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Libro electrónico301 páginas4 horas

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El amor, ese sentimiento que magistralmente nos transporta al paraso, pero que tambin nos hunde en las profundidades del dolor, hace que una atractiva y prominente abogada viva una relacin donde el placer, la pasin y lo prohibido la lleven ante una encrucijada que pondr a prueba su fortaleza emocional. Es entonces cuando su capacidad, madurez y paciencia sern las armas con las cuales luchar para alcanzar su ms anhelado sueo....

...El amor y el sufrimiento sern elementos claves que llevarn al lector a vivir una vorgine de emociones atravs de la trama
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento28 mar 2015
ISBN9781463399429
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Autor

b.b. mesa

Nacida en Puerto Rico, vivió sus primeros años en San Juan, ciudad capital de la isla. Cuando era una niña sus padres, quienes eran comerciantes, decidieron emigrar a los Estados Unidos y se establecieron en el condado del Bronx, ciudad de Nueva York. Fue ahí donde se crió y estudió. Su amor por la lectura comenzó en su adolescencia, siendo su género literario preferido la novela de tema romántico. Esto la motivó a escribir a temprana edad cuentos para niños e historias cortas. Además compuso canciones por la pasión que siente por la música. A pesar de ser el inglés el idioma que domina opta por escribir en español por ser su lengua natal y por el orgullo que siente de ser puertorriqueña. Es una madre dedicada y mujer luchadora. Se preparó académicamente y trabajó para una agencia de la alcaldía de la ciudad de Nueva York. Escribió esta novela en el año 2002 y le tomó sólo seis meses terminarla. Por extrañas circunstancias la dejó a un lado y no fue hasta el año 2013, que motivada por sus allegados decide sacarla del baúl y darse a la tarea de publicarla, sueño que acarició muchos años y que hoy se materializa y le llena de orgullo.

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    Vuélveme a Querer

    b.b. mesa

    Copyright © 2015 por b.b. mesa.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:  2015901542  

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 25/03/2015

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    ÍNDICE

    DEDICATORIA

    AGRADECIMIENTO

    VUÉLVEME A QUERER

    PARTE II

    PARTE III

    PARTE IV

    PARTE V

    EPÍLOGO

    DEDICATORIA

    D edico esta novela a mi hija, Bárbara María, el amor de mi vida y mi mejor amiga. Mi inspiración y quien con sus ideas y sugerencias logró capturar las emociones y el inmenso amor con el que todos soñamos.

    AGRADECIMIENTO

    M i agradecimiento a mi querida Vivian, a la que cariñosamente llamo mi Puerto Rican hija, quien después de doce años rescató esta novela del baúl de los recuerdos, revisó, editó y consiguió la editorial para que salga a la luz, logrando que mi sueño hoy sea una hermosa realidad. Muchas gracias Vivian.

    …"EL AMOR ES UN SENTIMIENTO

    QUE NOS MATA AL SER DESPRECIADO

    Y NOS DEVUELVE LA VIDA

    AL SER CORRESPONDIDO"…

    VUÉLVEME A QUERER

    S us labios encendidos de pasión desafiaban y burlaban el tiempo, haciendo que ese beso durara una eternidad, llena de placeres y esperanza. Así era como Bárbara recordaba a Lawrence, que estaba por regresar de un viaje.

    Pensó, Caramba, este vestido me queda bien, no es que sea vanidosa, pero me queda muy bien. El hombre que amo va a venir. Nuestros labios gozarán nuevamente uno del otro y juntos beberemos hasta llenarnos de los profundos deseos de nuestras almas.

    Bárbara buscaba cuidadosamente el vestido que llevaría puesto, pues hoy regresaba su amado, después de tanto tiempo ausente.

    A él le encanta que use cosas en color negro, pensó, mientras se miraba al espejo, volteando sus ojos verdes de lado a lado. Su largo cabello color azabache descansaba sobre sus hombros, dando el toque final que necesitaba para verse más bella. Este fin de semana había ido a su casa del campo y su piel, acariciada por el sol, hacía resaltar sus ojos verdes y su cabello negro. A cada vestido que escogía, le encontraba un defecto.

