Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

La Gracia Y La Fe
La Gracia Y La Fe
La Gracia Y La Fe
Libro electrónico132 páginas2 horas

La Gracia Y La Fe

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

¿Te gustaría entender mejor los principios fundamentales de la fe cristiana y cómo la gracia de Dios puede transformar tu vida? "La Gracia Y La Fe" es un libro que te guiará en un viaje de descubrimiento de la fe y la gracia, y te enseñará cómo aplicarlos a tu vida cotidiana.

En este libro, el autor explora los principios centrales de la fe cristiana, desde la fe y la oración hasta el amor y el servicio. A través de historias y enseñanzas bíblicas, aprenderás cómo cultivar una vida de fe, cómo superar los desafíos de la vida y cómo encontrar el propósito y la dirección en la voluntad de Dios.

Con una prosa clara y apasionada, el autor te inspirará a entender mejor la gracia de Dios y cómo se relaciona con la fe. Descubrirás cómo la gracia de Dios puede transformar tu vida y cómo puedes aplicarla en situaciones cotidianas.

"La Gracia Y La Fe" es un libro para todos aquellos que buscan una guía clara y práctica para entender mejor la fe cristiana y cómo la gracia de Dios puede transformar su vida. Si deseas profundizar en tu relación con Dios y aplicar los principios de la fe y la gracia a tu vida diaria, este libro es para ti.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 feb 2023
ISBN9798215027257
La Gracia Y La Fe

Lee más de Charles Simeon

Autores relacionados

Relacionado con La Gracia Y La Fe

Libros electrónicos relacionados

Cristianismo para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para La Gracia Y La Fe

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    La Gracia Y La Fe - Charles Simeon

    La Gracia Y La Fe

    ––––––––

    POR

    CHARLES SIMEON

    Contents

    La importancia de la fe en la oración

    El respeto debido a Cristo

    Deberes para con nuestro Rey terrenal y celestial

    La resurrección demostrada por el Pentateuco

    El amor a Dios, el gran mandamiento

    Amor al prójimo

    Excelencia de la ley moral

    No lejos del reino de Dios

    El óbolo de la viuda

    El deber de la vigilancia impuesta

    Debemos Velar por la Segunda Venida de Nuestro Señor

    Elogio del amor de María

    La desconfianza de los apóstoles en sí mismos

    La confianza en sí mismo condenada

    La negación de Pedro a su Señor

    Aparición de Cristo a María Magdalena

    Sobre el mensaje del Evangelio

    #1445

    ¿Te gustaría entender mejor los principios fundamentales de la fe cristiana y cómo la gracia de Dios puede transformar tu vida? La Gracia Y La Fe es un libro que te guiará en un viaje de descubrimiento de la fe y la gracia, y te enseñará cómo aplicarlos a tu vida cotidiana.

    En este libro, el autor explora los principios centrales de la fe cristiana, desde la fe y la oración hasta el amor y el servicio. A través de historias y enseñanzas bíblicas, aprenderás cómo cultivar una vida de fe, cómo superar los desafíos de la vida y cómo encontrar el propósito y la dirección en la voluntad de Dios.

    Con una prosa clara y apasionada, el autor te inspirará a entender mejor la gracia de Dios y cómo se relaciona con la fe. Descubrirás cómo la gracia de Dios puede transformar tu vida y cómo puedes aplicarla en situaciones cotidianas.

    La Gracia Y La Fe es un libro para todos aquellos que buscan una guía clara y práctica para entender mejor la fe cristiana y cómo la gracia de Dios puede transformar su vida. Si deseas profundizar en tu relación con Dios y aplicar los principios de la fe y la gracia a tu vida diaria, este libro es para ti.

