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Debajo: Historia De Ovnis Submarinos
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Debajo: Historia De Ovnis Submarinos
Libro electrónico184 páginas3 horas

Debajo: Historia De Ovnis Submarinos

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En las profundidades del submarino espera lo desconocido. Bradley y Tag están ansiosos por volver a casa para unas ansiadas vacaciones de verano. Ha sido un semestre largo. Es necesario relajarse un poco. Además, ambos necesitan divertirse. ¿Qué es más divertido que montar un video engañoso de un encuentro OVNI en el yate de Tag? Nada, según Tag. Si Bradley tenía reservas sobre esa tonta idea, se olvida de ellas, porque Tag invitó a Danny y Veronica a protagonizar su video. A Tag siempre le gustó Veronica. Y a Bradley siempre le gustó Danny. ¡Es un partido! Sin embargo ,durante la filmación, el grupo la presencia de algo inesperado descubre debajo del yate, en las profundas y oscuras aguas cerca de su ciudad natal costera.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 oct 2020
ISBN9781071566312
Debajo: Historia De Ovnis Submarinos

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    Debajo - Peire Wolford

    12

    Capítulo 1

    Estaban de regreso a casa, al fin.

    El primer año de universidad parecía interminablemente largo, pero ahora estaban finalmente libres para el verano, regresando a casa; gracias, dulce Dios. La elegante superficie del elegante descapotable azul de clase exclusivamente alta de Cooper brillaba al sol mientras avanzaba por una de las carreteras de la costa de California, Cooper atravesaba la carretera.

    Iba demasiado rápido, al menos como una loca bala. A Bradley no le gustaba. Pero lo estaba dejando porque él también estaba ansioso por regresar a casa, cuanto antes mejor. Era sólo que quería llegar entero. Sintiendo la incomodidad de Bradley, Cooper bajó la velocidad un poco, y trató de pretender ser un conductor algo responsable. Lo cuál era una tarea difícil para él, ya que, para empezar, nunca había sido un conductor responsable, y no tenía la intención de convertirse en uno ahora.

    El sol estaba flameante a esa hora del día, odiaba exponerse a las superficies calientes al extremo. Pero el salado océano lo refrescaba, especialmente después de semanas y semanas gastadas en el confinamiento del campus de la universidad.

    Bradley creció cerca del océano y nunca soportó estar lejos tanto tiempo. Algo más largo que dos semanas que generalmente lo dejaban al borde de la depresión y e malestar en casa. La excepción fue el viaje a Florida cuando el primo de su padre enfrentó su prematura muerte cuando Bradley era pequeño. Era la costa este en ese entonces, una pequeña diferencia de la costa oeste donde Bradley había nacido. Pero, seguía siendo el mismo paisaje litoral en todas partes. Bradley se sintió en casa en Florida más de lo que dijo en Nuevo México o Oklahoma.

    Ir a la universidad fue un suplico para él, por la misma razón. Para empezar nunca le gustó viajar, pero algunas veces lo hacía. Nunca diría que odiaba estar en Nueva York, la proverbial Gran Manzana. Pero tampoco diría que amaba estar ahí. Estaba bien.

    Bueno, seguramente habría odiado estar allí si no fuera por Tag, a quien solía llamar por su apellido, Cooper. Tag siempre le recordaba a Bradley su hogar con su piel perpetuamente bronceada y estereotipo de chico surfista. Si no fuera por Tag que estuvo con él, Bradley probablemente no hubiera pasado el año. Si no fuera por Tag, habría abandonado la idea de tener una educación por completo. Hasta cierto punto ni siquiera lo necesitaba o pensó que podría haber sobrevivido solo. De todos modos, tenía pensado en regresar a su ciudad natal después de la universidad.

    Tag tenía diecinueve años, al igual que Bradley. Y ellos habían sido amigos por años, desde la escuela secundaria o quizá desde antes. Tag era una mezcla improbable entre nerd y un deportista rico, con una pizca de chico surfista fusionado también en la mezcla. Y era una mezcla extraña. Pero funcionaba independientemente para él.

    Él nunca había jugado fútbol en su vida, pero tenía un físico naturalmente formado. Había practicado unos deportes acuáticos y surf algunos días, pero no lo suficiente como para tener una buena apariencia. Le gustaba mucho usar camisetas de ciencia ficción; camisetas que abrazaban su hermoso cuerpo de la forma correcta y sin embargo apestaban a nerds los estampados de Star Trek/ Star Wars y todo. A Bradley le gustaban mucho esas camisetas.

