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Páginas Traídas por el Cuervo de la Pizza: Ficción Extraña, #1
Páginas Traídas por el Cuervo de la Pizza: Ficción Extraña, #1
Páginas Traídas por el Cuervo de la Pizza: Ficción Extraña, #1
Libro electrónico395 páginas5 horas

Páginas Traídas por el Cuervo de la Pizza: Ficción Extraña, #1

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A cambio de pizza, un hermoso cuervo entregaba historias en mi ventana. He colectado esas historias aquí, para su entretenimiento y observación. "Compañeros de cama" es la historia de un muchacho y una chica que están unidos por medios sobrenaturales. "Beligamia" es un cuento sobre una poderosa maldición que fuerza a hombres casados a pelear unos contra otros para proteger a sus esposas. "Capturado por Animales" detalla las aventuras de un autor que espía a la gente en el bosque para escribir sus historias románticas. "La Constelación Roja" es La ley y el Orden SVU, combinada con Horror Cósmico. "Simulador de Series Juveniles" cuenta la historia de esa cita que tuviste en una tienda de libros. "F1" se trata de una yegua preñada. "Nueve Décimos de Simio" es  "La pata de Mono", pero al revés. "Lethe" te pregunta ¿qué edad tenías cuando tuviste tu primer recuerdo? ¿Tal vez demasiado mayor? "La Habitación de las Ideas Brillantes" te recuerda que es el ambiente lo que te mata al final. No el asesino serial. "Espías de Satanás" es acerca de un amistoso grupo de hombres de negocios y su obsesión con los clubes de strippers.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento18 jul 2020
ISBN9781071552919
Páginas Traídas por el Cuervo de la Pizza: Ficción Extraña, #1

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    Páginas Traídas por el Cuervo de la Pizza - Evan Witmer

    Índice

    Cuervo de la Pizza I

    Compañeros de cama

    Cuervo de la Pizza II

    Beligamia

    Cuervo de la Pizza III

    Capturado por Animales

    La Constelación Roja

    Cuervo de la Pizza IV

    Simulador de Series Juveniles

    Cuervo de la Pizza  V

    F1

    Cuervo de la Pizza VI

    Nueve Décimos de Simio

    Lethe

    Cuervo de la Pizza VII

    La Habitación de las Ideas Brillantes

    Cuervo de la Pizza VIII

    Espías de Satanás

    Cuervo de la Pizza  IX

    Cuervo de la Pizza I

    Tengo el mal hábito de dejar mi ventana abierta en medio de la noche. Supongo que es porque viví en una habitación caliente en los suburbios de Florida durante los primeros veinte años de mi vida. Pero ahora soy un adulto y vivo en una zona peligrosa. De verdad debería tener más cuidado.

    Afortunadamente nunca ha entrado ningún intruso, al menos no una persona, pero una mañana me desperté y vi que un cuervo había logrado entrar a mi habitación. Estaba picoteando mi escritorio, tratando de recoger las sobras de una Pop-tart de s´mores[1] que había dejado allí durante la noche. No me como los bordes, son demasiado secos.

    En realidad, no me asustaba el cuervo, ya que no parecía estresado o enfermo. Pensé que si simplemente lo ignoraba, se le acabarían las sobras y se iría por su cuenta. Tuve razón, en parte.

    El cuervo se fue, pero sorprendentemente regresaría varias horas más tarde. Pensé que tal vez querría más comida, pero para mi sorpresa, en vez de eso dejó caer un pequeño regalo en el alféizar de mi ventana antes de irse rápidamente. Al mirarlo más de cerca, vi que era un anillo de oro, una alianza con la palabra Irreemplazable grabada a lo largo usando una letra cursiva en el estilo Olde English. Mi primer pensamiento fue que esta ave me estaba pagando por la comida y siendo yo un veinteañero con poco dinero, inmediatamente empecé a imaginar cómo podía sacar ventaja de esto. Si empeñaba los anillos que el cuervo me trajera podría tener una segunda fuente de ingresos con sólo los restos de mi desayuno, sin el glaseado.

