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Nydeired: Las Aventuras de los Dragones de Durn, #3
Nydeired: Las Aventuras de los Dragones de Durn, #3
Nydeired: Las Aventuras de los Dragones de Durn, #3
Libro electrónico196 páginas2 horas

Nydeired: Las Aventuras de los Dragones de Durn, #3

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Información de este libro electrónico

     El majestuoso dragón blanco, Nydeired, ha elegido a Chusi, una hembra color zafiro como su compañera. Hace años, Chusi fue tomada prisionera por forajidos y mantenida cautiva, obligada a pelear en una plataforma de lucha brutal. Incapaz de volar debido a la deformidad de un ala, Chusi escapó de sus captores, pero sus secuestradores quedaron impunes.

     Ahora, Nydeired y Elías han descubierto la ubicación de Tripanegra, el famoso criminal que mantuvo cautiva a Chusi. Hombro con hombro, Nydeired y Elías planean ajustar cuentas, pero ¿serán capaces de derrotar al despiadado Tripanegra o morirán en el intento?

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 ago 2023
ISBN9798215348505
Nydeired: Las Aventuras de los Dragones de Durn, #3
Autor

Kristian Alva

Kristian Alva is a bestselling fantasy author. Her books have reached #1 in Juvenile Fantasy on Amazon UK and Amazon Australia. When she's not writing, she enjoys reading all genres, especially epic fantasy. She lives in Nevada with her family.

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    Nydeired - Kristian Alva

    NYDEIRED

    Las Aventuras de los Dragones de Durn

    Kristian Alva

    Copyright © 2023 Dragon Stone Books

    NYDEIRED

    Las Aventuras de los Dragones de Durn

    © 2023, Primera Edición.

    Este libro contiene material protegido por las leyes y tratados internacionales y federales de derechos de autor. Se prohíbe cualquier reimpresión o uso no autorizado de este material. Ninguna parte de este libro puede reproducirse o transmitirse sin el permiso expreso por escrito del editor. Impreso en los Estados Unidos de América.

    Dragones de Durn® y The Dragon Stone Saga® son marcas registradas en los Estados Unidos. Todos los derechos reservados.

    Editor: Moisés Serrato

    Traductor: Mario Gómez

    Únete a la lista de correo oficial de la autora en www.KristianAlva.com.

    Dedicado a mis hijos, los dragoncitos más dulces de todos.

    Introducción

    Esta novela es una historia independiente situada en el universo de la saga más vendida, Los Dragones de Durn.

    NYDEIRED

    Las Aventuras de los Dragones de Durn

    Libros de Kristian Alva

    Los Dragones de Durn Saga

    Libro 1: Dragones de Durn

    Libro 2: El Retorno de los Jinetes de Dragón

    Libro 3: El Emperador Inmortal

    Libro 4: La Maldición Balborita

    Libro 5: La Ascensión de los Maestros de la Sangre

    Libro 6: La Redención de Kathir

    Libro 7: Enemigos en las Sombras

    Libro 8: La Destrucción de Miklagard

    Libro 9: La Traición

    Novelas

    El Nido

    La Bruja de las Cavernas

    Nydeired

    Trilogías

    Los Dragones de Durn (Libros 1-3)

    Las Crónicas de Tallin (Libros 4-6)

    Magos Rebeldes (Libros 7-9)

    MAPA

    MAPA

    NYDEIRED

    1. Parthos

    En las murallas de la ciudad de Parthos, los jinetes de dragón estaban reunidos por primera vez en más de un año: Elías, Sela, Tallin, Galti y Holf. Todos se relajaban en la azotea de la fortaleza bajo un toldo, disfrutando de vasos de cerveza o vino y de la agradable brisa nocturna. Tallin y Sela estaban cogidos de la mano, con los dedos entrelazados y los brazos reposando sobre los reposabrazos de sus sillones.

    Los aprendices también estaban allí, de pie y un poco apartados de los experimentados jinetes de dragón. Diez aprendices, cuyas edades oscilaban entre los dieciséis y los veinticinco años, charlaban en grupos dispersos en la azotea. Cinco de los aprendices ya llevaban piedras de dragón, y los otros cinco estaban cortejando dragones para vincularse a ellos formalmente. Los aprendices se habían hecho cargo de la mayor parte del trabajo duro que los jinetes debían realizar en la ciudad, incluido el patrullaje aéreo.

