Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Las Penas de Udi: Sorrows of Udi, #1
Las Penas de Udi: Sorrows of Udi, #1
Las Penas de Udi: Sorrows of Udi, #1
Libro electrónico262 páginas3 horas

Las Penas de Udi: Sorrows of Udi, #1

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Mmaeze se ha convertido en la nueva princesa diosa, una mortal adorada como los dioses. Pero preferiría seguir siendo una princesa normal. Está enamorada de un guerrero común en el ejército de su padre y ahora su romance es un tabú.

Akunne, una poderosa bruja acaba de escapar de la vigilancia del Consejo de Médicos Brujos. Los sacerdotes abusan sexualmente de las vírgenes del santuario. Los combatientes de Arochukwu están subiendo la colina para atacar a Udi. Los agricultores están teniendo la cosecha más pobre de su época. Ifedi, un psicópata está matando a niñas jóvenes. El hermano de la princesa diosa, Jidenna, está conspirando para robarle el trono a su padre. Obiageli, su mejor amiga, está planeando convertirse en la próxima reina de Udi. Un Obikwe demasiado ambicioso quiere desesperadamente convertirse en la persona más poderosa espiritualmente de toda la tierra y en su búsqueda pone en riesgo la vida de todos en el reino.

La gente espera que la nueva princesa diosa ponga todo en orden, pero ella preferiría estar en los brazos varoniles de Izu, abrazados. El antiguo reino de Udi nunca lo ha estado tan mal, sin embargo, parece que sus problemas solo han comenzado.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 jun 2021
ISBN9781667405018
Las Penas de Udi: Sorrows of Udi, #1

Lee más de Ray Anyasi

Autores relacionados

Relacionado con Las Penas de Udi

Títulos en esta serie (1)

Ver más

Libros electrónicos relacionados

Fantasía para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Las Penas de Udi

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Las Penas de Udi - Ray Anyasi

    Porque querida ‘livie la dorada

    Los verdaderos amores no dudan

    He sido etiquetado, he sido etiquetado a toda prisa.

    Prendas que llevaba puestas que no tenían flores.

    Sin embargo, a ninguno le ha importado escuchar por mi lado.

    Sin embargo, ¿no me han despojado de todo mi orgullo?

    He sido sentenciado por una fría masa de jurados.

    Han escrito mi historia a mi espalda.

    Sin embargo, ninguno estuvo ahí para ver cómo terminó.

    Sin embargo, de ninguno de ellos fue mi vida alquilada.

    Esta es la razón de la preocupación de un solitario.

    Él tropieza y no hay nadie para pedir perdón.

    Para contar mi historia, me subo a la tribuna.

    Arrojando luz sobre esta, un millón de lúmenes.

    Puedes suponer que es aterradora y sangrienta,

    Pero no, Sí no, no conoces mi historia.

    No Conoces Mi Historia – Ray Anyasi

    ––––––––

    i

    1

    La luz del día no se había ido completamente cuando Mmaeze empezó a escuchar vítores y cánticos de las mujeres y niñas desde lejos afuera de la plaza del palacio. Se consideraron a sí mismas las más afortunadas por estar experimentando esta momento en sus vidas. "¡Una forma humana de los dioses entre nosotros!" cantaban de una manera desconcertada, pero Mmaeze bien podía elegir las palabras con menos estrés.

    ¿No es prematuro ya estarse refiriendo a mí como de los dioses? dijo ella a su madre que estaba sujetando las bandas de piel de cobra negra pulida en su espalda.

    Uloma se giró hacia su hija y palmeó sus mejillas suavemente, No envidies a la gente por su emoción de ver este día. Dentro de poco serás declarada una de los dioses.

    Cada cuatro generaciones de reyes en el antiguo reino de Udi, la primera hija del gobernante rey es coronada la princesa diosa. La ceremonia es hecha cuando ella cumple 21. Desde ese momento, su vida, tal como conoce la gente, es cambiada de la de los humanos a lo que se supone es la de los dioses. Dado que se creía que los dioses vivían dentro de los rincones más oscuros e íntimos del santuario de la cueva, la princesa diosa es acompañada después de la ceremonia, para ir a vivir el resto de su vida en esa cueva oscura y fría en el interior.

