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Haru Y Nilsa: Guerra Multiversal
Haru Y Nilsa: Guerra Multiversal
Haru Y Nilsa: Guerra Multiversal
Libro electrónico204 páginas3 horas

Haru Y Nilsa: Guerra Multiversal

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Información de este libro electrónico

Año 1600, en plena celebración por la unificación de Japón una fuerza extraterrestre desciende de los cielos atacando la capital. Mientras la general Haru Kaze saborea la victoria en las termas, una tan misteriosa como corpulenta figura encapuchada pregunta con ella con ansia. Pronto Haru descubrirá que es algo más que una mujer comandante de las fuerzas del emperador tras unir sus fuerzas a la forastera, quien no tardará en revelar sus habilidades especiales a través de un artefacto denominado "reliquia".

Haru y Nilsa: Guerra Multiversal es una novela Nanowrimo de Ciencia Ficción y Wuxia escrita durante la edición del año 2019 que nos introduce a una adaptación libre de la teoría del multiverso a través de un conjunto de universos compuestos, a su vez, por varias líneas temporales llamadas también multiversos en lo que los sucesos ocurrieron de otra forma. La obra, la cual se compone de cuatro arcos argumentales, acompañará al lector a través de un conflicto entre las denominadas "Reliquias", unos misteriosos agentes quienes velan por el orden entre multiversos y los miembros de "El Consejo", una organización con intereses en los diferentes multiversos en los que causa estragos.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 mar 2020
ISBN9780463978177
Haru Y Nilsa: Guerra Multiversal
Autor

Albert Gamundi, Sr

Bienvenido a mi perfil de smashwords. Soy Albert Gamundi, Sr. También conocido como El Creador de Relatos.No quiero extenderme demasiado hablando de mi persona, pues no quiero dar una visión preconcebida de mi, pues de tal forma mis relatos serian juzgados antes de ser leídos, por lo que quiero que tu, apreciado lector, disfrutes de la magia de la duda.Mi vida se ha caracterizado durante muchos años por vivir un tormento constante, es como ser un Tántalo moderno o un Sísifo que nunca consigue subir su roca hasta la cima. Mi especialidad es la novela negra, pues es un género que me permite desarrollar la lírica de mis personajes con profundidad, trato que cada una de mis obras sea un orquestra para el lector, pero cada vez que esta orquestra suena, lo hace de un modo distinto. Disculpad me si como El Creador de Relatos vivo bajo una máscara de carnaval veneciana, pero en este mundo todos viven bajo un disfraz y un papel que representan. Porque nadie suele ser, quien dice ser.Así pues, te invito humildemente a que leas cualquiera de mis obras.Puedes seguirme en facebook en el enlace que proporciono más abajo.https://www.facebook.com/Albertgamundisrescritor/?fref=tsHasta pronto, lector.

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    Haru Y Nilsa - Albert Gamundi, Sr

    Haru Y Nilsa: Guerra Multiversal

    Nanowrimo 2019

    por Albert Gamundi Sr.

    Copyright 2020 Albert Gamundi Sr 

    Edición Smashwords

    Edición Smashwords, notas de licencia 

    Gracias por descargar este libro electrónico gratuito. Aunque se trate de un libro gratis, sigue siendo la propiedad intelectual de su autor, y no puede ser reproducido, copiado y distribuido con fines comerciales o no comerciales. Si te ha gustado este libro, por favor anime a sus amigos para descargar su propia copia en Smashwords.com, donde también se pueden descubrir otras obras de este autor. Gracias por apoyar el trabajo duro de este escritor.

    Arco de la invasión de Japón

    1. Antes de la tormenta

    La paz había llegado a Japón, el nuevo nombre que recibiría la isla después de la sanguinaria guerra de dominación impulsada por el autoproclamado emperador Nozomi Fujioka. Las bajas habían sido importantes en el ejército imperial, puesto que un grupo de rebeldes acompañados por mercenarios chinos había abierto una brecha en las defensas haciendo uso de una pólvora negra refinada que quedaba muy lejos de las técnicas de manufactura del clan Kaze.

