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Intensos relatos eróticos reales sin fronteras, sin censuras: Annais y sus placeres, #1
Intensos relatos eróticos reales sin fronteras, sin censuras: Annais y sus placeres, #1
Intensos relatos eróticos reales sin fronteras, sin censuras: Annais y sus placeres, #1
Libro electrónico183 páginas2 horas

Intensos relatos eróticos reales sin fronteras, sin censuras: Annais y sus placeres, #1

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Este es el primer volumen de la serie "ANNAIS Y SUS PLACERES", en los que la escritora Annais Desiree nos invita a ser los protagonistas (hombre o mujer), de estas historias REALES, escritas sin censura, sobre el sexo más placentero entre hombres y mujeres, entre dos hombres, dos mujeres, tríos, orgías, ....

Vas a disfrutar como nunca antes lo habías hecho. Tu excitación ira en aumento a medida que leas estas páginas. Te desahogaras mientras te diviertes acariciando tu cuerpo, o el de la persona que esté junto a ti.

Te van a encantar.

Deja volar tu imaginación, y verás como quieres repetir estos momentos de placer que estás a punto de tener.

La atractiva y seductora autora Annais Desiree no te defraudará.

ANNAIS DESIREE es una exitosa escritora italiana de relatos eróticos, que se define a sí misma como heterosexual y lesbiana. Todos sus escritos están basados en vivencias personales de ella o de alguno de sus muchos amigos (hombres y mujeres). Todos sus relatos son reales, y están escritos tal y como se lo han relatado sus protagonistas.

Hola, soy Annais, y quiero explicarte como soy yo. Soy una mujer francesa, de pelo oscuro y largo. Nunca digo mi edad real, pero quiero que sepas que tengo más de 20 años y menos de 50.

Nunca he estado casada, y sí he tenido bastantes aventuras amorosas, tanto con hombres como con mujeres. Mi cuerpo no está nada mal, no estoy demasiado delgada, pero tampoco gorda. Soy una mujer normal, aunque sí que reconozco que resulto muy atractiva para todos los hombres y para todas las mujeres. Además, el hecho de ser francesa, y mi idioma nativo el francés, siempre utilizo mi precioso acento para seducir a las personas que me interesan.

Soy heterosexual y lesbiana. Mi gusto son las mujeres y los hombres normales, y no tengo un tipo definido. Nunca me ha importado su aspecto físico ni su edad. Eso sí, valoro mucho la sinceridad en las personas, y la limpieza de los cuerpos. Mi gusto va desde los 18 años hasta los 60 y soy mu fácil de enamorar.

Ya te digo que no tengo tipo definido, ni de color de piel, pelo, estatura, edad, apariencia física... Me gustáis todas las mujeres y todos los hombres... 

Y me enamoro demasiado fácil...

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 may 2024
ISBN9798224843305
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    Intensos relatos eróticos reales sin fronteras, sin censuras - ANNAIS DESIREE

    MI QUERIDA PRIMA

    Yo pasaba los veranos en casa de mis abuelos, con mi primo, nos gustaba ese pueblo rural y poco habitado. Recorríamos sus callejuelas empedradas, entrábamos en esas casas abandonadas, recorriendo sus pasillos, buscando quizás alguna sorpresa escondida. Nos imaginábamos que harían allí nuestros abuelos de jóvenes. Había casas que parecían castillos, con sus patios interiores llenos de antiguos aperos de labranza.

    Por las tardes, nos íbamos a un río cercano a nadar, sus aguas en esa zona eran muy mansas, parecía una piscina rodeada de árboles inmensos. Tranquilo, muy tranquilo, ideal para pasar un mes desconectado de todo, de la gran ciudad y de los problemas. Un remanso de paz, los sonidos al lado del río, los cánticos de los pajarillos, dormir desnudos sobre la hierba, masturbarnos juntos, era excitante.

    Cerrar los ojos e imaginarnos unas bellas doncellas bañándose desnudas, con sus cuerpos blancos. Era un mes que no olvidábamos durante todo el año Esa tarde, esperábamos a una prima, que al parecer, también le gustaba el pueblo de nuestros abuelos. Yo sabía que lo estaba pasando mal, muy mal, su matrimonio era un infierno para ella y yo sabía por qué. Aunque ella no sabía que yo lo sabía, aunque esa es otra historia.

