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Nacidos del Aire: Nacidos del Aire
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Nacidos del Aire: Nacidos del Aire
Libro electrónico285 páginas4 horas

Nacidos del Aire: Nacidos del Aire

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Información de este libro electrónico

"Deben ser los Decimos Octavos. Así es como operan. Podrían haber estado observando por años, buscando una rutina, esperando el momento perfecto. Sospecho que también estuvieron detrás de la abducción de sus padres.”

“Entonces, busquémosla. Quitémosela. Ellos nos lo hicieron - ¡Podemos hacérselo!”

“Si lo hacemos, será una guerra.” Georgeo se levantó y comenzó a pasearse alrededor de la mesa. “Si comenzamos una guerra contra ellos, nos expondremos. Es justo lo que quieren. Si nos exponemos, ellos pueden tomarnos uno por uno. ¡Vamos, Torre! Existen miles de millones de humanos "normales" y quizás, solo quizás, un par de cientos de Avitorianos.” Continuó caminando. “Eso conllevaría a nuestra extinción. No es tiempo de exponernos. La humanidad puede a duras penas llevarse bien consigo misma. ¿Cómo esperas que entiendan lo que somos y que nos acepten como parte de su sociedad si somos diferentes?”

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento12 abr 2020
ISBN9781071537442
Nacidos del Aire: Nacidos del Aire

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    Nacidos del Aire - Timothy Trimble

    ACERCA DEL AUTOR

    TIMOTHY TRIMBLE es el autor de Las Aventuras de Zegin, la serie Aéreo, y muchos otros cuentos cortos. Es escritor y tecnólogo - prácticamente un geek que ama escribir. Si bien ha sido escritor de libros y artículos relacionados con la informática, su verdadero amor por la escritura está en la ciencia ficción y la fantasía de jóvenes-adultos. Vive en el noroeste del Pacífico, sitio en el que la presencia de cafés y rutas contribuyen a su inspiración. Puedes visitarle en línea en www.timothytrimble.com y puedes seguir sus constantes posts de Twitter en @timothytrimble, o a través de Facebook.com/AuthorTimothyTrimble. 

    EXTRACTO

    Deben ser los Decimos Octavos. Así es como operan. Podrían haber estado observando por años, buscando una rutina, esperando el momento perfecto. Sospecho que también estuvieron detrás de la abducción de sus padres.

    Entonces, busquémosla. Quitémosela. Ellos nos lo hicieron - ¡Podemos hacérselo!

    Si lo hacemos, será una guerra. Georgeo se levantó y comenzó a pasearse alrededor de la mesa. Si comenzamos una guerra contra ellos, nos expondremos. Es justo lo que quieren. Si nos exponemos, ellos pueden tomarnos uno por uno. ¡Vamos, Torre! Existen miles de millones de humanos normales y quizás, solo quizás, un par de cientos de Avitorianos. Continuó caminando. Eso conllevaría a nuestra extinción. No es tiempo de exponernos. La humanidad puede a duras penas llevarse bien consigo misma. ¿Cómo esperas que entiendan lo que somos y que nos acepten como parte de su sociedad si somos diferentes?

    Nacidos del Aire

    ¿Sueñas con volar?

    Timothy Trimble

    Copyright © 2016 por Timothy Trimble. Todos los derechos reservados. Por los Estados Unidos. Ley de Derechos de Autor de 1976, escanear o compartir alguna parte del presente libro sin el permiso explícito del editor es considerado piratería y robo de propiedad intelectual.

    Segunda edición impresa – octubre, 2016

    ISBN-13: 978-1536873290

    ISBN-10: 1536873292

    Jefe de edición: Mark Hammer

    Diseño de Portada: Russel Calhoun

    Derechos de portada © 2016 por Timothy Trimble

    Apoyo moral y revisión de cordura: Denise Trimble

    Consultoría creativa: AzaliahYadinah

    Traducción: Nazareth Hernández

    Corrección de pruebas: Maria Packer

    Este libro es una obra de ficción. Todos los personajes, sucesos, nombres, productos, y ubicaciones (reales o no) en esta historia no están basados en hechos reales, son ficción. Cualquier parecido con la realidad se debe a la imaginación vívida del autor.

    DEDICATORIA

    Para Sharon y Cassandra, por adoptar virtualmente a este un poco excéntrico escritor.