    Aquella noche correrían la cerveza artesanal y el sake desde las calles más humildes hasta el palacio, lo que nadie alcanzaría a saber es que la paz sería tan efímera como un cometa recorriendo el cielo nocturno. Desde los aldeanos hasta el emperador, todos brindaban y cantaban canciones de guerra, excepto la general Haru, quien había decidido ausentarse y no celebrar esa noche con sus soldados, aquellos valientes hombres a quienes había dirigido a pesar del polémico rumor que corría sobre ella.

    - Amigo Gen, esta noche es para ti. Quien podría decir que llegarías a ser uno de los hombres de confianza de Haru Kaze, siendo tan reservado como él. Aunque con esas mamas que esconde bajo la armadura, la pena es que sea capaz de mear de pie-. Bromeó uno de sus compañeros, quien engullía carne como si no hubiera un mañana. – Tiene sus motivos para no estar aquí compartiendo esta velada con nosotros. Debe ser duro para él tener esa malformación en el cuerpo, aunque sus rasgos faciales son tan bellos que en ocasiones me gustaría besarle-. Confesó mientras tenía la mirada pérdida en la belleza de una geisha que estaba tocando el arpa mientras unas lágrimas de cristal se deslizaban por su rostro. – Siempre has sido un rarito, ¿Por qué no le das unas monedas de oro a la dama y que toque tu instrumento esta noche? -. Se burló el camarada de su compañero, quien se levantó para quedarse de pie frente a él.

    – Levántate y salgamos fuera-. Lo desafió con voz tajante y con el rostro claramente enfurecido, sus ojos temblaban de rabia frente a aquella ofensa. – Tienes agallas chico, pero todavía eres un mozo-. Lo picó su adversario llevándose la mano a la catana. – Panda de imbéciles. Peleándoos por una vagina, volved a beber y celebrad no tenéis la más mínima idea de lo que va a ocurrir-. Los advirtió una figura enorme cercana al metro ochenta que se escondía debajo de una enorme capa con capucha. - ¿Y tú quién eres para decirme que debo hacer? -. Se encaró el varón a la figura desenvainando su espada corta. Dentro de la oscuridad de las ropas, se pudo oír como aquella figura tragaba sake con fuerza y descaro, luego eructó y tiró al suelo aquella botella. – Menuda mierda de bebidas tomáis los señoritos del sol naciente-. Sentenció la figura recién llegada con una voz burlona y poderosa.

    Los dos samuráis se encararon a ella quien extendió una mano fuera de la oscuridad de sus prendas, revelando a la luz de las antorchas un guantelete metálico recubierto con pieles protectoras de animales, probablemente osos y lobos. – Venid con todo lo que tengáis-. Los desafió sonriente el extraño llevándose la mano al cinto. – ¡Tenno Heika Banzai! -. Gritaron con las armas en posición horizontal, inclinando su cuerpo hacia adelante buscando perforar el cuerpo del guerrero desafiante. – Tengamos una pelea honorable-. Murmuró la barbárica figura tras desistir de desenvainar su espada con runas grabadas.

    Cuando vio a sus adversarios lo suficientemente cerca, se agachó para esquivarlos, ellos pasaron volando por encima de ella, pero tuvieron tiempo de percatarse de la evasión y se prepararon para un ataque vertical cortante. El defensor dio una voltereta para esquivar el próximo movimiento, tras recuperarse, hizo un gesto obsceno con el brazo derecho. – No tenéis ninguna posibilidad…-. Consideró al verlos desorientados y buscándola. El misterioso enemigo se llevó una mano a la capucha de piel y tiró hacia atrás de ella, dejando resplandecer una melena pelirroja con pequeñas trenzas adornadas con huesos y un rostro con unos ojos de color verde resaltados por pecas.