    La importancia de la fe en la oración

    Marcos 11:24

    Por eso os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

    NO HAY gracia más altamente elogiada en las Escrituras que la fe: porque aunque en algunos aspectos el amor puede ser considerado como el mayor, por cuanto nos asimila más a la Deidad, y es de duración infinitamente más larga 1 Corintios 13:13; sin embargo, la fe es el padre del amor, y la raíz de toda otra gracia. La fe, por encima de todas las demás gracias, honra a Dios y beneficia al alma, porque le da la gloria de todas sus perfecciones infinitas, y obtiene de Él un suministro de todas las bendiciones que ha prometido conceder. La eficacia de la fe se ve particularmente en la oración: nuestro Señor nos ha asegurado que la fe nos asegurará todas las bendiciones que pidamos: Por eso os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

    Es nuestra intención demostrarlo,

    I. Cuál es la fe que debemos ejercitar en la oración.

    Muchos distinguen entre la fe que obra milagros y aquella por la cual obtenemos la salvación; pero yo dudo mucho de la conveniencia de la distinción, tal como suele explicarse. Se supone que la fe misma es diferente; pero yo creo que la diferencia no está en la fe, sino en los objetos de esa fe: la fe es la misma, pero su operación es diferente, según los objetos sobre los que se ejerce. Yo diría de la fe, en lo que se refiere al tema que nos ocupa, que es una expectativa fundada en una promesa.

    Esperar algo que Dios no ha prometido es presunción.

    Dudar del cumplimiento de lo que ha prometido es incredulidad.

    Esperar el cumplimiento de su palabra es fe.

    Pero las promesas son de diversa índole: unas son absolutas y otras condicionales. El oficio de la fe consiste en comprenderlas tal como son dadas. Si son absolutas, debemos esperarlas absolutamente. Si son condicionales, debemos esperarlas condicionalmente. Nuestra fe en cada una de ellas debe estar igualmente asegurada: debemos esperar tan plenamente el cumplimiento de una promesa condicional al cumplimiento de la condición, como de cualquier promesa a la que no se anexe ninguna condición. Pero debemos tener cuidado de no interpretar las promesas condicionales como absolutas, ni las absolutas como condicionales. Si tomamos las promesas absolutas y las hacemos depender del cumplimiento de condiciones, negamos a Dios el ejercicio de su gracia soberana. Si, por el contrario, hacemos absolutas las promesas condicionales y esperamos su cumplimiento por la sola circunstancia de que se fijan fuertemente en nuestra mente, al producirse una decepción, nos veremos inducidos a dudar de la veracidad de Dios y a rechazar todas sus promesas como indignas de fe.

    Nos explicaremos mejor.

    Hay muchas promesas que llamamos ABSOLUTAS; tales como las que se refieren a Cristo como el Autor de la salvación de un mundo arruinado, Génesis 3:15; Génesis 12:3; tales como las que se refieren también al aumento y establecimiento de su Iglesia, Isaías 2:2; Isaías 11:6-9; y tales también como las que ofrecen amplios fundamentos de esperanza a todos los que creerán en Cristo, Isaías 55:7; Juan 6:37; Hechos 13:39; 1 Juan 1:7. Debemos creer en ellas como verdaderas y verdaderas. Debemos creerlas como verdaderas y ciertas, independientemente de cualquier título o interés que tengamos en ellas. Aplicadas a nosotros mismos, pueden considerarse condicionales; pero recibidas, pueden llamarse absolutas.

    Hay otras promesas que llamamos CONDICIONALES, porque se hacen a personas de ciertas características, o al cumplimiento de ciertas condiciones, Mateo 5:3-10; Mateo 7:7-8; Mateo 11:28-29; Hechos 16:31; y debemos creerlas como infaliblemente seguras para todos los que reúnan los requisitos o cumplan las condiciones. Sin embargo, no debemos imaginar que la cualificación o la acción constituyen el fundamento propio por el que Dios otorga la bendición: la bendición es el don gratuito de Dios, tanto cuando se concede condicionalmente como cuando es incondicional. La concesión de Canaán a los descendientes de Abrahán fue gratuita, aunque la posesión final de la tierra quedaba suspendida a la obediencia de los descendientes a los mandamientos de Abrahán. Así sucede en todos los casos: el cumplimiento de las condiciones puede ser designado por Dios como medio para un fin; y el fin puede ser inseparable de los medios; pero aun así el fin es el don gratuito de Dios; y sólo de su gracia gratuita derivamos nuestro derecho a él: el uso de los medios no es más que el mendigo que extiende su mano para recibir un donativo ofrecido.

