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Inevitable locura
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Libro electrónico286 páginas3 horas

Inevitable locura

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Él me da miedo, pero lo deseo con todo mi ser.

La deseo como jamás he deseado a ninguna otra, pero la odio con todo mi corazón.

Él es miedo y peligro.

Ella inocencia y pecado.

Él jamás será mío.

Ella me pertenece.

Lydia Gale sueña con el lujo y la fama, es así que cuando se transfiere a Los Ángeles, decide hacer tratos con un notable actor de Hollywood haciéndose pasar como su novia.

Cuando las atenciones de parte de él llegan a faltar, Lydia lo amenaza con revelar su secreto a la prensa, manchando su imagen pública con un escándalo de dimensiones inimaginables.

Es así que en esas circunstancias es enviada a una fiesta, en representación de su novio, y será justo allí que encontrará a Max, un hombre tan atractivo como peligroso, que le salvará de aquella loca noche convirtiéndola en inolvidable.

Max entrará con fuerza en la vida de Lydia y más de una vez ella intentará escapar de esa situación peligrosa, pero se encontrará involucrada, sintiéndose atraída por alguna extraña razón a ese mundo absurdo y errático.

Max y Lydia aprenderán a conocerse y a curar sus heridas, pero sobre todas las cosas, aprenderán a amar.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento22 nov 2019
ISBN9781071512982
Inevitable locura

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    Inevitable locura - Deborah Fasola

    Sinopsis

    Él me da miedo, pero lo deseo con todo mi ser.

    La deseo como jamás he deseado a ninguna otra, pero la odio con todo mi corazón.

    Él es miedo y peligro.

    Ella inocencia y pecado.

    Él jamás será mío.

    Ella me pertenece.

    Lydia Gale sueña con el lujo y la fama, es así que cuando se transfiere a Los Ángeles, decide hacer tratos con un notable actor de Hollywood haciéndose pasar como su novia.

    Cuando las atenciones de parte de él llegan a faltar, Lydia lo amenaza con revelar su secreto a la prensa, manchando su imagen pública con un escándalo de dimensiones inimaginables.

    Es así que en esas circunstancias es enviada a una fiesta, en representación de su novio, y será justo allí que encontrará a Max, un hombre tan atractivo como peligroso, que le salvará de aquella loca noche convirtiéndola en inolvidable.

    Max entrará con fuerza en la vida de Lydia y más de una vez ella intentará escapar de esa situación peligrosa, pero se encontrará involucrada, sintiéndoseatraída por alguna extraña razón a ese mundo absurdo y errático.

    Max y Lydia aprenderán a conocerse y a curar sus heridas, pero sobre todas las cosas, aprenderán a amar.

    Un psicopático.

    Una muchacha ambiciosa.

    Un crimen.

    Un círculo vicioso hecho de mentiras.

    Y un solo sueño de amor.

    La autora

    Deborah Fasola, clase del ’78, es autora y editora Freelance. En el 2011 sale a luz su primera obra de Fantasía; publicando a continuación otras novelas del mismo género y algunos manuales y cuentos, para luego dedicarse de lleno al género novelas y hacer el salto más grande.

    En el 2015 publica dos novelas You Feel, Rizzoli, y el 30 de junio del 2016 debuta en la librería con la comedia romántica Traicióname si tienes coraje, editada por Newton Compton. Continúa publicandonovelas y a soñar junto a sus lectores.

    Sumario

    Sinopsis

    La autora

    Sumario

    Marco Masini

    Prólogo

    1.

    2.

    3.

    4.

    5.

    6.

    7.

    8.

    9.

    10.

    11.

    12.

    13.

    14.

    15.

    16.

    17.

    18.

    19.

    20.

    21.

    22.

    23.

    24.

    25.

    26.

    27.

    28.

    29.

    30.

    31.

    Epílogo

    FIN

    Agradecimientos

    A mis lectores, siempre presentes, siempre especiales.

    Y paraaquellos que aman soñar... y leer.

    Por un viaje que nunca ha terminado, un milagro ignorado,

    pero que estáallí y estamos mudando a una nueva prisión.

    Condenados a recordar todo el tiempo

    Pensando en los errores que nunca más cometeremos.

    Marco Masini

    Prólogo

    LYDIA

    ––––––––

    «Sonríe, pequeña.Buena chica, así... y ahora bésame» me dice entre dientes porque a su vez está ocupado obsequiando una sonrisa de chico malo delante a una marea de flashes que toman fotos solo por nosotros.