    ¡Brindo por no tener que sufrir nunca más otra patrulla a medianoche!, dijo Tallin alzando su vaso. Todos rieron y chocaron sus propios vasos.

    La mayoría de aprendices eran chicos jóvenes, excepto dos muchachas, Breena e Ismay. Ambas eran casi completamente opuestas en aspecto y personalidad: Ismay, alta y de piel morena, era alquimista y ya la más poderosa entre los aprendices. Breena era tímida y pequeña, de piel clara y cabello rubio. Sus dones eran algo menos obvios: tenía talento para la magia de búsqueda. Su dragón, Thorzul, era un pequeño macho esmeralda. Las dos jóvenes mantenían una charla en voz baja, durante la cual Ismay hacía expresivos gestos con las manos.

    Elías se las quedó mirando. Bueno, ¿qué os parece la hornada de aprendices de este año?

    Son un grupo sólido, respondió Tallin. Varios de ellos tienen talentos únicos, así que ha sido un placer adiestrarlos. Estoy aprendiendo casi tanto como ellos sobre técnicas de hechicería poco habituales.

    Ismay no está nada mal, dijo Holf. ¿Tiene novio? Estaba pensando invitarla a cenar. ¿Qué os parece?

    Bueno…, empezó Sela, enderezándose en el sillón. Es una chica encantadora, ¿pero seguro que será tu tipo? Es realmente terca, ¿sabes? Y lo digo en el buen sentido… ganó un pulso a Merrick la semana pasada. Los otros aprendices no dejaban de burlarse de él.

    Tallin soltó una risotada. Merrick nunca debió desafiarla. Ahora le toca hacer todas sus tareas de mantenimiento durante un mes.

    Holf torció la boca y volvió a mirar a Ismay. Dando un gran trago a su bebida, dijo: Parece mi tipo de mujer.

    Galti hizo un gesto de exasperación. "¿Hay alguna que no sea tu tipo? Le gustan las mujeres peligrosas", le dijo al resto del grupo, subiendo y bajando las cejas.

    No es eso. Me gusta que tengan agallas.

    Galti sonrió tras su bebida. Te rompería por la mitad, querido hermano.

    Holf se giró y le propinó un certero puñetazo en el brazo a su hermano. No he pedido tu opinión.

    ¡Auh! ¡Eso duele!, exclamó Galti, frotándose el hombro.

    Sus payasadas atrajeron unas cuantas miradas divertidas de los aprendices.

    Sela suspiró. Venga, dejadlo ya, los riñó. Los aprendices ya se pelean bastante entre ellos. Se supone que tenéis que darles ejemplo.

    Galti y Holf tuvieron el detalle de mostrarse avergonzados. ¡Lo siento!, respondieron al unísono.

    Sela miró a los gemelos, frunciendo el ceño en broma antes de volverse hacia Elías. Casi es el día de vuestra visita mensual a Chusi, ¿no? ¿Cuándo os marcháis Nydeired y tú?

    Mañana por la mañana, dijo Elías. Ya le he enviado un mensaje a Haluk, así que nos estará esperando. Para Elías y Nydeired era un ritual mensual visitar el desierto oriental, donde vivía Chusi, la compañera de vida de Nydeired.

    Bueno, espero que estéis de vuelta a tiempo para el festival de otoño. Es la semana que viene.

    Para entonces deberíamos haber vuelto… respondió Elías, vacilando un poco. Tan pronto como lo dijo, tuvo un resplandor premonitorio. Supo, instintivamente, que no estaría de vuelta a tiempo para el festival. Incapaz de concentrarse en aquella repentina intuición, sacudió la cabeza, frustrado.

    Sela lo miró fijamente. Elías, ¿te encuentras bien?

    Él sonrió. Oh, estoy bien… Sólo un poco cansado, nada más.

    La pequeña reunión terminó poco después. Elías regresó a sus aposentos y se preparó para acostarse. Aquella noche, oscuros sueños lo asaltaron. Soñó que alguien lo perseguía, clavándole las uñas en la cara y la ropa. Al fondo podía oír gritos de animales. Los inquietantes sonidos e imágenes le forzaron a despertarse antes del amanecer.

