Paisaje

Por Philip G Henley

Amor, juego y arte en un romance contemporáneo

Ella es una asistente personal que sueña con tener su propia galería de arte. Él es un técnico en tecnología informática que apuesta por todo lo que quiere. Se conocen y se enamoran. Su relación se ve amenazada por apuestas infinitas incluso cuando comparten su amor por la pintura.

• Idioma: Español
• Editorial: BadPress
• Fecha de lanzamiento: 3 feb 2022
• ISBN: 9781667413235

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Paisaje

Por

Philip G Henley

Publicado por Phenweb Publishing

Texto del Copyright © 2015 Philip G Henley

Tranducido por Romina Piscione

Todos los derechos reservados

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# # #

The Fighting Téméraire

The Fighting Téméraire arrastrado a su última litera para ser desguazado, 1838 por William Turner National Gallery.

Temerario (adj.) Impulsivo; bravo; audaz; imprudente

Entonces ... Él ...

Soy imprudente. Busqué el significado de Téméraire después de ver la pintura de Turner en la Galería Nacional. Es un adjetivo que significa impulsivo, audaz, intrépido o imprudente. ¿Qué más puedo decir? Envié el mensaje de texto hace casi una hora y todavía estoy esperando una respuesta. Imprudente y temerario, no había sido intrépido ni audaz, solo imprudente y estúpido. Ahora me disculpo, pero es demasiado tarde. Casi envié Téméraire en el texto, pero no pensé que comprendería la referencia en su estado de ánimo actual.

Es una buena apuesta, casi con certeza, eso es lo que Jim había dicho. Jim del pub, lo más parecido a un amigo que tenía. Traté de explicarle durante la primera llamada. Ella había colgado.

Mira lo que pude haber ganado, pensé en voz alta sonando como la vieja cita de la televisión. Afortunadamente, no lo había dicho realmente. No era el momento de una observación irónica. Era el momento de una disculpa sincera o, mejor aún, de un retroceso en el tiempo. Hacer que no haya sucedido en absoluto. Sin imprudencia, sin temeridad, sin necesidad de disculpas, llamadas y mensajes de texto. Nunca sucedió, pero sucedió. En cambio, envié otro mensaje de texto.

Lo siento mucho, honestamente.

Esperé la respuesta. Normalmente, nuestros intercambios eran casi instantáneos, excepto en el momento en que ella había perdido su teléfono o yo estaba atrapado en un tren sin señal.

Ella coqueteaba más por mensaje de texto. A veces más que coquetear, hacía demandas explícitas. En el pub la semana pasada había enviado una. Jim también estaba allí entonces, reclamando una vía rápida sobre el anuncio del gerente en el club. La novia intermitente de Jim, Sandra, también había estado allí. Su mano derecha descansaba sobre el muslo de Jim y la otra mano sujetaba su hielo Smirnoff. Su último color de uñas brillando bajo las luces del pub. A juzgar por su agarre, no estaba claro cuál prefería más, la bebida o Jim. Estaba revisando mi correo electrónico, otro problema de trabajo, cuando llegó el mensaje de texto.

Si dejas de mirar tu correo electrónico, te llevaré a tu piso y podrás saborear lo mucho que te deseo.

Sin palabras abreviadas. Podía escribir un texto casi sin mirar, pero rara vez, si es que alguna vez, usaba el habla de texto. Eché un vistazo. Su bebida se había acabado, la mía, pronto, y salimos corriendo sin apenas mirar a Jim y Sandra. Me pregunto si volveré a saborearla. Ella me lo había dicho, me advirtió, me amenazó, pero soy imprudente.

Ella podía ser audaz e imprudente; como cuando me arrastró detrás de las dunas de arena en ese viaje de un día a la costa sur. Ella había entrado en esa fila en otro pub cuando accidentalmente derramé la bebida del borracho. Detuvo el posible altercado antes de que comenzara. Ella simplemente fue y se interpuso entre nosotros. El otro protagonista sonrió rápidamente y el chico había aceptado una bebida de reemplazo, en lugar de intentar destruir mi anatomía. Pelear era otra señal de mi imprudencia y otro error. No habría sido la primera pelea en la que había estado, la peor había requerido hospital y puntos de sutura. Afortunadamente, no comparecí ante el tribunal de magistrados local o algo peor. Dos juegos de puntadas, un cuatro y un dos. Eso casi me había costado el trabajo. Eso fue antes de que ella me calmara. Desvió mi atención con sus mensajes de texto.

El que ella envió desde su oficina decía: Parece que he perdido mis bragas. Las buscaré en casa en los próximos veinte minutos, podría necesitar ayuda. Entonces había sido imprudente y audaz. Dejar mi trabajo con una excusa inventada. Me tomó veinticinco minutos llegar allí, treinta segundos para ayudarla a mirar quitándome la ropa. Cuarenta minutos después estaba de vuelta en el trabajo. Ella me había echado con una carcajada, después de que me apresuré a satisfacer su búsqueda. Mi jefe había salido a almorzar cuando volví y rápidamente me había puesto