    Parecía una idea genial.

    Desde entonces, toda vez que dejara afuera mis restos de Pop-Tart, el cuervo regresaría todos los días, trayendo consigo algún pequeño anillo brillante. Oro y plata. Delgados y gruesos. Algunos sencillos, otros con grabados. No obstante, ninguno tenía valor real. Estuve esperando pacientemente el día en que trajera uno con un diamante, pero ese día nunca llegaría.

    Una vez reemplacé sus Pop-Tarts con alpiste de la tienda. Inmediatamente noté un cambio en mis recompensas. A cambio del alpiste, recibí gorras de camionero, de las baratas, con una malla en la parte de atrás. Una vez más, no era nada valioso, pero definitivamente me di cuenta de que distintos tipos de comida eran pagados de distinta manera. Así que recogí algunas de las gorras; solo lo suficiente para regalar a mis amigos y luego pasé a otro comestible para ver qué efecto tenía.

    A cambio de galletas recibí calcomanías para el auto. Carretes de hilo por bayas. Juguetes de McDonald`s a cambio de pollo desmenuzado. Continué cambiando, esperando que eventualmente recibiera algo valioso. Pero entonces, me dio una concha de mar por una papa frita y luego de eso decidí hacer algo completamente diferente.

    Como verán, no debería haber recibido una concha de mar. Vivo en Peoria, Illinois. No hay ninguna playa desde la cual este cuervo pudiera estar viajando. No con lo rápido que las estaba recibiendo. Entonces me di cuenta de que algo extraño estaba pasando. Y no era uno de esos esquemas del tipo hágase rico rápidamente. Era un fenómeno paranormal. Algo digno de registrarse.

    A lo largo de los siguientes dos meses, empecé un meticuloso experimento. Exactamente cada tres días cambiaba la comida y anotaba las recompensas. Los resultados de mi estudio se muestran a continuación.

    El último elemento de la lista no fue intencional. En realidad, la pizza era para mí. Había dejado un plato con sal para el cuervo. Sin embargo, parece que él prefiere la comida italiana en lugar de un montón de condimento. Había dejado la caja de pizza en mi escritorio mientras usaba el baño, y en esos cortos cinco minutos el cuervo pateó el bowl con sal, voló a través de mi ventana, tomó una de las hojas de afeitar que me había regalado y cortó la parte superior de la caja de la pizza. Cuando volví del baño, el cuervo se había comido al menos tres rebanadas de pizza él solo. Al verme pareció entrar en pánico y se fue volando rápidamente.

    Al principio, estaba enojado y no tenía ninguna intención de darle al cuervo otro pedazo. Sin embargo, eso cambió a la mañana siguiente cuando recibí mi regalo. No era ni la mitad de impresionante comparado con algunos de los anteriores. Era sólo una página de un cuaderno con rayas enrollada en su garra. Cuando la soltó, la desenrollé rápidamente y leí su contenido. Me fascinó.

    Había diez párrafos, todos escritos en bolígrafo azul. El idioma era inglés y el tipo de letra era imprenta, no cursiva. Había pequeños errores de ortografía tachados y reemplazados. Y había un título en la parte superior, pero no tenía autor. Esta era claramente la primera parte de una historia mucho más larga y para obtener la siguiente página, todo lo que tenía que hacer era continuar dándole al cuervo el mismo tipo de pizza. Me tomó un total de dieciocho días llegar hasta el final.

    En el siguiente capítulo presento la historia completa. Se llama Compañeros de cama.

    Compañeros de cama

    Andrew dejó su trabajo de oficina poco después de romper con su novia, Catherine. Dada la inusual situación de su relación, Andrew tendría que tomar un turno a la noche a fin de mantener su vida y la de su ex a una respetuosa distancia.