    Tenía un fortísimo dolor de cabeza. Tras vestirse con rapidez, bebió apresuradamente algo de té negro y se dirigió a la azotea del palacio, donde Nydeired lo esperaba. Los criados ya habían ensillado a su dragón.

    Brínsop también estaba allí, sorprendentemente. Los dos dragones parecían estar teniendo algún tipo de discusión. Nydeired estaba sumisamente inclinado ante la hembra mayor, pero tenía el cuerpo tenso y la mandíbula fuertemente cerrada.

    Elías se detuvo a una distancia respetuosa de ambos, permitiéndoles terminar su conversación, que parecía ser algo acalorada.

    Lo único que te pido es considerar todas tus opciones, dijo Brínsop. Aún eres muy joven.

    No hay nada que considerar, respondió Nydeired, molesto. Ya tienes mi respuesta. Chusi es mi compañera de vida, no quiero ninguna otra.

    Oh, yo no me decidiría tan rápido. Quizá cambies de opinión cuando hayas pensado un poco sobre el asunto.

    Nydeired apartó el rostro. Discúlpame, matriarca, pero Elías y yo debemos partir en breve, y nuestro viaje no puede retrasarse.

    Vas a visitar a Chusi, ¿cierto?

    Sí… Elías y yo visitamos a Chusi una vez al mes.

    Brínsop suspiró. Te ruego que no te ofendas por lo directo de mis palabras. No te reprocho estas visitas, pero también debes entender tu deber para con los nuestros.

    ¡Entiendo mi deber mejor que la mayoría!, exclamó Nydeired, abandonando su postura de sumisión y alzando su enorme cabeza hasta que quedó totalmente por encima de la hembra, mucho más pequeña. Para crédito de Brínsop, no se achantó ni retrocedió.

    La dragona lo observó tranquilamente durante unos instantes, para después hablar con la misma voz calmada de antes. No te quito más tiempo. Tan sólo reflexiona sobre lo que te he dicho, por favor. Acto seguido, extendió sus alas y emprendió el vuelo.

    Elías esperó a que se hubiese marchado, y luego se acercó pausadamente a Nydeired. "¿De qué diantre estabais hablando?"

    Los escamosos labios de Nydeired formaban una comprimida línea blanca. De nada, dijo con un gesto de indiferencia.

    No daba esa impresión. ¿Estaba enfadada contigo?

    Nydeired gruñó, frustrado. No. Brínsop me pidió que considerara cortejar a otras hembras. Es la segunda vez que lo ha hecho. Dice que no debería limitarme a una sola compañera. Yo sólo quiero estar con Chusi. Ella lo sabe, ya se lo he dicho antes. Pero ahora hay dos hembras en su manada que desean acercárseme. Le dije que no estaba interesado.

    Elías calló un instante, inseguro de cómo responder. Brínsop era la matriarca de la manada del norte, el mayor grupo de hembras del desierto. Una invitación abierta por parte de una autoridad así era un hecho básicamente inaudito. ¿Qué tal se lo tomó?

    Está… disgustada por mi negativa.

    Ya veo, respondió él cautelosamente. La propuesta de Brínsop era equivalente a una ‘cosa segura’ si Nydeired hubiera mostrado algún tipo de interés. Pero no lo había hecho. Simplemente no estaba interesado en otras hembras. Aunque Elías apoyaba por completo la decisión de su compañero, también comprendía los motivos de Brínsop. Como matriarca del desierto, estaba pensando en el bien mayor: el valor de crianza de Nydeired era considerable. Su singular herencia genética le permitía producir cualquier color de dragón, excepto los negros. Sus genes podían fortalecer a toda la especie.

    La monogamia era rara en los dragones, del mismo modo que en los leones, tigres y otros depredadores en lo más alto de la pirámide alimenticia. Las hembras de dragón típicamente escogían a las parejas más atractivas. Sus preferencias de apareamiento normalmente se basaban en signos evidentes de salud y virilidad, tales como los colores vivos o una piel sin cicatrices.