    A pesar de todo, había teléfono en casa de nuestra abuela, y con nuestro ordenador portátil, chateando con ella, la convencimos para que pasara una semana con nosotros. Se llamaba Anna. Ella llegó con su coche después de comer, y como era costumbre, la invitamos a descansar en nuestra zona del río. Eso sí, con bañadores puestos. Mi primo, era muy descarado, demasiado, yo por el contrario era tímido, y más con las mujeres. Enseguida congeniaron mi primo y ella, hacía muchos años que no nos veíamos, casi desde la infancia.

    La primera vez que la vi quitarse su pantalón vaquero, tipo peto, me enamoré de ella, tenía un cuerpo perfecto, quien lo diría, de cara no era una belleza, pero su cara transmitía cariño y felicidad, pero menudo cuerpo. Morena, con el pelo muy corto, unos pechos pequeños, pero duros, marcaba los pezones en su bikini, un vientre plano, un ombligo erótico, eso, que me enamoré.

    Mis abuelos eran mayores, mi abuelo cuidaba de mi abuela, la pobre era muy mayor, y no se enteraba de nada. Mi abuelo siempre fue extraordinariamente bueno, de mente abierta, algo poco habitual para su edad, era un placer oírle contar historias de su juventud, nos ponía a cien, menudo era contándonos las historias, un viejo verde que sabía mucho. Lo digo, porque él se hacía el sordo y no se daba por enterado de lo que pasaba en casa con mi primo y Anna.

    Era una casa antigua, se oía todo, y más yo, que dormía en la habitación contigua, los tabiques eran de madera. Jadeaban como locos, oía incluso los lametazos que él le daba a su sexo y también como ella gozaba cuando se la chupaba. Yo me estaba volviendo loco, miraba a través de las rendijas del tabique, podía ver todo con total claridad, y no podía creerme que ellos no se daban cuenta que yo podía estar mirando.

    Él era un bruto, le quitaba la ropa bruscamente, y sin previas caricias le metía la polla por el culo, a ella le dolía, pero gozaba, yo sabía porque gozaba, y eso me jodía, lo sabía y no podía hacer nada. Sabía que mi prima quería olvidarse de todo, pero no esperaba que mi primo fuera igual que el. La poseía igual, con brutalidad, y ella se convertía en una perra sumisa, muy sumisa, le mostraba el trasero y él la poseía a lo bestia, la follaba por detrás y por delante, si cariño, sin caricias, a ella le caían lágrimas por las mejillas. Yo me estaba volviendo loco El buen rollo con mi primo cada día era menor, me hice distante de ellos, daba paseos por el pueblo, me sentía herido, apuñalado, me sentía un caballero sin espada, sin armadura, una piltrafa, mi bella doncella, no era mía y yo estaba locamente enamorado.

    Una noche se fueron a un pueblo cercano, a un bar viejo, lleno de viejos. A saber que haría mi primo con ella allí, casi me lo imaginaba, conozco a mi primo, conozco sus historias, me gustaba oírlas, pero ahora me dolía imaginar que hiciera lo mismo con ella.

    Mi prima Anna tenía la rara costumbre de ducharse antes de acostarse, fuera la hora que fuera. Cuando terminaban de follar, se iba al baño y se duchaba, entonces yo, la espiaba. La bañera estaba rodeada por una cortina transparente de plástico, yo miraba por el hueco de la puerta que no se podía cerrar del todo, y siempre se duchaba de espaldas a la puerta. Miraba su cuerpo perfecto, moreno, sus nalgas prietas, mi pene se ponía duro, muy duro y cuando ella acababa me iba a mi habitación y me masturbaba soñando que la estaba poseyendo, soñaba que la estaba penetrando suavemente con dulzura, mi mano rodeando mi polla eran sus labios vaginales, suaves, húmedos. Soñaba que tenía un orgasmo placentero, ella nunca había tenido un orgasmo, lo sabía, lo sabía todo de ella.

    Esa noche, mi primo llegó borracho, muy borracho, ella venía cargando con él, lo metió en la cama y se fue a la ducha. La oí llorar, supuse que mi primo había hecho con ella lo que me contaba en sus historias, era un animal, lo sabía.

