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Alien Zombi: Alien Zombi, #1
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Alien Zombi: Alien Zombi, #1
Libro electrónico71 páginas1 hora

Alien Zombi: Alien Zombi, #1

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Todo comenzó con un virus que se esparció por la Tierra, fue una pandemia incontrolable. Una gripe un poco más virulenta la llamaron. Los gobiernos cerraron fronteras, los infectados que fallecieron no fueron demasiados, la economía mundial se paró por un largo tiempo… Ese no fue el mayor problema.

IdiomaEspañol
EditorialDon Nieve
Fecha de lanzamiento12 dic 2020
ISBN9781393447061
Alien Zombi: Alien Zombi, #1

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    Alien Zombi - Don Nieve

    1. LUNA LLENA

    ––––––––

    LAURA, ROBERTO Y ANNE corren desnudos entre los árboles, dentro de un bosque y de la negrura en que la noche lo envuelve. A pesar de estar todo oscuro, la luz de la luna aporta claridad suficiente para, cuando se cuela entre las ramas de los gruesos y altos árboles, distinguir los contornos y rostros de los corredores. No parece que estén compitiendo. Tampoco parece algún tipo de juego erótico. Miran con ansiedad de un lado a otro mientras corren, ayudándose y apoyándose el uno en el otro.

    Corren completamente desnudos, descalzos. Los topetones con las malezas y las piedras les dejan gruesos arañazos en la piel que apenas pueden distinguirse a través de toda la mugre que llevan encima. Corren y corren. El vaho sale de sus bocas producto del frío que los rodea. Se detienen unos segundos para descansar, reagruparse agazapados, y continuar de nuevo. Quedan resguardados tras unas grandes rocas.

    Aunque el intenso frío no los atenaza, no tienen tiempo de intentar entrar en calor. Los cuerpos desnudos y atléticos que tienen sus compañeros, no les distrae con deseo sexual. Antes bien, parece difícil que la libido se habrá paso entre el hedor, la suciedad, y las condiciones a las que están sometidos. Los pelos largos cubren parcialmente sus caras. La desaliñada barba de Roberto se mueve temblorosa cuando, con ojos desorbitados, emite extraños sonidos guturales y hace gestos a sus compañeras. Laura se arrebuja en sus brazos, muy asustada; Anne parece más dinámica y asertiva, mirando a ambos lados con gesto fiero.

    gguuuaaaajjjggghhh...!

    Un extraño sonido se escucha en la distancia. Como el rumor de unos seres babeando, siseando, respirando con dificultad e intentando emitir algún sonido comprensible. Inmediatamente el grupo de tres se queda paralizado, agachando aún más la cabeza e intentando agudizar el oído. La sangre y heridas de los pies, el color de los cabellos, y las facciones de los rostros, apenas se distingue por la suciedad acumulada de lo que parece una larga temporada sin haber tenido un aseo apr-

    ¡¡GUAU!!  ¡¡GUAU!!  ¡¡GUAU!!

    ¡Oh Dios mío! Algo aún más terrible ha sacudido a los tres desvalidos corredores por un instante, y han vuelto a colocarse muy juntos, formando piña, metiendo la cabeza e intentando ser invisibles. Parecen ser fugitivos.

    El gran conjunto de rocas en el que se parapetan, forma algo de escalón, dando continuidad a la bajada de una loma. Allí en lo alto de ésta, un par de siniestros seres hacen su aparición. Por el sonido de sus gritos podría pensarse que ladran, que son perros, pero no es así. Sus amenazantes ojos rojos fulguran a la luz de la luna, enmarcados en unas enormes cabezas negras de orejas puntiagudas... Son unos animales similares a los perros lobo en muchos aspectos, sobre todo en las enormes y babeantes fauces que abren de vez en cuando, relamiendo sus afilados colmillos. Pero no puede decirse del todo que pertenezcan a la familia de los canes, ya que su cuerpo es más grande y redondeado, repleto de gruesas espinas como las de un enorme puercoespín. La cola de estos seres, es como la de un castor, provista a su vez de duras y poderosas espinas, como las de un monstruoso erizo.

    Estos perros infernales asoman su cabeza, arrugando el hocico, gruñendo, y olfateando el aire. Lo más temible es que, están sujetos por unas grandes cadenas de cuero; sujetos por un... ¿humano?

    El sujeto en cuestión, es enorme, poderoso por la forma en que sujeta a estos extraños animales y estos lo respetan. Va enfundado en un extraño traje oscuro, como el de un motero, enguantado y con casco. Pero el casco no es redondo como el de un motorista, tampoco es de corte militar o de astronauta... es como si estuviese más prolongado en la parte de las orejas y la boca. La zona de los ojos tiene una franja oscura a modo de pantalla en el que se ven extraños símbolos de color rojo fosforito bailando. Sus gestos son lentos y acompasados, siniestros. El individuo levanta la mano izquierda y hace un gesto a un lado, levantando el enguantado dedo índice. Y es que allí, a su izquierda, un segundo individuo permanecía estático, camuflado con la oscuridad. También tiene el mismo aspecto, con la única diferencia que, a pesar de seguir siendo enorme, sus caderas son más curvas y anchas. El individuo no asiente ni dice nada, los mismos extraños símbolos rojos empiezan a lucir intermitentemente en el visor de su casco. Se da la vuelta con lentitud y una extraña llamarada azul intenso y fosforescente se enciende a su lado. Esta luz proviene de la cabeza de un grueso y extraño báculo que lleva en su mano derecha. El individuo se interna en la negrura del bosque, al encuentro de esos sibilantes y amenazantes seres que se aproximan.

    Los terroríficos perros continúan olisqueando y moviendo la cabeza a un lado y a otro. Una nube de vaho los envuelve tras cada exhalación de aire. Roberto abraza con fuerza a las dos mujeres, y éstas le devuelven el abrazo.

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