    La relación de Nydeired y Chusi era inusual entre los dragones por basarse en el verdadero afecto, no en la fuerza ni el atractivo. La pareja ya se había apareado dos veces, produciendo doce polluelos en total. Todos sus descendientes habían nacido sanos y con un tamaño mayor que el de la media de su color. Ninguno de ellos había heredado el defecto congénito de Chusi en las alas. Una robusta base genética era crucial para salvar a una especie de la extinción, y los dragones aún se consideraban en peligro.

    El punto de vista de Brínsop me parece comprensible, dijo prudentemente Elías, intentando no ofender. Su responsabilidad es pensar en la supervivencia de los dragones; no sólo de los que viven ahora, sino también de las futuras generaciones.

    Todo eso no me importa. Ya lo he dicho otras veces: a quién escojo es asunto MÍO. Y de nadie más.

    ¡Lo sé, lo sé!, dijo Elías alzando las palmas de las manos. Por supuesto, es tu decisión. Y la respeto. No estoy tratando de influirte en un sentido u otro. Tan sólo trato de entender.

    Bajando la mirada, Nydeired masculló: No hay nada que entender. He hecho mi elección. Además, Brínsop fue quien me animó a ir a por Chusi en primer lugar. ¿Entonces por qué culparme de hacer exactamente lo que me dijo?

    Elías guardó silencio. No sabía qué más decir. Sus palabras sólo parecían empeorar la situación. Sabía que su amigo tenía razón: se merecía poder escoger a su propia compañera, sin interferencias de nadie. Pero también tenía la secreta esperanza de que si Nydeired decidía no aparearse con ninguna otra hembra, Chusi y él criarían con frecuencia y tendrían tantos descendientes sanos como fuera posible. De ahí las visitas mensuales a la cueva de Chusi, incluso cuando no estaba en celo. Lo menos que podía hacer Elías era asegurarse de que la pareja pasara junta tanto tiempo como fuera posible.

    El jinete de dragón se encaramó a su silla y la pareja emprendió el vuelo, sin que ninguno de los dos dijera nada. El humor taciturno de Nydeired continuó durante buena parte del viaje. Elías dejó pasar el tiempo en silencio, esperando a que el enfado de su amigo se disipara.

    Transcurridas unas dos horas de viaje, estaban sobrevolando unos escarpados precipicios. Una colonia de cabras montesas reposaba sobre las agudas rocas, dominando el desierto que se extendía a sus pies. Los plácidos animales no se percataron de la colosal figura de Nydeired flotando sobre ellos.

    Esas cabras parecen bien rollizas, ¿eh?, observó Elías, esperando que su amigo entendiera la insinuación.

    Nydeired tan sólo dio un gruñido. Pero aunque no estaba listo para dejar de estar enfadado, la tentación de una buena comida era irresistible.

    ¿Te gustaría comer antes de continuar?, preguntó el jinete, muy educadamente. Por si Chusi no tiene comida disponible cuando lleguemos allí.

    Sé lo que estás haciendo. Intentas lisonjearme.

    Elías sonrió. Quizá sí. ¿Está funcionando?

    La verdad, no, respondió secamente Nydeired, pero igualmente descendió en picado, arrancando de los precipicios una de las cabras más grandes. El animal dio un solo chillido, y acto seguido quedó inerte cuando el dragón le rompió el cuello. Nydeired aterrizó, arrojó el cadáver al suelo, y se acomodó para devorar a su presa. Tras desmontar de su lomo, Elías se sentó en una roca, esperando a que su amigo acabara de comer.

    Nydeired se comió el cadáver entero, suspirando de satisfacción una vez hubo terminado. Esa cabra era muy sabrosa, comentó. Con el estómago lleno, la actitud del dragón tuvo una notable mejoría; pronto ambos estaban riendo y bromeando como si no hubiera pasado nada. Volaban sin prisas, disfrutando del aire puro y del paisaje desértico.

    La cueva de Chusi finalmente apareció en la distancia. Haluk había montado su gran carpa de lona justo al lado de la cueva. El chamán estaba sentado con las piernas cruzadas bajo la sombra de una palmera, con Chusi a su lado.

    Mira, dijo Elías, señalando hacia el suelo. Haluk y Chusi nos esperan. Chusi alzó la cabeza y los divisó. Dando un aullido de alegría, empezó a hacer alborozadas piruetas sobre la arena.

    Nydeired la observó con ojos embelesados.

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