    Andrew quería quedarse cerca de sus amigos y familia en el Bay Area, pero sus opciones laborales eran limitadas. La mayoría eran puestos como guardia de seguridad, lo cual asustaba al pobre Andrew quien había experimentado de primera mano una intrusión a su hogar cuando era sólo un niño. Los criminales, específicamente los ladrones, lo aterrorizaban desde entonces. Esto le dejaba con unas cuantas opciones para trabajar como repartidor entre las cuales podía elegir. Escogió la más interesante de ellas: NightCap. Entregan capuccinos gourmet después del anochecer.

    No tendría que trabajar como barista, sólo como conductor, lo cual era genial porque tenía licencia de conducir y un sentido culinario horrible. Si involucraba más de dos ingredientes Andrew simplemente no podía lograr que sepa bien. Esa fue una de las muchas razones por las cuales su ex consideró que su corto tiempo juntos fue una experiencia frustrantemente desequilibrada.

    La primera semana del turno nocturno fue difícil, especialmente al hacer la transición entre horarios de sueño. Andrew se mantenía despierto robando pequeños sorbos de las bebidas de sus clientes. Solo de las que contenían mucha cafeína, que con solo un poco te cargaban de energía.

    La mayoría de las entregas que hacía Andrew iban para las áreas alrededor de Stanford y Berkeley. Muchos investigadores y start-ups trabajaban toda la noche analizando sus experimentos y necesitaban mantenerse bien avispados para no sucumbir al cansancio.Como era de esperarse, estas mentes privilegiadas eran difíciles de engañar y algunos se dieron cuenta de la ligera disminución en el contenido de sus vasos.

    Hay solo quinientos cuarenta y siete centímetros cúbicos. Normalmente son quinientos noventa y uno, se quejó un científico particularmente observador, capaz de notar minúsculas diferencias. Se ganaba la vida midiendo el tamaño de los átomos.

    A pesar de la pesadez en su cabeza, Andrew fue rápido en dar una buena excusa ¡Eso es solo para que haya lugar para la crema y el azúcar!

    Bien, entonces... dijo el científico con una voz monótona. Adelante.

    ¿Adelante? Andrew se encogió de hombros.

    ¡Agrega la crema y el azúcar! exigió el científico.

    Andrew tragó saliva. Crema y  azúcar. Además del café. Esos son en total tres ingredientes. Uno más por encima de lo que su capacidad le permitía. Hizo su mejor esfuerzo, pero tristemente logró arruinar incluso una receta tan rudimentaria.

    ¿Qué diablos hiciste? se quejó el profesor. ¡Ahora sabe a pistachos quemados!

    Por suerte ese profesor solamente pidió un reembolso en lugar de presentar una queja directa al jefe de Andrew. Después de esa horrible experiencia, Andrew decidió no volver a tomar más sorbos de café gratis. Considerando que su ciclo del sueño debería haberse adaptado a estas alturas, le preocupaba que algo más estuviera afectándole durante su turno. La culpa era obviamente atribuible a su reciente ruptura.

    Decidió utilizar su recientemente adquirido seguro médico para visitar a un terapeuta, el Dr. Azikiwe. Él estuvo de acuerdo en que la baja energía de Andrew no estaba relacionada solamente al sueño. Aparentemente estaba sufriendo de depresión. El Dr. Azikiwe le recetó un estabilizador del ánimo.

    Estas deberían evitar que decaigas demasiado, explicó el doctor. Sólo toma dos de estas a la noche y estarás bien.

    El Dr. Azikiwe no estaba muy familiarizado con Andrew como paciente y no entendió que su trabajo era a la noche. De otro modo le habría indicado más específica y apropiadamente que tomara dos antes de dormir.

    Andrew siguió su desinformación al pie de la letra y terminó tragando su medicación minutos antes de recoger su primera orden. Eran tres flat whites[2] y dos long blacks[3], que fueron ordenados para el conservatorio marino en Moss Beach. Eran solo veinte minutos en auto desde su cocina en Daly City, toda vez que tomara la Carretera de la Costa del Pacífico, un trecho de ruta a lo largo de un bello paisaje y elevado por encima de la costa.

