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Altas Dosis: Los efectos milagrosos de dosis extremadamente altas de vitamina D3. El gran secreto que la industria farmacéutica quiere ocultarle.
Altas Dosis: Los efectos milagrosos de dosis extremadamente altas de vitamina D3. El gran secreto que la industria farmacéutica quiere ocultarle.
Altas Dosis: Los efectos milagrosos de dosis extremadamente altas de vitamina D3. El gran secreto que la industria farmacéutica quiere ocultarle.
Libro electrónico187 páginas2 horas

Altas Dosis: Los efectos milagrosos de dosis extremadamente altas de vitamina D3. El gran secreto que la industria farmacéutica quiere ocultarle.

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Información de este libro electrónico

La primera edición española de este libro —un éxito de ventas en Estados Unidos en su versión electrónica— presenta los últimos descubrimientos realizados sobre la «milagrosa» vitamina D3 desde una perspectiva poco convencional. Con un estilo ameno y riguroso, Jeff Bowles guía al lector en una interesante trama de hechos científicos y experiencias personales derivadas de sus «peligrosos» experimentos. Él mismo explica en sus páginas el porqué de este libro: «Cuando comprendí que 4.000 UI diarias no eran suficientes para mí, decidí someterme a un “peligroso” experimento, desoyendo el consejo médico que tantas veces había escuchado en años anteriores: “tomar demasiada vitamina D es peligroso”. Comencé directamente con 20.000 UI/diarias (50 veces más que la dosis supuestamente segura) y más adelante subí a 100.000 UI/diarias (250 veces más de lo recomendado). Y ¿qué creen que me ha sucedido en los últimos diez meses? ¿Acaso he muerto? ¿He enfermado? No, todo lo contrario. Este libro describe en detalle los resultados de mi experimento así como los riesgos que deben evitarse. Además presenta una nueva teoría, sencilla y elegante, que explica por qué altas dosis de vitamina D3 pueden prevenir —e incluso curar— muchas de las enfermedades y problemas de salud que padecemos desde los años 80… es decir, desde el momento en que los médicos nos aconsejaron no exponernos al sol y utilizar siempre protectores solares. Así es como surgieron esas grandes epidemias a las que nos enfrentamos hoy en día: obesidad, autismo, asma y muchas otras. La teoría es muy sencilla: la vitamina D3 es una hormona que produce la piel cuando se expone a la radiación solar. Por tanto, no es realmente una vitamina… simplemente recibió un nombre equivocado cuando fue descubierta. Cuando nuestras reservas de vitamina D3 escasean, nuestro cuerpo comienza a prepararse para un periodo de hibernación comiendo desmedidamente, ralentizándonos para ahorrar energía e incluso provocando depresiones para evitar que salgamos de casa. De hecho, la disminución del nivel de vitamina D3 es precisamente la señal que indica a un oso que ha llegado el momento de hibernar. Si el cuerpo espera una escasez de recursos —lo que antaño era frecuente en invierno—, de modo natural comienza a preservarlos para más adelante. Esto desencadena un fenómeno que he denominado el “síndrome de reparación incompleta” y que es responsable de la mayoría de las enfermedades humanas, exceptuando las causadas por mutaciones genéticas espontáneas o por el envejecimiento. Con altas dosis de vitamina D3 puede tratarse un gran número de dolencias: esclerosis múltiple, asma, 17 tipos de cáncer, lupus, artritis, trastornos cardiacos, obesidad, depresión, párkinson y muchas más. La mayoría de los médicos estudia varios años y después se dedica a aplicar los conocimientos adquiridos en lugar de seguir aprendiendo. En cambio, yo he dedicado más de veinte años al estudio de las enfermedades y el proceso de envejecimiento; durante diez años pasé doce horas diarias en la biblioteca de la facultad de medicina revisando estudios clínicos y trabajos científicos. He publicado tres artículos científicos importantes en una revista especializada que cuenta con cinco Premios Nobel en su equipo de redacción. Los editores valoraron mis trabajos como extraordinariamente interesantes y de gran importancia para la medicina».
IdiomaEspañol
EditorialMobiWell
Fecha de lanzamiento22 feb 2017
ISBN9783944887395
Altas Dosis: Los efectos milagrosos de dosis extremadamente altas de vitamina D3. El gran secreto que la industria farmacéutica quiere ocultarle.

