El Terror de Noroda
Por Lem Ryan
()
Información de este libro electrónico
Hace mucho tiempo que el Terror asola Noroda, tanto que ya nadie recuerda cómo eran las cosas antes de que apareciese. Tampoco sabe nadie lo que es en realidad, sólo que provoca muerte y destrucción allá donde ataca. Pero ahora un muchacho, Tai Okani, está dispuesto a hacerle frente y averiguar la verdad. La terrible, espantosa verdad.
Lee más de Lem Ryan
Tierra de Dios Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Frati Nigra Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa muerte es de metal Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSombras del caos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa nave maldita Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Sherlock Holmes: Nunca Jamás Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesKatham y las sombras del caos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Señor de Graark Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuando los dioses mueran Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMás allá de las sombras Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSherlock Holmes: El hombre que no existía Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Autores relacionados
Relacionado con El Terror de Noroda
Libros electrónicos relacionados
Anamelia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos misterios del Noisy Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl corazón de jade Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl secreto detrás del velo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesInfinito Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLas abismales Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRemembranzas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAl paso del Tiempo: Cuento Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl error de Cronos - Saga del tiempo - Vol. 1: FICTION / Romance / General Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesWhitehorse II: Cuando los cielos se cierran Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa reina elfa de Shannara: Las crónicas de Shannara - Libro 6 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa espada de Shannara: Las crónicas de Shannara - Libro 1 Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Los talismanes de Shannara: Las crónicas de Shannara - Libro 7 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Pastor Perdido Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAurrimar. La leyenda del Dios Errante Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos habitantes de la brisa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl último hombre Vol III Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesGorálvor: El Regreso del Heredero, #1 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mis lagrimas en el paraiso Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuando las montañas bailan: Relatos de la Tierra íntima Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones¡Cortadle la cabeza! y otros relatos de terror Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHeraldos de la luz Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMetamorfosis Sentimental Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl evangelio del Nuevo Mundo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Lejos en la pradera Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHeraldos de la oscuridad Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos herederos de Shannara: Las crónicas de Shannara - Libro 4 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl juego del diábolo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAnulus! La Casa de las Brujas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos Resurrectores Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Ciencia ficción para usted
Adiós, humanidad: Historias para leer en el fin del mundo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Viaje al centro de la Tierra: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Única Verdad: Trilogía de la única verdad, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/51984 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La marca del lobo: un romance licántropo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5De la Tierra a la Luna Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Guía del autoestopista galáctico Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Cuarta Dimensión Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesObras Completas Lovecraft Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Yo, Robot Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Peso del Honor (Reyes y Hechiceros—Libro 3) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Unida a la bestia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Julio Verne: Viaje al centro de la Tierra Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Juego De Los Abalorios Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Hierofante Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesWarrior of the Light \ Manual del Guerrero de la Luz (Spanish edition) Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El Despertar de los Dragones (Reyes y Hechiceros—Libro 1) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La estrella de Salomón Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Frankenstein: Clásicos de la literatura Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La infancia del mundo Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Veinte mil leguas de viaje submarino: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Califato: Una novela de suspenso post-apocalíptica (Edición en Español) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La trilogía cósmica Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMisión Verne Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Senda De Los Héroes (Libro #1 de El Anillo del Hechicero) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Klara y el Sol Calificación: 5 de 5 estrellas5/5De la oscuridad a la luz Calificación: 3 de 5 estrellas3/5La máquina del tiempo de Adolf Hitler Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Mundos alternos: Selección de cuentos escritos por las pioneras de la ciencia ficción del siglo XX a partir de ¡El futuro es mujer! Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La parábola del sembrador Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Comentarios para El Terror de Noroda
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
El Terror de Noroda - Lem Ryan
PROLOGO
Un relámpago rasgó la oscuridad del cielo, y comenzó la lluvia: finas gotas cayendo oblicuas a tierra desde nubes negras que ocultaban a las temblorosas estrellas. Se escuchó un tamborileo sordo, débil al principio, inseguro y espaciado, como si dedos fabulosos probasen su agilidad sobre mágicos tambores con notas sueltas: el agua estrellándose contra el suelo después del descenso vertiginoso. La canción de una Naturaleza triste y furiosa a un tiempo.
El viento era gélido. Un estremecimiento de horror recorría bosques y desiertos, llanuras y montañas. La noche gritaba, y sus gritos los ahogaba la tormenta.
Pronto se empapó la tierra, formáronse abundantes charcos y crecieron los ríos. El rumor seguía, incansable, se extendía hasta parecer que lo ocupaba todo. La vida se acurrucaba en nidos y madrigueras, temerosa de los elementos.
La lluvia arreciaba.
Suspiros en las casas. Miradas melancólicas recorriendo las brumas nocturnas, las calles llenas de charcos negros. Cuentos inolvidables susurrados junto al fuego.
Tronaba. Los rezagados comprendieron el aviso y corrieron más deprisa bajo el aguacero, pensando en el calor del hogar y en el cariño de los que esperaban en él su regreso.
Cerraron los comercios a regañadientes, las calles quedaron desiertas. Llegó el silencio. Sólo perduraba el inacabable repicar de la lluvia sobre piedras y tejados. Un momento eterno. Luego otro relámpago, otro momento y otro trueno. El cielo se agitaba en dolorosos espasmos de parto.