    Su nariz era fina y sus encendidas mejillas rojas destacaban por su aspecto níveo, el cual estaba marcado por esas facciones guerreras que le proporcionaban un fiero aspecto. – Si me decís dónde puedo encontrar a Haru Kaze no os haré daño. Lo juro por mis ancestros y mis padres Freya y Tyr-. Trató de mostrarse considerada frente a unos adversarios que intuía demasiado endebles como para que pudieran hacerle nada. - ¿Quién diablos son Freya y Tyr? -. Replicó Gen, furioso. El corazón de la guerrera se detuvo por un instante ante aquella ofensa. – No tenía pensado mataros, pero os regalaré una experiencia mejor que la muerte-. Pensó mientras sus manos temblaban de rabia, toda su figura se estremecía por la ofensa recibida.

    Tomó aire y soltó un pesado bufido, trató de concentrarse. Encorvó su cuerpo hacia delante y empezó a cargar con todas sus fuerzas con las dos manos abiertas, convirtiéndose en un blanco fácil para un ataque directo con las catanas, las cuales podrían rebanarle fácilmente los brazos. Los nipones creyeron segura su victoria, sin embargo, ella los atrapó a ambos por el cuello en su carrera, una vez sus poderosas manos obstruyeron sus vías respiratorias, alzó los brazos con ellos e hizo impactar los cuerpos contra el suelo, provocando un shock durísimo por el impacto que hizo temblar los brazos de la vikinga.

    – Escuchadme bien, cretinos sin honor, yo soy Nilsa Hacha de Cólera. Voy a necesitar todas las manos hábiles capaces de tomar armas para enfrentarme a un invasor cuya potencia de fuego que escapa a vuestra imaginación. Así que dad la voz de alarma, pues en cuánto el cielo se ilumine con cometas rojos, a vuestro querido monarca le van a faltar agujeros en los que esconderse. Y os lo advierto, es algo peor que la cólera de los dioses lo que os espera-. Les contó Nilsa con ambas rodillas tocando el suelo, mientras los guerreros estaban morados por la falta de aire en sus pulmones. – Eh, ¿Quién eres tú? Identifícate-. La reprendió la voz de uno de los guardias de élite del emperador. – Os he avisado, dad la voz de alarma, dejad de beber esa mierda y preparad vuestras defensas. Lamentaréis no haberme dicho dónde está esa tal Haru Kaze-. Les volvió a machacar con rudeza antes de volverse a cubrir la cabeza con la capucha y emprender la huida a través del puente que cruzaba un estanque con carpas.

    - Que bello cabello tienes Haru, ojalá el mío fuera tan sedoso como el tuyo-. Le susurraba al oído una esclava tomada a los frustrados colonos que procedían de eso que llamaban Europa. – Pero tus labios son más sensuales que los míos. Tengo ganas de morderlos mientras respiro tu perfume corporal. Ah, me encanta oler tu figura mientras mis uñas raspan ligeramente tu piel, esas manchitas sobre tus pechos me vuelven loca. Ah, mi deliciosa Elena, salgamos de estas termas y vayamos a gozar de esta noche con Astrid-. La invitó a salir con unos ojos iluminados, la lujuria resplandecía en ellos. A pesar de que ellas representaban eran el descanso del guerrero, incluso para los compañeros de la general Haru, cuya anatomía siempre había sido motivo de mofa, burla, descrédito, crítica y toda clase de malas intenciones a sus espaldas por parte de sus camaradas, Haru siempre las veía como unas amigas en quien confiar sus deseos.

    Astrid y Elena eran conocidas como las cortesanas de Haru Kaze, más después que ella amenazase con un cuchillo a un soldado quien mostró un comportamiento indecente hacia sus amantes. La silueta de Haru era fina y delgada, proporcionada y equilibrada, lo que la favorecía tanto en batalla como en sus gráciles movimientos en su vida diaria. Tenía una corta melena negra que le llegaba hasta los hombros una vez deshacía su moño. Sus ojos eran de un azul oscuro, sus facciones faciales eran delicadas como la nieve en primavera, mientras sus labios parecía que se fundieran hacia los lados, sus pequeñas orejas y sus finas cejas favorecían ese aspecto que la hacía parecer una ninfa. De cuello corto y con el agua todavía caliente recorriendo sus pequeños senos, Haru se esmeraba en taparlos como medida a la que estaba acostumbrada.

