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El reino de Nith: El Maleficio: El Reino de Nith, #2
El reino de Nith: El Maleficio: El Reino de Nith, #2
El reino de Nith: El Maleficio: El Reino de Nith, #2
Libro electrónico215 páginas3 horas

El reino de Nith: El Maleficio: El Reino de Nith, #2

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Segunda parte de la saga del Reino de Nith.

Lili ha regresado al Reino de Nith, pero las cosas han cambiado, los reinos enfrentan una cruenta batalla y la reina Nélida hace todo a su alcance para frenar la embestida.

La pequeña Lili tendrá que decidir entre ayudar a su amiga Nélida y salvar el reino de Nith, o enfrentar al dios Lundro y salvar a su padre del maleficio que pesa sobre él.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 jun 2023
ISBN9798223901815
El reino de Nith: El Maleficio: El Reino de Nith, #2

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    El reino de Nith - Heinrich Grothendieck

    El Reino de Nith:

    El Maleficio

    Félix González

    2023

    En las tinieblas, perdido y asustado,

    torturado por la oscuridad,

    lo único que me mantiene con vida,

    es tu amor.

    Para Emily, Sofía y Araceli.

    Para mi madre y a la memoria de mi padre.

    Para mi hermano y mis hermanas.

    SEGUNDA PARTE DE LA saga del Reino de Nith.

    Lili ha regresado al Reino de Nith, pero las cosas han cambiado, los reinos enfrentan una cruenta batalla y la reina Nélida hace todo a su alcance para frenar la embestida.

    La pequeña Lili tendrá que decidir entre ayudar a su amiga Nélida y salvar el reino de Nith, o enfrentar al dios Lundro y salvar a su padre del maleficio que pesa sobre él.

    Contenido

    Capítulo 1: El amuleto.

    Capítulo 2: El maleficio.

    Capítulo 3: Siete demonios.

    Capítulo 4: El regreso a Nith.

    Capítulo 5: El último de los Demonios

    Sobre el Autor

    | Página

    Capítulo 1: El amuleto.

    HABÍAN PASADO YA TRES años desde que Lili estuvo en el reino de Nith. La relación con su padre seguía siendo difícil, pero ella ya sabía muy bien como sobrellevarlo. Entendía que no era culpa de él, sino del hechizo que el dios Lundro puso en su padre.

    Lili tenía ya 12 años, su cuerpo empezaba a cambiar y se parecía mucho más a su madre. Esto no era del agrado de su padre, pues no soportaba verla, así que él prefería salir a embriagarse con sus amigos en lugar de pasar tiempo con su hija.

    Este día, además, era especial para Lili, pues era el aniversario luctuoso de su madre y como cada año, iría al panteón a visitarla.

    La mayor parte del poder que la pequeña tenía se perdió cuando regresó del reino de Nith, pero no todo, aun podía hacer algunas cosas sencillas, como mover objetos haciéndolos levitar, aunque no por mucho tiempo pues al usar magia consumía toda la energía que tenía. Una vez intentó volar y logró alcanzar una buena altura, pero un par de minutos después cayó estrepitosamente al suelo. Se hizo un gran raspón en las rodillas que le llevó dos semanas en sanar, pero valió la pena. Desde entonces, ha seguido intentando volar, y ha logrado mantenerse en el aire hasta por veinte minutos, nada mal para no tener ya la gota de cielo.

    Lili terminó de acomodar las cobijas en su cama, organizó sus cosas, y como siempre, colocó a su oso Shai hasta arriba de la cama. Luego salió de la casa, su padre no estaba, seguro que había ido a la cantina, pues desde que ella había empezado a trabajar en el restaurante de la esquina, él ya casi no iba al trabajo. Ella se sintió muy afortunada cuando le permitieron trabajar, al principio el dueño no quería pues decía que era muy pequeña, pero al final aceptó darle algunos trabajos sencillos, como lavar platos, barrer, etc. Con el tiempo, y cuando hay mucha gente en el restaurante, le permitieron ayudar a las camareras, lo que a Lili le gustaba mucho pues los comensales le daban buenas propinas.