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  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Interesante, lo que pasa es que no habla de los posibles problemas de alta dosis de vitamina D
  • Calificación: 4 de 5 estrellas
    4/5
    Fácil de leer , con muchos datos de pacientes y lectores , que ha funcionado y su propia experiencia y la mía , ya que mi nutricionista me había mandado junto con k2 , seguramente el supiera de este libro, gracias por la información valiosa.





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Altas Dosis - Jeff T. Bowles

D3.

De qué trata este libro

La medicina oficial es una ratonera, al menos para los pacientes. La mayoría de los médicos estudian algunos años y luego ejercen su profesión únicamente para ganar dinero. No les interesa seguir aprendiendo.

En cambio, yo he dedicado más de veinte años al estudio de las enfermedades y el proceso de envejecimiento; durante diez años pasé doce horas diarias en la biblioteca de la Facultad de Medicina revisando estudios clínicos y trabajos científicos. He publicado tres artículos científicos importantes, y, de hecho, en una revista especializada que cuenta con cinco premios Nobel entre sus editores. El equipo de redacción calificó mis trabajos de extraordinariamente interesantes y de gran importancia para la medicina. Muy bien, estas son mis referencias…, pero ¿de qué trata este libro que tiene entre sus manos?

Un día comprendí que 4000 UI¹ diarias de vitamina D3 no eran suficientes para mí. Entonces decidí someterme a un «peligroso» experimento, desoyendo el consejo médico que tantas veces había escuchado en los años anteriores:

«NO TOME DEMASIADA VITAMINA D3 —¡ES PELIGROSO!».

La dosis recomendada es de 400 UI diarias, pero yo comencé directamente con 20 000 UI, es decir, 50 veces más. Después de unos cuatro meses elevé la dosis a 50 000 UI (125 veces más que la dosis supuestamente «segura») y, más adelante, a 100 000 UI (250 veces más de lo recomendado).

¿Cómo me ha ido en los últimos diez meses?, ¿he muerto?, ¿he enfermado? No, al contrario. Mi terapia con altas dosis de vitamina D3 durante un año ha curado todas mis dolencias crónicas…, y algunas de ellas llevaban torturándome durante más de 20 años.

Mi «cadera en resorte» (coxa saltans), que me ha estado causando dolores durante 23 años y que ningún médico sabía remediar, se ha curado completamente. ¡Se acabaron los dolores y los chasquidos!

La tiña de las uñas u onicomicosis, un hongo amarillo que me crecía bajo las uñas de los pies, resistió obstinadamente durante 20 años todos los tratamientos. Pues bien, diez meses de vitamina D3 en altas dosis han devuelto a mis uñas un color saludable: ahora están perfectamente sanas.

Un abultamiento óseo en el codo que me hacía parecer Popeye el Marino, se ha disuelto totalmente. Mi codo tiene ahora el mismo aspecto que hace 20 años.

Durante 15 años mis hombros artríticos no han parado de crujir y doler, impidiéndome lanzar correctamente una bola de béisbol. Esta dolencia también ha desaparecido, y ahora lanzo la bola cuatro veces más lejos que antes.

Un quiste sinovial en mi muñeca resultó imposible de subsanar durante cinco años. Ahora se ha reducido del tamaño de una bola de golf al de un guisante, está duro como la piedra, no duele y sigue encogiéndose.

Un pequeño quiste subcutáneo decoró mi rostro durante 20 años. ¡Ahora ha desaparecido!

A todo esto se suma que, sin recurrir a ninguna dieta, he reducido mi peso de 92 a 81 kilos.

En las páginas siguientes describiré en detalle los resultados de mi experimento y le informaré sobre posibles riesgos. Además, presentaré una nueva teoría, sencilla y elegante, que explica por qué una terapia con altas dosis de vitamina D3 puede prevenir o curar todas las epidemias y problemas de salud que padece la humanidad desde los años 80, es decir, desde el momento en que los médicos aconsejaron por primera vez no exponerse al sol y utilizar siempre protectores solares. Esta es precisamente la causa de muchas enfermedades comunes a las que nos enfrentamos hoy en día: adiposidad (obesidad), autismo, asma y muchas otras.

