Por La Ventana
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Sumérgete en mundos alienígenas, aprende cómo un reino que sólo conocía la luz trajo la oscuridad al mundo, y suspira de horror ante la aniquilación de toda una especie.
Con ilustraciones sorprendentes, cubriendo una amplia gama de temas que te harán reflexionar -desde culturas alienígenas hasta las relaciones humanas y el genocidio-, cada una de estas cinco historias encapsula la maravilla de la curiosidad, la fuerza y el potencial humano y humanoide.
De la pluma de la talentosa Elizabeth N. Love, "Por la ventana" saciará tus ansias de aventura.
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Por La Ventana - Elizabeth N. Love
Prólogo
Los cuentos cortos son una magnífica forma de tomar pequeñas ideas y explorarlas de manera breve y significativa. Algunas ideas no levantan vuelo tan fácil como otras, y requieren más trabajo para convertirlas en algo agradable. Otras despegan, y en cuestión de pocas horas pueden ser pulidas hasta llegar a una obra decente de literatura. También están los completos fracasos, pero ¿quién quiere hablar de ellos?
La escritura ha sido mi más amada pasión desde los nueve años de edad. Empezó en forma de poesías y cuentos para alumnos de primer grado, como proyectos escolares. A medida que avanzaba en la escuela, dedicaba más y más tiempo a escribir historias cada vez más largas y avanzadas. Utilizaba un diccionario para ampliar mi vocabulario, en mi esfuerzo por evitar repetir vocablos descriptivos en una misma página. Escrutaba todo lo que podía en búsqueda de ideas; mirando al cielo, al suelo, observando los minuciosos detalles que mucha gente tal vez pase por alto. También leía decenas de libros, principalmente clásicos de ciencia ficción como Ray Bradbury y Ursula K. LeGuin, y fantásticos como Anne McCaffrey y Terry Brooks. Incluso me he valido de los sueños como fuente de inspiración. En la secundaria, los profesores me reprendían por escribir en vez de prestar atención en clase, amenazándome con quitarme la libreta de anotaciones. Mi fuerza de voluntad para concentrarme en las clases era inmensa, sobre todo durante materias aburridas; pero perder mi libreta hubiera sido como amputarme el brazo derecho. Escribir se volvió mi obsesión.
Muchos de mis amigos han leído estos cuentos, y pidieron más —más sobre los personajes, más de las historias, más y más cuentos—. Algunos han llegado a aportar ideas para nuevos escritos.
Normalmente anoto ideas a diario, y pondero las implicancias de cada pensamiento. Todas estas ideas son escritas a mano en pequeños diarios, y guardadas en cajas y cajas en el sótano. Cuando siento la vibra, busco una idea vieja (puedo recordar en qué libro está cada idea, porque nunca compro dos cuadernos iguales) y abrazo la esperanza de que una nueva vivencia me dé la pieza que me falta para cerrar la historia. No todo lo escrito en esos diarios llegará a buen puerto, y hay algo de fan fiction de Viaje a las estrellas, escrita sólo para mis ojos.
Por muchos años, llevé adelante un diario de sueños. Tengo la habilidad de recordar la mayor parte de lo que sueño, de modo que cuando despierto puedo hacer el intento de interpretar lo que mi inconsciente procesó durante la noche. También soy muy consciente de cuándo estoy soñando y, de esa manera, puedo observar en gran detalle el mundo de los sueños, llegando a recordar nombres, rostros, colores y movimientos a lo largo de cada secuencia. Escribía en el diario para descifrar qué significaban para mí ciertos símbolos, tales como flamencos rosas (que simbolizaban a mi suegra) o escaleras que no llevaban a ningún lado (que simbolizaban indecisión).
Los cuentos de este tomo son obras antiguas de mi colección. Muchos han participado en certámenes, algunos con resultados alentadores. Han llevado distintos títulos y algunas veces han sido retocados para ceñirse a conteos de palabras y pulir detalles. Ante cientos de publicaciones de todo el planeta, cada participación avanzaba con gallardía hacia los primeros diez puestos, y eso no está nada mal. Por un período trabajé en mi novela en buena cantidad, y por un lapso mayor tuve hijos y simplemente no tuve tiempo para escribir nada, ni siquiera el disparador de una nueva idea. La privación del sueño y el nulo tiempo libre me arrebataron la creatividad durante esos años. Bueno, no completamente. Armaba álbumes de recortes y hacía bordados a mano, entre otras iniciativas, más fáciles de dejar a un lado durante distracciones. Y mientras tanto he tenido empleos a tiempo completo en varios cargos, como agente de bienes raíces, profesional de la cámara de compensación y supervisora en entrada de datos.