    Cada cuatro días, el día del mercado de Eke, los fieles vienen al santuario con la esperanza de echar un vistazo a la diosa antes de terminar sus rituales de adoración. Si son afortunados de verla aparecer en la boca de la cueva, se inclinan al suelo y fervientemente hacen sus peticiones a los dioses, sabiendo que los dioses están ahí para escuchar.

    ¿Qué debería decirles cuando salga?

    Di una bendición.

    Como, ¿Que los dioses de bendigan hoy?

    Como, Yo te bendigo hoy. Tú eres ahora la diosa que ellos conocen.

    Mmaeze tragó saliva y miró abajo hacia sus pies, las perlas de los tobillos brillaban por la luz amarilla de la lámpara de aceite que tenía delante.

    No me siento así.

    Los dioses no necesitan sentirlo, sólo necesitan saberlo. En el momento en que seas declarada una diosa, incluso yo, tu madre, adorará a tus pies. Entonces, lo sabrás.

    Uloma dirigió a Mmaeze afuera de la cámara interior al vestíbulo donde las mujeres en la familia real, jóvenes y viejas, tías y primas e hijas de primas estaban esperando a contemplar los últimos momentos de Mmaeze como humana. A su entrada, varias de las mujeres reunidas suspiraron al asombro de su belleza en el atuendo oficial de princesa diosa. Dos bandas de cuero de la piel de cobra se cruzaban al frente y atrás, corriendo desde el hombro de un lado hasta las caderas del otro lado. Las bandas de cuero eran brillantes, escaldadas y adornadas con adornos nacarados. Porque Mmaeze tenía un busto prominente, necesitaba una banda de pecho de piel de cabra tejida. La banda hizo lo mejor pero dejó mucho que desear. Un tercio de sus pechos se derramaba sobre su clavícula de una manera que tal vez sólo los fieles masculinos apreciarían realmente por completo.

    Debajo, ella vestía una empolvada camisa marrón de piel de antílope, desgarrada al frente. La camisa se detenía a mitad de camino entre su cintura y rodillas, revelando demasiada carne gruesa de sus muslos.

    Ella se paró ahí, reconociendo su asombro, acariciando tímidamente los caracoles blancos atados alrededor de su cintura.

    Se inclinó levemente ante las ancianas y sonrió a las jóvenes. Esa sería la última vez que sería vista inclinándose ante algo o alguien. En el momento en que Ada-Nze ponga el dorado tótem sobre ella, todos empezarán a inclinarse ante ella. Este era uno de los muchos cambios con los que Mmaeze sabía que tenía que lidiar. Toda su infancia, fue enseñada a inclinarse y saludar a los viejos. Luego su padre se volvió rey y se fue volviendo claro que ella sería eventualmente la princesa diosa y su madre empezó a decirle que controlara lo rápida que era para inclinarse.

    Caminó entre la multitud de rostros familiares hasta la entrada delantera del extremo este del palacio para enfrentarse a los rostros no tan familiares de casi cuatro mil mujeres y niñas. Mujeres y niñas porque la tradición insiste que sólo las mujeres podían observar al coronación de la princesa diosa.

    El aire del amanecer era refrescante. Todavía tenía rastros del rocío de la noche anterior. La Ada-Nze, la mujer más anciana en el clan del rey, estaba esperando en la entrada. La Ada-Nze parecía no estar asombrada como las mujeres en el interior, ella estaba o muy vieja para apreciar su belleza o muy cansada para expresarlo. Sostenía el tótem del colgante de oro con el rostro de Uyi, la diosa de la fertilidad, esperando con impaciencia que el momento llegara y se fuera.

    En el gentil clan de Mmiri Oma esa misma mañana, Atuche y su pequeña familia no podía esperar a que el día empezara. Su hija, Akunne había estado hablando en sueños y llamando nombres de parientes muertos, que ella no se suponía que ni siquiera los conociera; gente que había muerto mucho antes de que ella hubiera nacido. Parientes que incluso su padre sólo conoció con los ojos de un niño. Ella habló en voz alta en lo que parecían conversaciones con esa gente. Su voz a veces murmuraba que sus padres no podrían oír claramente lo que ella estaba diciendo. No sólo eso, mientras ella hablaba, de vez en cuando caía en breves episodios de convulsiones que a veces eran severos y atemorizantes.