    CONTENIDO

    Nacidos del Aire

    Cómo Aéreo comenzó

    Reconocimientos

    Libros escritos por Timothy Trimble

    La música de Aéreo

    Notas del lector

    UNO – TODO LO QUE QUIERO HACER

    No escribimos nuestra historia por miedo a que sea descubierta. Aunque valoremos nuestra herencia y el don con el que fuimos bendecidos, tenemos que seguir siendo imprecisos cuando de documentar se trata. Hay quienes buscan obtener lo que tenemos, sin importar el costo. La extinción es a lo que tememos -la pérdida de nuestra belleza, y nuestro sentido de paz. (Guía para la preservación. Autor desconocido.)

    (Año: 1995)

    Angela amaba como su cabello flotaba en el viento mientras volaba a través del aire fresco e impoluto de la noche. Todo lo que quiero hacer es divertirme un poco... retumbaba en los audífonos del reproductor de casete portátil sujeto a la parte superior de su brazo. Lentamente se alejaba a través del aire del cañón del desierto sin mirar los picos de la montaña a su derecha e izquierda. Su conocimiento de cada giro, rincón, y grieta estaba impreso de forma permanente en su memoria subconsciente de 17 años. Inclinaba su cabeza y silenciosamente gesticulaba las letras de la canción de Sheryl. Después de todo, era su sitio de diversión personal.

    ¿Qué pasaría si ocurriera en el medio del parque nacional Joshua Tree? dijo desafiantemente a su hermana mayor antes de dirigirse a su noche de vuelo. Es un cañón aislado. Los únicos que van son hippies viejos de Los Ángeles que buscan algún lugar para drogarse. Si de alguna forma me vieran, pensarían que están alucinando. No es la gran cosa." Dijo en su defensa con un pie fuera de la puerta.

    Terminó la discusión con su hermana y contempló el cielo. Disfrutaba las estrellas al máximo. Las noches sin luna eran siempre las mejores - mucho más fácil ver los millones de puntos relucientes en la Vía Láctea, y muchas menos probabilidades de ser visto. Lentamente se detuvo y planeó sobre su espalda mientras observaba las estrellas y se preguntaba si sus antepasados provenían del cielo o eran solamente otro tipo de especie humana. Meses antes, le había preguntado a su tío Georgeo durante una de sus pocas visitas. Él no sabía, pero le dijo que a él le gustaba pensar que venían de las estrellas. Dos Avitorianos - hombre y mujer - que buscaban algún lugar para colonizar. Era terrible que los humanos ya hubieran estado aquí, reía entre dientes. También le dijo que se habían quedado porque habían visto algo intrigante en los humanos. Compasión, amor y sed de conocimiento. Los pocos que hablaban de paz y esperanza ofuscaban a aquellos que luchaban por poder y riquezas. Esto fue lo que mantuvo a los Avitorianos en la tierra. Una vez que habían decidido quedarse, la habilidad de regresar a su mundo de origen o de buscar otro lugar para colonizar ya había desaparecido. ¿Cómo? o ¿por qué? - él no lo sabía. Por supuesto, Georgeo le recordó que era solo una historia y que no estaba seguro de su certeza.

    Draco, la constelación de dragón estaba directamente encima esta noche. Ella trazó la forma de la constelación con su dedo, desde abajo pasando por la Osa menor hacia el cuerpo de la Osa mayor. Dejó mover su mano de lado a lado al ritmo de la guitarra de Sheryl. Se giró y contempló la oscuridad de la tierra; estimó que había poco más de 400 pies hasta el suelo del valle. Por estimado, trianguló 3600- pies del pico a su derecha y 3700- pies del pico a su izquierda. Con la luz sutil de un millón de estrellas, podía vislumbrar el lecho del curso del arroyuelo seco corriendo de oeste a este y alguna otra intersección interesante desde el sur hacia delante. Era una intersección popular para los campistas de fin de semana, pero, esta noche, no había señales de vida ahí abajo. Sin fogatas, sin linternas, sin fuego de cigarrillos (o porros) pues los campistas hallaban cómodo un rezago de humo insalubre. Se preguntaba por qué alguien amaría fumar. Recordó la lección del tejido ennegrecido mostrado en su clase de biología el último año. Hoy es miércoles. Puf. Desearía no tener clases mañana, pensó.

    Vagando al oeste, Angela pasó el cruce del arroyuelo y los picos detrás, hacia una abertura en el cañón. El lecho del lago seco estaba completamente rodeado de montañas. Con tres millas de largo y una milla de ancho, era el lugar perfecto para que ella planeara y se sumergiera en la inmensidad del cielo nocturno. Se detuvo en su punto favorito y se dio vuelta con su mirada puesta en el cielo. Quería quedarse lo suficiente para ver cómo la constelación de Orión posaba su cabeza sobre el horizonte occidental, pero eso significaba quedarse durante más tiempo en la noche, y arriesgarse al brillo de la deslumbrante aparición de la luna. Si lo hiciera, su hermana nunca pararía de hablar sobre eso. Solo unos minutos más y regresaré. Observó la estrella Deneb tan atentamente, que pudo sentir sus movimientos mientras avanzaba poco a poco por el cielo. El cloquear del reproductor de casete de Angela le sobresaltó cuando chasqueó después de la última canción. Siempre se sintió intranquila al más leve ruido en el medio de esa noche tan inmaculada y tranquila en el desierto.