Pasó el tiempo.
Lento.
Y la tormenta siguió, sin desfallecer en ningún momento. La noche se hizo infinita, terrible. El terror creció, no sólo en el planeta entero sino también en el firmamento, al otro lado de las nubes.
Nadie lo vio. Nadie supo que llegaba, que atravesaba la noche envuelto en fuego. Ni siquiera los sabios que registran los cielos en busca de maravillas se dieron cuenta. Aquella noche pasó inadvertido, salvo para los pocos que sintieron temblar el suelo bajo sus pies por un violento e inesperado terremoto. Pero la mayoría de ellos murieron y no pudieron revelar su existencia.
Fueron las primeras muertes.
Luego hubo más. Muchas más. Incontables. El desastre se ensañó con aquel pequeño planeta y la vida cambió para sus habitantes. La lluvia ya no traía suspiros, ni melancolía, ni cuentos, y si sólo pánico. Más muertes. Pocas esperanzas.
CAPITULO PRIMERO
Okani era un misterio para todo el mundo, incluso para si mismo en ocasiones. Fue encontrado en el bosque siendo tan sólo un cachorro indefenso, abandonado a su suerte; sus nuevos padres creyeron que era un presagio y lo cuidaron como si de verdad fuera suyo, sin escatimar cariño en absoluto, pero no le ocultaron la verdad. Ahora, ya adulto, Okani se preguntaba a menudo quién era en realidad, dónde estaban sus auténticas raíces.
—Están aquí, muchacho —solía decirle Tai Aroda, su padre adoptivo—. Éste es tu hogar, éste es tu mundo. Lo demás es sólo un sueño, algo que nunca existió en realidad.
—¿Y mis padres? No puedo ignorar su existencia.
—Son ilusiones. Acepta lo que eres.
Lo intentaba, pero por más esfuerzos que hacía le resultaba imposible. Sobre todo cuando estaba a solas, como ahora.
Okani siguió andando por el estrecho sendero abierto en las entrañas del bosque. Infinidad de olores llegaban hasta su sensitivo olfato. El sol se abría camino entre las copas de los achaparrados y gruesos árboles que abundaban por allí con sus agudas lanzas doradas.
Allí comenzaba su historia. En el bosque. Todo lo que hubiera antes de aquel momento en que fue recogido por las manos del hombre que ahora era su progenitor era un sueño, tan frágil e incierto como el futuro; sólo el presente existía, sólido, firme, seguro. Y él, en el presente, volvía al bosque.
Sin desearlo realmente, sonrió.
Era un muchacho alto y vigoroso, de cabellos negros y fuertes, cuello musculoso y espalda recta. Demasiado alto y corpulento para su edad, aunque ésta fuese tan difícil de determinar con exactitud. En su mano izquierda, un potente arco; a la espalda, las flechas. Sus oídos estaban atentos. Los ojos taladraban la maleza deseando que algo la moviese. Ni un sólo detalle escapaba a su atención.
Todo permanecía quieto. De vez en cuando el aire sacudía suavemente las hojas. Bajo sus pies, la arena crujía. Un trino en la distancia. El bosque le saludaba.
Se volvió. Yuma estaba al sur, no muy lejos, pero desde allí no se veían sus altas torres, ni los brillantes tejados. Si deseaba contemplarlos debía regresar por aquel mismo camino. Tranquilo, continuó adelante. El día era joven todavía y había muchas horas de caza hasta que llegase el crepúsculo.
La temperatura era agradable, incluso allí, bajo la cúpula de verde hojarasca que cubría el cielo.
Dejó la tortuosa senda poco después, internándose en las calladas profundidades, allá donde sólo había penumbra y soledad. Procuraba no hacer ruido, caminando despacio. Troncos nudosos, que ni una docena de hombres podrían rodear con los brazos abiertos, y arbustos bajos, de hoja espinosa y suave aroma, eran el paisaje que se ofrecía a sus ojos. Tocó la áspera corteza de aquellos árboles —que las gentes de Yuma llamaban graydas, recordando una leyenda sobre una mujer que se llamaba así y que fue convertida en vegetal por ofender a los dioses—, pensativo. Un insecto correteó por sus dedos; lo devolvió al árbol y se alejó.
* * *
El sol estaba cayendo hacia poniente. Anochecía muy rápido. El cielo se empapaba de oscuridad y unas nubes lejanas enrojecían el horizonte.
Okani volvía por el sendero con tres presas en el hombro: dos pequeños mamíferos velludos y un ave de plumas grises y verdes, todas ellas sujetas por las patas con cordeles. Se felicitaba a sí mismo por su buena suerte al encontrar aquellas piezas en su camino, y por su acierto y habilidad con el arco. Tal vez con algún arma más moderna hubiese conseguido más, pero él lo prefería así.
Rodeado de silencio y con una sonrisa en el rostro, se sentía inquieto a pesar de todo.
El camino se hizo largo y sus pensamientos volaron en todas las direcciones. Las sombras se estiraban, el bosque se tornaba cada vez más y