    Amo esta vida.

    Me pongo en pose a su lado y con una mirada coqueta, observo extasiadalas cámaras que, bajo el cielo estrellado en la Noche de lasStars, encuadran a la pareja del momento.

    Me arponean a su espalda, le beso sus mejillas, a un lado de la boca y luego en su sonrisa.Susabor de menta me invade la boca y un instante después lo sientoreír con mayor intensidad. Saluda a la multitud y las chicas entran en éxtasis.

    Yo, bajo la mirada y ajusto mi escote, mostrando con orgullo mi pecho firme, fruto de años de duro entrenamiento.

    De pequeña fui gorda, con aparato de ortodoncia y sufría de bulimia, ahora en cambio soy la mujer de una súperStar: la novia oficial de Jace McLawrence, el más grande actor del momento, ese que cada mujer desearía tener en su cama y que cada hombre quisiera ser o al menos imitar.

    «Gracias a todos» dice Jace,llevándomeconsigo por laalfombra rojaque toda la vida había soñado recorrer.

    Y aquí está mi sueño hecho realidad, a pesar de todas esas amigas falsas que se rieron de mis kilos de más o de mis cabellos maltratados y siempre grasientos.

    Pensando en aquello, muevo la cabeza saludando a la multitud, mientras camino junto a mi novio y nos acercamos a la limosina blanca que nos espera al final de la alfombra roja, donde se encuentra nuestrochofer, bien uniformado, esperándonos con la puerta abierta.

    Respiro el aire cálido de la noche primaveral californiana y me siento como una diosa lista para subir al Olimpo.

    Los flashesnos ciegan aún más y cuando llegamos al auto, Jace meatrae hacia él, apretándome con su brazo alrededor de mi cintura, listos para el gran final.

    Meencuentro así al improvisomirando sus ojosen lugar de la multitud que le aclama– y que también me ama, excepto las muchachitas stalker, las peores, que en cambio quisieran probablemente que estuviera muerta y sepultada – y el corazón comienza a latir enloquecido.

    «¡Y ahora el gran final, mi niña!» dice Jace a un paso de mi boca, apretándome un poco más.

    Su cuerpo perfecto y musculoso se pone contra el mío, tanto que me hace girar la cabeza hacia un lado.

    Y al final sus labios me besan.

    Es un beso intenso, escénico, profundo y pasional.

    Mientras la multitud enloquecida nos aclama, lo amarro con mis brazos alrededor del cuello y me siento la mujer más afortunada de todo el mundo.

    Me dejo llevar y me derrito en aquel gesto suyo que no cesa y que los paparazzi inmortalizan como locos, y es ahí cuando temo que ellos fundirán sus cámaras fotográficas y me siento enloquecer, cuando Jace se aparta de mis labios.

    ¡Dios mío!

    Estos últimos flashesme hacen literalmente ver las estrellas, pero él sonríe.

    Lo miro fijamente como si fuera siempre la primera vez y cuando se aparta de mi siento escalofríos.

    Nos despedimos de la multitud y del festival de cine que hemos presenciado.

    Me gusta este mundo, esta vida, este rol mío.

    De niña del sur,bizarra y terriblemente fuera de lugar, partí en busca de un sueñoy, después de una dieta rigurosa y un restyling completo, finalmente lo he logrado.

    Aquí en Hollywood he hecho de todo: tenía dieciséis años cuando escapé en búsqueda de la felicidad y comencé mi nueva vida como camarera; luego me convertí en una estilista improvisada, una asistente, una empleada y ahora la novia oficial de una estrella de Hollywoody debo decir que este es el mejor de todos los trabajos, aunque no se podría decir que es un verdadero trabajo.

    O tal vez sí.

    ¿Cómo lo llamarían ustedes vagar en una mega mansión, con una mega piscina, con un Cosmopolitan en la mano y un camarero que te llena la copa, todo el santo día?

    Prácticamente he encontrado mi estrella, y ha sido todo solo gracias a un gigantesco, inmenso, fantasmagóricogolpe de suerte: digámoslo así, me he encontrado en el lugar y momento justo, por una vez en mi vida.

    Regreso al presente después de aquellaselucubraciones mentalesjusto en el momento queJace me invita a subir a bordo de nuestro automóvil de lujo.