    Era una mujer atractiva de 28 años, de 5’ y 8" de estatura. Ella vivía sola en una de las mejores zonas del país. Nunca le gustó compartir su hogar con nadie, fuera hombre o mujer, ya que a ella le gustaba tener todo organizado. De esa manera sabía el lugar de cada cosa en su hogar y así evitaba pasar un mal rato. Bárbara era una de las más destacadas abogadas del país. Se había graduado como la más joven e inteligente de su clase, era la envidia de las mujeres y de muchos hombres; de esos hombres que piensan que las mujeres deben estar solamente en sus hogares atendiéndolos a ellos, a sus hijos y verificando que a su hogar no le falte el mínimo detalle. En cambio las mujeres la envidiaban por su belleza y por la forma en que coqueteaba con todos los hombres; cuando ellas venían acompañadas la mirada de sus parejas siempre se desviaban hacia Bárbara. Ellas la maldecían en voz baja, pero a Bárbara nada de eso le importaba. Ella siempre estaba pensando en Lawrence o en cómo podía ganar otro caso en la corte. Muchas veces ella los miraba coqueteándole, a veces sin querer hacerlo, eso era parte de su personalidad. Le mortificaba que las mujeres fueran tan inseguras. Con Lawrence no tenía ese problema porque confiaba en él, como lo había hecho con todos los otros hombres con los que había salido. Siempre ellos hacían hasta lo imposible para tenerla contenta y complacerla en todos sus caprichos. Después de mucho tiempo de buscar el amor verdadero, por fin había encontrado a Lawrence y desde que lo vio, supo que este era el hombre de su vida.

    Se conocieron en una junta de negocios. Lawrence Montes de Oca era uno de los más distinguidos ingenieros del país. Era Ingeniero de Tecnología y cuando él pedía la palabra y expresaba su opinión, todos le daban la razón. Bárbara había ido para acompañar a Lupe, su mejor amiga y socia, a quien su novio la esperaba en dicha junta. Después de suplicar y suplicar Bárbara aceptó acompañarla. En cuanto Bárbara entró al salón todos los hombres se voltearon a admirarla incluyendo a Lawrence. Al hacer contacto visual ambos entendieron que era el principio del gran amor de sus vidas. Esta era la razón por la cual Lupe se sentía culpable de haber insistido tanto para que Bárbara la acompañara a dicha junta, pues ahí fue donde conoció a Lawrence, que resultó ser casado.

    Mira la hora que es y yo todavía no estoy lista. Bárbara corrió hacia la cocina para sacar el hielo de la nevera y poner la botella de champaña que a él le gustaba tanto. Regresó a la sala donde nuevamente organizó las rosas que adornaban cada rincón.

    Todo está listo, pensó. Ahora a terminar de arreglarme.

    ******

    Su equipaje está en la limusina, señor.

    Gracias, contestó Lawrence. Lawrence era un hombre de 44 años, 6’ y 1" de estatura, delgado, atractivo y muy elegante. Aunque no quería ser clasificado como conquistador de mujeres, ellas así lo catalogaban. Tan solo mirarlas con sus ojos color canela, se rendían a sus pies, pero a Lawrence no le importaba el amor de ninguna mujer. El sólo había querido estudiar y hacerse digno de sus padres. Ellos le dieron todas las oportunidades disponibles, porque eran los más ricos del país. Aún cuando Lawrence no hubiese sido tan rico, tendría el mismo éxito por su inteligencia en todos los temas.

    Fue en una fiesta donde conoció a la que después hiciera su esposa, Rebecca Montañez de los Santos. Rebecca era hija única, malcriada y caprichosa. Ella tenía todos los defectos que uno pueda imaginarse. Una mujer sin sentimientos, a quien no le importaba nada ni nadie. Sus padres eran de buena familia y en cuanto conocieron a Lawrence, no permitieron que se le escapara a su hija. Aunque Rebecca tenía muchos pretendientes, sus padres siempre le decían que vendría un hombre mejor, que ninguno de ellos era digno de conquistar su corazón.

    Espera, Rebecca, decía su madre. Vendrá uno especial, con ese te casarás.

