La casa devastada
Por Carlos Cociña
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Más vital que la mayoría de los escritores jóvenes, la obra de Carlos Cociña antepone la experimentación como forma natural de escritura. Su impronta es evitar cualquier prejuicio y abordar múltiples materiales de construcción: literatura científica, versos cargados de lirismo o imágenes intraducibles por su rara belleza.
Esta Casa Devastada se devela como una morada en continua transformación, que reflexiona de forma alucinante y perturbadora porque el ser humano no puede quedarse quieto y porque: "Siempre alguien te ve, antes,/mucho antes,/antes que las cámaras".
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La casa devastada - Carlos Cociña
CARLOS COCIÑA
La casa devastada
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La casa devastada (2009 - 2016)
Carlos Cociña
N. Del E: Esta edición definitiva de La Casa Devastada, fue elaborada por el autor entre los años 2009 - 2016. Un adelanto de este libro fue publicado por nuestro sello en El margen de la propia vida (2013. Premio Municipal de Poesía), y una versión en proceso de esta obra fue publicada en España por el sello Liliputienses el año 2015.
I
Materiales en el lugar equivocado
Cesta
01
La morfología de las ciudades integra un modelo perceptivo. Entrecerrada en los brillos que llegan y son absorbidos por la pupila: la plaza pública, allí despliega sus instancias políticas, administrativas y sociales, mercados, pórticos, edificios gubernativos, teatros y estadios, se expande en una cuadrícula que desarrolla espacios abiertos, alcantarillados, aguas corrientes, baños, pavimentos, servicio de incendios, entre los ejes norte sur y este oeste. El templo, la curia y la basílica son ocupados por quienes leen libros sagrados y cumplen las leyes. La puerta es el vestíbulo del sistema nervioso, un corte de la masa encefálica. Una perspectiva per- mite la escenografía de los hospitales, hospicios, barrios o conjuntos habitacionales, alamedas, paseos, centros de enseñanza, instituciones de cultura e innumerables puentes. Un espacio en constante disolución.
En los aledaños campos de cultivo se forma un tejido geográ co que se engarza de manera orgánica a puertos, ciudades de tránsito, mercados y villas artesanales diezmadas por las pestes y devoradas por las ratas. Sus plazas, calles y solares por necesidad se sitúan en series casi inexpugnables de montañas, lugares abruptos, islas, inmediaciones de líquidos correntosos, colinas rodeadas por fosos naturales de un curso de agua, o en un espigón avanzado en la con uencia de ríos. Su con- dición aumenta las di cultades de emplazamiento y el trazado resulta irregular y tortuoso, sin ley ni orden, insumiso al principio regente, elusivo de los impuestos.
Lo longitudinal de las fábricas y molinos en ríos, se evapora en concentracio- nes puntuales que molestan, rodean, ahogan, aplastan. Sus vías encierran islotes edi cados con espacio, aire, sol, labores naturales y libres, para circular entre las amenazas y el ambiente, con la colaboración de aguas, cursos y cascadas.
En la construcción, con materiales resistentes, para morada u otros usos, está el individuo organizado respecto de la especie a la que pertenece o de la que deviene. Del mismo origen son las damas y las mancebas, las que ataviadas con semicírculos a los costados, levantan las piezas para ocupar lo dado.
Sin malicia, excusa ni fortificaciones, lo recién abandonado o expuesto, está sin el moblaje más preciso. Entre tener mesa franca o asentar, es mejor arder.
Anexo 01
El paciente se encuentra en peores condiciones. Siguen construyendo el edi cio del frente. Ya han hecho la excavación y han cubierto de cemento los bordes. Las casas aledañas están al borde del abismo. Han comenzado los camiones a traer las mezclas y las personas descargan los sostenedoresde la estructura básica que contendrá la obra. El paciente está en una con- dición estable, sin embargo, en cualquier momento se puede desestabilizar. Es imprevisible el momento en que ello ocurra, lo que aumenta con la inestabilidad del terreno. Hay ruido constante en el entorno y polvo en suspensión. Las máquinas entran al espacio sonoro aleatoriamente, no así el proceso que tiene secuencias exactas. El paciente se mantiene en silencio, ahondando el desconocimiento de las arquitecturas primarias. El trabajo en la construcción no se ve. Hay ausencia de máquinas, aunque se percibe el sonido de aquéllos que trabajan en el fondo. Con seguridad son artesanías elementales. A veces algo indica que el paciente está en fase crítica. No alcanzo a ver si se han producido derrumbes de tierra o en los andamios iniciales. Solo puedo estar muy atento a los cambios que pueden ocurrir. Tengo miedo. Mucho. Los trabajos continúan y de vez en cuando se ve una manga que se levanta para luego desaparecer en el fondo. Son los conductos que provisoriamente llevan líquidos. El ritmo es más calmo y el martilleo improvisadamente rítmico. Las paredes con- tienen el terreno. El paciente ha entrado en una fase donde la liviandad de los soportes es su fortaleza. Los vehículos con cemento giran sus tolvas descargando material y un sonido advierte el movimiento de retroceso. Luego un ruido parejo, imperturbable. Los cierres provisorios hacia la calle, cuando se abren, permiten ver los alzaprimas de color rojo y las mallas que comienzan a cubrir los bordes de los sostenedores del terreno. El paciente cree que diversi cando sus actividades