La teoría es muy sencilla: la vitamina D3 es una hormona que produce la piel humana cuando se expone a la radiación solar. Por lo tanto, no se trata en absoluto de una vitamina, simplemente, recibió un nombre equivocado cuando fue descubierta. Cuando el nivel de vitamina D3 es demasiado bajo, el cuerpo intenta prepararse para el invierno comiendo desmedidamente; además, ralentiza todos los procesos vitales para ahorrar energía, e incluso provoca depresiones para evitar que salgamos de casa. Por cierto, la disminución del nivel de vitamina D3 es, precisamente, la señal que indica a un oso que ha llegado el momento de la hibernación.

Si el cuerpo espera una escasez de recursos debida al invierno, de modo natural comienza a preservarlos para más adelante. Esto desencadena un fenómeno que he denominado el «síndrome de reparación incompleta», que es responsable de la mayoría de las enfermedades humanas, exceptuando las causadas por mutaciones genéticas espontáneas y por el envejecimiento. Con altas dosis de vitamina D3 pueden evitarse o tratarse un gran número de dolencias: esclerosis múltiple, asma, 17 tipos de cáncer, lupus, artritis, trastornos cardíacos, obesidad, depresión, párkinson y muchas más.

¡Escribí la primera versión de este libro en solo cuatro días!

Cuando me senté a escribir este libro, enseguida me di cuenta de que el trabajo avanzaría rápidamente y casi por sí solo, sin bloqueos creativos u otras dificultades. Desde el principio supe que me llevaría solamente unos pocos días.

Esto se debe a que estaba, y estoy, totalmente entusiasmado con la idea de relatar a mis lectores mi «peligroso experimento» (como los médicos lo denominaron) y las conclusiones a las que he llegado. Estaba impaciente por escribirlo todo.

Breve resumen del contenido

Me gustaría comenzar sirviéndole unos entrantes especiales para despertar su apetito por este libro. A través de mis experimentos personales y de las numerosas pesquisas y reflexiones que he realizado sobre el tema, he llegado a una teoría de D3 muy concisa que destaca por su elegante sencillez. Para ello, solo he tenido que conectar algunos hechos simples y aplicar el sentido común. A pesar de su sencillez, esta teoría podría explicar las causas de muchas enfermedades y problemas de salud de los seres humanos y, posiblemente, ayudar a prevenirlos. Como he mencionado antes, quedan excluidas las enfermedades causadas por el envejecimiento y los síndromes derivados de las mutaciones genéticas. Todas las demás dolencias, según mis investigaciones, parecen evitables o curables mediante la aplicación esporádica y meticulosa de una terapia con dosis extremadamente altas de vitamina D3.

A continuación voy a exponer los hechos y las ideas más importantes de lo que yo denomino el «síndrome de hibernación humano». Su causa principal es que el cuerpo no recibe suficiente luz solar y, por tanto, se comporta como si debiera prepararse para el invierno.

Hecho 1:

¡La vitamina D3 no es una vitamina! En realidad, se trata de una hormona secoesteroide que actúa prácticamente sobre todas las células del cuerpo provocando una modificación de la expresión génica. Los receptores de la vitamina D3 están presentes en todas las células.

Hecho 2:

La vitamina D3 es la forma hormonal activa de la vitamina D. En el pasado, los seres humanos obtenían la mayor parte de la dosis necesaria de vitamina D3 exponiendo su piel al sol. La luz solar activa una forma inactiva de la vitamina —muy parecida a D3 y compuesta de colesterina— y la transforma en una hormona funcional (previamente hay una serie de pasos intermedios en el hígado y en los riñones, pero en este contexto podemos olvidarnos de ellos). Las vitaminas D2 y D1 son formas menos efectivas de la hormona y pueden obtenerse de las plantas a través de la alimentación; por ejemplo, comiendo hongos que han sido expuestos a radiación ultravioleta. En general, D1 y D2 se consideran versiones sintéticas, más débiles y menos valiosas de la hormona animal D3. (Por cierto, muchas hormonas se forman a partir de la colesterina, por lo que se las denomina hormonas esteroideas o esteroides; es el caso de D3, la testosterona, el estrógeno, la DHEA, la progesterona y el cortisol. A nivel estructural, son todas muy parecidas entre sí, las diferencias son mínimas).