    Nneoma, su madre intentó todo lo que pudo para hacerla parar. Derramó todo el aceite de palma sobre ella, de pies a cabeza, pero la niña no paró. Desde media noche hasta el inicio del amanecer, Akunne estuvo inconsciente pero contantemente hablando.

    Una vez que estaba lo suficientemente claro para ver el camino de arbustos, Atuche tomó a la niña en sus hombros. Nneoma la siguió y se pusieron en camino a la cabaña de Abanna, el doctor brujo de su clan. Se apresuraron a través del angosto camino a lo largo del bosque que conducía al recinto del jefe tribal; giraron a la derecha una vez que irrumpieron en la carretera dividida de este complejo y comenzaron otra carrera a través de un bosque aún más espeso. Akunne siguió murmurando sus conversaciones con esa gente muerta.

    Su voz era como la voz de tres personas hablando al tiempo. Ellos podían sentir la briza detrás de ellos susurrándoles voces de espíritus. Atuche podría jurar que estaba siendo perseguido por espíritus malignos. Él sólo tenía que serun hombre, de lo contrario nunca haría esto. Esa era la razón por la que había insistido sobre el amanecer antes de llevarla al doctor brujo.

    Desde el tiempo en que Akunne empezó este espectáculo de miedo, él había sentido la presencia de los espíritus en su casa. Un fuerte viento entro en la casa desde dos direcciones diferentes y tuvo que cerrar las ventanas. Todo el mundo en Udi sabe que el viento sólo sopla desde una dirección a menos que sea un viento maligno anunciando la presencia de demonios. Mientras soplaba el viento, su amuleto Mmiri- Oma encantado se cayó de la pared. Él inmediatamente fue a recogerlo, pero antes de tocarlo, la cuerda del amuleto se rompió y las cuentas corrieron en diferentes direcciones. Nneoma no se dio cuenta de esto porque estaba perdida en intentar detener a Akunne de hablar. Él no le dijo sobre eso.

    Está convulsionando de nuevo, gritó Nneoma.

    Mujer, cálmate. Ella ha convulsionado cientos de veces esta noche y ha parado. La voz de Atuche estaba áspera y cargada con frustración.

    Deberíamos parar para que yo pueda derramar algo de aceite en su cabeza.

    "El aceite no la hace parar. Sólo el Dibie puede hacerla parar. Ya casi estamos allá."

    Nneoma, tropezó con un tocón y cayó. Maldijo y se levantó inmediatamente. Atuche sólo se detuvo brevemente para que su esposa se pusiera de nuevo en pie. Esos cinco segundos se sintieron como cinco horas. Lo que sea que temía los estaba persiguiendo, casi los atrapa.

    2

    Una vez que llegaron al santuario personal de Abanna, colocó a Akunne frente a la entrada con suavidad, pero apresuradamente. Nneoma sostuvo a su hija y levantó la cara para inspeccionarla. Ella todavía estaba hablando. Atuche se había marchado para llamar al médico brujo desde su cabaña.

    ¿De qué se trata el alboroto? Abanna dijo a regañadientes mientras salía de su cabaña.

    Mi hija, Akunne. Habla en sueños y llama a los muertos.

    Abanna se volvió y regresó a su cabaña sin decir una palabra.

    Por favor ayúdame, Nnanyi.

    Regresa y quédate con ella en el santuario. Volveré a ti. Abanna levantó su voz, para decir desde su cabaña.

    Atuche no regresó, sino que esperó frente a la cabaña hasta que el anciano salió con su vestimenta adecuada de médico brujo. Todos sus amuletos encantados estaban completos en su cuello, muñecas y tobillos. Un trozo tangible de tela de seda blanca inmaculada estaba enrollado alrededor de su cuello. Luego tenía una falda de seda roja que llegaba hasta cinco pulgadas antes de sus tobillos. Dejó su pecho escuálido al descubierto a parte del largo diente de tigre que colgaba de la cuerda de su amuleto.

    Atuche estudió el patrón dibujado con tiza blanca del santuario en la cara del Dibie. Era algo distinto de lo que solía ver en él o en cualquier otro Dibie antes.