    Muchos estabilizadores del ánimo son antisicóticos que inducen un efecto sedante después de la ingestión inicial. Este efecto puede causar notables mareos y su duración varía de persona a persona. Pero a pesar de la pequeña dosis que le fue recetada a Andrew, él parecía estar significativamente más afectado que los pacientes usuales.

    A medida que atravesaba los sinuosos acantilados al lado del océano, su entrega empezó a derramarse sobre la consola central del auto, acumulándose en el fondo de la bandeja que sostenía los vasos. Los giros de Andrew se estaban volviendo erráticos mientras se desviaba abruptamente por todo el camino, derramando las bebidas a uno y otro lado. La medicación de Andrew le estaba haciendo desmayarse.

    No había muchos conductores en esa carretera después de la media noche, pero afortunadamente, un guardia de seguridad que iba camino a su trabajo estaba a solo unos metros detrás de Andrew. Vio cuando su sedán perdió el control completamente y chocó contra la orilla del camino. Atravesó la baranda de protección y cayó por el costado. Empezó a girar violentamente a medida que rodaba por la ladera del acantilado hacia la playa más abajo.

    El guardia de seguridad detuvo su auto al costado del camino y encendió sus luces intermitentes. Hizo su mejor esfuerzo para bajar los empinados acantilados al lado del camino, apresurándose heróicamente hacia los restos del auto de Andrew. Cuando finalmente alcanzó la retorcida masa de metal, estaba cabeza abajo. Vio un charco de color oscuro extendiéndose a través de la ventana lateral delantera rota.

    El guardia se agachó y miró hacia adentro esperando ver la cabeza del conductor rota y sangrando. Pero en vez de eso, el conductor no estaba, y lo único que quedaba eran cinco vasos de café derramados sobre el techo volcado del interior.

    Afortunadamente, el cuerpo de Andrew fue teletransportado lejos del lugar del accidente tan pronto como perdió el conocimiento por completo. En ese momento fue transportado a una habitación en Redwood City, mucho antes de que su auto impactara siquiera con la baranda de protección

    Las píldoras de Andrew le habían dejado fuera de combate al punto que podría haber dormido otras cuatro o cinco horas si nada lo molestaba. Pero la habitación en la que estaba no era parte de la lúgubre estancia que él ocupaba en San Bruno. No había migas en su espalda y el colchón incluso estaba encima de un marco en lugar de estar directamente sobre el suelo, a treinta centímetros de la televisión más cercana ¡Las almohadas tenían fundas, había varias mantas y hasta sábanas! Estas no eran las condiciones a las que Andrew se había acostumbrado. Estas eran las comodidades de su antigua relación.

    Andrew estaba durmiendo al lado de su ex una vez más. Mágicamente devuelto al apartamento que compartían meses atrás. Ninguno de los dos estaba consciente de que eran compañeros de cama de nuevo. Mientras que Andrew dormía bajo el hechizo de su medicina, Catherine estaba desmayada del cansancio. Había estado dibujando por horas tratando de completar su más reciente contrato como diseñadora gráfica. Cuando estaba inspirada, Catherine era capaz de quedarse despierta por tres días seguidos preparando un borrador final. Este estilo de vida de adicción al trabajo fue una de las muchas razones por las cuales Andrew no pudo aguantar su breve periodo de convivencia. Nunca pasaban suficiente tiempo juntos.

    A pesar de que Catherine en verdad estaba exhausta, siempre había tenido el sueño ligero al contrario de Andrew quien, bajo la influencia de la medicación o no, dormía como un tronco. Así que cuando el jefe de Andrew empezó a llamar preguntando por su paradero y el paradero de los pedidos de sus clientes, el constante zumbido despertó a Catherine de su profundo sueño. Inmediatamente supo lo que había pasado. Andrew debía haber incumplido su bien calculado acuerdo y se durmió al mismo tiempo que ella.

