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Libro electrónico408 páginas5 horas

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Información de este libro electrónico

Cuentos contemporáneos centrados en la vida, la familia y la esperanza.

"Hay muchas historias excelentes en esta colección ..." ~ Steven R. McEvoy

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento28 oct 2022
ISBN9781667419688
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    Podria haber sido - A. K. Frailey

    Debió Haber Sido

    Y Otras Historias

    ––––––––

    A. K. Frailey

    Traducido por Cristina López

    Derechos de Autor A. K. Frailey 2021

    Reservados todos los derechos. Ninguna parte de este libro puede reproducirse de ninguna forma sin el permiso del editor, excepto según lo permita la ley de derechos de autor de EE. UU. Para obtener permisos, comuníquese con akfrailey@yahoo.com.

    ––––––––

    Foto de cubierta

    https://pixabay.com/illustrations/universe-person-silhouette-star-1044105/

    Los escritos de A. K. Frailey

    Libros para la mente y el espíritu

    Novelas históricas de ciencia ficción

    OldEarth ARAM Encounter

    OldEarth Ishtar Encounter

    OldEarth Neb Encounter

    OldEarth Georgios Encounter

    OldEarth Melchior Encounter

    Novelas de ciencia ficción

    Homestead

    Last of Her Kind

    Newearth Justine Awakens

    Newearth A Hero’s Crime

    Cuentos cortos

    It Might Have Been—And Other Short Stories 2nd Edition

    One Day at a Time and Other Stories

    Encounter Science Fiction Short Stories & Novella 2nd Edition

    No ficción inspiradora

    My Road Goes Ever On—Spiritual Being, Human Journey 2nd Edition

    My Road Goes Ever On—A Timeless Journey

    The Road Goes Ever On—A Christian Journey Through The Lord of the Rings

    Libro de niños

    The Adventures of Tally-Ho

    Poesía

    Hope’s Embrace & Other Poems 2nd Edition

    Debió haber sido

    Un numero equivocado. No una estafa. Solo una mujer inocente buscando a su amiga Pearl. Jason le aseguro que no era Pearl, oprimió el botón de finalizado, y deslizo el teléfono a través del escritorio. El dejo caer su cabeza y paso su mano por ella tratando de concentrarse. 

    Inventario. -Hay! 

    Hasta un sarcasmo mental se sintió plano. El debería de ser bombeado. Los días festivos llegaron y el tiempo libre, dormir mas tarde, fiestas con comida rápida, y tal vez la oportunidad de salir a jugar juegos divertidos al parque. La imagen de una mujer revestida en un suéter ajustado con unas mallas Negras danzaba enfrente de sus ojos. El calor pasaba por su cuerpo. 

    El teléfono sonó. Jason movía sus dedos. - ¿Responderé? ¿No responderé?  Casi una decisión de vida o muerte. Le oprimió al botón verde y coloco el teléfono en su oreja. - Papa?

    ¿Jas?

    Carol? El agua fría apago las flamas. Cielos, nadie excepto su madrastra. El preferiría tener una canal de raíz. No que ella fuse una persona súper linda. Es solo que, con un canal de raíz, sabes en que te metes. Con Carol, La ruleta rusa parecía. A demás, odiaba cuando algún cortaba. - ¿Que? ¿Dos silabas estas pidiendo mucho?  Ja-son. - Ah, olvídalo.

    Hey, Carol. ¿Qué onda?

    Jas, no quiero quitarte tu tiempo no me andaré por las ramas, tu Papa no va muy bien. De verdad esta luchando, y solo quiero avisarte antes de que vengas a visitar. 

    Muy sutil. Okay. Ha sido bastante tiempo. Algunas semanas. Jason movió los ojos hacia la pared donde se encontraba el calendario, el que su esposa le había comprado.  Paisajes con himnos desplazados hasta el tope. Oh si. Algo, Seguro que pudiera mantener su mente en asuntos celestiales. En lugar de otras cosas. 

