El Templo de la Madre Negra

Por Alec Silva

Tras años de camino y desventuras, la Señora de la Espada Victoriosa, sintiendo el peso de la edad, se encuentra en los límites de las tierras en que se aventuró a lo largo de su vida.

Al adentrarse en un territorio hostil y cercado de leyendas, su vida es salvada por una diosa vengativa y violenta, la Madre Negra, le promete una segunda chance, un reinicio.

Pero antes de que llegue el fin y surja un nuevo comienzo, la poderosa Nykh probará el gusto de la sangre de monstruos y demonios de una tierra inhóspita, en una tarea que hará que Vannora se confronte con uno de los últimos resquicios de su antigua vida.

• Idioma: Español
• Editorial: EX Editora
• Fecha de lanzamiento: 7 abr 2018
• ISBN: 9781547523511

Vista previa del libro

El Templo de la Madre Negra

Alec Silva

Prefacio

No hay mucho para escribir, excepto que pasó el tiempo desde la primera historia de Vannora, Entre Gigantes y su sucesora, Ninho de Dracogrifos, el que considero uno de mis mejores trabajos de ficción corta. En Ninho de Dracogrifos y si no me equivoco en la tercera historia, Requiem da Fatalidade, no nos dimos cuenta de que los años consumieron a la Señora de la Espada Victoriosa. Las emociones cambiaron. Los sentimientos se fueron sustituyendo. Los pensamientos acerca de varios asuntos se alteraron.

Vannora llega hasta aquí bastante cansada. Igual que su creador, yo en este caso. A pesar de que para mí sólo hayan pasado cinco años desde la primera vez que escribí la primera línea de su camino.

El Templo de la Madre Negra es una historia sobre finales y reinicios, segundas oportunidades, cambios de ruta, mundos no explorados o envueltos en misterios que necesitan ser explorados. Entonces, para mí, tiene sentido tener elementos de la mitología hindú — al igual que en Requiem da Fatalidade, un cuento sobre destino y suerte, tuvo elementos de la mitología celta.

En fin, se trata de una historia de finales y reinicios. Igual que la vida.

Alec Silva

Recrea tu vida, siempre, siempre. Remueve piedras y planta rosales y prepara dulces. Reinicia.

Cora Coralina

I

Los pasos eran lentos. No había prisa.

La gente la miraba con sorpresa, pareciéndole extraño que aquella figura caminara sin miedo entre un pueblo conocido por su crueldad, además del hecho de ser la única mujer en ese sitio que llevase una espada; sus ropas – una armadura liviana- y el pelo canoso, con sus tonos rubios que conservaba en algunas partes, cogidos en una trenza grande decorada con objetos diamantinos, denunciaban que era extranjera, lo que no era grato para nadie en