    De repente, sintió un calor inusual. Eso es extraño. Contempló las marcas de tierra que le rodeaban y se dio cuenta de que comenzaba a descender. Se giró de cara al lecho del lago seco, y se percató de que había nuevas sombras proyectadas por la luz de las estrellas en un punto donde no había nada más que arena. Se ladeó poco a poco a su derecha y viró su cabeza hacia los riscos del norte. El calor había desaparecido y ganó altitud. Su curiosidad la impulsó a planear de pie y girar de frente al centro del lecho del lago. Múltiples sombras se movieron, y una vez más sintió que su cuerpo se calentaba. El aire a su alrededor era fresco aún, pero su cuerpo se sentía caliente, casi como si tuviese fiebre. Sintió que perdía el control de su altitud mientras comenzaba nuevamente a descender. Al mismo tiempo, una luz desde el fondo le enceguecía. Bañada en brillo blanco, cubrió sus ojos con sus manos instintivamente en espera de poder observar algo entre sus dedos.  Continuó descendiendo. Sabía que, si era forzada a ir a tierra, no sería capaz de correr tan rápido como podía volar. Podía sentir cómo el pánico crecía en su pecho.

    La adrenalina le dio la fortaleza para resistir el descenso. Se alejó de las luces y se dirigió hacia el cañón tan rápido como pudo. ¡Me vieron! ¿Quiénes son? ¿Por qué están aquí? Las preguntas invadían su mente mientras trataba de minimizar el miedo. Mientras se esforzaba en concentrarse, se dejó caer en picada hacia la entrada del cañón en un intento de ganar algo de la velocidad y el impulso que necesitaba. Debo salir de aquí y ponerme a salvo. ¿De dónde viene este calor y por qué dejé de volar? Su mente se precipitaba. Podía escuchar gritos distantes y el sonido de alguna clase de motor arrancando detrás de ella. Sonaba como un VW - posiblemente un carrito de arena. No quería arriesgarse a mirar atrás para saberlo. Las luces estaban aún sobre ella, pero se hacían más tenues a medida que alcanzaban la abertura del cañón. Escudriñó la tierra evitando escasamente las rasgaduras de la salvia y siguió por la maraña de plantas a lo largo del piso del valle. Con el incremento de velocidad e impulso, se movió rápidamente hacia el cielo nocturno y fuera de los rayos de las luces.

    ¡Tontos! ¡Idiotas! Pongan la luz de nuevo sobre ella, ¡Ahora! La mujer gritó a dos hombres mientras ellos hacían rápidamente la tarea y se deslizaban en los asientos del carrito de arena de cuatro plazas. La mujer estaba inclinada en el sujetador trasero de un cañón de apariencia extraña, con cables y envolturas de cobre enrolladas alrededor del mismo. Los cauchos acanalados excavaron en la arena mientras el conductor pisaba el acelerador. Una hilera de focos de luz se ubicaba a lo largo de la parte superior de la barra ubicada encima de la cabeza del conductor. El hombre en el asiento de copiloto lidiaba con el foco de luz portátil mientras corrían detrás de la voladora que escapaba.

    La mujer cayó estrepitosamente en el asiento tras la aceleración. Rápidamente se repuso y tomó los sujetadores del cañón, de los cuales se sostenía con todas sus fuerzas mientras el vehículo se balanceaba a lo largo del lecho del lago seco. Mantenía su equilibrio y presionó el botón del micrófono pegado a su hombro. Vamos hacia ti. Dos clics sobre el parlante indicaron que quien escuchaba en el otro radio había recibido su mensaje.

    Angela se niveló a 3600 pies del pico más alto al norte de la pared del cañón. Miró hacia atrás sobre su hombro al carrito que se aproximaba con sus flujos de luces balanceándose y un único rayo de un foco de luz que buscaba por el cielo. Su suerte aguardaba, no le habían apuntado, al menos no todavía. Su corazón latía fuertemente; pensó que explotaría. Giró y bordeó el filo del cañón que serpenteaba suavemente en una curva con forma de S. Tengo que calmarme y recobrar mis sentidos. Sabía que el cañón se achicaría antes de alcanzar el cruce del arroyuelo, al menos eso le daría un punto de ventaja para ver qué tan cerca estaba el carrito. Puedo ir en línea recta y alcanzar cierta distancia, pero haría más fácil que me vean. Usualmente vuelo al oriente. Esta vez iré al sur. El viejo arroyuelo trasciende a las montañas y ahí podría desaparecerme. De ninguna manera me podrían seguir. Descendió hacia el lecho del arroyuelo a un lado, generando su impulso.