    Un árbol de pino y una pequeña escena de pesebre. - Ummm...A que hora ya? Se incline dejando la silla caer de un modo relajante. Su cabeza se inclino, y considero las condiciones del estado de el techo de su oficina. 

    Me atrapaste Carol. Ha sido tan largo. Demasiado largo. Necesito que obtengas mi, per...es decir, debo de contactar a Dinah y a los niños y dirigirme hacia donde estas tu. La época de Navidad y todo eso." Hizo una mueca y pensó en manejar hacia la nieve y el hielo de Wisconsin y de la posibilidad de escapar de la familia de Dinah...

    Carol corrió pisoteando sus pensamientos. -Tu sabes, tu Padre siempre decía que nada importaba mientras sus hijos fuesen felices. El todavía sabe quien eres tu. El me reconoce. Casi todo el tiempo. Pero si esperas...

    Los pies de Jason pisaban el piso de una bofetada. - A que te refieres? El no tuvo ningún problema reconociéndome a mi y a los niños la ultima vez que estuvimos ahí. Hace un año.

    Jason golpeaba su frente. Se inclinaba y miraba al calendario, y echando un vistazo. - ¿Fue así? ¡Oye!, sabes. Tienes razón. Necesito hablar con Dinah y planear algo en movimiento. ¿Te regresare la llamada esta bien ¿No se te olvida, ¿verdad?

    El tono sarcástico mezclado con ansiedad turbaba el estomago de Jason. – No lo voy a olvidar.

    Una vez en casa, Jason jugaba con un utensilio de cocina. Dinah escuchaba con un empático entendimiento. Un generoso espíritu. Sin duda. Ella visitaba a sus Padres cada mes. Como la buena mujer que era. El no podía ir la mayoría del tiempo, a pesar del hecho que viva a 20 minutos de distancia, porque tu sabes. Tenia una lista enorme de quehaceres, que cuando envejeces no es un día de campo; déjame decirte. Oye, yo también necesito tiempo.

    Su mente divagaba hacia el día que conoció a la mujer del parque, la semana pasada. Hermosa. Divertida. No cito escritura mientras paseo por el camino. Ella usaba un anillo. Usaba un anillo. Pero de todas maneras...

    Dinah pensativa. "Esta todo arreglado entonces. El próximo fin de semana, saldremos temprano el viernes y regresaremos el Domingo por la noche. - Estoy segura que tu Padre estará satisfecho. El te ama, y tu lo sabes. Sus ojos en su rostro eran persistentes, como si ella estuviese enviando algún tipo de mensaje codificado. 

    ¡Chin! Recostarte sobre la Culpa. ¿Con una paleta porque no?

    Toda la tarde, Jason tuvo imágenes de la mujer del parque deambulando por su mente. Sintiendo frustración, se acurrucó con su esposa en la cama, pero ella ya estaba dormida. Oh eso es lo que ella quiere que piense. Estupendo. Ahora no tengo nada mas que un aburrido viaje por delante. Tiraba de la cobija de un lado a otro, exponiendo a su esposa dormida a el frio de la noche. Ella probablemente ni lo nota. Los Mártires nunca lo sienten.

    Imágenes de la mujer del parque se deslizaba atreves de mi mente. Su forma perfecta, esa sonrisa destellante, y ese destello pícaro en su mirada. Y como de la nada, su Padre apareció en la parte opuesta de una calle muy transitada. El hombre mayor trato de pasar, pero los camiones y los carros se escuchaban zumbar en la locura del trafico. El hombre mayor fijo su mirada en Jason, desesperado mirando de entre lo mas profundo. Lo saludo y llamo. - ¡Jason! 

    Jason dejo caer la mano de la mujer, su corazón latía. – Papa? Oye, no trates de cruzar por ahí. Es un trafico loco. – Te vas a.