Hecho 3:

En los soleados meses de verano, la piel humana produce, por regla general, mucha más vitamina D3 que en los oscuros meses invernales. Actualmente, la alimentación es la fuente principal de D3 para muchas personas, aunque antaño obtenían la mayor parte de la D3 necesaria mediante la luz solar.

Hecho 4:

El déficit de vitamina D3 está relacionado con un gran número de enfermedades y trastornos médicos. Centrémonos por ahora en la obesidad, la depresión, la artritis y la propensión a resfriarse.

El razonamiento es sencillo: en primavera y en verano, el cuerpo humano se expone con más frecuencia e intensidad a la radiación solar, por lo que su nivel de vitamina D3 es alto y está en continuo aumento. Como consecuencia de la evolución, el cuerpo sabe que en esta época hay comida abundante, que los días son largos y que todo está bien. D3, la hormona del sol, comunica al cuerpo que puede quemar tranquilamente una gran cantidad de energía y emprender diferentes actividades, ya que hay suficientes alimentos y fuentes de vitaminas disponibles. Por tanto, D3 nos proporciona muchísima energía; eleva el nivel de actividad, reduce la sensación de hambre y nos mantiene sanos (sobre esto hablaré en detalle más adelante).

Cuando llega el invierno en el hemisferio norte, la producción de la hormona del sol D3 disminuye drásticamente en las personas que viven en las latitudes septentrionales. Gracias a la evolución, el cuerpo sabe que se encuentra ante una posible escasez de alimentos, lo que antaño ocurría con frecuencia en invierno. (Sobre el tema de la escasez de alimentos en invierno me viene a la memoria la Expedición Donner. En el invierno de 1846/47 este grupo de colonos se vio sorprendido por una tormenta de nieve en las montañas de la Sierra Nevada norteamericana y quedó atrapado durante meses. Para sobrevivir, los colonos recurrieron al canibalismo. Solo se salvaron 48 de los 87 miembros iniciales).

Si usted fuera un oso que habita en el norte, un nivel bajo y decreciente de D3 le indicaría a su cuerpo que debe prepararse para la hibernación. En los osos negros norteamericanos, por ejemplo, el nivel de vitamina D3 en verano es de 23 nmol/l (o 10 ng/ml), y durante la hibernación desciende a 8 nmol/l (3 ng/ml). La disminución de D3 se compensa a través de un fuerte aumento de una forma inactiva de la vitamina D; en el caso del oso, mediante la pseudovitamina D2. El oso se prepara para la hibernación comiendo todo lo que puede a fin de ganar el máximo peso posible y poder sobrevivir al invierno. En el caso de las osas, el aumento de peso entre el nivel mínimo del verano y el nivel de la hibernación llega, a menudo, al 70 %. Hay muchos mamíferos que hibernan, como los mapaches, las mofetas, las marmotas canadienses, las ardillas listadas, los hámsteres, los erizos y los murciélagos. La mayoría de los reptiles y los anfibios pasan el invierno en la llamada brumación [un estado parecido exteriormente a la hibernación, pero metabólicamente diferente], mientras que los cocodrilos y los caimanes son capaces de sobrevivir en la estación oscura sin alimentarse durante meses. Aparentemente, la hibernación² es una reacción desarrollada de tanto en tanto por todos los animales o por sus antepasados evolutivos. Por consiguiente, es muy probable que nosotros, los seres humanos, también tengamos un mecanismo de hibernación ancestral —parcialmente reprimido— grabado en nuestro ADN.

Hibernación

Si le cuesta creer que el ser humano desciende de un antepasado que entraba en hibernación, seguramente también le costará creer que los perros se han desarrollado a partir

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