    Era una persona excepcional, pero un animal con las mujeres. Ella se metió en la ducha llorando, mi corazón lloraba de dolor por ella. Entré en el baño sin que me oyera, el ruido del agua y su llanto, impidieron que me oyera. Me senté en el bidet, y la miré a través de la cortina. Me desnudé completamente y mi polla se puso erecta, me quemaba, estaba ardiendo, nunca había tenido una erección semejante, y empecé a masturbarme. Ver su sexo abierto cuando apoyó su pie en el borde de la bañera para lavarse, como lo acariciaba, ver como enjabonaba sus pechos, ver crecer sus pezones... ¡era una locura!

    Cuando ella terminó, salió y me miro sorprendida, viéndome masturbar con los ojos cerrados, sabía que iba a salir y cerré los ojos. Noté su olor de recién duchada acercándose a mí. Nunca la había visto desnuda tan cerca. Yo me detuve, y ella me miró a los ojos. Nuestras miradas se cruzaron, y unas lágrimas salieron de mis ojos recorriendo mis mejillas. Ella, se acercó a mí, se inclinó hacia mi cara, y con sus labios besó mis mejillas, su lengua recorrió el camino que habían trazado mis lágrimas. Se sentó en mis piernas, mi polla quedó prisionera entre su cuerpo y el mío. Noté como sus labios vaginales rozaban mi rabo, era suave, muy suave. Se aferró a mí fuertemente, su pelo goteaba agua sobre mi espalda, notaba como las gotas se deslizaban por mi espalda hasta mi culo. Mis manos acariciaron su espalda tiernamente, y sus pechos se clavaron en los míos.

    Ella se alzó suavemente e introdujo mi polla delicadamente dentro de su cuerpo, un ahhh suave y tierno escapó de su boca, cuando lo había introducido todo, separó su cabeza de la mía y me miró. Su cara emanaba felicidad y sin decirnos nada nuestros ojos se miraban, nos quedamos quietos, muy quietos, el fuego de mi verga iba en aumento, y ella empezó a mover sus caderas suavemente, me estaba masturbando con sus labios vaginales, su sexo era una fuente de agua caliente.

    Cogí sus nalgas con mis manos y las abrí, con mi dedo índice alcancé su ano, tantas veces maltratado, e introduje un dedo con suavidad, noté como sus manos se aferraban a mis hombros fuertemente, se acercó a mi oído y me dijo:

    –Te quiero, te quiero

    En ese momento eyaculé dentro de ella como nunca lo había hecho. Retiré mi polla de su cuerpo, la senté en la taza, y poniendo sus piernas sobre mis hombros acaricié su clítoris son mi lengua. Me cogía tiernamente del pelo, mi lengua rodeaba su clítoris tan ansiado por mí. Sus movimientos de cadera me indicaban que estaba a punto de llegar al orgasmo, y cuando lo hizo, no paraba de repetir

    –Te quiero, te quiero.

    Esa noche fui feliz, muy feliz. Ella había tenido su primer orgasmo. Ni que decir tiene, que no fue el último. La semana que nos quedaba por pasar en el pueblo, mi pobre primo, recorrió el sólo las calles, era el caballero sin espada y sin armadura. Y por supuesto, nos amamos todas las noches con la luz apagada y en silencio.

    Pero por desgracia, la vuelta a la ciudad, con mi prima en mi casa, amándonos apasionadamente, no terminó en cuento de hadas precisamente.

    CONTACTO EN UNA REVISTA

    Me llamo Carlo, tengo 49 años, estoy divorciado desde hace dos años y aunque voy saliendo con alguna que otra mujer, no tengo pareja fija. Una breve descripción mí sería la siguiente, mido 1,89, peso proporcionado a mi altura y dicen mis amigas que soy un tío muy atractivo. Me gusta creérmelo, de todas formas algo de verdad habrá porqué no me cuesta demasiado ligar.

    Siguiendo la tradición familiar, tengo tres tiendas de ropa de hombre, mujer y niño, de momento no me puedo quejar y los negocios funcionan bien.

    Hace años que soy un fiel lector de revistas de contactos, si bien es cierto que nunca he publicado un contacto ni tampoco he contactado con nadie...hasta hace seis meses. Estaba leyendo los contactos de parejas y vi uno que me llamó la atención, era una pareja que pedían un hombre, solo para ella, él ni siquiera participaría, solo miraría.