    El grito de Dinah se escucho atreves de el aire como un rasguño mientras ella corría por detrás, empujando a la mujer del parque hacia un lado. Apresurada cruzaba la calle, parando el trafico como por arte de magia. Alcanzo el cuerpo roto su suegro. Y como una verdadera súper mujer en forma, cargo al hombre mayor atravesando la calle, lagrimas corrían por sus ojos desesperados y desilusionados.

    Sus palabras golpearon a Jason como balas. -Toda tuya.

    De repente otro hombre, perspicaz y bien vestido, llega de una manera caballerosa, su mirada es inteligente, sus pómulos, impresiona a todo el mundo. Apunta hacia una Puerta muy ancha. –Por favor.

    El calor parpadeo a través de del cuerpo de Jason, pero el templo incontrolablemente. - ¿Que es esto?

    Lo que tu querías.

    ¿Quería? Jason arrugo la nariz como si hubiese pasado un mal olor. -Yo nunca obtengo lo que quiero! Me parece que debo pagar muy caro por todo. 

    -El caballero soltó la risa. ¿Así lo piensas? Pero todo es gratis. Libre albedrío y todo. 

    Jason busco por su padre alrededor, su esposa, su casa, en todo lo que fuera familiar y reconfortante. – Pero, el quería ver a su Papa. -Yo podía haber. Las risas sonaron en los oídos de Jason. – Las mas tristes palabras que un hombre escrito, fueron las palabras...

    Jason se desboco directo. El sudor rebordeo a través de su frente. El se estremeció.  - ¡Oh, Dios!

    Dinah murmuro y se daba vueltas. Ella alcanzo a decir. ¿Estas bien, cariño?"

    El desierto de Sahara estaba lleno de las palabras de Jason. El no podía pronunciar una palabra. Dinah se sentó he incline, sus dedos acariciando el hombro de su esposo.  ¿Preocupado de tu Padre? Ella se acerco mas a el, colocando la cobija alrededor de ambos. – Estará bien. El es un buen hombre. El hizo su vida y ni siquiera lo recuerda ahora, cuando el muera, sabrá la verdad.  Además, aun no esta muerto. Aun tienes tiempo. 

    Jason abrazo a su esposa, con lagrimas cayendo de su rostro. Las palabras, Debieron de haber sido... sonador en sus oídos.

    Tratando de ser un héroe

    Susanne se estremeció. La Lluvia se había tranquilizado en una continua llovizna, y las nubes obscuras, escondían cualquier vestigio del sol en atardecer. Una de las ultimas hojas rosa y doradas de la temporada revoloteaba con la gentil brisa y luego, sin aviso, se incline de las alturas hasta la tierra llego a su cabeza. Trato de no ofenderse, hasta que se desplumo como un símbolo roto de la belleza del otoño, que se encontraba en frente de sus ojos. Lo vio. - ¿Tratando de decirme?

    Su auto, inclinado en un ángulo raro ante ella como un carro de compras que tenia una rueda. Y sin pensamiento premeditado, pateo la llanta ponchada que inmediatamente lamentó sus acciones. -! Oh, cielos, ¡eso no fue muy listo!

    Yo diría que no. ¿Tal vez decida recularse? y donde quedarías tu? Susanne miraba a través de la calle y se topo con una mirada extraña de una mujer.  Apenada un tinte de furia corrió vueltas alrededor de su parte interior. Ella sabia perfectamente bien que se veía patética. Y ciertamente se sentía patética. Pero Bueno, nadie había hecho comentarios sarcásticos. Extendiendo su postura como un luchador de un premio preparándose para entrar al ring, ella ignore sus dedos gritando por atención que confrontaban al extraño. Una escena del brillo corral que atravesó su mente.

    Aparentemente, la extraña mujer nunca había visto una película, y no comprendía el lenguaje corporal, o simplemente no le importaba que terrible había sido el día de Suzanne, desde que atravesó como brisa la calle, como si tuviese sido mitad de verano y el sol estuviese brillando.

