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Joven dramaturgía Vol. 3
Joven dramaturgía Vol. 3
Joven dramaturgía Vol. 3
Libro electrónico170 páginas1 hora

Joven dramaturgía Vol. 3

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Las obras contenidas en este libro ("El mar de veras" de Martha Rodríguez Mega, "Mitad tú, mitad yo" de Jimena Eme Vázquez, "Chimpancé: Una máquina bilógica" de David Alejandro Colorado y "DHL" de Luis Eduardo Yee) son potentes, con fuerza en las imágenes, en los diálogos. Estimulan al lector desarrollando temas actuales como la violencia, el abandono, la muerte, desde un punto de vista muy amargo y con una comicidad que golpea por la crudeza de los personajes.

Quizás la mejor forma de presentar este libro sea diciendo que lo que más me inspira de estos autores es que encuentro coraje en la forma de tratar los temas, son irreverentes y tiernos a la vez, son sutiles y desgarradores, ponen atención en los detalles más ínfimos que penetran en la mente del público.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 mar 2017
ISBN9786078176274
Joven dramaturgía Vol. 3

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    Joven dramaturgía Vol. 3 - Luis Eduardo Yee

    Diseño de portada: Álvaro Jasso

    Primera edición, Abril 2016

    © Publicaciones Malaletra Internacional

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    La adquisición de alguna de estas obras no incluye los derechos para llevarla a escena. Para adquirir los derechos escribir a sus respectivos autores.

    Ignacio Mariscal 148-3 Col. Tabacalera, México, D.F.

    ISBN: 978-607-8176-27-4

    Hecho en México

    Joven Dramaturgia Vol. 3

    Luis Eduardo Yee | Martha Rodríguez | Jimena eme Vázquez | David Alejandro Colorado

    Prólogo

    Conocí el Festival de la Joven Dramaturgia en el 2009, un momento álgido de la dramaturgia mexicana. Se daban cita en la ciudad de Querétaro los jóvenes autores de ese entonces. Autores que nos ofrecían un panorama de la dramaturgia nacional de punta a punta: Mario Cantú (Nuevo León), Conchi León (Yucatán), Daniel Serrano (Baja California), Hugo Wirth (México DF), Saúl Enríquez (Quintana Roo), Alejandro Ricaño (Veracruz). Yo iniciaba mi vida profesional y fue un lugar apto para profundizar en el conocimiento sobre el teatro en nuestro país así que no perdí la oportunidad y colaboro con ellos desde entonces.

    En la antes Muestra (ahora Festival) de la Joven Dramaturgia he encontrado cómplices de vida y trabajo, grandes creadores que son consecuencia de una ardua labor a favor de las letras mexicanas. Ahora, al paso de los años, celebro encontrar en la generación a la que pertenezco a los autores que hoy forman este libro y a los cuales saludo en el comienzo de una gran carrera.

    Las obras contenidas en este libro; El mar de veras de Martha Rodríguez Mega, Mitad tú, mitad yo de Jimena Eme Vázquez, Chimpancé: Una máquina bilógica de David Alejandro Colorado y DHL de Luis Eduardo Yee son obras potentes, con fuerza en las imágenes, en los diálogos. Estimulan al lector desarrollando temas actuales como la violencia, el abandono, la muerte, desde un punto de vista muy amargo y con una comicidad que golpea por la crudeza de los personajes.

    Quizás la mejor forma de presentar este libro sea diciendo que lo que más me inspira de estos autores es que encuentro coraje en la forma de tratar los temas, son irreverentes y tiernos a la vez, son sutiles y desgarradores, ponen atención en los detalles más ínfimos que penetran en la mente del público. El vocabulario coloquial, en el caso de Chimpancé con un estilo aparentemente desaliñado. La ternura, ingenuidad y agallas extraordinarias de Felix, el personaje de DHL. La perversión y la lucha violenta entre siamesas como la obra de Jimena o la ironía y el patetismo de los personajes de Martha Rodríguez dan una rica variedad y armonía en el conjunto.

    Estas obras son experiencias nuevas pero probadas de jóvenes con un camino trazado.

    En suma, este libro representa uno de los momentos más luminosos de estos hacedores de teatro, ya su voz tiene fuerza y se hace escuchar. Solamente espero que disfruten tanto como yo las cuatro obras representativas del décimo tercer Festival de la Joven Dramaturgia, seguramente sus autores nos darán gratas sorpresas y veremos su desarrollo en sucesivas ediciones del Festival.

    DHL

    Luis Eduardo Yee

    La adquisición de esta obra no incluye los derechos para llevarla a escena. Para adquirir los derechos escribir a: luiseduardoyee@gmail.com

    Aquí no veo a ningún Dios.

    Yuri Gagarin en el momento de ver la Tierra desde la estratósfera.

