Intensos Relatos Eróticos Reales Sin Fronteras, Sin Censuras. (Volumen 3): Annais y sus placeres, #3
Por ANNAIS DESIREE
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Este es el tercer volumen de la serie "ANNAIS Y SUS PLACERES", en los que la escritora Annais Desiree nos invita a ser los protagonistas (hombre o mujer), de estas historias REALES, escritas sin censura, sobre el sexo más placentero entre hombres y mujeres, entre dos hombres, dos mujeres, tríos, orgías, ....
Vas a disfrutar como nunca antes lo habías hecho. Tu excitación ira en aumento a medida que leas estas páginas. Te desahogaras mientras te diviertes acariciando tu cuerpo, o el de la persona que esté junto a ti.
Te van a encantar.
Deja volar tu imaginación, y verás como quieres repetir estos momentos de placer que estás a punto de tener.
La atractiva y seductora autora Annais Desiree no te defraudará.
ANNAIS DESIREE es una exitosa escritora italiana de relatos eróticos, que se define a sí misma como heterosexual y lesbiana. Todos sus escritos están basados en vivencias personales de ella o de alguno de sus muchos amigos (hombres y mujeres). Todos sus relatos son reales, y están escritos tal y como se lo han relatado sus protagonistas.
Hola, soy Annais, y quiero explicarte como soy yo. Soy una mujer francesa, de pelo oscuro y largo. Nunca digo mi edad real, pero quiero que sepas que tengo más de 20 años y menos de 50.
Nunca he estado casada, y sí he tenido bastantes aventuras amorosas, tanto con hombres como con mujeres. Mi cuerpo no está nada mal, no estoy demasiado delgada, pero tampoco gorda. Soy una mujer normal, aunque sí que reconozco que resulto muy atractiva para todos los hombres y para todas las mujeres. Además, el hecho de ser francesa, y mi idioma nativo el francés, siempre utilizo mi precioso acento para seducir a las personas que me interesan.
Soy heterosexual y lesbiana. Mi gusto son las mujeres y los hombres normales, y no tengo un tipo definido. Nunca me ha importado su aspecto físico ni su edad. Eso sí, valoro mucho la sinceridad en las personas, y la limpieza de los cuerpos. Mi gusto va desde los 18 años hasta los 60 y soy mu fácil de enamorar.
Ya te digo que no tengo tipo definido, ni de color de piel, pelo, estatura, edad, apariencia física... Me gustáis todas las mujeres y todos los hombres...
Y me enamoro demasiado fácil...
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Intensos Relatos Eróticos Reales Sin Fronteras, Sin Censuras. (Volumen 3) - ANNAIS DESIREE
INTRODUCCIÓN
Este es el tercer volumen de la serie ANNAIS Y SUS PLACERES
, en los que la escritora Annais Desiree nos invita a ser los protagonistas (hombre o mujer), de estas historias REALES, escritas sin censura, sobre el sexo más placentero entre hombres y mujeres, entre dos hombres, dos mujeres, tríos, orgías, ....
Vas a disfrutar como nunca antes lo habías hecho. Tu excitación ira en aumento a medida que leas estas páginas. Te desahogaras mientras te diviertes acariciando tu cuerpo, o el de la persona que esté junto a ti.
Te van a encantar.
Deja volar tu imaginación, y verás como quieres repetir estos momentos de placer que estás a punto de tener.
La atractiva y seductora autora Annais Desiree no te defraudará.
LA AUTORA
ANNAIS DESIREE es una exitosa escritora italiana de relatos eróticos, que se define a sí misma como heterosexual y lesbiana. Todos sus escritos están basados en vivencias personales de ella o de alguno de sus muchos amigos (hombres y mujeres). Todos sus relatos son reales, y están escritos tal y como se lo han relatado sus protagonistas.
PRÓLOGO
Hola, soy Annais, y quiero explicarte como soy yo. Soy una mujer francesa, de pelo oscuro y largo. Nunca digo mi edad real, pero quiero que sepas que tengo más de 20 años y menos de 50.