    - Plano, no?

    Susanne miraba a la mano superada. ¡Como si fuese el tiempo perfecto para mantenerse amable para hacer amistades!  

    Yo soy Georgia. Visitando a mi sobrina esta semana desde Michigan. Vi el departamento y pensé que el dueño tal vez seria un tipo musculoso, que trabaja para un taller de autos.

    Sus ojos recorrían la forma de Susan de encoger los hombros. - Creo que no. Sus ojos continuaron el paseo que aterrizaba en la escuela primaria. – Eres una Maestra?

    Fibras Mentales comenzaron a saltar, pero de un poderoso tirón, ella se agarro de sus emociones y demandas que se quedaran en línea. Secretaria de Oficina. Trabajo Terrible. - No puedo llegar a casa con una llanta ponchada.

    Georgia apuntaba al maletero. -Tienes un repuesto ahí? Ella encogió los hombros. - Yo de hecho no he cambiado ninguna yo misma, pero he visto a mis hijos hacerlo en tres o cuatro veces. ¿Que tal difícil puede ser?  

    Empaquetado en el abrigo invierno sobre un grueso suerte, era difícil descifrar la constitución corporal de Georgia, pero Susanne adivinaba que seria, entre un luchador de peso pesado en Highland Dwarf. "Bueno, Podemos tratar, yo adivino. Odio llamar a la estación de servicio. Tan tremendamente cara, solo para tomar algunas millas.

    Con el estilo de un comandante o jefe haciéndose cargo de su army, Georgia abrió la cajuela, quito la cobertura, arrastro el repuesto, lo soltó fácilmente en el piso, rompió el kit de la herramienta, que chapoteo en el suelo húmedo, ajustando la manivela, bajo el carro.  – Yo pienso que va aquí?

    La palabra pensar envió otro temblor en la espina dorsal de Susanne. Pero, parecía estar en el papel, de no querer interrumpir. Cuando el tiempo para destornillar los tornillos, Susanne recobraba una cantidad mínima de amor propio recordando perdida-suelto y, por lo tanto, salvo a su rescatista machismo tiempo.

    El repentino aguacero no pareció haber afectado a Georgia como Susanne pensó podría pasar. De hecho, parecía no afectar en ella para nada. La mujer de los cabellos grises desatornillo en piso, cambio la llanta, y después atornillo el repuesto, con la misma postura calmada que uno podría esperar de un cirujano, durante su apendectomía numero cincuenta. El doloroso enredo en el medio de Susanne empezó a aflojar. Solo un poco.

    Una vez que todo se guardo y que Georgia sacudió sus manos para liberarse del polvo callejero y de las hojas rotas, Susanne sintió su nueva compostura ensamblada desintegrarse. - Te puedo pagar por tu-yo estaría-

    Georgia rechazo la sugerencia. "Tu podrías llamar a un camión de remolque y pagar el paquete. – Que tan lejos vives de aquí?

    -Oh, solo unas cuantas millas. Estará bien. Yo en verdad...- Como Susanne imagino su departamento vacío, la soledad galopaba sobre la confusión que entraba en la tierra.

    -Bueno, antes de que te vayas, quiero que entres y que tengas una taza de te caliente conmigo.  Mi sobrina salió en uno de sus viajes. Dios sabes donde esta vez. Por ello estoy aquí. La vi por unas cuantas horas y se fue. Yo me quedo y vigilo su casa por una semana. Ella tenia un gato viejo que no encontraba su camino por el jardín hasta llegar al traste sin comida sin ayuda. Entonces yo obtuvo el trabajo. Ella encogió los hombros. – Por lo menos es algo que hacer, ella sonrió ante la llanta de repuesto. – En mis anos declinantes.

    ~~~

    Abrazando una taza caliente de te como una boya de rescate y acomodada en una silla muy confortable, Susanne pensó que porque este extraño se sentía como el mayor amigo que nunca tuvo.