    Su fino vientre había sido cosido en dos ocasiones, la primera, cuando hizo frente a un tigre blanco durante su adolescencia, salvando así a la hija del emperador de una muerte segura. La otra fue durante un encuentro contra un soldado que no parecía del mundo de los vivos, tenía cabeza de lagarto, vestía con ropas de colores vivos, tenía cola rematada por toda clase de espinas y llevaba un arma que liberó una ráfaga de luz que atravesó su armadura y la lastimó, dejándola casi al borde de una muerte segura. La suerte de llevar un cuchillo en la bota derecha y acertar en el cuello al lanzarlo, le salvó la vida. Sin embargo, eso le costó un desmayo. Nadie creyó aquella peculiar historia, no obstante, Haru siempre mantuvo la convicción de que era cierto.

    Sus muslos no eran menos elegantes que el resto del cuerpo, eran propios de una mujer y estaban bien marcados por el entrenamiento y el frío. Le gustaba dar largos paseos por el monte Fuji cuando la ocasión lo permitía. Aunque, donde se esperaría su feminidad, se encontraban unos genitales masculinos, cuyo mástil estaba erecto y listo para tomar a las dos concubinas contra el tatami. ¿Cuántas veces había dicho? Yo soy más hombre que todos vosotros juntos durante su infancia tras negarse a convertirse en una cortesana y esconderse detrás de un abanico.

    Pero aquello no importaba, no cuando se había combinado con Elena, quien conocía los gustos de ella en el arte del amor, subía y bajaba, cerraba las piernas para estimular bien la salida de los flujos reproductivos. Astrid le besaba el rostro delicadamente, jugaba con los pechos y sabía estimular bien aquellos sensibles pezones, disfrutaba de tenerla a ella y no a un soldado. – Rayos, no, no, no, ahora no-. Empezó a quejarse mientras su cuerpo se estremecía por los sensuales movimientos y el enorme placer que precedía al clímax. Las dos amantes asintieron con la cabeza, a lo quien la montó se bajó del miembro viril y usó sus técnicas orales para terminar el trabajo. Haru dobló la espalda con fuerza y alcanzó el clímax quedándose sin aire. Empezó a hiperventilar mientras la aseaban con paños humedecidos.

    - Sois las mejores. Tomemos un poco de sake y repitámoslo-. Las apremió mientras acariciaba los senos de las chicas. Pero poco duró la felicidad de haber culminado el acto amoroso reservado a quienes podían costearlo debido al honor o al dinero, puesto que el destino estaba a punto de revelarse para Haru Kaze.

    2. El camino del guerrero

    La ciudad empezó a temblar en intervalos de varios segundos, el cielo parecía llorar meteoros de fuego provocando pequeños incendios en las chozas de los barrios humildes que se encontraban en las afueras de la ciudad. Las campanas de incendio empezaron a sonar con aquel ruido ensordecedor. – Que inoportunos. Debo asegurarme de la seguridad del emperador-. Se quejó amargamente Haru mientras apartaba delicadamente a Astrid de su entrepierna. – Rápido, mi kimono, mi wakizashi y mi catana pidió sus armas tras ponerse de pie y rehacerse el moño a toda prisa. Las damas obedecieron las órdenes sin rechistar mientras Haru corrió a la zona de la piscina para contemplar como el cielo rugía de rabia ante el evento.