Nunca he estado casada, y sí he tenido bastantes aventuras amorosas, tanto con hombres como con mujeres. Mi cuerpo no está nada mal, no estoy demasiado delgada, pero tampoco gorda. Soy una mujer normal, aunque sí que reconozco que resulto muy atractiva para todos los hombres y para todas las mujeres. Además, el hecho de ser francesa, y mi idioma nativo el francés, siempre utilizo mi precioso acento para seducir a las personas que me interesan.
Soy heterosexual y lesbiana. Mi gusto son las mujeres y los hombres normales, y no tengo un tipo definido. Nunca me ha importado su aspecto físico ni su edad. Eso sí, valoro mucho la sinceridad en las personas, y la limpieza de los cuerpos. Mi gusto va desde los 18 años hasta los 60 y soy mu fácil de enamorar.
Ya te digo que no tengo tipo definido, ni de color de piel, pelo, estatura, edad, apariencia física... Me gustáis todas las mujeres y todos los hombres...
Y me enamoro demasiado fácil...
SE DESEA LO QUE TIENES CERCA
Soy un chico alto, moreno, ojos café claro, pelo negro, tipo fornido, pero sin llegar a estar gordo, 1,80 m, mi polla mide 17 cm., grueso y de grandes venas y tiene una peculiaridad especial pues esta curvado, aparte de que es más moreno que mi cuerpo casi negro, y mis compañeras de trabajo dicen que soy bastante atractivo, sin embargo mi interés es solo por las maduritas ya que las considero las mejores amantes. Trabajo en una población cercana a Milán donde desarrollamos nuevos materiales, ya que soy químico.
Hace como un mes aproximadamente entró a trabajar una nueva compañera de edad madura, calculo yo que de unos 40 años, grandes tetas que resaltan debido al escote que utiliza en sus vestidos pegados al cuerpo, cintura estrecha y un gran culo así como unas grandiosas piernas torneadas que llamaban la atención cuando caminaba, enfundadas siempre en unas medias. Su única función en el trabajo era y es sacar copias a toda clase de documentos de los que trabajamos y que requerimos constantemente. Fue así cuando la conocí, y desde el primer día le di la bienvenida diciéndole:
– Hola, eres nueva ¿verdad?,
– Sí, así es, la chica encargada se casó y renunció, mi nombre es Juliette,
– El mío es Giovanni – contesté a la vez que le daba un ligero apretón de manos, mientras pensaba qué tremenda mujer acaba de llegar.
Desde que llegó no hubo día que no requiriera de sus servicios de copias, charlábamos unos breves momentos, me hablaba de sus hijos, de la monotonía de su vida etc. Yo me deleitaba contemplando sus formas pensando en ese soberbio culito y lo que podría hacer si fuera mío.
Un viernes, al mes siguiente de su llegada, requerí de su servicio de copias del día, ella llevaba un vestido muy estrecho de color blanco que, aunque largo, permitía ver su figura y sobre todo marcaba su ropa interior.
En ese momento y sin querer, tiré unos papeles que inmediatamente ella se inclinó para recogerlos, al igual que hice yo, pero quedando su trasero casi enfrente de mi cara. ¡Que soberbio trasero tenía enfrente de mí! Podía ver sus bragas color negro tras su vestido blanco y sin poder evitarlo me empalmé inmediatamente mientras mi lengua pasaba por mis labios una y otra vez. En ese instante ella se giró y se dio cuenta de este detalle.
– Me tienes ganas, ¿verdad? – me dijo sonriendo.
– Sí, lo siento, no puedo evitarlo, discúlpame que te lo diga, eres una soberbia mujer, pero si te molesta que te vea así créeme que nunca volveré a sacar copias contigo, ni vendré a saludarte.
Ella se quedó pensando un momento y parece ser que mi gesto de caballerosidad le agradó pues me dijo:
– Mañana, sábado, mi marido y mis hijos van a salir a visitar a mis suegros, ¿por qué no vienes a mi casa? Te espero a las 10, eso sí te pido que lo hagas con mucha discreción.
– De acuerdo, allí estaré – contesté un poco nervioso – y no te preocupes. No me gusta crearle problemas a una mujer.
