En esta historia de miedo: Bubber es un niño muy goloso en ambos sentidos. Nunca rechaza un buen dulce casero y él mismo tiene muy buena pinta. Al menos eso es lo que piensa la Señora Drew; que invita al niño a que visite su casa con frecuencia para poder sentarse cerca de alguien tan ric…, tan joven. Dicen que rodearse de gente joven le rejuvenece a uno.

[nota: de repente esto es el maremagnun a tuttifruti de trabajo voy a tener que estar un tiempo sin aportar nada, mínimo hasta que termine este “cuatrimestre” sin Dios. Lamento que sea tan corto, lo subo simbólicamente!;). Un abrazo total, nos vemos y que la paz esté con vosotros^__^!]

[semi-spoiler] Se publicó por primera vez en 1953 en la revista Fantasy Fiction. Tenemos aquí un relato de vampiros: depredadores de fuerza vital. Parásitos. Desde las condesas que mantienen su juventud con una dieta a base de jóvenes vírgenes en las novelas góticas hasta Philip K. Dick en otro relato fantástico, más que de ciencia ficción. También se parece mucho a Hansel y Gretel. El niño Bubber acude a casa de la señora Drew porque no lo puede evitar, sus deseos de galletitas son demasiado fuertes! Un poco como nos pasa a nosotros con el consumismo, no sé si esta crítica se puede extraer de este relato de manera tan gratuita, pero como a Dick le preocupan tanto los aspectos cyberpunk de nuestra sociedad, como la publicidad y la voracidad infinta del capitalismo que nos vende cosas irresistibles (siempre el último producto) yo lo digo. Por ejemplo, la publicidad, mogollón de imágenes de cosas apetecibles (o que nos enseñan a "apetecer") por las que vendemos nuestra alma trabajando para poder conseguir. Es igual que cuando Bubber mira a una chica en una cafetería tomando un batido de chocolate y .. bam! como un reflejo condicionado decide ir a visitar a la vieja aunque sea la última vez (por cierto que la anciana le chupa el alma Y Dick vivió los cuarenta y cincuenta en USA cuna del conductismo que tan útil ha sido al sistema capitalista :). La esencia de la acción de la vieja es el egoísmo: no muestra ningún tipo de remordimineto por el pobre niño, sólo piensa en la cantidad de cosas que tiene por hacer. En realidad la vieja lo que le roba es la juventud, pero él lo que hace es quedarse sin fuerzas, cada vez más chico, más chico… hasta que se lo lleva el viento y sus padres no se dan ni cuenta! Dramón. Eso me recordó al final de La Mosca (la de Vincent Price de serie B cincuentera) que nadie ve al protagonista porque es pequeñísimo. También se agradece la candidez de la historia, porque contada desde otra perspectiva podría haber sido hipersórdida. Las empresas consumen y consumen los recursos, los trabajos tratan de explotarnos, el sistema nos quita las energías… Quizá sólo es una relfexión sobre cómo nos movemos egoístamente.

Ilustración: Tom Beecham.

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Muchas gracias!! =^__^=

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