    Asiento con la cabeza, sonrío alegre para saludar una vez más a la multitud.

    Subo al automóvil y se escuchan voces apagadas, unidas con gritos y serenatas de amor que se quedan afuera.

    Sonriendo aún, dejo reposar las manos sobre mis piernas suaves, delgadas, descubiertas y luego me envuelvo en el buen perfume de piel que me rodea y que proviene de los asientos de la Limosina; finalmente, osaría agregar, que siento en verdad que me merezco este estilo de vida después de todo lo que he hecho y en vista que el taco número quince me está destruyendo los pies.

    En fin, estoy muy bien, estoy en la cima del mundo y soy feliz.

    O al menos lo creo.

    Miro a mi novio que se sienta frente a mí y me sonríe, feliz y sereno, agradeciéndome sinceramente con la mirada.

    «Has estado grandiosa» me dice decidido.

    Alarga una mano y me toca la rodilla provocándome una serie de choques eléctricos que se irradian en cada terminación nerviosa de mi cuerpo.

    Es tan hermoso con esos cabellos oscuros, ojos profundos, rasgos perfectos... hermoso hasta morir.

    Le sonriótambién.

    «Hemos estado espectaculares»sentencioal final.

    «Gracias» responde y luego se dirige hacia el hombre sentado a su lado, vestido de sastre ygafas oscuras apoyadas sobre su nariz perfecta; también bellísimo, serio y contemplativo.

    Los miro y tragosaliva, acomodándome en el asiento que me acoge y me paraliza.

    Andrew levanta la mano y restriega la boca de Jace con su pulgar. «Estás todo sucio de lápiz labial» le dice serio pero un poco sonriente.

    El rostro de Jace se ilumina y con ese gesto le sigue la mano del otro como hacen los gatos buscando las caricias del dueño.

    «Me has hecho tanta falta» le susurra mientras se deja limpiar las manchas de labial hechas por mí, y luego lo besa en la boca con pasión.

    Me quedo mirándolos y ya no sucede más lo que ocurría los primeros días, cuando los observaba y me quedaba tan excitadaque debía tocarme para no terminar pidiéndoles a ellos de hacerlo o de darme la bienvenida entre ellos, visto que las reglas eran desde el principio muy claras.

    No, ahora siento casi nausea.

    Suspiro mientras su efusión se convierte siempre másenvolvente y desearía poder abrir la cabina que nos separa del conductor para tomar un poco de aliento y no tener que estar sola aquí adentro con ellos.

    Sin embargo, debería estar acostumbrada, debería ya estar sedada a todo esto. Porque este es mi trabajo.

    Conocí a Jace en una fiesta exclusiva en la cual me colé sin invitación y cuando traté de conquistarlo, él me rechazó.

    Pero de ese rechazo no nacióningún odio o tentativo de escape, incluso, para mí el hecho de haber intercambiado un par de palabras con un actor fue como algo súper; es así que nos quedamos en el bar del local por largo rato, a conversar, ambos un poco pasados de copas.

    Y solo al final de la noche lo confesó, tal vezgracias a la alta taza alcohólica que tenía en la sangre: «Soy gay» me lo dijo con un poco de vergüenza.

    «Soy gay pero también soy un famosísimo actor, y, como lo sabrás, homosexualidad y carrera de sex-symbol no van de la mano. Las muchachas deben poder soñar, deben poderse tocar pensando en mí, deseoso de poseerlas en cualquier momento, y no atado a los labios de un hombre».

    De hecho, era un buen drama.También para mí, quiero decir, no solo para sus fans.

    Así después de una larga y borrachareflexión se lo he propuesto. «Podría darte una mano, si me lo permitieras... Podría ser tu coartada».

    «¿Mi coartada?».

    «Sí, tu chica... de mentira».

    Desde aquella noche ha pasado un año ya y todos los titulares hablan de mí, la desconocida chica del sur, y de Jace McLawrence, la estrella naciente que toda América ama y que enloquece en la grande pantalla con su talento, que finalmente se ha comprometido.

    Somos la pareja del año.

    En casa, mi familia, está toda contenta yentusiasmada.

    De ser unainsípidaniña regordeta de un pueblito perdido de Alabama, me he convertido en la novia oficial de un divo hollywoodense, y mis padres no podrían estar más orgullosos.