    Su mamá tenía razón, porque Lawrence apareció en su vida. En cuanto Rebecca vio a Lawrence Montes de Oca, supo que sería para ella. No porque estuviese enamorada de él, sino para convertirse en la mujer más distinguida del país. Se casaron a los pocos meses y después de un tiempo, tuvieron tres hijos, un varón y una pareja de gemelos. Lawrence decidió que ese sería su destino, para el hombre más poderoso, esta era la familia ideal. Lawrence viajaba constantemente, era un padre poco afectivo hacia sus hijos y su esposa. A Rebecca eso no le importaba, porque era la más distinguida de las mujeres, entraba y salía a la hora que ella quería, sin tener que darle explicaciones a nadie. Decir el nombre de la Señora Rebecca Montañez de Montes de Oca era como si se mencionara a la Reina Isabel.

    Lawrence cumplía con sus viajes y estaba a punto de regresar, él estaba al tanto de la Bolsa de Valores y muchas personas hacían citas para escuchar sus consejos. Siempre acertaba y sus clientes ganaban más y más dinero. La misma Bolsa le paga como consejero especial y apreciaban sus consejos. Tenía talento en todos los aspectos de la vida.

    Había dejado su equipaje arreglado para liquidar la cuenta terminado su junta de negocios e ir directamente para el aeropuerto. Tenía tantas ganas de ver de nuevo a Bárbara. El destino se había burlado del hombre frío de sentimientos y puso en su camino a Bárbara María Mesa de los Ángeles. Recordó como la conoció, en aquella dichosa junta. Cuando la vio, sintió que sus piernas perdían su fuerza y casi no lo podían sostener en pie. Sintió que el pecho se le desgarraba.

    Mi princesa, gracias Señor por haberla conocido. Yo que nunca permití que ese sentimiento se adueñara de mí, ahora estoy como chiquillo enamorado.

    Cuando fueron presentados formalmente, Lupe vio como ambos se miraban. Lawrence continuó pensando en Bárbara y en la forma en que Lupe se la llevó de la junta. Pensó en las ganas que tenía de estrecharla entre sus brazos en cuanto regresara. Sabía que primero tendría que pasar a su casa, saludar a su esposa y a sus hijos e inventar una excusa para salir de nuevo e ir a verla.

    ¡Ay Bárbara! No sé cómo has aguantado esta situación, pensó Lawrence, pero me alegro que no te hayas cansado, que aceptaras. Debes quererme mucho, pero no más que yo a ti, eso sí te lo puedo jurar, como tantas veces lo he hecho. Lo único que quiero, ahora, es llegar y estar a tu lado. Liquidó la cuenta del hotel y se dirigió al aeropuerto.

    ******

    Hoy regresa su padre. Hay que tener todo arreglado como a él le gusta, ordenaba Rebecca Montañez de Montes de Oca a sus hijos, en voz alta. ¿No han escuchado que les estoy hablando?

    Aumentando el tono de su voz, Rebecca gritó, ¡Vengan inmediatamente!

    Nicolás había escuchado a su madre desesperada, como siempre, no le había hecho caso porque siempre se ponía igual. Nicolás, el mayor, era idéntico a su padre. Un muchacho guapo con un sentido de humor que no heredó ni de su padre ni de su madre, quizás de su abuelo. Era inteligente, como su padre, obtuvo todas las becas en la Universidad. Claro, él no las necesitaba dada su posición económica, pero las obtuvo por su inteligencia y no por ser hijo de Lawrence Montes de Oca y miembro de una familia tan importante.

    Su hermano Ángel, el gemelo, era idéntico a su hermana Angélica. Siempre estaba perdido, en otro mundo, envuelto en sus libros. Los libros eran su escape de la realidad; en cuanto comenzaba a leer un libro, tenía que terminarlo ese mismo día. Para Ángel no existía nada más importante que sus libros y también era inteligente como su padre. Además, disfrutaba estar solo. Su hermana gemela, Angélica, también era inteligente, como sus hermanos, pero había salido a su madre, con una actitud que molestaba a sus hermanos. Le pusieron el nombre de Angélica porque era parecido al nombre de su abuela Ángela. Era muy bonita, a sus 17 años, quería estar siempre a la moda. En muchas ocasiones, los diseñadores le enviaban muestras de sus diseños para ganar puntos con su poderoso padre.