Esa noche no salí de mi casa a dar la vuelta y me fui a dormir temprano pensando en el bomboncito que me comería y del tratamiento especial que le daría, aunque todavía tenía mis dudas ya que no sabía si Juliette se arrepentiría en el último momento, pero había que correr el riesgo.
Ese día llegó así que, decidido y tomando todas las preocupaciones posibles, llamé a su puerta. Ella me recibió con unos pantaloncitos cortos y una blusa con un tremendo escote que mostraba sus tetas claramente, Juliette me hizo pasar y en la sala, sin decir palabra, me bajó la cremallera del pantalón, sacó mi polla y entonces notó mi peculiaridad de la que hablaba al principio, aparte de que estoy totalmente rasurado ya que me encanta que me succionen las bolas y para evitar que les de asco los pelitos, los he cortado.
– Vaya, vaya, qué tenemos aquí – exclamó empezando a masturbarme, luego lo acarició con su boca, dándole lengua desde las bolas hasta el glande, demostrando ser una gran mamador, hasta que añadió – Vámonos a la habitación, aquí nos pueden ver por las ventanas.
En la habitación no perdí tiempo, me abalancé sobre ella dándonos la lengua, probando su saliva, enroscándose nuestras lenguas una y otra vez, mientras mis manos acariciaban sus nalgas por encima de sus pantaloncitos sintiendo mis manos la marca de sus braguitas blancas. Pronto me quité la camisa y empecé a desnudarla pero cuando le quité la blusa, de tan excitado que estaba le rompí el sujetador, aunque no me importó, solo quería mamarle esos blancos senos y esos pezoncitos tiesos y grandes. Primero succioné uno y luego me dediqué al otro. Estaban durísimos y los mordisqueé un poco a la vez que alternaba con unas pequeñas lamidas llenas de mi saliva, mientras ella seguía acariciándome el pene y las bolas gimiendo de placer.
Luego le saqué el pantalón y quedó en bragas, me quité los vaqueros, le puse la polla en la boca y la empezó a mamar. Fue una de las mamadas más maravillosas que me han hecho en la vida, mientras yo le decía:
– Succióname las bolas, cariño, me encanta que me las chupen, sí así, pero con cuidado preciosa, no tan fuerte...
Cuando sentí que me corría la paré, la abrí de piernas, le quité las bragas a la vez que las aspiraba y les pasaba mi lengua. Era un rico olor a hembra y ese sabor saladito. Terminando de hacer esto la besé en la boca para que ella también probara de sus jugos, luego alcé sus piernas y poniéndolas en mis hombros la penetré, sin preguntarle nada. Cuando sentí que se iba a correr, paré un momento, empujé con mi polla dentro de su coño y empecé a embestirla salvajemente.
– ¡Ah... que gusto... cabrón, sigue... dónde aprendiste a tratar así a las mujeres! – decía – ¡Ah... qué placer, sí, cabrón sácame los jugos, hazme correr!
Bastaron unas cinco embestidas para correrme, mientras la volvía a depositar en la cama.
Por fin tenía esa jugosa almeja llena de mi leche y entonces le acaricié el coño y se lo empecé a lamer mientras le metía dos dedos al tiempo que, ligeramente, le mordía el clítoris que estaba tan hinchado que parecía que iba a explotar. Mientras le comía el higo, mi polla volvía a la carga y entonces la volví a penetrar embistiéndola muy rápido. Ella gritaba y gemía de placer como una loca y yo, cuando notaba que iba a correrme, me detenía quedando pegados por un breve momento hasta que volvía a la carga, haciendo que ella gritara de nuevo por el placer que recibía.
Me corrí otra vez y cuando se la saqué empecé a restregarle la polla por todo el cuerpo hasta llegar a su boca, luego nos pusimos en posición del 69. Yo tenía aquel coño chorreando de leche y jugos que me volvían loco y ella mientras tanto me lamía los restos de semen que había en mi rabo y en mis huevos.
– ¡Que gusto, mi amor, me has hecho la mejor follada de mi vida... ah que polla tan hermosa tienes! – decía mientras lamía los restos de semen.