    Georgia se hundió mas, puso su taza a un lado de la mesa y se recline, apretando sus manos sobre una rodilla. Me parece que ya tuviste un mal día antes de haber visto tu llanta ponchada.

    Las lagrimas de Susanne de repente la sorprendieron. Pero fue su propio destrozo que la desquicio y destrozo.  

    Georgia estaba sentada confortablemente en la silla, esperando, sin tratar de apurar en proceso. Ella simplemente dejo a esa extraña mujer en frente de ella llorar.

    Susanne no podía haber estado mas agradecida. Después de limpiarse las lagrimas con un pañuelo que parecía brotar de la nada, ella se sentó relajada y dio un sorbo al te tibio, y suspiro. Ella levanto la mirada.

    Georgia masticaba un higo newton. Completamente a gusto. No agenda. No golpeando el pie o implorando expresión. Solo aceptación calmada, como decir, Es como hoy va. Huh.

    Susanne exhalo, jalo sus pies hacia el sofá, y envolvió sus brazos alrededor de sus rodillas. Yo mentí hoy. ¿Has mentido alguna vez? Georgia gruñía. -Oh, si claro. Todos lo hacemos. Algunas veces a propósito con mucha planeación. Algunas veces en el estimular del momento sin pensarlo. Normalmente tenemos una bastante Buena razón. Oh por lo menos pensamos que si.

    -Bueno, mentí por una sola razón. Para vengarme de alguien que me lastimo. Quería que se sintiera mal. Los detalles en verdad no significan nada. Tal vez lo merecía por la forma en que me trato. Pero la mentira fue toda mía. Yo sabia que estaba mal. Pero lo hice de todas formas. Y lo que es peor, lo hice una vez y otra vez, hasta que la reputación de esta mujer fuese destrozada. Oh al menos, cuestionable. Las lágrimas comenzaron otra vez. – Quería lastimarla, pero yo me lastime aun mas.

    - Y después se te poncho la llanta. Georgia resoplo. – Me imagino que pensabas que alguien estaba intentando decirte algo?

    Las nauseas comenzaron en la rebelión abierta del estomago de Susanne. Ella no podía mirar hacia arriba.  

    Escucha. Hiciste una cosa terrible. No importa porque, tu sabia que estaba mal, y lo hiciste de cualquier forma. Así que lidia con eso. Lo admitiste. Entonces mañana, dile a las personas involucradas que mentiste. Discúlpate, con tu enemigo, recupera tu amor propio, y para de odiarte.

    Susanne parpadeo, sus ojos picaban del esfuerzo. – No es tan simple. Yo soy la persona linda. Todos me admiran. Confían en mi. Ella es la bruja que todo mundo odia. Si yo hago eso, ellos van a pensar que soy algún tipo de feliz idiota tratando de ser un héroe".

    Bueno, de alguna manera lo eres.

    Un gato apareció a la derecha de Susanne’s. Se agacho, salto, y callo en su regazo. Ella grito con gran sorpresa. Y después, como verdad las palabras de Georgia acertaron, y ella rio.

    Georgia sonrió. – ¿Te gustan los gatos?

    Usualmente no, pero esta. Ella miro en sus ojos anaranjados, mientras se sobaba sus patas en su regazo y comenzaba sus maquinas a todo lo que daba. – Él está bien.

    Bueno. Lo dejare en su cuidado mientras yo voy a poner a calendar la tetera. Yo pienso que una taza mas esta bien antes de salir a una noche lluviosa. Susanne se incline hacia atrás de la silla y sintió que el gato se acurruco con una pelota. Sus hombros se relajaron y el calor se propago por todo su cuerpo.