    Los tres conocían bien a su madre, ella siempre se ponía histérica cuando su padre regresaba de un largo viaje de negocios.

    Hijos, reclamaba Rebecca, por favor, no quiero que su padre pase un mal rato cuando regrese. Quiero que todos estén aquí, que comamos juntos.

    A lo lejos se escuchaban las voces de sus tres hijos, Sí, mamá. Sí, mamá…

    Rebecca suspiró al escucharlos y volvió a revisar todo.

    Jimena, su sirvienta de toda la vida, y la nana de los muchachos, también suspiraba profundamente porque sabía que en cualquier momento Rebecca le iba a colmar su paciencia, pero, como estaba acostumbrada a sus histerias, no le hacía caso.

    Rebecca gritó, Jimena, Matilde, ¿cómo va la comida?

    Bien, Señora, todo está bajo control en la cocina, le contestó Matilde.

    Jimena la miró y dijo, "¿por qué no toma una siesta? El señor vendrá como a las 6:00 y son sólo las 4:00 de la tarde. Además, ya todo está listo.

    Rebecca la interrumpió, ¿cómo se les ocurre que me tome una siesta cuando el señor puede llegar en cualquier momento? Ustedes no saben de nada, sólo saben estar en la cocina. Jimena y Matilde ya conocían a la señora, así que no le hicieron caso y continuaron revisando el menú para la tarde.

    ******

    Estoy tan cansado, pensó Lawrence, mientras se acomodaba de nuevo en su asiento en el avión. Se quedó dormido, pero el sueño no duró mucho tiempo. De repente el piloto anunció que se pusieran los cinturones de seguridad. Lawrence sólo recordó que abrió los ojos, vio el rostro de Bárbara, gritó su nombre y luego escuchó un ruido estruendoso, un fuerte impacto y después silencio. El avión se había estrellado en las montañas. Ahora sólo se escuchaba el ruido de la lluvia que caía copiosamente sobre el avión destrozado.

    ******

    Bárbara tenía todo listo, se miró de nuevo al espejo y pensó, No estoy tan mal, seleccioné bien el vestido a Lawrence le va a encantar.

    El teléfono sonó y era su amiga y socia, Lupe. ¿Cómo estás Bárbara, ya llegó Lawrence?

    No, contestó Bárbara, él llegará aquí como a las nueve, su avión aterrizará a las seis de la tarde y en lo que va a su casa, etcétera, etcétera, tú sabes.

    ¡Ay Bárbara! Tan ingenua, te gusta ser plato de segunda mesa. Lupe era la mejor amiga de Bárbara, y siempre la aconsejaba, pero Bárbara no le hacía caso, aunque sabía que ella tenía razón.

    Bárbara, acuérdate que tenemos un juicio importante mañana, no te puedes desvelar. Dime, ¿revisaste el caso y estudiaste tu parte?

    Sí, sí, contestó Bárbara, no te preocupes Lupe, tú siempre preocupándote por nada. Además, ya tengo todo listo, pero por favor no me eches a perder la noche con tus reproches.

    Lupe se dio cuenta que había molestado a Bárbara y le dijo, Cariño, yo sólo te digo estas cosas por tu bien, no quiero que en el futuro sufras por él y eso es lo que, seguramente, te espere.

    Sí Lupe, lo sé, contestó Bárbara, ansiosa porque Lupe se despidiera. Hasta mañana, dijo Bárbara. Cuando colgó el teléfono pensó, Pobre Lupe, yo sé que ella me quiere mucho y aunque yo no quiera escucharla, sé que tiene razón.

    Suspiró y decidió revisar el caso que tenía, dando tiempo para que Lawrence llegara. Bárbara comenzó a revisar el caso criminal. Se concentró tanto en el caso que perdió la noción del tiempo. Anotó todas las estrategias que usaría para la defensa, y pensó, Otro caso ganado.

    Cerró los ojos y vio la cara y la sonrisa de su padre. Ay papá, si estuvieras conmigo, celebraríamos mi magnífico futuro como la honorable licenciada Bárbara María Mesa de los Ángeles, hija del juez, el Honorable Antonio Mesa de los Ángeles.