    I

    Seguramente voy a más de 160 kilómetros por hora. El proceso de convertirme en un papalote abandonado al aire está por terminar. Lo que comenzó con la transformación de mis huesos en delgados palitos de madera y siguió con la conversión molecular de todos mis órganos internos en papel china de colores brillantes, está por entrar en su etapa final. Siento como mis uñas, pestañas y cabello comienzan a mutar en pequeñas y hermosas formas que adornarán mi esbelta figura de papalote mientras recorro a velocidades encabronadas todas las delegaciones, estados, municipios, países y continentes de todo el jodido mundo. Veo pasar las cosas cada vez más rápido, cada vez más lejos, cada vez más pequeñas. Por un momento me da miedo estrellarme contra un avión, pero una humedad asquerosa me distrae. Nunca me ha gustado la humedad. El agua sí, estar empapado y escurrir es algo bueno, es algo que disfruto, pero la humedad es asquerosa, es como si en el gran diseño del universo a alguien se le hubiera olvidado apretar bien un tornillo, y una pequeña fuga haya provocado esa indecisión climática. ¡Vamos! O escurres o estás seco. Mi piel de papalote lucha con todos sus mecanismos de defensa para que no afecte el vuelo, pero la turbulencia crece y comienzo a moverme muchísimo. Escucho algo nuevo, detrás de mí, un zumbido insoportable. Me dan ganas de voltear, pero el viento es muy fuerte y mi cuerpo de papalote carece de articulación entre la cabeza y el torso, lo único que tengo es un largo palito de madera que me impide girar aunque sea un poco para ver qué es ese zumbido que comienza a asustarme. Puede ser el avión. A esta velocidad, entre tanta nube llena de humedad sería imposible que el capitán me vea a tiempo para girar rápidamente y evitar así un mortal choque conmigo. El zumbido crece y sigo sin poder voltear. Si estuviera seco podría hacerlo, incluso podría hacerlo si estuviera completamente mojado y escurriera por todos lados, pero esta humedad que sólo me tiene pegosteoso hace imposible que vea de donde viene ese insoportable sonido.

    Bitácora de sueños raros.

    Deberían prohibir despertar antes de que salga el sol. Es horrible. No puedo creer que en miles de años de humanidad y con tantas religiones, no haya habido un genio aprovechado que se robara las escrituras sagradas para rayonearlas y poner como mandamiento: No despertarás antes de las 10 de la mañana, y sólo en caso de haber sol. Si está nublado o vives en Siberia, Alaska o cualquier otro lugar de esos que por estar tan lejos ni el sol les llega, mas que cada seis meses, permanecerás en cama y nadie, ni siquiera Dios Padre, puede reclamar ni castigarte por esta acción. O algo así.

    Sigo soñando que vuelo, que floto en el aire indefinidamente. ¿Qué significa? ¡Al diablo! ¡Para qué me esfuerzo! Siempre he sido lo suficientemente tonto como para no tener una respuesta a la mayoría de cosas que se preguntan: ¿Dios existe?, ¿qué es el amor, el tiempo? ¿Hay vida después de la muerte? ¿Qué significan lo sueños? ¡No lo sé! No me importan esas cosas. Por eso elegí mi trabajo. No debo esforzarme. Todo está escrito, todo perfectamente planeado para que alguien como yo, con un intelecto limitado, llegue única y exclusivamente a ejecutar, seguir el plan, mirar el instructivo, recorrer la vereda, y entonces todo funciona. Habemos personas así. Habemos algunos… la mayoría, que no aspiramos a ser genios, ni siquiera nos lo preguntamos. Acepto mi condición de homo sapiens nivel 1 y soy feliz ejecutando una tarea que cualquier chimpancé entrenado podría realizar.

    II

    —Hola.

    —Más o menos.

    —Volví a soñar raro. Que me convertía en papalote.

    —No sé. Un papalote normal.

    —¿Qué?

    —Qué chingados importa de qué color era. Sólo me convertía en papalote y ya. Mis huesos se hacían palitos de madera y todas mis tripas se hacían papel china…

    —No.

    —Ya te dije que no me acuerdo de qué color era.

    —No mucho. Iba en el aire y de pronto escuchaba un zumbido muy fuerte, era como un avión, pero no podía voltear; estaba todo pegosteoso y me costaba trabajo.

    —No… no estoy canalizando nada, Rosa. Fue un sueño y ya.

    —No se…

    —Desde hace como un mes.

    —Pájaro, avión, gota y papalote.

    —Sí, una gota.

    —¡No sé!

    —Ándale. Sí… te quiero, Rosa.

    —Adiós.

    Soñar que vuelo.

    Que raro.

    III

    Entregar paquetes a tiempo es algo fácil. Muchas veces la gente piensa que hacemos magia o somos una especie de encuentralugaresdifíciles, pero la verdad es que mi trabajo es fácil. Por eso lo elegí. No es que vaya por todo el mundo buscando direcciones difíciles, no. Me asignan un sector, me entregan un mapa, lo estudio; basta con que identifique las interjecciones de las calles pequeñas con las avenidas grandes, ni siquiera debo usar el GPS, ni siquiera me gusta usar esos estúpidos aparatos sin botones que me hacen sentir que algo perdimos como especie: El derecho a apretar un botón; ahora todo es plano y no hay ninguna certeza de estar presionando lo que la pantalla dice que presionamos. Prefiero no usarlo. Creo que es la única prueba de inteligencia a

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