    Tag sabía, por supuesto, que Bradley era gay. Bradley se lo había dicho en su fiesta de cumpleaños de quince años. Fue la primera persona con la que Bradley se abrió. Y Cooper lo apoyó. Ellos fueron mejores amigos desde siempre. Cooper no podía pasar dos días sin Bradley, y mucho menos la idea de alinear a su amigo para siempre solo por su orientación sexual ortodoxa para un pueblo tan pequeño. Por lo que Tag sabía, era mucho mejor así. De esta manera, Tag tuvo la oportunidad de burlarse de Bradley sin resentimiento cada vez que tenía oportunidad. Bondadosamente por supuesto. Cooper era un tipo gracioso, rápido para bromear o una broma. Su sentido del humor era descarado pero efectivo. Para Bradley funcionó, incluso si las bromas algunas veces eran muy pesadas.

    Tag sabía que a Bradley le gustaba su cuerpo, mirándolo y todo. Lo había pillado mirándolo en diferentes ocasiones. Especialmente cuando no llevaba camiseta, Presumiendo sus músculos esbeltos en su pecho. O cuando no tenía nada en absoluto, usando sólo una toalla de ducha, haciendo alarde de su gran bulto. Usaba su cuerpo a su favor de forma completa y regular. Bradley raramente podía decir no cuando él mostraba algo de piel. No funcionaba todo el tiempo, pero funcionaba bien el 80% de veces. Esto le dio a Cooper una mejor comprensión de como las jóvenes usaban su cuerpo para salirse con la suya. No es que supiera mucho de eso, babeaba por alguna chica en particular, atendiendo a cada una de sus órdenes. Pero al menos sabía cómo hacerlo por si se invertían los roles. Cooper también era un tipo tierno. No le importaba en absoluto abrazar a Bradley, saltando sobre él como un cachorro, alborotando su cabello, tocando sus manos, o colocando su pierna como almohada cuando ambos veían una película, por lo general alguna de ciencia ficción. Disfrutaba esas cosas, no de forma sexual por supuesto, pero de una manera que podía ser inocentemente física con su mejor amigo. Le daba un sentido de pertenencia.

    Entre los dos, Cooper era el tipo de alta energía, vamos a pensar en las consecuencias después chico, y Bradley el chico inteligente. La inteligencia corría en la familia de Bradley al parecer, con sus abuelos dueños de una librería en la ciudad natal de Bradley, Una pequeña bahía a 35 millas del noreste de San Antonio. Y sus abuelos fueron los que lo criaron también. Los padres de Bradley murieron cuando él tenía dos años, en un desafortunado accidente de auto que les quitó la vida a ambos y se convirtió en un tema de discusión prohibido durante años en la familia, convirtiéndose en su familia sus abuelos. Ni siquiera recordaba mucho a sus verdaderos padres. Ambos eran científicos. El tipo de científicos que no les gustaba aplicar el conocimiento de manera práctica, investigar en su sitio en lugar de los entornos controlados por un laboratorio. Ellos a menudo estaban lejos. Era difícil decir si los extrañaba. Le gustaba pensar que no los extrañaba. Pero algunas veces tuvo que admitir que lo hizo.

    Sin embargo, sus abuelos lo habían cuidado bien y le habían inculcado la lectura desde temprana edad. Por eso, a diferencia de Cooper, Bradley disfrutaba de un buen libro o dos. Cooper pasaba más jugando videojuegos, volar cabezas alienígenas y cavar en busca de objetos alienígenas en planetas imaginarios. Pero ambos compartían su pasión por las películas y en consecuencia, la fotografía, que en última instancia habló de las carreras que ambos escogieron.

    Mientras estaban en camino, Cooper seguía reproduciendo esas horribles mezclas de canciones de 8 bits, su verdadera obsesión insoportable últimamente. Echó un vistazo a la impresionante vista del océano por la ventana trasera, la luz del sol se partió en la superficie. Amaba esa vista, mucho más que las vistas de Nueva York de edificios ridículamente altos. Edificios oprimiendo a una persona con concreto y vidrio, multitudes de personas omnipresentes, y absolutamente sin aire, no comparada con la costa. Pero más que nada en el mundo amaba ese pequeño lugar de la bahía que ahora se avecinaba. Ahí fue donde nació, junto al océano, y estaba orgulloso de sus raíces. Sentía que pertenecía ahí más que otro lugar en el mundo. Y tener padres ricos, era seguro que había viajado por todas partes. Pero este era su lugar más querido de todos.

    Cooper estaba emocionado por el tiempo que él y Bradley pasarían aquí en el verano. Extrañaba mucho su bote, por ejemplo. Su bote era más bien un lujoso yate de doscientos mil dólares. Pero le gustaba llamarlo simplemente un bote. Disfrutaba el dinero de su padre, por supuesto, pero él no era de los que le daban importancia al capital de su familia o lo restregaba en la cara de la gente (al menos que realmente alguien lo pidiera). Además, no era el bote en sí lo que estaba extrañando, era la sensación de estar a flote, la sensación de estar al aire libre, el aire, el sol y, sobre todo, la privacidad.