    Antes de rendirse

    Conceder obedientemente firmaba el aviso electrónico declarando que si hijo estaba obteniendo casi puro 7 y 6 de calificación en sus cursos, de Ingles y Matemáticas, en su boleta de medio ano de termino, me imagino lo que sintió de no reprobar. Esas calificaciones significaron todo, y los 7 eran lo suficientemente respetables, especialmente considerando las discapacidades de Jon. Pero el apenas podía ver a Ms. Berg’s directamente a los ojos.

    El asintió en todos los lugares correctos. -Si, seno. El tiene un estudio bastante silencioso. No, permitimos ese tipo de cosas en la casa. Uh-huh...su hermana le ayuda todo el tiempo. Si, lo se. – Es una chica bastante lista.

    Nombrada después del General que ayudo en la Guerra Civil, Grant hizo votos a la edad de diez anos, cuando leyó una biografía de un héroe, de nunca tomar. Es una Conferencia de Padres-Maestros, y reunión a los niños del gimnasio, el se pregunto si a la vez el General tendría una idea correcta. ¿Después de todo, porque no tomar el borde de la realidad?  

    Judy era una cosita lista. Por alguna razón insondable solo para Dios, ella nunca creció mas allá de cuatro pies seis pulgadas, pero su cerebro, así como su boca superan a todos los del octavo grado. Jon respetaba sus habilidades académicas, pero odiaba su actitud de mando. Grant simpatizaba cariñosamente.

    La manejada a casa pasaba en silencio cuando Judy la callaban cada vez que comenzaba a exaltar las virtudes de sus Maestros, sus maravillosas calificaciones, o el hecho de que la escuela hacia la vida mucho mayor.

    No fue hasta la hora de dormir, mientras Grant se sentó en la orilla de la cama de su hijo, doblo sus manos, y escucho una oración de rutina, y se dio cuenta de que Jon estaba molesto.

    Y Dios, si tan siquiera me hicieras bueno para algo, lo que sea. Lo apreciaría.

    Grant frunció el ceño. El miro como el larguirucho hombre joven, un novato cuyo cerebro se quedo estancado por ahí en el quinto grado, se trepo en la cama. -Eres bueno para ciertas cosas.

    Jon alcanzo un libro de comics de un perro orejón. – Mi padre aun me esta poniendo en la cama. ¿Que tan bueno puede ser?

    Grant escalo hasta llegar a sus pies y se le quedo viendo al niño. - ¿Que? Lo acabo de adivinar desde que casi no te veo...que onda con el trabajo y la escuela...los deportes...y... El encogió los hombros. – Rezar contigo casi significa que te estoy poniendo en la cama. Un rubor quemo mis mejillas.  

    Tu piensas que tienes que checarme todo el tiempo. Jon movió la cabeza y le pego al libro des comics que estaba en sus piernas. – Tu no debes hacer eso con Judy.

    Yo nunca debo de preocuparme de Judy. Ella siempre se lava los dientes, se pone ropa limpia, hace sus oraciones, y se levanta a tiempo. – Y se saca excelentes notas en la escuela.

    El cansancio guerreaba con la frustración. Grant había sufrido tras una tediosa junta en el trabajo, espero largas filas en el supermercado, mentalmente calculo los anos para su retiro, sabiendo todo el tiempo que probablemente moriría duramente, y ciegamente lleno de dolor hasta los alcances mas lejanos de la mente. Fue hacia la puerta.  

    Las palabras apagadas, Como usual. Lo pararon de sus pistas. El se volteo. - ¿Que?

    Jon se agacho mirando los comics como si fuese un niño miope. Sus dedos blancos que estropeaban las orillas tan ferozmente nunca estarían planos otra vez.

    Grant pisoteaba de vuelta y se levantaba de la cama. – Dilo otra vez.

    Jon aventó el libro de comics atreves del cuarto. Sus ojos eran flameantes, bordeando de rojo las lagrimas, y sus mejillas enrojecieron, el azotaba su camino libre de las sabanas aporreando del otro lado del cuarto. Con manos temblorosas, el sacudió su closet con cajoneras hasta que golpeo una, abre y jala un bloc de dibujo de entre pares de calcetines sucios. Grant sintió su Corazón palpitar. Su historia mas reciente, no vendido calladamente en el blog de un escritor, con solo una mano completa de comentarios. El se mordió el labio. Jon arrojo el cuaderno a su padre.