    Catherine y Andrew estaban bajo una maldición. Si se quedaban dormidos al mismo tiempo, terminaban juntos en la misma cama. Bajo estas circunstancias, la cama sería lo que hubiera elegido para dormir quien se quedara dormido primero, ya sea un sillón, una bolsa de dormir o el tradicional colchón. Afortunadamente fue Catherine quien se quedó dormida primero en este caso; de otro modo ella habría terminado en el asiento del copiloto de Andrew y ambos se habrían precipitado a su muerte.

    Catherine, al no saber de la inocencia de Andrew, ignoró este golpe de suerte y pateó a Andrew implacablemente en las costillas echándolo de la cama al suelo. Inmediatamente después de darse cuenta de que había sido despertado, Andrew recordó que lo último que había estado haciendo era conducir un auto. Empezó a maldecir y a gritar mientras intentaba encontrar su teléfono que zumbaba. Había caído de su bolsillo y aterrizado entre las sábanas. Rápidamente arrojó su cuerpo de nuevo sobre la cama.

    ¡No! ¡No! gritaba Catherine mientras le pateaba una y otra vez en la cara. Él no estaba tratando de unírsele de nuevo, solo quería su teléfono, pero era difícil de encontrar con las uñas de los pies de su ex, clavándose en sus ojos.

    Solo estoy...Intentado...¡basta! reclamó. Usando sólo su sentido del tacto, Andrew logró encontrar el teléfono siguiendo las vibraciones. Lo agarró y escapó de la ira de su ex. Refugiándose en la privacidad del pasillo de ella, Andrew contestó el teléfono e hizo su mejor esfuerzo para librarse de sus responsabilidades de aquella noche.

    De inmediato culpó a la medicación por el accidente. Su jefe quiso saber por qué dejó el lugar, como las autoridades habían reportado. Mintió y explicó que no estaba seguro de cómo había sobrevivido pero que había salido volando por la ventana del auto durante el choque. Despertó a cierta distancia habiendo sido rescatado por algún buen samaritano desconocido. Su jefe se creyó la historia diciendo que ciertamente sonaba como que se había golpeado bastante el rostro. Esto era verdad, pero no por el accidente. Las patadas de Catherine habían hecho que se hincharan sus labios.

    Habiendo resuelto sus cuestiones laborales, Andrew aún le debía a su ex novia una disculpa. Ella había escuchado la excusa que él le dio a su jefe, pero aún no estaba contenta.

    ––––––––

    Tienes que aceptar algo de responsabilidad, le amonestó Catherine. Entiendo que te dieron una prescripción incorrecta, pero el hecho de que ni siquiera consideraras que la medicación podía hacerte sentir mareado no es muy maduro ¡Tienes que cuidarte!

    Lo he estado haciendo, dijo Andrew con desdén. Es una puta medicación antidepresiva, ¿okay?  Tú eres la que siempre me dijo que me haga diagnosticar oficialmente. Bueno, lo hice y tengo mucha suerte de que no me haya matado.

    Mira, me alegra que estés bien...pero casi arruinas algo que he estado trabajando duro para mantener, se quejó Catherine señalando las nuevas fotos colgadas en la pared. Eran de ella y un nuevo novio. Mucho más alto, mucho más musculoso. ¿Quieres hablar de suerte? Justamente esta semana Yuki ha salido por un viaje de negocios.

    Andrew miró hacia el lugar donde ahora estaban colgadas las fotos de Yuki. Frunció el ceño y suspiró. Reemplazaste las viejas fotos...

    ¿Nunca tuvimos fotos ahí?

    Lo sé. Pero había una foto genial de un naufragio. Se veía algo antigua y elegante.

    Tú..¿la quieres? suspiró Catherine. Está en el sótano

    Andrew asintió. Luego le preguntó a Catherine si podría llevarlo a su casa, pero ella se rehusó. Lo último que quiero que Yuki escuche es que alguien te vio en mi auto.

    Era por momentos como este que Andrew decidió mudarse a un apartamento a solo veinte minutos de ahí. Por el precio razonable de un viaje en Uber podía remediar la situación. No podía imaginar lo mala que sería si se hubiera mudado a otro estado. Se endeudaría terriblemente cada vez que un accidente ocurriera.

