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La cazadora
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Libro electrónico81 páginas45 minutos

La cazadora

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Te damos la bienvenida al mejor encuentro erótico de tu vida… Qué pena que no vivas lo suficiente para disfrutarlo. Solo se puede satisfacer la lujuria de la cazadora con sangre y sexo, así que de noche siempre está al acecho de una nueva presa. Sin embargo, hay pocos hombres que sean lo suficientemente oscuros para su gusto. Anoche tuvo un golpe de suerte: encontró un depredador tan retorcido como ella. Por desgracia para él, la cazadora es de todo menos humana, además, él tiene información que podría inclinar la balanza en la guerra entre el Cielo y el Infierno.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento1 may 2016
ISBN9781507140017
La cazadora

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    La cazadora - Nadia Dantes

    La cazadora

    por Nadia Dantes

    Índice

    Copyright

    Sobre la autora

    Sinopsis

    La cazadora

    Copyright

    ––––––––

    Copyright 2013 Nadia Dantes, todos los derechos reservados.

    Traducción de Isabel Mª Garrido Bayano.

    Título original: The Huntress

    Este libro es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y hechos son producto de la imaginación del autor o están utilizados de forma ficticia. Todos los personajes que aparecen en esta obra de ficción tienen 18 años o más.

    ***

    Sobre la autora

    Virginia Locke (Nadia Dantes) escribe sobre personas que están tanto en su mejor como en su peor momento y también sobre las múltiples facetas del amor y la obsesión. Actualmente reside con su gato en un edificio de ladrillo envejecido al lado de su restaurante de tacos favorito. Ella jura que es una maravillosa coincidencia y que no es la razón por la que se mudó allí, pero nadie le cree.

    Después de vivir en Sudamérica empezó a apreciar el aire acondicionado y la cerveza, lo que hizo que desarrollase unos métodos inusuales para mantener a raya el frío de aquellas noches estrelladas, secas y desiertas. Ella escribe sobre sus sueños y sus pesadillas, también de los deseos más oscuros y prohibidos que nunca le contaría a nadie.

    ***

    Sinopsis

    Te damos la bienvenida al mejor encuentro erótico de tu vida... Qué pena que no vivas lo suficiente para disfrutarlo. Solo se puede satisfacer la lujuria de la cazadora con sangre y sexo, así que de noche siempre está al acecho de una nueva presa. Sin embargo, hay pocos hombres que sean lo suficientemente oscuros para su gusto. Anoche tuvo un golpe de suerte: encontró un depredador tan retorcido como ella. Por desgracia para él, la cazadora es de todo menos humana, además, él tiene información que podría inclinar la balanza en la guerra entre el Cielo y el Infierno.

    La cazadora

    Él era un desperdicio. Estaba demasiado borracho, eso ya lo sabía ella desde el principio, pero dejó que la siguiese. A decir verdad, él no tenía otra opción. Una vez más, el hambre había comenzado a crecer dentro de ella. Los últimos hombres que había atraído sirvieron únicamente para el propósito de saciar su hambre, pues ya sabía qué consecuencias traía ignorar este hecho. Este era el motivo por el cuál, vestida con tacones negros, medio arrastraba a un joven borracho a través de los laberintos de hormigón por los callejones y las calles laterales. A ella ya le habían perdonado una vez su fracaso, fue un milagro. Pero ahora ni siquiera su nuevo Maestro sería capaz de repetir el milagro una segunda vez.

    El joven, de pelo castaño y engominado, le dio la bienvenida en la barra del Venom Club. Su voz forzó el tono natural, quizás para enmascarar un timbre de voz vacilante. Le dijo todo lo que ella se había aprendido de memoria de tanto escucharlo: que él no solía hacer esas cosas, le preguntó que qué hacía, fingió interés, asintió mientras zambullía los ojos azules en el canalillo cada vez que pensaba que ella no estaba mirando y finalmente midió su pecho con manos invisibles. Ella sonrió. Bebieron, aunque más bien bebió él. Después ella le sugirió abandonar el local y le pasó los dedos esmaltados de color rubí por el reverso de la mano.

    Los ojos verdes de la mujer brillaron en los del joven, brillantes y arremolinados, de tal manera que él se sintió atraído hacia ellos. Dentro de ese vórtice oscuro pudo ver los sueños más salvajes hechos realidad: su cuerpo le pertenecía por completo, desnuda ante sus pies rogándole que le concediera unos momentos más para sentir el roce de la piel en ella. Él asintió lentamente, durante unos instantes se manifestó una extraña claridad en sus ojos inyectados de sangre. Fue lo suficientemente largo para que ella se cerciorase de que lo había visto y quedase la trampa tendida. La seguiría allá donde fuera, a través de cualquier Infierno al que ella desease llevarle. Ella esbozó una amplia sonrisa sin preocuparse de esconder su felicidad cuando él la cogió de la mano y se dejó guiar fuera del local por la puerta de atrás.

    El Infierno que eligió para él fue un callejón a unas cuantas manzanas de distancia, a la sombra de uno de los numerosos edificios de ladrillo de la ciudad. El joven (cuyo nombre ella recordaba vagamente como Brad o Chad, aunque no le importaba lo más mínimo) se aferró a la mujer con gran fuerza, igual de ceñido que el vestido negro que ella llevaba puesto y que marcaba sus voluptuosas curvas. Le murmuró al oído lo caliente que estaba, lo zorra que era y que le haría esto y aquello entre otras cosas a sus grandes tetas o a su apretado culo. Su voz embriagada era un zumbido en la oreja, tanto esta como las manos que no paraban de toquetearla hacían que su malestar no parase de aumentar. Él la tocó con desesperación lasciva, le agarró los pechos, el culo y las caderas mientras se tambaleaba hacia adelante y hacia atrás, con cada paso que daba siempre estuvo a punto de pisarle los pies.

    En la oscuridad, las cejas delgadas y pelirrojas de la mujer se curvaron en una v enfadada, mientras que al mismo tiempo luchó contra las ganas de despedazarle miembro por miembro. Era patético, como todos los hombres, estaba ansioso por creer que una bella mujer pudiera desearle gracias a sus torpes intentos por poder copular. Su debilidad la llenaba de odio ardiente, pero el hambre que crecía dentro de ella era mucho más fuerte. Por ahora le necesitaba, pero una vez que hubiese terminado vería su sangre. En caso de que no le diese lo que necesita la vería mucho antes.

    Solo de pensar en lanzar los intestinos del joven por la escalera de incendios del edificio de atrás hizo que los labios escarlata de la mujer se curvaran en una sonrisa de placer malicioso. Sin embargo, su gesto se desvaneció y su ensueño se vio interrumpido por el comienzo de otra punzada de dolor. Esta vez vino acompañada de una ola de debilidad y náuseas. Brad o Chad le preguntó que qué

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