    Entre éstas se pueden clasificar todas las promesas temporales, tales como las que se refieren a la salud, las riquezas o el honor; porque éstas no se prometen más allá de que su concesión esté de acuerdo con la voluntad de Dios y esté subordinada a su gloria. Los tendremos en aquella medida que sea conducente a nuestro bienestar espiritual y eterno.

    Las promesas que se refieren también a otros, son de esta clase. Dios se compromete a derramar su Espíritu sobre nuestra descendencia y su bendición sobre nuestros descendientes, etc. Isaías 44:3-5. Pero esto no puede cumplirse, a menos que los individuos mismos busquen su bendición: y por lo tanto debe entenderse como sujeto a esa condición.

    Tal es, pues, la fe que hemos de ejercitar en la oración. Hemos de aferrarnos a las promesas de Dios en su palabra, y hemos de comprenderlas, no como son aplicadas a nuestras mentes, sino como son dadas por Dios como condicionales o incondicionales. Su impacto más o menos fuerte en nuestras mentes no las altera: no son ni un ápice más o menos ciertas por ese motivo: su cumplimiento no se ve afectado por nuestra conducta más que según ejerzamos fe en ellas o tengamos dudas al respecto. Si no les damos crédito, no se nos cumplirán. Si las creemos, se cumplirán absolutamente, o cuando cumplamos las condiciones, según la calidad de las promesas mismas.

    Una vez expuesto lo que creemos que es el tipo de fe que debemos ejercer, pasamos a señalar,

    II. La importancia de la fe para el éxito de nuestras oraciones.

    Dos cosas se notan en nuestro texto, la una expresa, la otra implícita; y servirán para mostrarnos la importancia de la fe en la luz más fuerte en que puede ser vista:

    1. Sin fe, ninguna oración, ni siquiera por la más pequeña bendición, puede tener éxito.

    Si acudimos a Dios sin fe, en vez de honrarle, le insultamos; le decimos en su cara que las representaciones que de él nos da su palabra son demasiado buenas para ser verdad. La incredulidad atribuye necesariamente a Dios un defecto de poder o de voluntad para cumplir lo que ha prometido; porque si le creemos plenamente capaz y plenamente dispuesto a cumplir su palabra, no queda ningún motivo de duda. Puede decirse que las dudas pueden surgir de un sentimiento de nuestra propia indignidad; pero yo respondo que todas las dudas atribuidas a esa fuente tienen su origen en el orgullo y la ignorancia. Argumentan una falta de voluntad para recibir las promesas en nuestro propio carácter, y una ignorancia de la gratuidad y plenitud de las promesas.

    Hagamos nuestro el caso. Hemos invitado a una persona para que venga y reciba algún gran beneficio: y apenas llega a nuestra presencia, traiciona una duda acerca de nuestra sinceridad, y una sospecha de que tenemos la intención de decepcionarlo. ¿Deberíamos complacernos con una persona así? ¿Deberíamos sentirnos dispuestos a extenderle nuestros beneficios en tal estado? Él mismo nos ha dicho cómo considera Dios a esas personas. Interpreta todas las dudas sobre su poder o su voluntad de suplir las necesidades de su pueblo como una gran provocación; un insulto que enciende su ira contra toda persona que lo consiente, Salmo 78:19-22; Salmo 78:40-41; y nos advierte que toda oración ofrecida con tal espíritu será desatendida; y que será en vano que tal suplicante espere algo de sus manos, Santiago 1:5-7. De ahí el mandamiento a todos los que quieran ser desilusionados por Dios. De ahí que el mandamiento a todos los que quieran encontrar aceptación a sus oraciones, es que levanten manos santas, sin ira ni duda, 1 Timoteo 2:8.

    2. 2.

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1