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El correo del viento
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Libro electrónico54 páginas41 minutos

El correo del viento

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Relato sobre Opasnost, pueblo de la Patagonia en donde los habitantes viven aislados por un extrañísimo fenómeno climático que concentra vientos impulsivos y arremolinados, dificultando el acceso al lugar y templando el temperamento de su gente.
IdiomaEspañol
EditorialLOM Ediciones
Fecha de lanzamiento28 feb 2023
ISBN9789560015273
El correo del viento

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    El correo del viento - Oscar Barrientos Bradasic

    I

    ¿Sabe lo que es el amor? Yo sí: caída libre y fuerza ascendente a la vez.

    Como el viento.

    Si quiere comprobarlo deberá visitar un lejano poblado que queda al interior de la pampa magallánica, antes de llegar a Puerto Natales, siguiendo una dilatada huella de tierra que probablemente nunca será pavimentada, un desvío en la carretera que se interna como una lombriz ancestral en rutas donde solo encontrará desolación, aridez y coirón. Opasnost –así se llama el lugar–, al igual que otras aldeas, es resabio de la antigua idea que gobiernos pasados tuvieron de poblar la Patagonia. Los gobiernos actuales evocan ese sueño, pero se esmeran en boicotearlo. Aunque en este caso la palabra poblado pudiese resultar un tanto pretenciosa.

    Se trata con suerte de cuarenta y tantas casas con tejados de latón rojo, la capilla religiosa, la enfermería, el cementerio de mascotas, la sede del club deportivo Brisa Austral, la Casa del Escritor de Pueblo Abandonado, una oficina de carabineros que oficia de retén policial y en cuyo mástil ondea deshilachada la bandera de Chile. Queda al borde de una ladera con pastizales secos y encorvados.

    Hay otros parajes de la inmensa región magallánica que son célebres en todo el mundo por su difícil acceso, como la famosa Bahía de los Cuarenta Días, escala obligada para llegar al islote donde se erige el Faro Evangelistas; o el dificultoso canal Brecknock, ruta marítima de chubascos y cerrazones, que conocieron aquellos corajudos navegantes que se aventuraron al sur del Cabo de Hornos. Opasnost, pese a ser un villorrio totalmente distante del océano al cual solo se llega por vía terrestre, tiene como factor que dificulta el arribo a ella la intrincada y devastadora naturaleza de sus vientos.

    En todo caso, el poder de las fuerzas eólicas constituye un elemento transversal a toda la región magallánica, aspecto ya consignado por la poeta Gabriela Mistral cuando estuvo dos años en la más alejada provincia de Chile, a comienzos del siglo XX: «La tierra a la que vine no tiene primavera: / tiene su noche larga que cual madre me esconde. // El viento hace a mi casa su ronda de sollozos / y de alaridos, y quiebra, como un cristal, mi grito. / Y en la llanura blanca, de horizonte infinito / miro morir intensos ocasos dolorosos».

    Los temas eólicos en Opasnost, sin embargo, están fuera de todo pronóstico y son dignos de estudio. Se trata de una profunda garganta donde solo gobierna la tempestad, adquiriendo inusitadas formas.

    El fenómeno que se produce en la localidad de marras obliga a que las tres largas cuadras que la componen se encuentren interconectadas, ya que salir como un sencillo transeúnte conlleva considerables riesgos, incluso mortales. Los corredores techados entre edificios parecen fuelles. Aquellos vientos descienden, a la manera de voraces dragones de aire, sobre las dos calles y la improvisada plazuela de pocos árboles y un desvencijado columpio. Allí, como largas e implacables manos de antojadizos dedos, entran ventarrones huracanados de rugido ensordecedor hasta Opasnost, formando al principio un poderoso remolino que luego se convierte en un cono invertido cuyos espirales se ensanchan elevándose al cielo. El ulular de la ventisca estremece las estructuras de las casas y replica torbellinos similares en los extremos del poblado.

    Ser vivo u objeto que ingrese en el radio que generan las ondas concéntricas de ese vórtice furioso es sometido a una suerte de estado antigravitatorio y al poder de la fuerza centrífuga. Levitación y rotación al

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