    Ella tomó el camino al panteón; al principio corrió hasta que ya no pudo más, luego, ya que había avanzado y estaba en la zona desértica, comenzó a volar. Le encantaba la sensación del viento golpeando ligeramente su rostro y su cabello ondulando libremente. No pudo evitar dar algunas piruetas en el aire. No tardó mucho tiempo en llegar a su destino. Descendió a unos cincuenta metros de distancia, cerca de un árbol, cuidadosa de que nadie la viera. Recogió algunas flores silvestres y continuó su camino.

    Al llegar a la tumba, como siempre, la limpió, quitó las hierbas que crecían, colocó las flores en el pequeño jarrón ya desgastado por el paso del tiempo, y luego se sentó a un lado de la cruz. Por alguna razón, alrededor de la tumba de su madre crecían un sinfín de flores, todas radiantes y hermosas, que le daba un colorido especial al lugar.

    —Mira mamá, te he hecho un collar, espero te guste, me llevó un poco de tiempo encontrar las piedras adecuadas, afortunadamente cerca de la casa hay mucha piedra de obsidiana, y ve, esta última, era muy grande, me tardé unas semanas tallarla, pero al fin logré que pareciera un corazón. Espero que te guste.

    Lili sintió un escalofrío recorrer su espalda, tuvo la sensación de que alguien la estaba mirando, así que se levantó y miró por todos lados; el panteón parecía vacío.

    —¿Qué extraño mamá? —dijo la pequeña a la tumba de su madre —pensé que había alguien aquí.

    Lili se levantó y caminó un poco, pero en efecto, el panteón estaba vacío, así que esa sensación debió ser errónea, regresó a la tumba de su madre.

    Una vez que la sensación se desvaneció, Lili continuó hablando.

    —Las cosas con papá han mejorado un poco —se sentía la tristeza en sus palabras —al menos no me ha golpeado en los últimos meses, ahora que entiendo todo, evito hacer cosas que le molesten, aunque eso involucra no hablar con él —los ojos de la pequeña se llenaron de lágrimas —me siento sola mamá, me gustaría mucho que estuvieras a mi lado, tal vez con tu ayuda sabría qué hacer. Quizá si estuvieras aquí, ya habríamos quitado el maleficio que tiene papá —de nuevo empezó a llorar —¡Te extraño muchísimo!

    Ya era tarde y la pequeña debía regresar a su casa a preparar su almuerzo y la comida de su padre, así que abrazó la cruz de la tumba y se despidió.

    —Ya me tengo que ir mamá, te quiero muchísimo y te extraño aún más, pero te prometo que romperé el hechizo que pesa sobre papá, ¡ya lo verás!

    Le dio un beso a la cruz y comenzó su camino de regreso a casa.

    Volvió a mirar por todos lados para ver si había alguien cerca, pero se convenció de que no era así. Echó a volar. De nuevo, el viento en su rostro le daba una sensación de paz y tranquilidad, la relajaba. Había un grupo de unos veinte árboles en la base de una colina a unos cinco kilómetros de su casa, ahí descendió y continuó el resto de camino a pie.

    Lili llegó a su casa, aún tenía un par de horas para preparar su desayuno y la comida para su padre, aunque él luego ya no venía a casa a comer, pero a ella no le importaba, igual la preparaba, y si su padre no la comía, ella lo haría en la cena.

    Tomó algunas zanahorias, papas, espinacas y brócoli, para preparar una sopa, las limpió concienzudamente y las echó a la olla con agua. Estaba muy entretenida cuando tocaron a su puerta.

    —¿Quién será?  —dijo para sí misma —nadie viene a visitarnos.

    Dejó el cuchillo que tenía, se limpió las manos en un trapo y fue hacia la puerta. Se asomó por la ventana, era un hombre viejo, un poco regordete, pero estaba muy bien vestido. Abrió la puerta.

    —Buen día señorita —dijo aquel hombre hablando con mucha propiedad —me llamo Henry Brith, soy abogado.

    —¡¿Mi padre se ha metido en problemas?! —preguntó la pequeña asustada.