    - Toma, amor mío. Por favor, vuelve en cuánto hayas solucionado esto-. Le rogó Astrid haciendo uso de su labia y el teatro que representaba debido a su condición. Haru la miró con gesto cariñoso mientras se ataba los pechos con las vendas de tela antes de vestirse el kimono. – Poneos a salvo y no salgáis a la calle por nada. Tengo un mal presentimiento-. Se despidió de ellas con un beso en los labios antes de arrancar las espadas de las manos de Elena. Se calzó los zuecos en la entrada y salió a la calle. Las estrechas calles y las tiendas estaban abarrotadas de soldados que corrían y de civiles con cubos de agua en dirección a los fuegos.

    La guerrera tomó a uno de los soldados por el cuello para pedir explicaciones. – Soldado, soy la general Haru Kaze, reporta la situación-. Le exigió con rudeza. – Han empezado a llover meteoros del cielo, en el horizonte hablan de invasores. Todos son extranjeros, no podemos contenerlos a todos…-. Replicó nervioso y tenso ante la cara de asco de Haru por haber visto interrumpida su celebración. El guerrero se quedó mirándola. - ¿A qué esperas? ¡Al campo de batalla! -. Le gritó con todas sus fuerzas, manchándole la cara de saliva. – Están agotados por los meses de campaña. Este repentino ataque es un fastidio para su cuerpo, pero deben responder a su camino del guerrero-. Pensó mientras se unió a la turba de guerreros y trataba de dirigirse a la armería, dónde estaban reparando su coraza.

    Poco tardó en desaparecer el olor de las sales de baño, de los cuerpos desnudos y sudorosos de sus amantes, la sensación de placer sexual dejó paso al ardor y la fiebre por el combate. Aquello la hacía sentir viva, tener una razón por la que luchar y una justa recompensa tras convertirse en una guerrera todavía no batida en combate.

    En las puertas traseras de la ciudad, la zona en ruinas afectada por el ataque a traición recibido con aquella pólvora negra reforzada, Nilsa paseaba haciendo uso de su sentido del olfato para percibir la sangre caliente y ácida de sus adversarios, quienes no eran humanos, sino extraterrestres. – Uno, dos, tres, cuatro… cinco-. Murmuró tras poder apreciar cinco esencias distintas en el aire. El ambiente estaba cargado con el olor a runa y pólvora, pero aquello no era capaz de engañar a su olfato. – Salid a jugar con mamá-. Avisó en tono burlón mientras desenvainaba su espada con runas. – Ascensión de arma a hachas dobles de combate-. Dijo para sus adentros. De pronto, la herramienta adquirió un color dorado, se volvió polvo luminoso y formó un remolino en ambas manos, entonces, emergieron dos pesadas hachas con sendas hojas afiladas y resplandecientes.

    Se mantuvo el siniestro silencio a su alrededor. La luna iluminaba el campo de combate entre los comercios enrunados, Nilsa tensó ligeramente sus músculos siendo consciente de que sus adversarios no tendrían piedad con ella, algo que era recíproco. La vikinga fingió bajar la guardia regresando a la ciudad, aunque, tanto sus oídos como su olfato supieron leer desde dónde vendrían los atacantes. Cuatro de ellos emergieron de la destrucción. Eran alienígenas con el cuerpo escamoso, cabeza y cola de pez, cuerpo antropomorfo e iban revestidos con una aleación plateada que ella jamás había visto.

    La nórdica dama dio un salto atrás para esquivar los cuatro ataques coordinados con lanzas de metal rematadas por un mineral energético que aseguraba un dolor profundo y doloroso después de infligir una herida en el cuerpo. - ¿No podéis hacerlo mejor? -. Se preguntó sonriente antes de lanzar una de sus armas a volar, viaje durante el cual las herramientas se volvieron hachuelas de guerra. La primera de ellas impactó de lleno en el centro de las facciones faciales de uno de los atacantes, mientras que la otra se perdió en la oscuridad. – Esto no pinta nada bien. Volved-. Ordenó mientras en sus manos volvía a formarse el polvo dorado que se había manifestado anteriormente. – Confirmado, general Zagckiner,

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