    Muy aturdido para reaccionar, Grant veía el libro revoloteando en el piso. El elevaba sus ojos hacia su hijo mientras lo recogía. Entonces el hojeaba las paginas. Las fotos no eran buenas. No magnificas...bueno...había una. Retenía una promesa. Ciertamente creativa. El frunció el ceno y miro hacia arriba.

    Jon se había retirado hasta el fondo de el cuarto, reclinándose contra la pared.  Listado de mástiles de un lado después de que el bulto del barco se hundía. Honestamente era un infierno. La vulnerabilidad era peor. Pero viendo a su hijo morir dentro lo habría matado.

    Grant dejo caer su cabeza hacia su pecho y exhalo un respiro lento. El levanto su mano esperando una señal y se fue del cuarto. Se retiro del cuarto, levanto laptop, y regreso al cuarto de su hijo. -Aquí.

    Jon miro por encima.

    - Que? ¿Una nueva herramienta para aprender?

    Grant sintió la sonrisa a pesar de que sabia que no se veía en su rostro. El necesitaba llorar mucho. -No.  El necesitaba gritar mucho. -No. El quitaba tres plantas que nunca había notado a lado, y arreglo la computadora en el escritorio de Jon.  Haciendo clic, el tiro del sitio del escritor y se desplazo atreves de el hasta que encontró su nombre. Le dio clic, en su historia mas reciente resurgió con cometarios añadidos. El prendió la computadora para que Jon la pudiese ver.

    Si los globos gastados pudieran caminar, ellos se parecerían a Jon cuando el se aproximo a la mesa, desplomado, y agachado hacia delante por una rápida leída.

    Pero el no fue rápido. El regreso de repente a leer la historia otra vez.  El Corazón de Grant apretaba tan apretado que se preguntaba si estaba lidiando con arresto cardiaco.

    Los dedos de Jon flotaban sobre el cursor abajo de la pagina. El moraba a su Padre. – Tu nunca me lo dijiste.

    Grant encogió los hombros.

    – Yo no soy muy bueno.

    Jon sacudió la cabeza. – Pero es creativo. Yo pienso que es bueno. El apuntaba al ultimo comentario. – Este tipo lo piensa también.

    Grant trabaja el dolor de la soledad y se preguntaba donde iba. El se agachaba a lado de su hijo. – Sabes, existe un sitio de arte donde puedes publicar tu trabajo. Sirve para mantener las opiniones de otras personas. Usualmente, - Pero yo normalmente fracaso en todo.

    Grant frotaba su mano a través de su boca y una risa lo sofoco.  – No vas a fallar, al menos que te rindas.

    Como mi madre solía decir

    Richard quería matar a alguien. No era su estado inusual de ser, pero en el presente, era indudablemente el mejor paso fuerte en el desierto y para tomar algo de espacio entre el y el resto de la humanidad.

    Una ardilla se asusto a atreves del camino se detuvo, se levanto con sus patas traseras, y comencé a considerar la posibilidad entre un snack y una muerte repentina.

    Richard apretó sus manos a sus bolsillos, aplasto una barra de snack en una y agarro su teléfono con la otra.  La machaco hacia Adelante. La ardilla cola alta llego al árbol mas cerca y desgarro su camino hacia la cima.

    Richard, quien normalmente disfrutaba de la vida salvaje, gruñía y golpeaba una rama fuera de su alcance.

    La rama lo golpeaba de regreso.

    La ardilla, parloteaba desde la parte alta, tomando unas cuantas notas mas largas de lo usual, previno al enorme reino animal, de el tipo de hombre que se le acercaba.

