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La bestia de Gévaudan
La bestia de Gévaudan
La bestia de Gévaudan
Libro electrónico46 páginas45 minutos

La bestia de Gévaudan

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Sinopsis "La bestia de Gévaudan:



Podría ser una leyenda urbana, pero Hanks, el más anciano del hogar de acogida, Petriek, comienza a relatar entre sus compañeros algo que parece haber vivido el mismo, en la Francia del siglo XVIII. De su boca salen palabras que revelan la existencia de una bestia conocida como "Gévaudan" de la cual se tienen muchas pruebas y nada definitivo al final, pero tiene razones para contar cómo todo comenzó un 30 de junio de 1764. Ese día una joven de 14 años llamada Jeanne Boulet apareció muerta cerca de Hubacs, una pequeña aldea en la región histórica de Gévaudan. Pero es solo la primera de las víctimas ya que los lobos, un león o una bestia, campa a sus anchas, devorando y destrozando a sus presas jóvenes. Hanks explica como el propio, Etienne Lafont — Administrador de la Diócesis de Mende—, pidió ayuda a las autoridades de la región. El entonces conde de Montcan, convocó a cuatro compañías de dragones capitaneados por Jean-Baptiste Boulanger Duhamel. Hanks deja claro que "Los dragones" no son más que soldados entrenados y que montan a caballo, en busca de la bestia. Sin embargo, éstos son el peor remedio de las aldeas que la bestia. Seis meses después aparecen más victimas en la propia capital francesa. Una historia de terror espeluznante. La cabeza del pequeño apareció varios días después del cuerpo. Finalmente, el Rey Luis XV contrató los servicios de Martin Denneval, el mejor cazador de lobos de Francia, pero el final no estaba cerca: hasta la llegada de Jean Chastel y aún a día de hoy, no se sabe con certeza qué sucedió...
 

Sobre el autor:



Crecí y empecé a escribir influenciado por el maestro del terror y el drama, Stephen King. Soy el autor de la biografía de su primera etapa como escritor. Además, he escrito una antología basada en la caja que encontró la cual pertenecía a su padre que era también escritor. Ahora escribo antologías y novelas de terror, suspenses y thrillers. Ya he publicado "Los inicios de Stephen King", "La caja de Stephen King", "La historia de Tom", la saga de zombis "Infectados", "Miedo en la medianoche", "Toda la vida a tu lado", "Arnie", "Cementerio de Camiones", "Siete libros, Siete pecados", "El hombre que caminaba solo", "La casa de Bonmati", "El vigilante del Castillo", "El Sanatorio de Murcia", "El maldito callejón de Anglés", "El frío invierno", "Otoño lluvioso", "La primavera de Ann", "Muerte en invierno", "El juego de Azarus", "Pido perdón", "Ojos que no se abren", "Una sombra sobre Madrid", "Crímenes en verano", "Mi lienzo es tu muerte", "Mi odio", "El susurro del loco", "Confidencias de un Dios", "Solemn la hora" y "Tú morirás".

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 jul 2021
ISBN9798201400996
La bestia de Gévaudan

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    La bestia de Gévaudan - Claudio Hernández

    Este libro se lo dedico, una vez más, a mi esposa Mary, quien aguanta cada día niñeces como esta. Y espero que nunca deje de hacerlo. Esta vez, me he embarcado en otra aventura que empecé en mi niñez y que —con tesón y apoyo— he terminado. Otro sueño hecho realidad. Ella dice que, a veces, brillo... A veces... Incluso a mí me da miedo... También se lo dedico a mi familia y especialmente a mi padre; Ángel..., ayúdame en este pantanoso terreno... Pero tengo a Sheila para recorrer este camino...

    La bestia de Gévaudan

    1

    ––––––––

    Aquella mañana, sus ojos estaban cansados; no así sus piernas y sus abrigados brazos. La mujer de cabello rubio brillaba bajo el sol radiante como una llama encendida, pero había algo dentro de ella que la inquietaba. Era el mugir de los bueyes. Veía en sus grandes ojos el reflejo del mal. Era como ver en un pozo, donde se reflejaba una silueta amorfa; además, los bueyes presentaban signos de cierto nerviosismo: como mover sus grandes patas, que horadaban la hierba. Esto hizo que el corazón de la mujer se acelerara igual que desbocados caballos, en una carrera, ante el espanto de un disparo. Dejó el cubo de madera que sostenía en su mano derecha en el suelo y este golpeó con fuerza una tierra húmeda que se quejó con una especie de graznido.

    De repente, un chorro de aire frío la embriagó y atravesó el vestido espeso en tela que la cubría. Y el efecto inmediato fue que se le erizó la piel de sus brazos, así como su espalda, que había empezado a sudar con un goteo helado que se deslizaba por su arqueada espalda, como si un hombre la estuviera acariciando con las yemas de sus dedos; pero ahora eran alfileres los que se iban clavando de forma violenta.

    Un buey —con la cara más oscura que una noche sin luna— se acercó a ella con premura. Sus patas hicieron vibrar el suelo y el sol pareció apagarse por momentos, porque la sombra estaba sobre ellos.

    Implacable, el gutural ruido hizo azotar las ramas de los árboles colindantes, que se movían como los brazos de alguien que se está ahogando. El silencio ominoso se montó sobre ese gruñido y juntos crearon una atmósfera de miedo.

    Y, entonces, ella se giró y lo vio.

    La llegada de la bestia.

    Estaba de pie, con los brazos extendidos, con zarpas; y pronto descubrió que no eran brazos, sino unas extremidades hirsutas y monstruosas. Creía ver a un lobo enorme convulso sobre dos patas. Su pecho estaba hinchado, como si dentro tuviera

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