    Abanna pasó junto a él, Son para un tipo de espíritu único, dijo para explicar el dibujo de la cara.

    ¿Crees que está poseída por un tipo de espíritu único?

    El médico brujo ignoró esa pregunta y siguió caminando hacia el santuario donde estaban la niña y su madre.

    Cogió su bolso de cuero que estaba entre dos figuras de caras horribles y lenguas salidas. Su mano sacó una polvorienta sustancia de la bolsa. Él murmuró algunos encantamientos con su rostro hacia el muro de barro opuesto a la entrada. Luego se giró alrededor e instantáneamente sopló el polvo en la cara de la niña. Ella saltó de su posición recostada y sus ojos se abrieron grandemente. Estaba jadeando y su mirada no estaba en nada en particular, solo ojos abiertos sin pestañear.

    Está despierta, Nneoma gritó y se arrodilló para sostenerla.

    Atuche dio dos pasos hacia la niña. Abanna levantó su palma hacia ellos.

    No está despierta, dijo él sombríamente mientras la estudiaba de cerca, no la toquen.

    Justo cuando lo dijo, Akunne se desplomó de nuevo en el suelo de barro, luciendo muerta. Esta vez ella ya no estaba murmurando nada.

    ¿Está ella bien? Nneoma le dijo al médico brujo.

    Él se giró hacia Atuche y dijo lentamente, Sospecho que tu hija ha sido embrujada.

    Nneoma lo sostuvo por la camisa y empezó a llorar, Por favor ayúdame. Por favor cura a mi hija.

    Si sólo la brujería pudiera ser curada. Abanna se liberó fácilmente de su agarre.

    Mi hija no es una bruja. Ella está quizás atormentada por un espíritu maligno.

    ¿Te has vuelto una médico bruja, mujer?

    Tú dijiste que sospechabas, dijo Atuche, ¿Cómo lo puedes confirmar?

    El Dibiesalió del santuario y les indicó que hicieran lo mismo. Atuche fue tras él pero Nneoma estaba reacia a dejar a su hija allí sola.

    Mujer, harás las cosas peor para ella y para ti misma si no la dejas aquí sola.

    Akunne yacía allí, casi sin vida. La saliva de sus ataques de convulsión humedeció la parte superior delantera de la bata de su cuerpo y le mojó el cuello desde la mandíbula inferior hacia abajo.

    Una vez que el médico brujo y los padres estaban fuera del santuario y no estaban mirando más, ella se levantó en sueños y se dirigió como zombi a la bolsa de cuero entre las horribles figuras. Metió su mano dentro y sacó un amuleto. Lo sostuvo entre la palma de sus manos por cerca de cuatro segundos mientras murmuraba algo. Luego lo regresó a la bolsa. Regresó a la estera, se recostó y empezó otro ataque de convulsiones.

    Reuniré el concejo de médicos brujos del reino inmediatamente, dijo Abanna a Atuche, realizaremos el ritual juntos para probar si tiene un vínculo de comunión con los espíritus malignos. Es un poderoso ritual. Muy pesado para un solo médico brujo. Además, si se encuentra que ella es una bruja, los necesitamos a todos ellos como testigos para llevar a cabo la siguiente acción.

    Atuche miró a su esposa y sostuvo su mano.

    Espero que sepas lo que significa, le dijo el doctor brujo a Atuche.

    Sí, replicó él en tono bajo.

    Abanna no estaba muy convencido. Miró a Atuche en los ojos y dijo firmemente, será arrojada al bosque maligno para siempre y si alguna vez se la vuelve a ver en la comunidad, los que la vean están obligados a apedrearla hasta la muerte y tú debes limpiar la tierra con un toro blanco. Esto significa vergüenza para tu familia.

    Atuche no dijo una palabra pero entendió claramente incluso sin haber dicho nada.

    Nneoma estaba sollozando sin control. Mi niña no es una bruja, seguía diciendo.

    Sólo los dioses pueden decirnos eso, dijo Abanna.

