La muerte es de metal
Por Lem Ryan
()
Información de este libro electrónico
La Humanidad se enfrenta a la mayor amenaza de su historia: máquinas inteligentes llegadas desde el otro lado del Universo.
Lee más de Lem Ryan
La Frati Nigra Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTierra de Dios Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa nave maldita Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Sombras del caos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSherlock Holmes: Nunca Jamás Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuando los dioses mueran Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesKatham y las sombras del caos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Señor de Graark Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMás allá de las sombras Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Terror de Noroda Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSherlock Holmes: El hombre que no existía Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Autores relacionados
Relacionado con La muerte es de metal
Libros electrónicos relacionados
Horizonte lunar Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVida de Abraham Lincoln, decimosexto presidente de los Estados Unidos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Anticristo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Príncipe Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMatar a Letelier: El crimen que puso en el banquillo al régimen de Pinochet Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa CIA contra el Che Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuatro maneras de reír Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMás allá de todo reconocimiento Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl maestro arquero: Una leyenda. Una batalla Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesStargazer: Una sátira rock: Libro I Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl secreto siempre es el amor: En los suburbios de Chile Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa inoportuna muerte del presidente Calificación: 5 de 5 estrellas5/53 Libros para Conocer Ficción Detectivesca Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones1914. El asesinato de Sarajevo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl ascenso de Pericles Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBocadillo de medianoche Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones60 Poemas de Amor en Español: La colección más Bella de Poemas del Mundo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSe acabó la farsa: La gran cortina de humo del consenso progre Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesFranklin Roosevelt: Una Guía Fascinante de la Vida de FDR Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRatas: Un drama bélico sobre el asedio de Memel, una batalla que tuvo lugar en el Frente Oriental durante la Segunda Guerra Mundial. Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos Dioses Deben Estar Locos!: De la Cuna del Comunismo a la Tumba del Capitalismo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMas allá de Orión: (Novela de suspenso y terror) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAnécdotas, Aventuras, Relatos Y Conceptos Interesantes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAshanti Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesOficio y compromiso cívico: Memorias de un profesor universitario (1973-2015) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTorragami (Intergaláctica no 1) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos con historieta 3: La voz en la noche / La casa maldita: Terror Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones9 Cuentos: One of Them, in English Translation No Aptos Para Intelectuales Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Historias errantes de almas pertubadas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesKennedy: La vida del presidente y su lucha contra el comunismo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Ciencia ficción para usted
El Esclavo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Única Verdad: Trilogía de la única verdad, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/51984 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La marca del lobo: un romance licántropo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Yo, Robot Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Unida a la bestia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Obras Completas Lovecraft Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Veinte mil leguas de viaje submarino: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Omegaverso: Compañeros de viaje Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Juego De Los Abalorios Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Jules Verne - Obras completas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5De la Tierra a la Luna Calificación: 5 de 5 estrellas5/5De la oscuridad a la luz Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Viaje al centro de la Tierra: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La máquina del tiempo de Adolf Hitler Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Adiós, humanidad: Historias para leer en el fin del mundo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La estrella de Salomón Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La trilogía cósmica Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesProyecto Alfa Centauri (Los mundos del pensamiento) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesKlara y el Sol Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Infectados, la saga completa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Califato: Una novela de suspenso post-apocalíptica (Edición en Español) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Guía del autoestopista galáctico Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Cuarta Dimensión Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNocturna Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La parábola del sembrador Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Misión Verne Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Mundos alternos: Selección de cuentos escritos por las pioneras de la ciencia ficción del siglo XX a partir de ¡El futuro es mujer! Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La infancia del mundo Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El observador del Genesis. Testigo de la creacion. Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Comentarios para La muerte es de metal
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
La muerte es de metal - Lem Ryan
CAPÍTULO PRIMERO
Todo empezó bruscamente, sin que ninguno de nosotros pudiera siquiera preverlo.
Allí, en la Base Central de Plutón, comenzó lo que más tarde se convertiría en una guerra a muerte, sin cuartel, entre la todavía joven humanidad y... los invasores.
No supimos qué era lo que nos iba a destruir. Era lógico, pues, que en nuestros rostros, los rostros de quinientos hombres y mujeres, se reflejara la incredulidad cuando, en toda la Base, parpadearon las luces rojas de alarma. Incluso llegamos a pensar que se trataría de una prueba de ataque falso. En la Base se hacían ese tipo de pruebas para la capacitación del personal, no sólo militar, sino también, y sobre todo, científico, que había en ella. Pero no pasaban de ser eso: simples simulacros efectuados con hastío debido a que pensábamos que todo aquello era inútil. ¿Para qué necesitábamos falsas maniobras de combate si, en el siglo XXII, se habían desterrado ya las guerras en todo el Sistema Solar y no había enemigos contra los que combatir, por lo que el ejército estaba en peligro de desaparecer? Lo que no sabíamos es que «ellos» estaban allí, demasiado cerca y que la muerte caía hacia nosotros desde el cielo tachonado de estrellas. Ellas serían las únicas que contemplarían la destrucción de la Base y de los seres humanos que allí trabajaban. Ellas... y unos pocos supervivientes.
