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Delirio: Yo sé lo que piensas
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Delirio: Yo sé lo que piensas
Libro electrónico87 páginas1 hora

Delirio: Yo sé lo que piensas

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Sé lo que está pasando en tu mente en este momento. No, no es un truco de magia y no, no debes de voltear a tu alrededor. Tampoco es que sea como pepe grillo, simplemente nací con esa habilidad.

Solía llamarlo "super poder" pero ahora no estoy tan segura de cumplir con la definición de una superheroína, no puedo salvar a nadie, ni siquiera a mi misma. 

 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 mar 2023
ISBN9798223518297
Delirio: Yo sé lo que piensas

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    Delirio - TOT

    Cuando era pequeña descubrí que no era como los demás, no porque fuera única e inigualable a los ojos de mi mamá como muchos niños, sino porque tengo el don de navegar en la mente de las personas, puedo escuchar lo que piensan, lo que desean y lo que temen.

    Lo descubrí a los cinco, seis años de edad. En realidad fue mi abuela la que me dijo la verdad, puede que sino, hasta el momento seguiría pensando que esas frecuencias no eran más que terribles migrañas. Lo recuerdo con tanta claridad, que es como si aún pudiera sentir su presencia en la habitación, como si aún pudiera sentir el frío que tenían mis pies por estar descalzos en la sala. Recuerdo que yo jugaba con mis muñecas cerca de ella cuando me dijo:

    –Nina, ven aquí acércate antes de que vuelva tu madre...–Yo seguí sus instrucciones, me había quedado muy claro que cuando la abuela diera una indicación había que seguirla, nadie quería tener a la abuela enojada, si de por sí era algo temperamental. – Dime algo, ¿Aún tienes esos dolores de cabeza terribles? –No esperaba esa pregunta en lo absoluto.

    –A veces... –Le respondí temerosa.

    –¿Qué síntomas tienes cuando eso sucede? –Sabía lo que me estaba preguntando, hace algunas semanas había tenido una conversación parecida con mi pediatra.

    –Me duele mucho, como si me estuvieran apretando muy fuerte, a veces es como si hubiera mucho ruido y siento ganas de vomitar. –Había muchas otras cosas que sentía, pero que no sabía cómo expresar. Me miró fijamente, como si se estuviera cuestionando si lo que estaba por decirme era lo mejor para mi.

    –¿A veces escuchas cosas que no están ahí, como que tu madre o tu padre te llaman, pero en realidad no dijeron nada?

    –Algunas veces... Pero ya me llevaron al doctor de oídos y me dijo que estoy bien. –Comencé a preocuparme pero mi abuela parecía ignorar mis respuestas después del sí, como si estuviera palomeando algún tipo de lista.

    –Entonces fuiste tú quien lo heredaste... Nina, tienes el don de la familia. –Su rostro se iluminó de pronto, cosa extraña en mi abuela, verla sonreír.

    –¿Don? –La cuestioné confundida.

    –Es como un superpoder –Respondió nerviosa. Yo entendía cada vez menos, nunca había visto a mi abuelita volar o mover algo muy pesado como los super héroes. –Así es, es algo que ha pasado por nuestra familia unas cuantas generaciones, esperaba que tu madre lo tuviera... Pero no, temía que se hubiera perdido. –La noté pensativa y como ordenaba sus ideas con velocidad antes de que mamá volviera de la cocina – Hay mucho que tengo de enseñarte. Lo importante es que sepas que es un poder muy útil si lo usas de la manera correcta. Leer las mentes de las personas no es un juego como esas muñecas feas que tienes ahí, es importante. Ahora no tenemos mucho tiempo, tu madre no puede saberlo, nadie puede saberlo. –Me asustó un poco con su actitud, pensé que mi mamá tenía razón, la abuela comenzaba a perder la cabeza, ya no se podía cuidar sola. –Prométeme que no le dirás a nadie.

    –¿Puedo leer mentes? –Pregunté confundida.

    –¡Promételo! –Dijo acelerada.

    –Lo prometo... –Respondí cual cadete a su general –Pero abuela

    –Shhh Ahí viene tu madre, silencio. –Me ordenó con la mirada fija y amenazante.

    Ella fingió que ni siquiera habíamos cruzado palabra, pero yo me había quedado estática como una piedra después de esa conversación. Cuando mi mamá entró en la habitación me vio extrañada.

    –¿Nina? ¿Estás bien? –¿Debía decirle? Mi abuela me miró retadora.

    –Si mami –Respondí temblorosa.

    –¿Son las migrañas de nuevo? –Los ojos de mi abuela me congelaban por dentro.

    –No, es solo que tuve una idea. –Salí corriendo de la habitación sin decir más.

    A partir de ese día rogaba tener una oportunidad a solas con mi abuela para saber más de todo eso que me había dicho, por que a pesar de quererme convencer de que era un verdadero disparate, una parte de mi sabía y sentía que era verdad que todo ese sufrimiento se tenía que ver recompensado de alguna forma y que no eran –Jaquecas por la edad, el crecimiento y el estrés de ser una jovencita –como había dicho el doctor, era algo mucho más grande e importante...

    Todo fue como un huracán después de eso, como si mi abuela hubiera abierto una puerta en mi cabeza. Mi poder se fue desarrollando de golpe. De vez en cuando podía escuchar lo que pensaban mis compañeros de clase, solo los que se sentaban a mi lado, después mi maestra y poco a poco pude cruzar muros y podía escuchar los pensamientos de cualquier persona que yo quisiera.

    La relación con mi abuela fue mejorando, buscábamos cualquier excusa para poder estar solas y que me enseñara más. Mi mamá iba al supermercado, ella se ofrecía a cuidarme y ese día tocaba clase hasta que mamá estuviera de vuelta. me enseñó  a ampliar mi rango y a controlarlo para caer en la cabeza de la persona que deseaba. Es mucho más complicado de lo que suena y de lo que lo hace ver en las películas.

    Siempre que dábamos por terminada una clase, mi abuela me hacía prometer que no le iba a decir a nadie acerca de mi superpoder ya que me podía traer grandes problemas tener una cualidad como esa en un mundo tan horrible como en el que vivimos, aún recuerdo su voz.

    Claro que en un principio no lo hice, no quería arruinar la confianza de mi abuela y por otro lado, era emocionante tener un secreto que era solo mío y que nadie más podía siquiera imaginarlo. Pero poco a poco pasaban cosas que me hacían querer gritarlo a los cuatro vientos como cuando sabía que alguno de mis compañeros de clase estaba haciendo trampa en un examen, yo quería decirle a la maestra. O Cuando escuchaba a algún maleante que estaba a punto de robarle a alguien, pero ¿Qué iba a hacer yo al respecto? ¿Qué podía hacer una niña en una situación como esa? Mi abuela me lo advirtió muchas veces e hizo tanto hincapié que me daba miedo decirlo y que fuera a desatar una catástrofe... Más tarde entendería la verdad detrás de sus palabras.

    Logré guardar muchos años el secreto, lo usaba únicamente para mi beneficio y no siempre

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