    —No señorita, vengo por otro asunto.

    Lili no entendía por qué un abogado iría a buscarlos, sería que tenían algún problema, quizá su papá había apostado la casa en la cantina y venían a quitársela. El abogado la regresó de sus pensamientos.

    —Le decía, soy abogado y vengo a entregarle un paquete a la señorita Lili Xun.

    —¡Yo soy Lili Xun! —dijo la pequeña entusiasmada, nunca nadie le había mandado algo, ni siquiera una carta. Por favor pase.

    —No es necesario, para lo único que me contrataron es para entregarle este paquete, basta con que me firme aquí —dijo el abogado y le mostró una hoja amarilla.

    Lili no tenía una firma, pero sí sabia escribir y además tenía la letra muy bonita. Escribió su nombre.

    —Bien señorita, es todo por mi parte, que tenga un excelente día.

    A penas dijo eso el hombre, y se retiró.

    Lili no pudo contener las ganas, entró a la casa y puso el paquete en la mesa, sacó un cuchillo y lo abrió. Era una caja de cartón, con unos sellos extraños, no le dio mucha importancia; dentro había un collar y una carta. El collar era muy hermoso, parecía hecho de oro, pero en la última parte parecía que le faltaba algo, como si le hubiesen quitado algo de la decoración.

    Lili leyó la carta:

    Querida hija, si estas leyendo esa carta es porque han ocurrido cosas muy malas y tal vez estés sola, o aun viviendo con tu padre.

    Antes que otra cosa, quiero decirte que te amo muchísimo, siempre fuiste lo más importante para mí, desde el día que llegaste, lamento profundamente no estar a tu lado.

    Tengo poco tiempo así que iré al punto. Quizá te parezca algo raro o tal vez imposible, pero nosotros no pertenecemos a este lugar, venimos de un mundo diferente, conocido como mundo Xu; en ese lugar somos parte de la realeza, descendientes de grandes dioses, pero fuimos hechizados por un dios malo, el hechizo nos atrapó en este lugar.

    Pasé mucho tiempo intentando recuperar mi poder, pero ha sido en vano, lo único que pude conseguir es mi collar, que te entrego junto con esta carta. Para que el collar funcione correctamente, debes encontrar la parte que le falta, que se llama gota de cielo, es parecida a un rubí, y como veras en la forma del collar, está en particular, tiene forma de corazón, una vez que te lo pongas sabrás en donde buscar, espero hija que tú sí puedas obtener la gota de cielo y con eso romper el hechizo que pesa sobre tu padre.

    ¡Te amo Lili! ¡qué no daría por estar a tu lado!

    Lili no podía creer lo que leía, era una carta escrita por su madre, hecha con sus manos, su letra era tan hermosa, tocó con sus dedos las últimas palabras y suspiró, una alegría inundó su corazón, su mamá no se había olvidado de ella y ahora le entregaba un poco de esperanza.

    —Veamos —dijo la niña para sí misma — la carta dice que me ponga el collar y me revelará lo que debo hacer.

    Lili se colocó cuidadosamente el collar, luego aseguró el broche, fue hasta el espejo para poder verlo.

    —Es un collar muy lindo —se dijo —pero ¿ahora qué hago? ¿Cómo lo hago funcionar?

    En ese momento entró su padre, Lili guardó el objeto dentro de sus ropas, pues si su padre veía el collar, seguramente se lo quitaría para venderlo por alcohol o lo usaría para pagar sus deudas de juego.

    —¿Quién demonios era ese? —preguntó su padre tambaleándose de lo borracho que iba.

    —¿A quién te refieres padre? —contestó Lili, esperando poder engañar a su padre.

    —¡No te hagas la tonta! Me refiero a ese hombre que salió hace un rato de la casa, lo vi cuando se iba, incluso me saludo.

    —Ah, te refieres a ese hombre. Estaba perdido, dijo que era abogado y que buscaba al señor Perin.

    —¿A Perin, y para qué lo quería?

    —No me dijo, solo preguntó por él y le dije como ir hasta su casa.

