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Elegía 1938 (Carlos Drummond de Andrade, en la voz de Urayoán Noel)
Elegía 1938 (Carlos Drummond de Andrade, en la voz de Urayoán Noel)
valoraciones:
Longitud:
2 minutos
Publicado:
3 jun 2020
Formato:
Episodio de podcast
Descripción
Trabajás sin alegría para un mundo caduco,
donde las formas y las acciones no encierran ningún ejemplo.
Practicás laboriosamente los gestos universales,
sentís calor y frío, falta de dinero, hambre y deseo sexual.
Héroes llenan los parques de la ciudad en la que te arrastrás
y preconizan la virtud, la renuncia, la sangre fría, la concepción.
A la noche, si hay neblina, abren paraguas de bronce
o se retiran a los volúmenes de siniestras bibliotecas.
Amás la noche por el poder de aniquilación que encierra
y sabés que, durmiendo, los problemas te dispensan de morir.
Pero el terrible despertar demuestra la existencia de la Gran Máquina
y te vuelve a poner, chiquito, ante palmeras indescifrables.
Caminás entre muertos y conversás con ellos
sobre cosas del tiempo futuro y negocios del espíritu.
La literatura arruinó tus mejores horas de amor.
Hablando por teléfono perdiste mucho, muchísimo tiempo de sembrar.
Corazón orgulloso, tenés prisa por confesar tu derrota
y aplazar para otro siglo la felicidad colectiva.
Aceptás la lluvia, la guerra, el desempleo y la distribución injusta
porque no podés, vos solo, dinamitar la isla de Manhattan.
donde las formas y las acciones no encierran ningún ejemplo.
Practicás laboriosamente los gestos universales,
sentís calor y frío, falta de dinero, hambre y deseo sexual.
Héroes llenan los parques de la ciudad en la que te arrastrás
y preconizan la virtud, la renuncia, la sangre fría, la concepción.
A la noche, si hay neblina, abren paraguas de bronce
o se retiran a los volúmenes de siniestras bibliotecas.
Amás la noche por el poder de aniquilación que encierra
y sabés que, durmiendo, los problemas te dispensan de morir.
Pero el terrible despertar demuestra la existencia de la Gran Máquina
y te vuelve a poner, chiquito, ante palmeras indescifrables.
Caminás entre muertos y conversás con ellos
sobre cosas del tiempo futuro y negocios del espíritu.
La literatura arruinó tus mejores horas de amor.
Hablando por teléfono perdiste mucho, muchísimo tiempo de sembrar.
Corazón orgulloso, tenés prisa por confesar tu derrota
y aplazar para otro siglo la felicidad colectiva.
Aceptás la lluvia, la guerra, el desempleo y la distribución injusta
porque no podés, vos solo, dinamitar la isla de Manhattan.
Publicado:
3 jun 2020
Formato:
Episodio de podcast
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