    Aún dentro del palacio, los rituales de la princesa diosa terminaron, pero el festival apenas comenzaba. Bandas musicales tocaban para la emoción de la multitud reunida alrededor del palacio. Ahora los hombres podían ser parte de esta. Había grupos de baile entretenidos en varios rincones.Los jefes del consejo del rey se reunieron en la entrada delantera de la cámara del rey, bebiendo vino de palma con cuencos de gourde de una olla de barro. Esto después de que hubieran llevado regalos a la princesa diosa y recibido bendiciones de ella.

    Mmaeze estaba dentro de su cámara con su amiga de la juventud, Obiageli. Obiageli era una niña huérfana adoptada por la hermana mayor del rey, quien no tenía hijos propios, cuando tenía sólo siete años. Ambas niñas no se habían llevado bien al instante esa vez, pero a medida que se hicieron mayores, Mmaeze se volvió menos crítica con las pocas compañías que se le permitía mantener.Su madre había excluido a la mayoría de sus primeros amigos como no aptos para ser amigos de una futura princesa diosa, ya sea por su percibido carácter o por sus antecedentes familiares.

    Desconocido para la reina Uloma, Obiageli, que era más o menos la única amiga que le quedaba a Mmaeze, fue una influencia mucho peor que cualquier otra persona a la que se echara del contacto con la princesa. A la futura princesa diosa no le estaba permitido mantener amigos masculinos, pero nada dice que Obiageli, que no tiene linaje real, no pueda divertirse con tantos chicos como quisiera.Esto lo hizo con aterrador desenfreno y no escatimó ala curiosa pero inocente Mmaeze de las picantes historias de sus escapadas. En algún punto de sus días de adolescencia ella había incluso obtener un novio secreto para Mmaeze. Persuadió a la princesa aun reaciamente a aceptar que ella continuara con el plan. Fue solamente cancelado porque el chico que le había gustado a Mmaeze estaba muy asustado para participar.

    ¿Así que ahora que eres una diosa, no puedo ser más tu amiga?

    Has pasado mucho más tiempo conmigo que con el que ellos estarían cómodos.

    Te estoy atendiendo.

    Sólo vírgenes atienden a la princesa diosa.

    Obiageli sonrió entre dientes, Como si la virginidad estuviera escrita en la cara.

    Ambas sabemos cuántos hombres allá afuera pueden dar fe de la verdad.

    Ella sonrió de nuevo, de hecho, tú no conoces ni a la mitad de ellos.

    Mmaeze dejó caer su mandíbula, ¿Has estado escondiendo algunos de ellos de mí?

    No intencionalmente, no me gusta estarte aburriendo con las impías experiencias de mi vida.

    Sabes que eso es una mentira. Ya que no puedo experimentarlo, siempre estoy esperando a escuchar tus experiencias.

    Ayuda a tu imaginación.

    Ayuda a mi imaginación, querida hermana.

    Ahora que eres una diosa, debes mantener tu imaginación prístina. Sólo lo que los dioses están haciendo dentro de la oscura cueva.

    Shh. Ser una diosa no significa que uno no pueda sólo fantasear acerca de lo que un mortal encantador puede hacerle a uno a puerta cerrada.

    Hmm, hablando sobre encantadores mortales, Obiageli asintió con la cabeza hacia la ventana, ese allí debería haber sido tuyo de por vida si no tuvieras realeza...

    Oh dioses de las aguas. Mmaeze puso su mano sobre su pecho y jadeó al ver al joven del que estaba hablando su amiga. ¿Él ha estado en la comunidad y nadie me dijo?

    Ha estado, desde hace dos meses.

    ¿Y no me dijeron?

    ¿Por qué tendrían que decirte?

    Vieron cómo el joven extendía los brazos mientras la princesa Obioma corría hacia ellos. Él la levantó, la hizo girar mientras ella lo abrazaba con fuerza, aferrando su torso como el cono de la palma de vino se aferraría al árbol de palma en una tarde de tornados. Cuando la bajó, él sostuvo su rostro entre sus manos y le estaba diciendo algo con una sonrisa embrujada en su rostro.

    Mmaeze no pestañeó todo el tiempo que él habló y rio con su hermana menor. Se preguntó si cuando Obioma lo abrazó y se negó a dejarlo ir, pensaba en él como un hermano mayor que estaba perdido hace mucho tiempo y

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1