    —Espero que no me digas mentiras, estúpida niña, sabes que le iré a preguntar a Perin, y donde me entere que me has mentido te daré una buena paliza.

    —No te miento padre, eso fue lo que pasó, ya verás que es verdad —Lili tragó en seco, su única esperanza es que su padre lo olvidara —¿quieres comer? Hice una sopa muy rica.

    —No niña tonta, no me gusta como cocinas, solo he venido por algo de dinero.

    El padre de Lili fue hasta su habitación, solo tardo un par de minutos y se fue, ni siquiera se despidió de su hija.

    Lili volvió a leer la carta, pero no encontró nada, solo decía que al ponerse el collar sabría lo que tenía que hacer, pero no había pasado nada.

    —¿Qué me faltará por hacer? —se preguntó a sí misma.

    La pequeña no encontró respuestas, y ya era tarde, así que tomó sus cosas y partió al restaurante.

    En donde ella vivía no había ningún tipo de transporte que la llevara a su trabajo, por lo que debía caminar, aunque la distancia era mucho más corta que la que había recorrido en la mañana para ir al panteón. Solo tenía que tomar el camino al centro de la ciudad, y de ahí recorrer unos siete kilómetros en línea recta. Afortunadamente para ella, era un camino bien pavimentado, por lo que podía llevar su bicicleta. No tardó mucho en llegar, aunque ya iba un tanto retrasada.

    El restaurante estaba a un par de cuadras de la plaza central del pueblo, enfrente de la única gasolinería. Era un lugar pequeño, pero, aun así, todos los transportistas que pasaban por ahí se tomaban un descanso para comer, antes de tomar la autopista.

    —Llegas tarde —dijo Luis el cocinero al ver entrar a Lili.

    —Solo unos minutos, pero ya vengo lista —respondió Lili mientras se quitaba su suéter y se quedaba solo con el uniforme del restaurante, un vestido blanco con un logotipo en la parte superior derecha.

    —Pues rápido, ayuda a Sandra que ha tenido que atender diez mesas —dijo Luis.

    —Enseguida —contestó Lili mientras revisaba lo que habían pedido las mesas de la cinco a la diez, tomó los platos que ya estaban y los llevó de inmediato.

    —Buen día, me llamó Lili y estaré a cargo de su mesa —le dijo a un señor regordete que ni siquiera volteo a verla —aquí está su platillo, pero tenga cuidado pues está caliente, ¿le sirvo más café?

    —Por favor —contestó el señor y acercó su taza.

    En el camino de regreso a la cocina rellenó algunas tazas más de café.

    —Perdone señorita —le dijo una mujer cuando Lili iba pasando a su lado—¿faltará mucho para que estén mis platillos? Tiene rato que los ordené.

    Lili volteó hacia la cocina y vio que estaba lista una charola justo debajo del letrero que indicaba que era la comida para la mesa número diez, justo en la que estaba.

    —Le pido una disculpa —contestó Lili —ya está su comida, enseguida se la traigo.

    Lili fue tan rápido como pudo, dejo la jarra de café en la parrilla para que se mantuviera caliente, tomó la charola con la comida de la mesa diez y regresó de inmediato.

    —Aquí están sus platillos —dijo Lili y comenzó a colocar los platillos en el lugar de los comensales. —Espero sea de su agrado, ¿necesitan algo más?

    —No, por el momento —le respondió aquella señora.

    Lili comenzaba a retirarse cuando otro comensal le llamó. En efecto, era un día ajetreado.

    La pequeña continuó trabajando con mucha energía como lo hacía todos los días, pero ocasionalmente se preguntaba, ¿cómo hacer para que el collar le muestre lo que debía hacer?

    Una vez que disminuyó la cantidad de comensales, su amiga Sandra se acercó para hablar con ella.

    —Otra vez llegaste tarde, eh, Lili —dijo Sandra.

    —Sí, y por la mirada del jefe creo que me espera un regaño el día de paga.

    —Pero qué te preocupa, de todas formas, si te quita algo de dinero por tus retardos, como

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