Yo mientras tanto, escupía en su culo para ensalivarlo mientras mi lengua lo perforaba una y otra vez hasta que la puse en cuatro patas y me dispuse a penetrarla por atrás. ¡Que culo! Imaginad mi polla curvada tratando de perforar ese precioso agujerito. Cuando ya la tenía toda dentro, me subí más en ella de tal forma que casi la estaba montando con mis dos piernas sobre su cadera, mientras con una mano le acariciaba los senos y con la otra metía mis dedos en su boca.
Ella gritaba un poco de dolor porque no estaba acostumbrada pero decía que le encantaba y a mí me tenía como loco la follada que le estaba dando. Cuando me corrí por última vez en su culo quedamos ambos tendidos en la cama, la besé en la boca, le lamí los senos y me fui al baño donde me lavé y me cambié. Al salir de su casa quedamos que la semana siguiente le iba a ayudar a instalar una antena para su televisor, pero esa es otra historia, así como otras que faltan donde contaré cómo hice para follarme a una señora que vive unas manzanas de mi casa, otra soberbia y sabrosa madurita casada.
EXHIBICIONISTA
La dos historias que voy a contar sucedieron hace unos años, me acuerdo perfectamente de las fechas porque escribí esto poco después para no olvidarlo nunca.
Tenía entonces 21 años y me había empezado a gustar el exhibicionismo. El caso es que estaba de vacaciones en el pueblo de mis padres donde solía andar con la bicicleta. Era una tarde de sol abrasador, y cuando llegaba a un pueblo, que está a unos 6 Km. del mío, me crucé con dos señoras mayores, de entre 60 y 62 años, que iban a dar un paseo. La cuestión es que nada mas cruzarme con ellas me dije a mi mismo que aquella era una oportunidad de oro para exhibirme, no solo enseñar la polla sino masturbándome.
Calculé, más o menos, por donde pasarían y efectivamente, al llegar a dicho cruce las vi acercarse como a unos 300 metros. Entonces paré, me quede de pie con la bici entre las piernas, me saqué la polla con total descaro y aunque aun no me la podían ver bien, comencé a meneármela para que se pusiese dura. Una vez que la tenía empalmada comencé a masturbarme en serio. Cada vez estaban más cerca. Al principio parecía que no entendían lo que estaba pasando, incluso creo que pensaron que debía estar meando, pero, al final lo vieron clarísimamente.
Como era lógico estaba súper nervioso pero a la vez cachondisimo, las dos mujeres me estaban viendo perfectamente la polla pero no parecía importarles, ni siquiera hicieron amago de dar la vuelta. A penas cuando estaban a unos quince metros, no pude aguantar más y me corrí como un cerdo, justo al instante de correrme, inexplicablemente me dio tal vergüenza que aun con el capullo manchado de leche, me subí en la bici y me alejé.
La nueva oportunidad llego algo menos de dos meses después, aunque como había dicho no de la misma manera y con una persona que tal vez no tenía que haber sucedido, una amiga de mi tía que tenía entonces unos 62 años. Era un fin de semana en el que yo estaba en el pueblo, mi casa era como todas las de por allí: planta baja, primer piso y buhardilla. Mi habitación estaba justo en una esquina de la casa, a unos pocos metros de la casa de mi tía. O sea que desde allí, se podía ver mi habitación perfectamente.
Eran más o menos las 11 o las 12 de la mañana y no recuerdo bien si me acababa de duchar o no pero, si sé que, iba del baño que había en mi habitación. La persiana estaba a medio levantar y una hoja de la ventana abierta. Por eso oí a la amiga de mi tía que estaba en la ventana hablando con algún vecino que estaba en la calle.
Justo al lado de la ventana tengo una butaca, así que me senté no en la butaca sino en un reposabrazos, me saqué la polla, que aun no estaba del todo dura, y comencé a pelármela. Debido a que la persiana estaba a medio bajar no me podía ver la cara así que pegue la cara a la persiana para poder ver entre las rendijas de la persiana si me estaba mirando o no. Rouse, que así se llamaba la amiga de mi tía, seguía hablando con el que estaba en la calle y yo no estaba seguro si me había visto y se hacia la despistada o no me había visto.
Estaba súper nervioso, el corazón me iba a mil, tenia la polla como un poste y no lejos de correrme.