    La fotografía de la mujer era impresionante, tenía 38 años, buenas tetas, un culo respingón, aunque estaba delgada, pero sobre todo me llamo la atención, que decía que era muy caliente y estaba insatisfecha. No sé que me ocurrió, pero aquella mujer me cautivó, me lo pensé durante un par de días y al final decidí llamarles por teléfono. Eran de mi misma ciudad, y después de hablar un buen rato con los dos, nos citamos para tomar algo en un conocido bar del centro. Como todos teníamos las ideas claras, acordamos que si nos gustábamos, iríamos a cenar y después a un hotel que ellos conocían.

    Llegó el viernes esperado y confieso que estaba muy nervioso. En cuanto entré en el bar, y como nos habíamos intercambiado fotografías por el móvil, la reconocí enseguida. Su pelo largo, negro y rizado era inconfundible. Me acerqué a la mesa y noté que conectábamos rápidamente los tres. Eran unas personas de un buen nivel cultural, elegantes y sobre todo, muy educadas. Hablamos durante un buen rato y decidimos que nos íbamos a cenar y si el ambiente seguía igual, pues íbamos al hotel. Cuando terminamos, marchamos al hotel y llegamos a la habitación.

    Nos servimos unas copas del mini bar e Isabella, que así se llamaba, se fue directamente al baño. Cuando salió me quede agradablemente impactado. Llevaba un conjunto negro de lencería fina completo, es decir, sujetadores, tanga y medias con liguero, tenía la piel muy bronceada, en fin parecía una diosa. Después fuimos a ducharnos su marido y después yo. Me deje puestos los bóxer, pero vi que el marido estaba en pelotas y sentado en un silloncito que había colocado estratégicamente a los pies de la cama. Isabella estaba tumbada y sonriendo dijo:

    -Acércate, hazte a la idea de que estamos solos y demos rienda suelta a nuestros instintos.

    Dicho esto se incorporó y me beso. Eran besos suaves y fugaces, pero a los pocos minutos nos estábamos morreando apasionadamente. Mis manos tocaban y acariciaban su cuerpo, le saqué los sujetadores y alternaba su boca con sus tetas. Sus pezones se irguieron y su cuerpo empezó a mostrar signos de calentura. Yo por mi parte, tenía mis 15 cm. de carne completamente erectos. Su mano buscó desesperadamente mi polla y la agarró firmemente empezando a pajearla quizá demasiado rápido.

    Me aparté, la tumbé en la cama y aparté el tanga. Tenía un chocho precioso, sin pelos, rosado, húmedo y palpitante. Pasé mi lengua, lamiendo, chupando, besando y succionando, pronto recibí la recompensa a mi dedicación. Sus caderas empezaron a moverse como si me follara la boca y arqueando el cuerpo y agarrándome la cabeza dijo que se corría. Tuvo un orgasmo largo, abundante y muy escandaloso. Cuando acabó, cayó con fuerza sobre la cama.

    Me di la vuelta para ver al marido, el tío estaba fumándose un cigarrillo y con la otra mano se hacia una paja lenta. Su mirada era puro vicio.

    Sin que me diera cuenta, Isabella se había colocado a cuatro patas, de cara a su marido y me dijo que quería que me la follara con fuerza, que estaba muy caliente y necesitaba volverse a correr. En un momento ya le había metido la polla de un solo golpe en el coño. La agarre de las tetas y la embestí con fuerza. Isabella gritaba y le decía a su marido:

    -¿Te gusta ver como otro hombre me hace correr? ¿Sabes que te tienes que conformar haciéndote pajas? Eres un cabrón, nunca más me vas a follar, cerdo, adultero, infiel...

    Sus palabras me impresionaron, pero seguí con lo mío. Follar con aquella mujer era lujuria. La cosa se complicaba, tenía ganas de correrme y nos sabia que hacer, por lo tanto le dije a Isabella que iba a correrme.

    Se apartó de mí, y fue a sentarse a otro sillón que habían dispuesto al lado del marido, me dijo que me sentara y se arrodillo. Joder con aquella mujer, ¡Como la mamaba! Se entretuvo primero con mis huevos y con esto bajó un poco la tensión y paró mi corrida. Cuando vio que lo tenía controlado se la metió en la boca. Al principio estaba un poco cortado. Nunca me la habían mamado con el marido de la interesada sentado a mi lado y pelándosela, pero pronto me repuse y me dediqué a mirar la boca de aquella mujer mientras la engullía y la mamaba.

    Su mamada, su pelada y su sobeteo de cojones pronto hicieron el efecto deseado, mi polla empezó a babear

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