Escribo tanto ciencia ficción como fantasía, pero la mayor parte de mi esfuerzo está en los personajes, en traer a la vida gente que no existe. Quiero que el lector —normalmente yo misma— conecte con los personajes a un nivel emocional. Las condiciones son un vehículo para llevar a los protagonistas de sus vidas cotidianas a situaciones de pesadumbre. Los personajes mismos me hacen saber cómo van a manejar las circunstancias en las cuales son colocados, dándose así un tinte orgánico. A veces sinceramente me sorprendo con sus reacciones. En efecto, mi subconsciente reacciona por ellos, y yo aprendo un montón sobre cómo reaccionaría en situaciones extremas a través de las vidas que llevan mis criaturas.
Por favor disfruta de esta compilación y, lo prometo, vendrán más en camino.
Comentario introductorio a Telemirador
Éste es uno de mis favoritos.
En 2001 me preparé para entrar por segunda vez en el certamen de cuentos cortos Escritores de ciencia ficción de la Tierra
(Science Fiction Writers of Earth) y busqué una temática afín, sobre la cual basar un cuento. El año anterior me había posicionado en la mitad inferior del top ten, así que me fijé la meta de llegar más alto esta vez.
Llegué a un telescopio y una cultura primitiva muy similar a los cazadores-recolectores, sólo que no humanos. Estos seres gatunos observaban un código de misticismo basado en un planeta de una órbita cercana, que los visitaba cada unos cuantos años. La gravedad del planeta transeúnte cambiaba los patrones climáticos, trayendo así la tan ansiada lluvia, por lo general ausente.
La población primitiva veía a la orbe aproximarse como un rostro que los observaba y les traía buena fortuna. Este planeta visitante alberga a su vez a otra raza, mucho más avanzada. Así que, ¿qué pasa cuando las dos culturas se encuentran?
El cuento se llamaba originalmente Mira a través
(Look Through), por el nombre que le dio la raza primitiva al telescopio. Luego cambié el nombre del dispositivo. Recibí este correo electrónico del administrador del certamen, Gill Reis, cuando hubo finalizado el proceso de evaluación:
¡Felicitaciones, Bee Love, por alcanzar el Quinto Puesto (Segunda Mención de Honor) en la edición 2001 del certamen de cuentos cortos
Escritores de Ciencia Ficción en el Mundo"
La edición 2001 recibió 239 postulaciones. Ubicarse en quinto puesto es un logro extraordinario.
Esto es lo que nuestro juez, el autor Edward Bryant, tenía para decir acerca de su historia ganadora: La segunda mención de honor es para Bee Love con ‘Mira a través’, una variedad más bien tradicional de una temática clásica de ciencia ficción, pero ejecutada con evidente afecto y un toque de frescura. El cuento nos proporciona dos historias paralelas de mundos habitados en estrecha y mutua órbita.
Ed me dijo que disfrutó la lectura de su cuento, ya que está bien escrito y mantiene el interés del lector".
Participé del certamen por varios años hasta que Gill se jubiló y lo cerró. Desgraciadamente, él no tenía quien pudiera asumir la administración de esta competencia amateur. Los escritores perdimos un maravilloso escaparate donde compartir con otros nuestro trabajo creativo.
El Telemirador
2001
Mela hojeaba las páginas de la última crónica, buscando el día anterior correlativo a éste. Las páginas cuadradas presentaban las disposiciones estelares y los cambios climáticos de los últimos cinco años. Otro libro llevaba la cuenta de los cinco años anteriores. Asimismo, otros libros llevaban registros similares, dado que las personas habían inventado un cincel para grabar permanentemente en piedra. En la cueva, Mela estaba rodeada de registros de siglos, un ciclo repetitivo de eventos.
Esta noche marcaba la primera noche del nuevo Katak, el nuevo ciclo quinquenal. Este día era muy especial, ya que la Gran Cara aparecería en el cielo por primera vez desde el Katak anterior. Por ocho días, Ella brillaría en todo su esplendor auriazul.
En la aldea preparaban sus ofrendas. A medida que los soles se ponían, se reunieron en la cima de la colina rocosa a presenciar la Aparición. Desde abajo del horizonte sureño aparecería Ella, cubriendo toda oscuridad con Su luz, tan grande que pareciera esconder el estrellado cielo detrás Suyo.
Los aldeanos se congregaron a honrar Su presencia, a complacerla y recordarle que dependían de que Ella elevara los mares, para que las lluvias por los siguientes cinco años llegasen a tiempo. Sin la elevación de los mares, los nimbos lluviosos llegaban demasiado tarde, y el calendario de cosechas se desajustaba. Por más de mil años, la gente plantaba siguiendo este calendario, cultivando así los alimentos más húmedos el primer año, y alimentos más secos cada año hasta la plantación de gramíneas el último año. Esperaban con ansias comer esos jugosos alimentos de nuevo: hidratantes melones y demás frutas jugosas. Todos los aldeanos se esmeraban en contentar a la Gran Cara.
Mela había presenciado Su Aparición ya unas diez veces. La Cara llegaba sin falta y nunca expresaba descontento, no que ella pudiera recordar. Esta noche sería el quincuagésimo quinto cumpleaños de Mela. El