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Mine Mía: Naturaleza Huye
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Libro electrónico72 páginas1 hora

Mine Mía: Naturaleza Huye

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Información de este libro electrónico

Cesar Augusto naci en San Juan, Puerto Rico y recibi su Licenciatura en Administracin de Hoteles y Restaurantes de Cornell University en 1976. Despus de treinta y cinco aos en la industria de hotelera, l pudo hacer realidad dos de sus anhelos de toda la vida: escribir una historia de ficcin y desarrollar sus habilidades de emprendedor empresario. Actualmente reside en Orlando, Florida, viajando frecuentemente a Amatitln, Mxico donde tiene una destilera de tequila.
IdiomaEspañol
EditorialXlibris US
Fecha de lanzamiento25 jul 2013
ISBN9781483655529
Mine Mía: Naturaleza Huye
Autor

Augusto

Cesar Augusto was born in San Juan, Puerto Rico and completed a Bachelor of Science degree in Hotel and Restaurant Administration at Cornell University in 1976. After thirty-five years in the hotel and resort industry, he fulfilled two lifelong desires: to write a fictional story and develop his entrepreneurial skills. He now maintains residency in Orlando, Florida making frequent trips to Amatitan, Mexico, where he owns a tequila distillery.

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    Mine Mía - Augusto

    Copyright © 2013 by Augusto.

    ISBN:      Softcover      978-1-4836-5551-2

                    Ebook         978-1-4836-5552-9

    All rights reserved. No part of this book may be reproduced or transmitted in any form or by any means, electronic or mechanical, including photocopying, recording, or by any information storage and retrieval system, without permission in writing from the copyright owner.

    This is a work of fiction. Names, characters, places and incidents either are the product of the author’s imagination or are used fictitiously, and any resemblance to any actual persons, living or dead, events, or locales is entirely coincidental.

    Rev. date: 07/20/2013

    To order additional copies of this book, contact:

    Xlibris LLC

    1-888-795-4274

    www.Xlibris.com

    Orders@Xlibris.com

    137579

    Pero la naturaleza huye de lo infinito; porque el infinito es imperfecto, y la naturaleza siempre busca un fin. – Aristóteles.

    T eqqual miraba hacia las montañas, sus ojos verdes oscuros preocupados. La más grande de las montañas había estado humeando todo el día y aún Teqqual, un hijo de la tierra, palpaba el olor a contrariedad en el aire. Sin embargo, lo que él olía en nada se podía comparar con lo que sentía. A pesar de que su fuerza y conexión provenían de las plantas de la tierra, como lo evidenciaban su piel verde y su cabello aún más profundamente verde, podía sentir la inquietud en la tierra debajo de sus pies. Necesitaba encontrar a su hermana.

    Teqqual volteó y corrió hacia el lugar donde sabía que la encontraría. Sus pies descalzos pulsaban contra la tierra seca y caliente, cada paso impulsándolo con más urgencia. Algo se acercaba que cambiaria todo. Sintió la presencia de su hermana antes de haberla visto, la fuerza del lazo entre los dos enfatizando la necesidad con la cual la tierra clamaba. A pesar de la separación de cuatro bebes perdidos, eran tan cercanos como los que comparten el vientre.

    ¡Tocamia! exclamó él mientras ella volteaba. Ella le era tan conocida como su propia alma. Compartían los mismos rasgos finos que los marcaban como hermanos aún y cuando sus colores indicaban una diferencia en la fuerza de sus elementos. La piel de Tocamia era el color de la tierra, como el barro anaranjado de la orilla del río, su cabello era castaño obscuro, casi el negro de la tierra profunda. Sus ojos eran de color ámbar, un tono que no se había visto durante varias generaciones. Si alguien pudiera parar la destrucción que vendría, sería ella. La familia escondía sus habilidades, sabiendo que el jefe se llevaría a Tocamia como una quinta esposa. Esperarían hasta que ella se jurara para revelar su fuerza. Ahora Teqqual se preguntaba si les sería posible esperar.

    Lo puedo sentir, la expresión de Tocamia se veía perturbada. El fuego se acerca, pero lo siento adentro de la tierra en vez de moviéndose a través de ella como debería.

    La tierra extingue el fuego, Teqqual estaba confundido. Llama no puede viajar a través del suelo.

    Esto es diferente, Tocamia meneo su cabeza. Se siente como tierra, pero se mueve como agua, quemando como fuego.

    ¿Alcanzará el qomunio?

    Tocamia se arrodillo sobre la tierra reseca y la presiono con sus palmas extendidas. Cerró sus ojos, escuchando la tierra debajo de ella. Después de un momento, se levantó, No, pero vendrá a nosotros. Tenemos que huir.

    Ella extendió su mano y Teqqual la tomó. Habían venido desde lejos para investigar el extraño fenómeno del humo en el aire, y ahora tenían que huir de él. Se alejarían más del qomunio, la tierra informándole que por ese rumbo tendrían un mejor escape del fuego. Juntos, hermano y hermana corrieron, sus largas piernas casi de la misma longitud debido al reciente crecimiento de Teqqual. Sus pisadas caían juntos, cada paso impulsándolos hacia adelante.

    Y entonces la tierra debajo de ellos tembló, aventándolos de sus pies. Fueron tumbados al suelo, rompiendo el lazo entre sus manos. Teqqual se volteó a sus rodillas, su carne raspado por las filosas rocas cuando usó las manos para romper su caída. Tocamia grito en llanto al golpear su tobillo contra una roca, el aire corriendo de su cuerpo en un instante al caer hacia adelante. Un dolor penetró caliente y brillante en su pierna, pero el temblor que se propagó en la tierra eclipsó su dolor. Su mirada fue inmediatamente atraída a la montaña. Naranja brillante se disparó hacia el cielo y una punzada de temor la atravesó.

    ¡Teqqual! Ella se extendió hacia su hermano, procurando enderezarse sobre su pierna. Soltó un grito doloroso cuando su pierna herida se torció, incapaz de soportar su peso. ¡Corre!

    No te dejaré, Teqqual gateo a un costado de su hermana, su piel revestido de una fina capa de polvo. Tosió mientras inhalo, ahogándose con el escombro.

    Lo tienes que hacer, Tocamia sujetó su brazo, sus ojos llenándose con lagrimas calientes.

    Te cargaré, Teqqual deslizó una mano por debajo de las rodillas de su hermana mientras ella meneaba la cabeza.

    No avanzaras lo suficiente, ella intentó safarse. Si el intentara cargarla, los dos morirían. Sólo, él tendría la posibilidad de aventajar lo que venía.

    Un brazo sobre su hombro hizo que ella mirara hacía arriba. Tocamia bizqueo hacia el sol, sin poder ver más que la alta silueta de un hombre. Él no habló, solamente se dobló y la recogió. Ella hizo un sonido de sorpresa el cual se perdió en el viento cuando él comenzó a correr. Ella no podía ver a Teqqual, pero podía sentir que él los venía siguiendo. Ella aún no podía ver claramente al hombre que la cargaba, pero podía sentir el latido constante de su corazón, lo cuál le comunicaba tanto de su fuerza como lo hacía la velocidad con la cual viajaban. La

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