Un Experimento con Hombres Lobo: Parte 4: Un experimento con hombres lobo

Por K. Matthew

Taya recibe un shock inesperado cuando se muda a otra parte del centro de rehabilitación y le presentan a su nuevo compañero de cuarto. Cuanto más profundo está dentro de la experiencia de rehabilitación, más extrañas se ponen las cosas. Cuando se presente la oportunidad de escapar de la instalación, ¿será suficiente el resentimiento de Taya por el proceso para que ella arriesgue todo para escapar?

• Idioma: Español
• Editorial: BadPress
• Fecha de lanzamiento: 2 feb 2019
• ISBN: 9781547566570

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―Esto tiene que ser un error ―dije con incredulidad mientras miraba los ojos azules de Chris Abbot.

Parecía igual de aturdido, mirando de mi cara a la de Bonnie.

―Oye... Taya ¿Qué estás haciendo aquí?

―Ella va a ser tu nueva compañera de cuarto ―nos informó Bonnie.

―Debe haber algún error ―le dije a ella, no queriendo ofender a Chris, pero sabiendo que esto no podía ser correcto.

―Oh, no es un error, querida. Este es un dormitorio mixto. Ahora, estoy segura de que ustedes dos son lo suficientemente maduros para compartir una habitación juntos.

―¿No hay otra mujer con la que puedas acomodarme? ―Podría decir que mi desesperación por estar en otro lugar estaba lastimando a Chris, pero no me importó. No había manera de compartir una habitación con él, no después de todo lo que habíamos pasado en el pasado―. No puedo estar en la habitación con él ―insistí.

―No tienes elección, querida. Este es el único espacio que nos queda. Adelante y acomódate.

―Voy a cambiar con alguien más. Encuentra a alguien con quien intercambiarme.

―No funciona de esa manera aquí. Tendrás que arreglártelas. ―Se dio la vuelta para volver al escritorio de ayuda, pero la perseguí.

―¿Hay alguien encima de ti con quien pueda hablar? ―Mi tono tomó un tono grosero. Hacer enemigos no era mi intención, pero esta situación de alojamiento no iba a funcionar. Además, este era un centro de rehabilitación, no una prisión. Mis deseos deberían llevar algo de peso.

Bonnie se volvió hacia mí.

―No hice las asignaciones de la habitación. Alguien encima de mí lo hizo. Ponerse en contacto con ellos al respecto sería un desperdicio de nuestro tiempo.

―¿Podrías hacerlo de todos modos? ―Mi voz se suavizó, aunque no estaba segura de sí era porque me sentía mal por haberla enfadado, o porque sabía que los demás hombres lobo nos vigilaban en el área común.

Ella suspiró.

―Voy a hablar con la persona que asignó las habitaciones, pero no esperes que cambie.

―Gracias. Eso es todo lo que pido. ―Con eso, hice una mueca, caminando por el pasillo de regreso a mi habitación, evitando los ojos sobre mí.

Chris ya había cerrado la puerta, probablemente con la esperanza de que hubiera tenido éxito con mi insistencia de ser reubicada. Hice una pausa, tratando de recomponerme antes de girar la manija, sin siquiera molestarme en tocar. Por ahora, también era mi habitación, ¿por qué debería llamar?

Chris estaba acostado en una