    Aquí en la ciudad soy tratada con guantes de seda. El me mantiene, me hace gozar una vida de reina y yo le ofrezco mi "trabajo" que consiste solamente en fingir ser su novia en público. En pocas palabras soy de verdad su coartada perfecta.

    En práctica debo besarloy abrazarlo delante de los reflectores y los periodistas y luego, una vez de regreso a la mega mansión sobre las colinas de Los Ángeles, encerrarme en mi cuarto y vivir mi vida, mientras él vive privadamente la suya. Con Andrew, su gran amor.

    Una cosa simple, por tanto, eficaz, grandiosa, única.

    El trabajo que toda mujer quisiera, a pesar de sera menudo humillante y para algunos podrá parecer un absurdo.

    Riqueza, fama y popularidad a cero costos, en fin.

    Y todo sería de verdad perfecto, pienso mientras miro a los dos muchachos reír, apretándose y besándose una vez más.

    De verdad, lo sería.

    Si no fuera por un pequeño e insignificante detalle: yo estoy loca, perdida y totalmente enamorada de Jace y él no me pertenecerá jamás.

    1.

    LYDIA

    ––––––––

    Nadie sabe lo que en realidad sucede en esta casa, a veces pienso que ni yo mismo sé aquello que se consuma aquí dentro, mientras permanezco encerrada en mi habitación – quetiene unasuperficie cuadrada similar a la de mi casa en Alabama.

    Los pactos eran claros desde un principio: yo debía desinteresarme de Jace cuando estuviéramos en privado y debía en cambio ser la novia perfecta y siempre impecable en público.

    Solo asínuestra colaboración de trabajo podía continuar.

    Soy sucoartada y para hacer perfecto mi papel me brinda todo lo necesario para serlo: una peluquera y una maquilladora diariamente, comida sana, buena lectura y un masajeador personal al menos una vez a la semana, Nicholas, que al momento representa la única figura de mi vida que de vez en cuando toca mi piel desnuda – y no como yo lo desearía – dado que para el mundo entero yo soy la novia de la súperStar y por lo tanto intocable.

    Y este es otro punto clave de nuestro pacto especial; no debo nunca hacer que se vea mal.Por lo tanto, es impensable coquetear con otros hombres y mucho menos tener una relación.

    Si quiero que nuestra farsa continúe y que él me provea de dinero y alojamiento, ofreciéndome este nivel de vida, que además me permiteenviar algo a mi familia en la soleada Alabama, debo aceptar estas simples reglas.

    Jace sabe que me pide mucho, así como les ha pedido a las otras dos mujeres que estuvieron antes de mí; tanto ellas como yo hemos firmado un contrato súper estricto de confidencialidad sobre su verdadero orientamiento sexual, de no ser así caería sobre nosotras la ruina eterna. Y sus abogados, así como sus cuentas en el banco, sonjodidamente geniales.

    Para darles una idea más clara, si osara revelar que yo trabajo para él y no justamente dentro de su cama, o hiciera conocer su homosexualidad, terminaría pagando una multa legal por dañar su imagen hasta el nacimiento de mis bisnietos, supongo.

    Al principio, todo parecía hermoso, una idea fantástica, mucho lujo, mucho dinero, pensión gratuita y alojamiento en una mansión, con la módica cuota a pagar de unos cuantos besos y algunas horas de gimnasio diario.

    Los primeros días me pesaba recomenzar a hacer la dieta para estar siempre perfecta para él, pero era bella, me decía, entonces debíamos sacar fuera lo mejor de mí para demostrar al público porque me había elegido.

    Con el tiempo, desde ese punto de vista, las cosas han mejorado y ahora es una cotidianidad ligera, pero también muy aburrida.

    Jace siempre ha sido perfecto conmigo, especial.

    Es simpático, despreocupado, atento y se preocupa siempre de como vivo y comoestoy, y debo decir que con el tiempo se ha establecido una amistad fantástica.

    Como suele decir mi padre, para una mujer no hay nada mejor que un amigo gay.

    El problema es que Jace ha sido de verdad lo mejor paramí, y poco a poco que pasaban los meses aquí en la mansión, las cosas iban mejorando entre nosotros.

    Nos habíamosunido tanto,a pesar de que nuestras vidas no coincidían mucho dentro de estas paredes debido a que él siempre está fuera por trabajo y cuando llegaba a casa, la mayoría de veces se dedica a actividades para mantenerse en forma.