    Siguió pensando en su padre, suspiró y guardando los archivos para la defensa se dio cuenta de que ya eran las 11:30 de la noche. ¿Dónde estará Lawrence? ¿Se habrá atrasado su vuelo?

    No le quedaba otra alternativa que esperar. Se recostó en el sofá junto al teléfono para esperar su llamada, una llamada que no recibió.

    ******

    Las sirenas de las patrullas sonaban por las carreteras de Venezuela, con la esperanza de encontrar por lo menos un sobreviviente del vuelo 1280. Las ambulancias también se dirigían al lugar donde se había estrellado el avión. Los helicópteros sobrevolaban las montañas con la esperanza de encontrar el avión y algunos sobrevivientes. La prensa se había enterado de que el distinguido Lawrence Montes de Oca estaba en ese vuelo, así que todos los noticieros estaban presentes en el lugar donde había caído el avión.

    ******

    "Mamá, ¿a qué hora vamos a comer?, preguntó Ángel.

    Rebecca se dio de cuenta que, otra vez, su marido no llegaría a la hora indicada y dio órdenes para que sirvieran la cena. La familia Montes de Oca terminó de cenar y todos se fueron a sus respectivas habitaciones.

    ******

    Al día siguiente, Bárbara fue directamente a la corte donde Guadalupe de San Millán la esperaba ansiosa. Cada dos minutos Lupe miraba su reloj y pensaba, ¿dónde estará esta mujer? Lupe llevaba puesto un vestido color verde oscuro, el cual hacia resaltar su cabellera roja. Ella era más bajita que Bárbara, pero tenía la misma figura, lo cual les permitía compartir la ropa. Lupe era la única persona a la que Bárbara le otorgaba ese privilegio, al igual que Lupe a Bárbara. Lupe vivía cerca de Bárbara y salían siempre juntas a divertirse o en asuntos del Bufete.

    "¿Dónde estará Bárbara?, pensó de nuevo.

    De pronto vio a Bárbara que se acercaba. Por fin llegas mujer, dijo Lupe. Vamos que ya es tarde y creo que el juez ya está en la sala.

    Perdóname, es que pasé una mala noche, dijo Bárbara.

    Vamos, vamos, dijo Lupe.

    Casi corriendo se acercaron a la sala donde se celebraría el juicio. Licenciada Mesa de los Ángeles, creí que tendríamos que posponer el juicio, dijo su cliente.

    No se preocupe señor Durán, aquí estamos. El juez acababa de entrar a la sala y no se había dado cuenta de la tardanza de las licenciadas.

    ¿Ambas partes están preparadas para comenzar?

    , contestaron y el juicio comenzó. Después de terminado el juicio, sonriente y satisfecha, Bárbara miró a Lupe y dijo, Ya vez, tanto preocuparte para nada. Como dice el refrán pan comido".

    Lupe no pudo contener su asombro ante la manera en que Bárbara ganaba tan fácilmente los casos, no importaba lo difíciles que fueran. No me habías hablado de esa evidencia, sabes que como socia debes mantenerme informada de todo.

    Lupe, siempre tan dramática, dijo Bárbara, pero no te preocupes no volverá a suceder. Vámonos. Ambas licenciadas se alejaron de la sala.

    ¡Licenciada Mesa de Los Ángeles!, gritaba el señor Durán, mientras corría para alcanzar a las licenciadas. Muchas gracias por devolverme la libertad, les entregó un sobre y dijo Incluí algo más de lo que ustedes me han cobrado.

    Gracias señor Durán, contestaron las dos. El volvió hacia el Mercedes Benz que lo seguía lentamente.

    Lupe, dijo Bárbara, me debes una taza de café. Lupe sonrió y se dirigieron a la cafetería.

    Espera un momento, Bárbara, dijo Lupe. Déjame comprar el periódico, con la prisa no lo hice esta mañana. Fue entonces que Lupe vio en la portada de todos los periódicos la cara de Lawrence y la noticia, Se teme por la vida del distinguido ingeniero de tecnología, Lawrence Montes de Oca. El avión en que viajaba se estrelló y no se sabe si él y los demás pasajeros han muerto. Lupe seguía leyendo cuando Bárbara se le acercó y le preguntó por qué tardaba tanto. Lupe no sabía que decirle.

