la cabeza femoral.

    Figura 25

    Rotación anterior. Anteversión

    1.   La anterioridad ilíaca: es la rotación anterior del hueso ilíaco sobre la cabeza femoral (fig. 25).

    2.   La anterioridad bilateral provocará la anteversión de la pelvis (foto 1).

    3.   La posterioridad ilíaca: es la rotación posterior del hueso ilíaco sobre la cabeza femoral (fig. 26).

    4.   La posterioridad bilateral provocará la retroversión de la pelvis (foto 2).

    5.   La anterioridad de un ilíaco asociada a la posterioridad del otro provocará la torsión de la pelvis.

    Figura 26

    Rotación posterior. Retroversión

    Para comprender correctamente la torsión, observemos la figura 27.

    Se nos presentan dos constataciones evidentes:

    1.   La anterioridad-posterioridad no modifica la longitud de los miembros inferiores en posición de pie.

    2.   En anterioridad, la cresta ilíaca está más alta.

    Figura 27

    Torsión de la pelvis: diferencia de longitud a nivel de la cresta ilíaca

    Primera constatación

    Durante varios años adopté las teorías tradicionalmente admitidas según las cuales la anterioridad ilíaca alarga el miembro inferior y la posterioridad lo acorta.

    Esta suposición resulta ser inexacta. Una teoría debe ser replanteada cuando no se corresponde con la realidad.

    Segunda constatación

    En anterioridad, la cresta ilíaca está más alta; en posterioridad, está más baja. En el transcurso del examen del paciente en bipedestación, la diferencia de altura de la cresta ilíaca no puede ser automáticamente atribuida a una diferencia de longitud de los miembros inferiores.

    Es necesario comparar esta

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