    Había mucha gente en Nueva York. Era ridículo a veces, y él no estaba acostumbrado a eso. Extrañaba los lugares con pocos pobladores de menos de mil personas por cuadra. En el mar, a veces sólo había una persona (o menos) por cuadra y Cooper lo amaba.

    Bajó el volumen del reproductor de CD y le dio a Bradley un leve empujón.

    -¡Hey! Bella durmiente - le dijo. Bradley abrió sus ojos adormilados y observo irritado a Cooper. Le gustaba dormir en las carreteras. Curiosamente ese era un lugar donde su sueño era tranquilo; de lo contrario solía tener el sueño ligero.

    -Casi en casa. Cooper gorjeó, animando a Bradley a despertar. Bradley miró debajo de la colina - a sólo dos millas adelante había una acogedora ciudad costera ubicada en medio de una pequeña bahía aislada – la cuesta arenosa de una playa que se mezclaba con un terreno rocoso y boscoso. Bradley deseaba pasar sus vacaciones en casa, más que otra cosa.

    - ¿Quieres comer una hamburguesa? - Sugirió Cooper, su estómago gruñía. Habían estado en la carretera por horas.

    Bradley bostezó y frotó sus ojos. -Tú pagas.

    Cooper sonrió.

    -Y eso no es porque seas rico. Eso es porque yo pagaré la próxima vez - aclaró Bradley.

    -De acuerdo - dijo Cooper. Todavía sonriendo. Bien los dos podrían tener una billetera. Siempre estaban compartiendo el dinero que tenían y nunca se trataba de calcular las deudas ni nada. Sólo confiaban en el otro completamente. Cooper bajó la velocidad y se detuvo en un pequeño restaurante al borde de la carretera que solían frecuentar cuando eran pequeños. Solían pedalear de un extremo al otro de la ciudad, sólo para ir por hamburguesas, en sus tiempos.

    2

    Cuesta arriba, el pequeño restaurante con un juego de paredes y ventanas naranjas, mirando al océano directamente. Los propietarios del lugar querían sacar provecho de eso obviamente, tanto como fuera posible, especialmente una afluencia constante de turistas. El hecho nunca se le había ocurrido antes a Bradley. No piensas mucho en inversiones o recuperación de las inversiones cuando tienes once años. Pero ahora, con diecinueve años y sabiendo que la librería de la familia estaba resultando en los últimos años, se sintió un poco resentido por la forma en que esta propiedad lo utilizaba diestramente a su máximo provecho.

    Un par de clientes habituales almorzaban tarde, masticaban sus hamburguesas con los ojos pegados a la pantalla: viejos programas de televisión. No era la hora pico que Bradley supuso. Estaba terminando su hamburguesa. Cooper había terminado hace diez minutos; el chico devoraba la comida casi sin masticar, olvidándose totalmente de los buenos modales. Y ahora estaba jugando con la nueva cámara digital de Bradley.

    Bradley había estado ahorrando casi un año para esa cámara. Podría pedirle a Cooper que le ayudara por supuesto, ya que el dinero casi nunca fue un problema para él, no algo tan minúsculo como cuatro mil dólares. Pero Bradley decidió contrario. Quería ganarlo, incluso di le llevaría un año, lo que hizo. Sin embargo, valió la pena. La cámara era impresionante y la amaba aún más sabiendo lo mucho que le había costado conseguirla. Sentía realmente que se merecía tenerlo ahora. Y fue una gran sensación. Se sentía orgulloso de sí mismo.

    Cooper amaba la nueva cámara también, más por sus cualidades técnicas que el trabajo que invirtió Bradley en ella. Cooper planeaba darle un buen uso. Había un proyecto para filmar el verano en el que se inscribieron juntos. Cooper ya tenía una idea específica en mente para eso. Enfocó la cámara en Bradley, comenzando a grabar y ajustando las configuraciones de profundidad de campo (dando un fondo borroso como en las películas) mientras seguía.

    -¡Hey Bradley, di Hola! - chirrió apuntando el lente a su amigo. Bradley nunca disfrutó estar bajo la mira de una cámara. Su pasión era apuntar la cámara, a alguien más. Por decir un actor, un agradable actor o cualquiera. Él quería estar detrás de la cámara, no en el frente.

    -Déjalo - ordenó Bradley. Cooper sonrió y dejó de grabar obedientemente. Su plan no era agravar a Bradley, o, al contrario, untarlo de mantequilla.

    -Entonces, ¿tienes pensado en qué quieres hacer para el proyecto de verano?-preguntó Cooper despreocupadamente.

    Bradley lo miró por debajo de sus cejas. -No, no realmente. -

    -

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