    Lupe le dijo en voz baja a Bárbara, Ten calma Bárbara, pero mira lo que dice el periódico.

    Bárbara la miró y luego fijó sus verdes ojos en el periódico que Lupe le mostraba. Bárbara se puso pálida y sintió que todo su cuerpo se paralizaba. No podía hablar, continuaba leyendo, esperando que la noticia fuera un error de prensa. Miró a su amado, que según el reportaje, temían por su vida debido al accidente aéreo.

    Bárbara se puso histérica y gritaba, ¡Dios mío! ¿Por qué? Esto no puede ser verdad. No, no.

    Lupe al ver lo histérica que estaba su amiga, la sacudió para volverla en sí. Bárbara sollozaba incontrolablemente, Lupe la abrazó.

    ¡Tengo que ir a su lado, Lupe!, gritaba Bárbara.

    Lupe no podía creer aún la noticia. Los periódicos lamentaban que Lawrence estuviera muerto, así como la gran pérdida para todo el país.

    Bárbara estaba en el limbo y Lupe dijo, Hay que llamar a Sergio, tal vez nos puede informar más detalladamente sobre lo que sucedió. Vamos, dijo Lupe a Bárbara, tu casa está más cerca, llamaremos de ahí.

    , contestó Bárbara, vamos. Tomaron un taxi que las llevó a su casa.

    ******

    Mientras tanto, a Lawrence lo atendían los mejores médicos del país. Al enterarse en cual hospital se encontraba Lawrence, muchos médicos, de distintas partes, fueron a ver si podían ofrecerle sus servicios.

    ******

    ¿Ya se fueron los muchachos para el colegio?, preguntó Rebecca cuando la sirvienta llegó a su habitación con el desayuno.

    , contestó Jimena. Y el señor, ¿a qué hora llegó?

    El señor aún no ha llamado ni ha llegado, le contestó Jimena.

    Esa mañana, todos los periódicos publicaron la foto de Lawrence en la primera página. Los noticieros detallaban lo que parecía pudo haber sucedido con el avión y dónde se encontraba el famoso ingeniero de tecnología. Solamente se habían salvado diez pasajeros, Lawrence era uno de ellos, pero de todas maneras, no podían asegurar que todos los rescatados sobrevivirían. El avión había quedado completamente destrozado y no se explicaban cómo pudieron haberse salvado tantos pasajeros. La noticia había causado un caos en la Bolsa de Valores, ya que Lawrence era uno de los principales consejeros. La Bolsa de Valores bajó después de que los periódicos publicaron el accidente aéreo de Lawrence Montes de Oca y que el ingeniero estaba desaparecido. La mayoría de los que tenían control en la Bolsa de Valores contaban mucho con los consejos de Lawrence, que además de ser un experto en la ingeniería tecnológica, tenía el conocimiento de la Bolsa de Valores. La situación aterrorizaba a la Bolsa de Valores porque era él quien dictaba los puntos que iban a subir o a bajar. Era una habilidad que Lawrence había desarrollado desde los quince años, analizaba le decía a sus socios y clientes cuando comprar o cuando vender. Les aconsejaba a todos sus clientes, siempre con buen resultado. Lawrence hacía que muchos gozaran de riquezas.

    Habían llamado a los padres de Lawrence desde el hospital en donde estaban atendiéndolo. Después de la llamada, Doña Ángela llamó a su nuera para darle la noticia. Lawrence siempre cargaba consigo una tarjeta donde tenía escrito a quién llamar en caso de emergencia, al igual que el nombre de su médico privado. El hospital había tratado de comunicarse con una tal Bárbara, pero después del accidente, el número quedó borroso y las veces que intentaron localizarla, resultaba un número equivocado.

    Rebecca se dirigió al aeropuerto para ir a Venezuela a ver a su esposo. Sus tres hijos, al ver a su madre tan desesperada, decidieron acompañarla. Allá la esperarían sus suegros, quienes tenían listo su jet privado para hacer el viaje.

    Don Carlos abrazaba a su esposa, quien sollozaba. "¡Dios mío,

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