Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Rea: Me crecen las alas y no sé si saltar
Rea: Me crecen las alas y no sé si saltar
Rea: Me crecen las alas y no sé si saltar
Libro electrónico93 páginas1 hora

Rea: Me crecen las alas y no sé si saltar

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Rea debe enfrentarse a una historia que jamás se le cruzó por la mente. De pronto, tenía la oportunidad de elegir una vida con la que nunca soñó pero que en verdad añora o una vida predeterminada repleta de maltrato y el constante "¿Qué habría pasado si…?" retumbando en su mente. 

 

Amor, envidia, felicidad, maltrato y libertad ¿Qué camino tomar? Una batalla constante entre el querer ser y el deber ser.

 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 mar 2023
ISBN9798223174295
Rea: Me crecen las alas y no sé si saltar

Lee más de Tot

Relacionado con Rea

Libros electrónicos relacionados

Ficción general para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Rea

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Rea - TOT

    Nunca pensé que todo esto terminaría de esta manera, yo llegué a aquel castillo a cumplir con mi destino, a seguir las tradiciones que con tanto trabajo y esfuerzo, mi familia había preservado y hoy estoy aquí, con él, que pasó de ser un desconocido a lo más importante de mi vida en cuestión de días.

    Abrazados, esperamos a que la oscuridad nos gobierne una vez que terminen de colocar esa tapa. Abrazados esperamos que el oxígeno se nos termine antes de que siquiera logren cubrir nuevamente el hoyo con tierra en el que nos vemos enterrados. 

    ¿Valió la pena?

    Hoy es el día en el que relevaré a mi madre en el trabajo. Donde por fin, ella se podrá quedar en casa descansando y encargándose de la familia y seré yo la que se encargue de que el reino aún nos de esa pensión que apenas y nos rinden hasta fin de mes. 

    A pesar de saber que estoy lista y que voy a ser capaz de hacer cualquier cosa que se ofrezca (por que mi madre me ha entrenado todo este tiempo), me encuentro nerviosa, es mucha presión pensar que si cualquier cosa sale mal y el rey decide que no soy de utilidad, que no soy tan buena como el resto de las mujeres en mi familia, entonces todo está perdido, volveremos a sufrir hambre, volveremos a ser miserables.

    Me despido de mi abuela, de mis hermanas, hermanos y de mi madre, esta me mira con orgullo y me arregla la ropa que traigo puesta. Se que para ella es un momento agridulce se que está feliz por mi, de ver como me he convertido en todo lo que esperaba de mí, pero también sé que le duele perder el control, que le duele ver que poco a poco se convierte en lo que fue mi abuela para ella, una carga.

    La tomé de los hombros y la abrace tan fuerte como me fue posible, tratando de transmitirle mi fuerza y si les soy del todo honestas, tratando de robarle un poco también. Actuaba como la chica madura y grande que se podía encargar de todo, pero en el fondo, tenía miedo, mucho miedo.

    Salí de la casa, más temprano de lo esperado, pero las ansias no me permitían estar ahí un minuto más, qué tal si llegaba tarde, qué tal si no recordaba el camino, que tal que si... No podía permitirme ningún imprevisto.

    En un principio, me ví caminando con bastante gente que igual que yo salían a estas horas a ganarse la vida, pero entre más me acercaba a él castillos, la cantidad de gente iba disminuyendo. Hasta que éramos el calor, la arena y yo.

    Una vez ahí, solo me fue necesario decir el nombre de mi madre y nuestra relación y los guardias me indicaron amablemente donde estaba la entrada de servicio, por supuesto que una chica como yo no podría entrar por ese enorme, hermoso e imponente portón.

    Caminé hasta ahí, toqué con él puño cerrado dos veces, no lo quería hacer molesto, pero tampoco quería que no se fuera escuchar, esperé unos minutos y mi corazón se comenzó a acelerar conforme sentía que el tiempo se hacía cada vez más y más largo. Cuando estaba a punto de volver a tocar una mujer con una tez similar a la de mi madre abrió la puerta.

    –Oh, tú debes ser Rea ¿No es cierto?

    –Así es señora –Respondí lo más amablemente que me fue posible.

    –Oh, qué encantadora. Eres tal cual tu madre te describió. –No paraba de mirarme de arriba a abajo, de una manera dulce –Yo soy Liz, tú madre y yo somos muy buenas amigas, ella me enseñó todo lo que se y gracias a ella he durado tanto en este empleo –Le extendí la mano para presentarme cordialmente como mi madre me había enseñado que se debía de hacer, pero en lugar de eso Liz me cubrió entre sus brazos, sin saberlo, era justo lo que necesitaba –Pasa querida, pasa.

    Esa fue la primera vez que había entrado en ese increíble palacio. A pesar de no haber estado ahí nunca, lo conocía casi a la perfección por todas las historias que escuchábamos en casa, aunque he de admitir que es mucho más hermoso de lo que mi imaginación jamás habría sido capaz de crear.

    La cocina era enorme, techos altos, enormes candelabros iluminaban el paso de los cocineros y sirvientas que iban de un lado al otro. El suelo tenía hermosos diseños que te hacían pensar que eran esas pequeñas olas las que te hacían desplazarte, no tus pies.

    –Este es el lugar en donde ocurre la magia –Dijo Liz –A esta hora normalmente es cuando almuerza el rey, es por eso que ves tanto movimiento. Más tarde se levantará la princesa, pero normalmente para ese momento ya es la hora de la comida. –Algunas de las sirvientas que caminaban por ahí sueltan una pequeña risita ante el comentario de Liz.

    De la princesa no sabía tanto, mi madre no hablaba mucho de ella, supuse que era porque no había mucho que contar, que sería como cualquier otra chica de la realeza, un tanto presumida y mimada, pero siempre manteniendo la compostura que su estatus ameritaba.

    Liz continuó dándome el recorrido del palacio, había tantas habitaciones, tantas decoraciones, que me sentía abrumada de tener que recordar todas las cosas que me decía. En este cuarto no hay que mover nada que esté en este escritorio, En esta habitación hay que sacudir muy bien aquí y allá, Al rey le gustan las fresas cortadas por la mitad, pero a la princesa le gustan en cuadritos etc. Cada nueva especificación me ponía cada vez más nerviosa, me hacía sentir que toda esa seguridad con la que había caminado hasta aquí, se iba desmoronando dentro de cada habitación nueva que visitábamos.

    –¿Cómo te sientes? –Me preguntó Liz ya que terminamos.

    –Bien, bien –Mentí.

    –Ay, eres tan encantadora... –Me pellizcó uno de los cachetes –Será mejor que pongamos manos a la obra. –Dijo después, pasándome un uniforme igual al que ella y el resto de las sirvientas traían puestos. –Ahí detrás de ti hay un baño en el que puedes cambiarte cariño, en cuanto salgas búscame para que te de tus tareas.

    Seguí sus instrucciones tranquilamente, fui hasta el baño y me puse esta nueva piel. Recuerdo que cuando mi mamá volvía de casa con este mismo uniforme puesto yo lo miraba ansiosa, deseaba ponérmelo, deseaba parecerme a mi mamá y hoy, subiendo el vestido por mis piernas y abrochando la cremallera... Lo estaba logrando al fin.

    Me miré al espejo antes de salir, solo me había cambiado la ropa y a pesar de

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1