VUELO MISTERIOSO
Un sábado de primavera de 1941, en el punto álgido de la segunda fase de la Segunda Guerra Mundial, Rudolf Hess (nacido en Alejandría, Egipto, en 1894), un hombre que lo había sido todo en el Partido Nazi y el Tercer Reich pero que no atravesaba sus horas más felices, se despidió de su mujer, Ilse, en el salón de su vivienda de Múnich. Vestido con el uniforme azul grisáceo de la Luftwaffe, camisa azul, corbata azul oscuro y botas altas, le dijo que tenía que viajar a Augsburgo y, a continuación, a Berlín. Al requerimiento de su esposa para saber cuándo volvería, Hess replicó: “No lo sé exactamente. Quizás mañana. Como muy tarde, el lunes”.
Al cabo de unas pocas horas, entró en la cabina de un caza Messerschmitt Bf 110 modificado que había estado aprendiendo a pilotar desde el otoño de 1940. El avión estaba en un aeródromo de Augsburgo, listo para volar. Llevaba dos depósitos adicionales de combustible, lo que le daba una capacidad de 1.800 litros y un alcance de cerca de 2.500 kilómetros.
RUMBO A ESCOCIA
El combustible extra era necesario porque el destino del avión no era Berlín, sino Escocia. A las 17:30, Hess se instaló en su asiento, con un casco forrado en piel y un mono negro sobre el uniforme de la Luftwaffe, comprobó el paracaídas y los instrumentos de navegación y se puso un mapa sobre los muslos para orientarse durante el vuelo. Listo para partir, apretó
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