* * *
La angustia se apoderó de mí al contemplar el humeante cráter lleno de materiales fundidos que antes, momentos antes, fuera la Base Central de Plutón. Una lágrima rodó por mis mejillas, invisible tras el casco que me aislaba del inhóspito ambiente de Plutón. Perdí muchos amigos aquel día de muerte en la Base Central. La mayoría de ellos habrían perecido desintegrados en aquel infierno de metales, plásticos y vidrios fundidos.
De quinientas personas sólo quedábamos vivos diez hombres.
Diez hombres llenos de dolor ante lo que nuestros ojos veían. Diez hombres que apretábamos las mandíbulas hasta rechinar nuestros dientes, dominados por la rabia propia de la impotencia.
Miré hacia arriba, hacia las estrellas que brillaban, claras y nítidas, sin atmósfera que las enturbiase. No recuerdo si mis labios llegaron a moverse o sólo fue un pensamiento, pero lo cierto es que pregunté:
—¿Por qué?
No hubo respuesta. Tampoco la esperaba. Allí, por lo menos, no la hallaría.
Mis ojos se dirigieron, luego, hacia los hombres que estaban junto a mí, mirando todos ellos hacia el cráter artificial que se había convertido en un horrible cementerio. Y en especial miré a Greg, en pie sobre la helada superficie de Plutón. Su rostro, tras el casco, no revelaba emoción alguna. Era como si asistiese, frío e impasible, a la catástrofe. Pero yo sabía cuán duro fue el golpe que recibió al contemplar la total destrucción de la Base, en la que su padre ejercía el mando como Comandante en Jefe.
Ahora, su padre estaba muerto. Su cadáver, desintegrado, evaporado por las infernales temperaturas allí reinantes.
Todos los hombres y mujeres que allí trabajaban murieron de igual modo. De ellos ya no quedaba ni rastro. Sólo el recuerdo de que una vez estuvieron vivos. Igual sucedía con la Base Central.
Sólo quedábamos nosotros como testimonios vivientes de lo acontecido aquel día. Sólo nosotros habíamos quedado a salvo al intentar defender la Base contra un ataque que sabíamos a ciencia cierta que no podríamos detener.
Por mi mente desfilaron, rápidas, las imágenes y sensaciones vividas durante el desastre.
* * *
La primera señal de ataque la dio la alarma.
Unas luces rojas situadas en las paredes empezaron a brillar como enloquecidas, y en el ambiente se captó el característico ulular de una sirena. El significado de ambas señales era bien conocido por todos: había sido detectada una fuente de peligro que se acercaba hacia la Base.
Cuando oí el agónico sonido de la sirena y contemplé los rojos parpadeos de las paredes, me sobresalté. Hubo muchos de los que se encontraban en el amplio restaurante de la Base, como yo, que hicieron lo mismo. Por instinto, se pusieron en pie. La mayoría hizo ademán de marcharse, pero se detuvieron antes de comenzar a andar. Dudaban. Seguramente pensaban que se trataría de una falsa alarma.
Fue ése el pensamiento general. Incluso el mío propio. Por eso, continuaron con sus quehaceres, como si nada pasase.
También yo estuve tentado de quedarme, pero era hombre muy apegado a la disciplina militar, de los que pensaban que, sin ella, de poco hubiera servido nunca el Ejército, nuestro ya moribundo Ejército. Así que me levanté y, resuelto, eché a correr hacia mi puesto de combate. Hubo muchas cabezas que se volvieron para mirarme. Lo más probable es que pensasen que estaba loco.
Corrí rápidamente hacia el hangar, mi puesto de combate, mientras, sin demora, la Alerta Roja daba órdenes a todos mis subordinados para que obedecieran mediante mi Crono-transmisor de pulsera.
Cuando llegué al hangar, donde se encontraban los cazas estelares de combate que yo capitaneaba, sólo hallé a tres de mis hombres junto a ellos, ya ataviados con los trajes de combate y los cascos en la mano. Entre ellos se hallaba el hijo del Comandante de la Base y mi segundo: Greg Styler. Al llegar, se cuadraron y me saludaron militarmente.
Sin esperar ni un segundo, me coloqué mi traje de capitán de la flotilla de cazas de la Base y aguardé la llegada del resto de mis hombres. Al colocarme junto a él, Greg me preguntó:
—¿Qué sucede, capitán?
No supe qué contestar a su pregunta, pues ni yo mismo sabía la respuesta, así que le dije:
—No lo sé. Es posible que se trate de una prueba pero... lo dudo.
—Yo también —temió él—. He comprobado el tiempo transcurrido desde el comienzo de la alarma y, si se tratase de una prueba, habría terminado hace aproximadamente un minuto —consultó su Crono-transmisor y continuó—. Además, mi padre no me dijo nada respecto a una prueba de Alerta Roja para hoy.
Yo sabía que el muchacho gozaba de la confianza de su padre por lo que no dudé de su palabra. Por tanto, aquello era real, absolutamente real. Me di cuenta entonces