    Diablos con eso. Sus músculos de la pantorrilla quemando y sus pulmones gritando, Richard apuntaba a un conjunto de banco con la orilla de un camino de madera. Cuando vino cerca del punto de descanso, sus articulaciones agradeciéndolo profusamente por el privilegio de vivir otro día, Richard paro corto. Un nuevo sonido rompió en el aire. El miro hacia arriba.  

    Las copas de los arboles, desprovistas de parloteo de ardillas y pájaros graznidos, nada tenían que añadir a la llamada débil o gimoteo que Richard estaba Seguro de que había escuchado. ¿Un perro lastimado?  

    - ¡Hay diablos!

    Era la voz de una mujer. Una mujer con dolor, por como sonaba. El termino Damisela en apuros cruzo la mente de Richard. El aplasto y sacudió los insectos de otoño.  

    Agitando este robusto cuadro, un poquito mas largo en la pancita de lo que podría, a pesar de que tenia que admitir que sus piernas se veían magnificas en shorts, Richard avanzaba hacia atrás, de la manera que tenia que venir.  

    Sip. Ahí se sentó ella, Agachado como un niño en el recreo cuando las otras niñas se portaban malas, ¿sosteniendo el tobillo y...? jurando como un marino? Richard el se rascaba la cabeza y miraba hacia arriba. ¿De verdad? El retiro había sido nada, estaba destrozado. El viajaba desde ya seis semanas, tomo trabajo voluntario de seis meses, y recientemente se metió en un enredo con un idiota de la iglesia quien insistió que la predestinación era parte de la fe en el Sistema, y no permitiría a los miembros formar parte si antes no pagaban las pólizas de las aseguradoras. La mujer en sus cuarentas, paro el balanceo, y en agradecimiento, paro de estar diciendo groserías. Cuando de repente tomo un restiro, ella se tambaleo a sus pies, grito, y brinco en un solo pie hasta que se pego.

    En un roble, que Servía para agarrarla parcialmente en una posición hacia arriba.

    Richard resoplo y prácticamente jalo su cabello cuando paso sus dedos sobre su cabeza. Algo que su primera esposa hubiese hecho. Terco como el día fue de largo.  

    La mujer lo fulmino con la mirada. -Tan felices de estar disfrutando de mi difícil situación.

    -Oye, yo te habría ayudado..." Richard miro hacia alrededor. –¿Quieres que te llame para asistencia?

    A pesar de una briza en octubre crujiendo atreves de los arboles, gotas de sudor caían en la frente de la mujer. - Seguro. Mi teléfono esta muerto. - Las orejas de Richard crisparon. El saco su teléfono de los bolsillos de sus pantalones y perforo el teclado hasta revivirlo.

    La mujer levanto su mano. -Oye, para. De verdad. No esta mal. Mi carro solo esta a una milla de aquí. Si lo puedo lograr. Odio tener paramédicos que vengan hasta acá. Me siento como un tonto. A demás, ellos tal vez tengan a alguien en real en algún otro lado.

    Richard dio un paso al frente y encogió los hombros. – Puedes utilizar mi brazo si quieres para brincar lejos. El incline su cabeza, mirándola, y le ofreció su codo.

    Ella empujo hacia afuera el árbol, balanceándose en su pie, enlistado como un barco a punto de hundirse. - Gracias. Mi nombre es Sigrid. Ella resoplaba a su burlona expresión y agarraba su codo. - De un autor Escandinavo...mis padres eran locos literarios. Los perdone hace mucho. Ella cogió a su lado. – Como un idiota, decidió ponerse en forma y comenzar a correr, y mira lo que paso.

    Richard asistió con la cabeza. Su mano se sentífirme y extrañamente familiar en su hombro. El siempre se sintió atraído por una mujer en problemas. Que tenia un Corazón noble decían sus amigos. Mente suave le decía su madre. -La Buena y vieja Madre. Richard se rio entre dientes. – ¿Estoy todavía

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