    El carrito de arena alcanzó la entrada del cañón, rebotando y deslizándose a la izquierda mientras el conductor esquivaba las rocas y los árboles. El hombre con el foco de luz buscaba en el cielo mientras trataba de compensar los movimientos repentinos del carrito.

    ¡Acelera hasta 1500, Matt! Pronunció la mujer en el micrófono. 1200 no es suficiente. Soltó el micrófono y sujetó el respaldo del cañón con las dos manos.  Trata de llevarnos a través de esa curva de S sin volcarnos, ladró dramáticamente al conductor.

    Ángela podía oír el rugido del carrito que entraba por la curva del cañón. Los sonidos del motor hacían eco y reverberaban sobre las paredes del cañón, dando la impresión de que se trataba de un ejército de vehículos. Giró y recibió un ligero resplandor de las luces que pasaban por los lados de la montaña, mientras se ocultaba en sombras de asteráceas en movimiento a lo largo de los lados del lecho del arroyuelo. Las liebres se dispersaban aterrorizadas por el sonido de los vehículos que se acercaban y, a su vez, los gatos monteses que le perseguían se daban vuelta y se retiraban a las sombras. Retrocedió dos veces la sección recta del lecho del arroyuelo seco, escudriñando a pocos pies sobre la arena tan rápido como podía. Vio el cruce del arroyuelo sureste acercarse rápidamente cuando la luz del carrito que se acercaba la atrapó mientras se preparaba para volar hacia su escape. Cuando comenzaba a inclinarse en la curva, vislumbró otro vehículo estacionado justo al este de su camino. Las luces emanaron del vehículo encegueciéndola antes de que pudiese cubrir sus ojos. Al darse cuenta de que había sido arrinconada, reaccionó instintivamente y se elevó directamente en el aire, volando tan rápido como su corazón y adrenalina le permitían.

    Inmediatamente, sintió el calor de nuevo. Se movió rápidamente hacia un lado, para ganar altitud e intentar al máximo alejarse del calor, pero aún estaba ahí - siguiéndola mientras volaba. Los audífonos de su reproductor de casete portátil comenzaron a recalentarse en sus oídos. Se los arrancó mientras tiraba del reproductor para quitarlo de su brazo y lo dejó caer hacia la tierra. Se volvió para mirar al carrito que se acercaba bajando la sección recta del lecho del arroyuelo. El foco de luz del vehículo se balanceó de un lado a otro en el cielo para encontrarla. Se dio la vuelta y vio al otro carrito adyacente con luces deslumbrantes. Se ralentizaba y no podía ganar suficiente fuerza para continuar volando. El calor duplicó su intensidad y pudo sentir un dolor quemándole los huesos, irradiándose en sus músculos. Dio vueltas rápidamente en espera de que la maniobra pudiese liberarle del dolor causado por el calor, sin tener éxito. Estaba perdiendo altitud, cayendo hacia la intersección del lecho del arroyuelo. El dolor se volvía insoportable. Comenzaba a caer libremente, yendo en picada por toda la distancia que le quedaba para alcanzar el suelo.

    ¿Por qué me hacen esto? Voy a morir. La confusión y el temor invadieron sus pensamientos mientras caía al suelo como un ave herida. Tan pronto como se preparaba para el impacto, el calor desapareció. Colgaba ahí, giraba lentamente en el aire, de alguna manera se las había ingeniado para detener el descenso. Estaba a solo un pie de la tierra y solo planeaba. Sintió los giros más lentos y se detuvo mientras los dos vehículos llegaban cerca de ella - las luces resplandecían y hacían difícil ver a los ocupantes. Los segundos que planeó parecieron horas. Sus sentidos estaban sobrecargados, su corazón bombeaba rápidamente, y se dio cuenta que le costaba respirar; sintió estar al borde de la muerte.

    ¡Déjenme! ¡Váyanse! gritó tan fuerte como pudo.

    ¿Qué esperan? Se preguntó. Miró hacia arriba y vio la estrella Deneb brillar en la oscuridad, como si con su titilar le dijese que todo iba a estar bien. Podía escuchar a una mujer que hablaba mientras los hombres salían de sus vehículos. Comenzó a ascender nuevamente, pero fue golpeada instantáneamente por el calor intenso. Sus huesos se sentían como alfileres de acero al rojo vivo derritiéndose por el calor.

