Dormir toda la noche de un tirón nos resulta lo más deseable del mundo. Sin embargo, las noches de sueño ininterrumpido están lejos de haber sido la norma. Hasta hace apenas un par de siglos, lo natural era dormir desde las nueve o diez de la noche hasta pasadas las doce, estar despierto durante una hora, más o menos, y luego volver a dormir hasta la mañana. Lo curioso es que algunas comunidades aisladas, que no conocen la luz artificial, siguen manteniendo ese ritmo, que se conoce como sueño bifásico.
A principios de nuestro siglo, el historiador Arthur Roger Ekirch detectó, en archivos criminales del xvii londinense, referencias que lo intrigaron: aludían al “primer sueño”, al “segundo sueño” y también a las actividades realizadas durante el tiempo de vigilia intermedio. Algunos decían quedarse en la cama y rezar, pensar o tener relaciones íntimas, pero también