    Iba todo bien hasta que se presentó un obstáculo al frente: Andrew.

    Así fue que de noches ocasionales de sexo con parejas cuidadosamente seleccionadas que yodebía soportar, y ver caminar en bóxer por las habitaciones por pocas horas en las mañanas siguientes, misupremacía demujer de la casafuederrocada por este bellísimo moreno, joven y guapo,que desde hace cuatro meses se ha convertido en el novio secreto de mi novio oficial.

    Un buen lío,¿eh?

    Y debido a que por él pasa más tiempo dentro de la casa – ya que solamente aquí los dos se pueden amar – he acumulado un tiempo infinito para mí misma encerrada en mi habitación como ahora.

    Y tanta soledad.

    Y meaburro.

    Incluso ahora, a pesar de tener una inmensa ventana que muestra las colinas de Hollywood y la paradisiaca piscina de lamansión McLawrence, me siento sola y siempre menos propensa a continuar con esta farsa.

    Porque francamente, me duele.

    Me lastima estar aquí con ély no poderlo tener, me hace daño cuando me besa y sé que está actuando como en una de sus películas, me entristezco cuando me doy cuenta que no podrá jamás ser mío.

    Y no es como si estuviera casado o comprometido o quizás me viera poco agraciada, no. Él es gay, y eso es una cosa demasiado definitiva para una mujer, que imposibilita para siempre la probabilidad de tener para sí el objeto de sus deseos.

    Me faltará siempre algo para poder estar con él – teniendo una vagina entre las piernas es obvio – entonces el hecho de encontrarlo absolutamente irresistible y de haberme enamorado de él no ayuda.

    Ni siquiera es suficiente masturbarme pensando en sus labios y sus abrazos de fantasía.

    Ahora que está enamorado, me mira siempre menos.

    Y me he dado cuenta que soy solo un mueble más en esta casa, una máscara, una puesta en escena que fuera de cámaras no sirve para nada y de seguro él sabe que es así.

    Así es que paso el tiempo encerrada aquí adentro, sola y triste, me siento una mentira ante todos, pero sobretodo me siento histérica porque sinceramente me falta tanto el sexo.

    Este pensamiento, hoy, de algún modo me quema.

    Sí, maldita sea, mefaltatener sexo.  Y entonces aquí estancada e inmóvil como siempre, me volteó hacia el escritorio y luego miro atentamente el calendario para recordarme de todas las inútiles cosas que debo hacer y no equivocarme jamás en este mi hermosotrabajo.

    Mi dedoíndice recorre todas las fechas y las citas, hasta que se detiene sobre el día de hoy.

    «Mmm, entonces es justo como lo pensaba, bingo!» hablando sola y brincando sobre el mismo puesto cuando leo que hoy, tengo una cita:Hora dieciocho, Nicholas.

    A ese punto, movida por la apatía, como un acto de rebelión, o quizássimplemente por pura estupidez, salgo velozmente de mi cuarto, dirigiéndome con paso acelerado y decidido hacia el cuarto de Jace. Son las siete delamañana y sé que lo encontraré allí... con Andrew.

    Algo siento en el estómago, pero ya estoy acostumbrada a todo esto, entonces tampoco esa idea me detiene y continúo atravesando el pavimento de mármol blanco y lúcido hasta llegar a mi meta.

    La mansiónes silenciosa, inmersa en la paz que cada habitación tiene los domingos por la mañana, solo que hoy en medio a todo este esplendor, a pesar del calor de la primavera en la ciudad de Los Ángeles, yo siento frío.

    Está frío aquí dentro, un frio que penetra los huesos.

    Alzo la mano y golpeo decidida a la puerta de Jace con fuerza, asegurándome de despertarlos a ambos, a pesar de la hora.

    Sé que se enojará,pero no me importa, al final conmigo lo ha hecho de verdad pocas veces en estos trece meses juntos y puedo soportar uno de sus enojos por un bien mayor.

    Permanezco en espera un poco, y con un nuevo golpe de rebelión, bajo la manilla y empujo, a pesar de saber muy bien que entrar allí sin permiso, me ha sido prohibido.

    Abro la puerta conteniendo el respiro y un instante después me encuentro frente a mí, el inmenso dormitorio de McLawrence.

    Y no solo eso, también a él, medio desnudo y con su perfecto rostro apenas despierto, de pie a un lado de la cama, con el pecho descubierto y un bóxerque le

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