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La Suerte de Destiny
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Libro electrónico64 páginas48 minutos

La Suerte de Destiny

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Fragmento de La Suerte de Destiny

Mientras más cerca ellos estaban de la puerta, más raro se volvían las cosas. Podía ver pequeñas cabezas asomarse detrás de las gruesas cortinas borgoñas, las cuales cubrían tanto el garaje como de los ventanales frontales. Sus rostros parecían como los de niños pequeños, demasiados para contar. Todos parecían algo perturbados, ligeramente desfigurados, y especialmente malvados. Cada uno parecía gritar con furia, pero no se podía escuchar una sola palabra. Era como si sus voces silenciadas estuvieran clamando por ayuda; un desahogo de algún tipo de maldición.

Me dio una sensación espeluznante, pensé —algo anda muy mal aquí —, y por alguna razón, me forcé a voltear y mirar a la casa del hombre extraño en la calle del frente. —Miegda —susurré despacio con un chillido en mi voz y con fatalidad en mis ojos. En la puerta frontal, detrás del protector, noté la silueta de un hombre, o lo que sea que fuera. Su mano anciana apenas salía de la puerta, en casi la misma posición que se encontraban más temprano. La luz de la terraza resaltaba la mano en deterioro que ahora jalaba con su dedo índice, llamándome para que me le uniera. Con susto, volteé a mira a los chicos que iban caminando a la puerta de la familia que desaparecía, una auténtica casa embrujada.

Súbitamente, las formas malignas, grandes y pequeñas, comenzaron a rodearlos, mientras los niños de los condenados, como ratas furiosas, emergieron de todas partes.

—¡Salgan! —grité, justo antes que Frankenstein intentara coger a Yoko.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 nov 2018
ISBN9781386307419
La Suerte de Destiny

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    La Suerte de Destiny - JR Wirth

    La Suerte de Destiny

    JR Wirth

    Fragmento de la suerte de Destiny

    Mientras más cerca ellos estaban de la puerta, más raro se volvían las cosas. Podía ver pequeñas cabezas asomarse detrás de las gruesas cortinas borgoñas, las cuales cubrían tanto el garaje como de los ventanales frontales. Sus rostros parecían como los de niños pequeños, demasiados para contar. Todos parecían algo perturbados, ligeramente desfigurados, y especialmente malvados. Cada uno parecía gritar con furia, pero no se podía escuchar una sola palabra. Era como si sus voces silenciadas estuvieran clamando por ayuda; un desahogo de algún tipo de maldición.

    Me dio una sensación espeluznante, pensé —algo anda muy mal aquí —, y por alguna razón, me forcé a voltear y mirar a la casa del hombre extraño en la calle del frente. —Miegda —susurré despacio con un chillido en mi voz y con fatalidad en mis ojos. En la puerta frontal, detrás del protector, noté la silueta de un hombre, o lo que sea que fuera. Su mano anciana apenas salía de la puerta, en casi la misma posición que se encontraban más temprano. La luz de la terraza resaltaba la mano en deterioro que ahora jalaba con su dedo índice, llamándome para que me le uniera. Con susto, volteé a mira a los chicos que iban caminando a la puerta de la familia que desaparecía, una auténtica casa embrujada.

    Súbitamente, las formas malignas, grandes y pequeñas, comenzaron a rodearlos, mientras los niños de los condenados, como ratas furiosas, emergieron de todas partes.

    —¡Salgan! —grité, justo antes que Frankenstein intentara coger a Yoko.

    Dedicatoria

    La Suerte de Destiny: Le dedico a mis hijos una historia de amor de Halloween, quienes son también las estrellas de este relato, y Ana, quien inspiró a Alannah.

    Copyright © 2016 JR Wirth

    Todos los derechos reservados.

    ISBN-13:978-1537201627

    ISBN-10:153720162X

    :

    Capítulo Uno

    Mucho antes que hubiera mensajes de texto, tweets, solicitudes de amistad, o, de hecho, las redes sociales ilimitadas, había una buena anticuada moda de salir con los amigos. No teníamos necesidad de tales cosas como mensajes instantáneos, o elaborar publicaciones para que otros sepan dónde estábamos. No, si queríamos que otros supieran qué rayos estábamos pasando, o haciendo, teníamos que marcar por la línea telefónica para contar nuestras historias. Un método probado por generaciones, donde la gente común como nosotros contactábamos a los familiares y amigos.

    Es más, las fiestas se hacían por un tipo de invitación de papel, o de boca en boca, y quizá, por volantes ocasionales. Los volantes eran prácticamente una garantía de que tu fiesta sería legendaria. Se ocupaban con moderación, sin embargo, y sólo si estabas seguro de que tu fiesta podía manejar con docenas de invitados deseables y otros indeseables. Además, por supuesto, teníamos más que unas cuantas en el año. En general, la gente se reunía, escuchaba música, contaba cuentos, había unas cuantas risotadas, y ponche con o sin alcohol.

    Con volantes o no, la fiesta más legendaria de ellas pareció suceder en, o más o menos, Halloween; y esta prometió ser la más legendaria de todas. Todo lo que tenía que hacer era llevar a mis hermanos a pedir sulces y luego era libre de festejar con Destiny.

    Destiny era una inmigrante cubana quien llegó a California, desde Cuba, por Florida. La primera vez que puse mis ojos en ella fue en clases de Introducción al español. Nunca descubrí por qué ella tuvo que tomar español para principiantes. Pero ella podía hablar mejor el español que cualquiera en la escuela, incluso que los profesores, y con más elocuencia. Ella se sentaba dos asientos adelante y cruzando el pasillo, así que podía mantener los ojos en ella todo el tiempo, particularmente cuando ella llevaba falda corta. Además, aunque ella no parecía molestarse mucho, estaba seguro de que ella sabía que yo la observaba... mucho y siempre. Al menos ella nunca lo demostró, moderando mi vergüenza.

    Por obvias razones, Destiny era la mascota del profesor. A menudo se le podía que compartiera sus historias en español, pues ella podía

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