    El jefe de Andrew le dio el resto de la noche libre para recuperarse, así que cuando llegó a casa consideró hacerse un ovillo sobre su colchón. No obstante, aunque sus medicamentos casi lo mataron, estaban teniendo un efecto positivo en su estado de ánimo. Por primera vez en mucho tiempo sintió que estaría desperdiciando su tiempo si no aprovechaba esta noche libre. Decidió que en vez de eso, tenía energía suficiente para ir a los bares. No cerrarían hasta dentro de dos horas.

    Se decidió por un pequeño pub que estaba lo suficientemente cerca como para caminar desde su apartamento. Tuvo que esperar formando una corta fila afuera, lo cual le dio a Andrew suficiente tiempo para reconsiderar su decisión y volver a casa. Decidió concentrarse en pensar en esas fotos en la pared del departamento de Catherine. Naturalmente, ver que ella seguía con su vida le hacía sentir la necesidad de hacer lo mismo y eso no sería posible si no salía y conocía a alguien.

    Pero cuando entró al pub se le hizo difícil dejar su asiento en la barra y meterse entre la multitud en la pista de baile. Había olvidado lo movido que se ponía este bar y empezó a lamentar su elección. Consideró la posibilidad de beber un poco más para liberar tensión, pero no era tan simple. Era de noche, la hora de dormir de Catherine y si tomaba demasiado y se desmayaba podría terminar en su cama una vez más. Muy a pesar suyo, no tenía opción más que tomarlo con calma.

    Por un momento, Andrew pensó en levantarse y volver a casa, donde usaría el efecto del alcohol para gritarle con rabia a un videojuego. Pero justo antes de rendirse, una joven llamada Diane se sentó junto a él repentinamente y se presentó. Se veía un año o dos mayor que él y era absolutamente hermosa. Dijo reconocerle, pero él le aseguró que habría recordado un rostro tan bonito.

    Probablemente estaba usando una red para el cabello y una máscara protectora se río. Trabajo para Marrisoft, hago pruebas con materiales.

    Espera, rió Andrew, ¿estás diciendo que te hice una entrega?

    Diane asintió enérgicamente. ¡El fin de semana pasado! De hecho, hay un restaurante que está abierto las 24 horas al lado de nuestro laboratorio, pero no hacen nada como lo que ustedes hacen. Ustedes son los únicos que sirven macchiato de menta a las 4 AM."

    Andrew se encogió de hombros. Bueno, no te hagas ilusiones si piensas que vas a conseguir uno gratis gracias a mí. No soy yo quien prepara las bebidas.

    ¡Oh, claro que no! Créeme...¡No necesito cafeína esta noche! rió con fuerza. Le dio un toquecito a su nariz.

    Perfecto. Pensó Andrew. Está voladísima por la cocaína. Normalmente, eso hubiera sido sarcasmo. Sin embargo, Andrew realmente apreciaba el compromiso de ella hacia las drogas fuertes. Uno de los muchos problemas que tenía Andrew al salir en la ciudad era que una vez que lo hacía no podía parar hasta las seis de la mañana. Lo cual suena genial pero no es tan factible. Catherine estaría despertando para empezar otra ronda de dibujos recién a las 6 AM, lo cual significaría que entonces Andrew podría rendirse al sueño sin problemas.

    Estaba contento porque el hábito de Diane de consumir cocaína la mantendría despierta más de lo que usualmente ocurría con un levante. Lo único que quedaba por hacer era llenar con algo el tiempo que pasarían juntos.

    Saltar de inmediato a una escena de sexo parecería un poco engañoso, considerando que de hecho hubo mucha conversación profunda hasta que finalmente hicieron el amor entre las cuatro y las cinco. Antes de revolcarse, compartieron sus respectivas luchas con enfermedades crónicas y antes de comerse discutieron su miedo compartido hacia las armas de fuego y los explosivos. Antes de coger[4], Diane entró en detalles acerca de su trabajo sobre túneles cuánticos y antes de chuparse, Andrew discutió los numerosos aspectos de nuestra sociedad que consideraba en gran medida deficientes.