    Por favor. ¡Deténganse! gritó. Enroscándose, cerró sus ojos y cayó al suelo. La arena suavizó el golpe. Si bien el calor había desaparecido, estaba demasiado débil y exhausta como para huir volando. Lentamente desplegó su cuerpo boca abajo sobre la arena. La frescura de la arena era de alguna forma reconfortante. Escuchó pasos que se acercaban cuando intentaba darse la vuelta, entonces, de repente sintió un pinchazo agudo en su cuello. Todo lo que pudo pensar fue alacranes mientras perdía la conciencia y caía en un sueño irregular.

    ***

    (Cinco días después.)

    Lo sentimos, señora, dijo el guardaparques. Se quitó su gorra y enjugó su frente con una toalla de mano húmeda. Trató de pensar la mejor manera para dar las malas noticias a la seria pareja que estaba de pie en su porche. Hemos tenido un helicóptero y varios equipos buscando en el área que ustedes dicen que ella acostumbraba a visitar. Incluso hemos puesto escaladores para buscar en las grietas del cañón. ¿Podrían decirme alguna otra área del parque que ella frecuentara?

    Faye movió su cabeza, No. Es a donde ella siempre iba. Miró a su esposo, Torre. Sus ojos estaban inflamados y rojos por días de lágrimas y preocupación. Torre tenía su brazo sobre ella y le daba un poco de tranquilidad. Ella le llamaba su patio de juegos privado, agregó.

    Agradecemos toda la ayuda, caballeros, Torre agregó. ¿Le gustaría pasar y tomar algo de té helado o agua?

    No, gracias, señor. Pausó el guardaparques, miró a su otro colega que estaba parado al lado del Jeep, luego, nuevamente hacia Torre. Emm, ¿Podríamos hablar un momento, señor? Me gustaría mostrarle nuestros mapas y podríamos dejar que su esposa vuelva al aire acondicionado.

    Torre podía predecir por la mirada del guardaparques que no iban a ser buenas noticias. Miró a Faye y le dio la mejor mirada de esperanza que pudo. Está bien querida. Serán solo unos pocos minutos. Puedes servir un par de vasos de té para estos muchachos. Estoy seguro de que no se negarán.

    Faye entró a la casa mientras Torre y el guardaparques caminaban hacia el vehículo. El otro extendió el mapa sobre el capó del Jeep. Unos imanes sostuvieron las esquinas, no obstante, tenía que ingeniárselas para evitar que el viento se lo llevara. El primer guardaparques señaló al área de búsqueda encerrada en un círculo. Lo siento señor, pero, después de cuatro días de búsqueda con par de cientos de voluntarios, y bajo estas condiciones, incluso yo no podría sobrevivir ahí sin nada de agua. Miró al segundo guardaparques.

    A este punto, repicó el segundo guardaparques. Los únicos escenarios son: que ella se hirió y no pudo regresar al punto donde la debían recoger o la recogieron y la llevaron a otro sitio. Si aún estuviese ahí, viva o muerta, ya la habríamos encontrado.

    El primer guardaparques continuó, Hallamos huellas de carritos de arena en el lecho del arroyuelo, pero todo el tiempo hallamos eso de los campistas y corredores de vehículos de desierto. Se detuvo. Desafortunadamente, a este punto tenemos que detener la búsqueda y entregarla a las autoridades como un escape de casa o un secuestro.

    Torre pasó su mano sobre su cabello sin dar respuesta a los guardaparques. Miró a lo lejos por encima de ellos a la distante granja eólica. Los generadores de las turbinas estaban hoy en sobremarcha. Sabía que no podía decirles que su cuñada tenía el poder de volar. No podía decirles que él mismo había estado revisando el cañón y los alrededores de la montaña Hexie desde el aire. No podía decirles que estaba seguro de que había sido secuestrada. Entiendo fue todo lo que alcanzó a decir.

    Faye trajo vasos de té frío a los guardaparques, los cuales bebieron rápidamente. Un guardaparques cerró el mapa mientras el otro llamaba al teleoperador por radio.

    Torre movía sus manos diciendo adiós mientras los guardaparques arrancaban. Faye, con los dos vasos vacíos en sus manos, comenzó a llorar.

    ***

    El tío Georgeo contemplaba el Reproductor de casete portátil de amarillo brillante puesto sobre la mesa de la cocina. Torre le había contactado la mañana siguiente a la desaparición de Ángela. No era realmente su tío, sino que era como todos los Avitorianos lo llamaban. El título

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