    Su conversación solo hizo la transición hacia estimulación erótica cuando terminaron de expresar su extraña fascinación y experiencias de infancia con el Hot Shots Golf[5]. Una hora de cansadora fornicación transcurrió antes de que los dos yacieran satisfechos y exhaustos en el colchón de Andrew, sobre el suelo. Luego de una hora más de conversación embriagadora, Andrew se retrajo y permitió que ambos descansaran cuando por fin fueron las seis de la mañana y era seguro.

    Andrew durmió pacíficamente con Diane en sus brazos hasta cerca del mediodía. Entonces lo despertó el sonido de algo mojado derramándose, seguido de la estridente voz de Diane gritando a todo pulmón.

    ¿¡Me estás jodiendo?! gritó Diane. ¿Quién mierda eres tú?. Diane se levantó rápidamente del colchón y se paró sobre el borde inferior. Andrew despertó de golpe de su sueño y vio que el cuerpo desnudo de Diane estaba cubierto de un líquido amarillo y grumoso. Giró hacia su derecha y vio la misma sustancia pegajosa alrededor de la boca de su ex.

    ¿Catherine? gritó Andrew.

    Catherine no respondió. Sólo se quedó ahí acostada a su lado, parecía aturdida. Parpadeó. Miró alrededor de la habitación girando su cuello lentamente. Parecía completamente desconcertada y sobaba la parte superior de su cabeza.

    ¡Yo no di mi consentimiento para un trío, malditos pervertidos! chilló Diane.

    ¡No! No! gritó Andrew. Por Dios, no ¡Está enferma! ¿No te das cuenta?

    ¿Quién carajo es ella, Andrew? se quejó Diane limpiándose el vómito que tenía en el pecho y dejándolo caer al piso.

    Andrew pensó rápido y se le ocurrió una mentira convincente. Es mi compañera de apartamento, explicó. Bebe tanto que se intoxica y luego se desmaya. A veces se queda dormida en la cama equivocada.

    Diane bufó enojada.Qué carajo estaba pensando cuando decidí ir a casa con el repartidor, se quejó enojada. ¡Ni siquiera tienes un puto soporte para la cama! Diane empezó a ponerse la ropa por encima de los restos de vómito que aun chorreaban de su cuerpo.

    Por favor, insisto en que uses mi ducha, después te conseguiré algo para llevarte a tu casa, rogó Andrew, pero Diane lo rechazó. Sacudió la cabeza, tomó su cartera que había quedado en el sillón de Andrew y corrió hacia la salida.

    Una vez solos, Andrew se volvió hacia Catherine y la tomó del hombro. ¡Hey! gritó, mientras la sacudía con violencia. ¡Heyyy! la sacudió un poco más fuerte. Catherine, ¿por qué demonios estás borracha a esta hora?

    Los ojos de Catherine empezaron a recorrer frenéticamente toda la habitación cuando de pronto volvió a estar plenamente consciente. Su rostro se veía sorprendido mientras se limpiaba la boca y miraba a su alrededor. D-Dios mío, tartamudeó asombrada. Me noqueó...

    ¿Qué? exclamó Andrew. ¿Te asaltaron?

    Yuki... murmuró. Ese desgraciado. Sabía que tenía mal genio, pero ahora veo que es grave.

    Dios mío, exclamó Andrew suavemente. ¡Estás saliendo con un maldito golpeador de mujeres!

    Oh, cálmate, le silenció Catherine, sentándose y apoyándose en sus codos. Empezó a palparse alrededor de la parte superior del cráneo buscando algún bulto o moretón. No se me nota nada, ¿verdad?

    ¿Estás tratando de encubrir el jodido ataque que sufriste? gruñó Andrew. Cathy, tienes que...

    Catherine. Ya no estamos saliendo. Llámame Catherine.

    Andrew suspiró exasperado. "Catherine...tienes que ir a las autoridades."

    Ella sacudió la cabeza con una sonrisa astuta. Créeme, ninguno de los dos quiere eso.

    "No me agradas, cierto, pero tampoco quiero esto."

    Sí...lo quieres. Dijo Catherine poniendo los ojos en blanco. Esto vale la pena, si soluciona todos nuestros problemas.

    Cómo diablos...

    Sus padres son los dueños de Sato, Andrew, explicó ella. "La  Sato Saki. Son una marca importante en Japón y él tiene los contactos que pueden conseguirme un trabajo con ellos."

    No... dijo Andrew. Por favor. No vale la pena. Sólo déjame quedarme con mi trabajo a la noche. En verdad no es tan malo.

    Catherine extendió los brazos, señalando las precarias condiciones de vida de Andrew. ¡Deberías estar trabajando como ingeniero! ¡O técnico de laboratorio! ¡Mira lo que te ha hecho esta maldición! Apenas puedes mantenerte, carajo. No puedes sobrevivir en San Francisco con un trabajo de repartidor de café, imploró Catherine Voy a conseguir un empleo al otro lado del mundo. Está ocurriendo tal como lo dije. Haré los dibujos para sus etiquetas y una vez que sean un éxito dejaré a ese malcriado y tendrán que quedarse conmigo para seguir usando mis diseños.

    Andrew miró las manchas y agujeros en la tela descubierta de su colchón. Si tan solo pudiera costear una sábana ajustable, su habitación se vería mucho mejor. Si vives en Japón y aun así la cagamos, será un error muy caro de arreglar. El pasaje para volver a casa costaría mil dólares.

    Esa es una manera pesimista de ver las cosas, suspiró Catherine, Después de todo, es básicamente un pasaje a mitad de precio para ir al Este. El viaje hasta allá es gratis. Sólo tienes que poder pagar el viaje de regreso.

    Catherine se levantó del colchón y revisó su teléfono. Abrió su app de Uber y pensó en pedir un transporte.

    Espera. Espera, dijo Andrew. "Sólo deja que yo te lleve."

    ¡Por Dios, no! se burló Catherine. "¿Me estás jodiendo? Él no puede verme saliendo de tu auto ¿Por qué crees que me saltó encima?"

    Se enteró de que estuve en tu casa... dijo Andrew con una mirada de culpabilidad. Santo cielo...¿soy la razón por la cual te golpeó?

    Oh, no te culpes, ese sociópata de mierda hizo que los vecinos me espiaran. Ellos te vieron salir y le contaron.

    ¿Estás hablando en serio?

    Catherine asintió. Es un tremendo adicto. Paranoico como él solo todo el tiempo. Por suerte estaba volado cuando me pegó, lo cual hace mucho más fácil explicar cómo es que desaparecí del mapa. Solo le diré que se desmayó. Catherine se dirigió hacia la salida de la habitación de Andrew, pero se congeló cuando estuvo justo en la puerta. Por cierto, lamento haber arruinado lo que sea que tenías aquí ... dijo refiriéndose a la aventura amorosa de Andrew con Diane. Espero que se pueda salvar.

    Andrew se sentó sobre su colchón y sacudió la cabeza. No es tu culpa, respondió. Tengo su número. Tal vez pueda convencerla de tomarnos un café, para que pueda pedirle disculpas.

    Catherine sonrió. Siempre fuiste bueno con las disculpas.

    Si, bueno, pero es difícil ser sincero cuando sé que estoy mintiendo...

    Catherine se encogió de hombros. Eh, ¿entonces no mientas? Tu situación no es la misma que la mía¿Por qué no intentas decirle la verdad?

    Andrew guardó silencio. Nunca lo había pensado antes.

    Luego de que Catherine se fue, Andrew le mandó a Diane un largo y atento mensaje. Le dijo que la verdad era complicada y que sería mejor explicarla en persona. Ella estuvo de acuerdo en verlo de nuevo mientras que fuera en un lugar público. Por conveniencia, decidieron reunirse en el restaurante

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