Mas allá de Orión: (Novela de suspenso y terror)

Por Stephen K. L.

Año 2078.   Lo que en teoría debería haber sido una misión sencilla al planeta minero 14 en la constelación de Orión a 1300 años luz de la tierra mediante el uso de agujeros de gusano, se convirtió para Jeffrey capitán de la Babilony y su equipo; en una total y siniestra pesadilla…


Mas allá de Orión es una trepidante novela de terror cósmico llena de misterio, suspenso e intriga que te mantendrá en todo momento al filo de tu imaginación, mientras poco a poco descubres los enigmas que te aguardan, y el increíble e inesperado final. ¡Disfrútalo!

• Idioma: Español
• Editorial: Noe
• Fecha de lanzamiento: 29 may 2022
• ISBN: 9791221343335

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Mas allá de Orión

Stephen K. L.

Copyright © Edición original

2021 por Stephen K. L.

Todos los derechos están Reservados

«Creemos que podemos imaginar las maravillas y secretos del cosmos, pero cuando me asomo por la ventanilla de la nave que surca el espacio profundo, pienso: ¡caramba! ni en mis más locos sueños podría imaginar tan siquiera lo que se oculta bajo ese oscuro planeta al que vamos, espero que la muerte no esté ahí esperándonos". Teniente Mark

Prólogo

Año 2078. Lo que en teoría debería haber sido una misión sencilla al planeta minero 14 en la constelación de Orión a 1300 años luz de la tierra mediante el uso de agujeros de gusano, se convirtió para Jeffrey capitán de la Babilony y su equipo; en una total y siniestra pesadilla…

Mas allá de Orión es una trepidante novela de terror cósmico llena de misterio, suspenso e intriga que te mantendrá en todo momento al filo de tu imaginación, mientras poco a poco descubres los enigmas que te aguardan, y el increíble e inesperado final. ¡Disfrútalo!

Índice

Prólogo

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Y

a han pasado más de siete décadas desde que las torres gemelas colapsaran allá por el 2000 y la guerra en Irak se saldara con sangre inocente por perversas ambiciones extranjeras. Atrás han quedado los sueños de aquellas generaciones, y únicamente quedan recuerdos vacilantes en el último remanente de aquella generación que se resiste a olvidar.    En el actual mundo, muchas naciones dejaron de existir debido a la tercera guerra mundial que se llevó a cabo en el ocaso de la década de los 30. Pese al devastador resultado nuclear de aquel suceso para miles de millones de personas, el mundo poco a poco fue floreciendo hasta alcanzar una época de relativa paz entre las dos únicas potencias que subsistieron: Rusia y Estados Unidos.

En los años posteriores al colosal conflicto, la ciencia y la tecnología avanzó a pasos agigantados, a tal punto, que las primeras misiones a marte por parte de la nasa hacía siete décadas resultaban irrisorias para los que ahora surcaban las estrellas buscando señales de vida y recursos energéticos.

Para el 2050 muchas teorías cuánticas vieron por fin la luz cuando por primera vez el mundo fue capaz de abrir agujeros de gusanos hacia las estrellas próximas, y una década después ser capaz de mandar naves interestelares a explorar sistemas solares. Inclusive, había apenas lanzado un par de meses atrás la primera misión no tripulada hacia la galaxia del sombrero, aquella galaxia antiquísima con relativo éxito. Rusia y Estados Unidos habían logrado un acuerdo como nunca antes para la exploración conjunta de mundos energéticos, así como la búsqueda de vida inteligente hacia el cosmos.

La compañía multinacional energética y tecnológica Wadiom; la más poderosa del mundo había sido la elegida décadas atrás para comenzar en alianza con las dos potencias mencionadas explorar el cosmos. Y eso se debía a que era la única compañía y pionera en haber creado naves estelares lo suficientemente poderosas para surcar el espacio profundo. Sin lugar a dudas, los descubrimientos en física cuántica fue lo que en verdad había hecho posible la exploración de las estrellas, porque pese a que las naves eran sumamente poderosas, la tecnología humana aún no había podido lograr crear naves que se acercaran a la velocidad de la luz.

Del 2050 al 2070 la exploración en conjunto había llevado exitosamente al descubrimiento en diferentes sistemas solares de nuestra galaxia más de veinticinco planetas con condiciones viables y seguras para la extracción de minerales energéticos. En sí, la mayoría carecía de atmósferas respirables, se habían creado pequeñas ciudades con todo lo necesario para ejecutar dichas tareas. Dichos planetas contaban con la nueva tabla periódica de elementos nuevos exóticos que se había descubierto apenas en la década de los 60, y que servía exclusivamente para la creación de naves interestelares, y elementos raros que permitían producir cuantiosa energía para abrir los famosos agujeros de gusano.

Pese al descubrimiento de cinco planetas rojizos con atmósferas y condiciones óptimas para la vida humana, no se descubrió vida inteligente, simplemente escasa vegetación exótica que hacía de alguna manera la atmósfera respirable. Sin embargo, no se trasladó a humanos hasta 2068 luego de un programa de reforestación a gran escala de billones de flora terrestre adaptada en todos esos cinco planetas, para eventualmente a principios de 2070 enviar a más de diez millones de personas repartidos en todos esos mundos. Indudablemente, y pese a que el planeta tierra se recuperaba de la brutal guerra nuclear que se había llevado hacía décadas, la intención de las potencias mundiales era eventualmente mudar a la mitad del planeta a nuevos horizontes.

Pese a que la enemistad de las dos potencias mundiales había quedado en el pasado, existían férreas competencias entre las mayores compañías multinacionales por suplir la alta demanda energética y hacerse de los jugosos contratos de la mayoría de los gobiernos terrestres… y de los que en el futuro serían en aquellos mundos sus negocios, donde la vida humana emergía hacia menos de una década.

La compañía Wadiom líder en el ramo tenía la concesión de la explotación libre de mayoría de los planetas descubiertos, y por ello daba un 50 % de los colosales dividendos al gobierno estadounidense y ruso incluyendo la energía energética que requerían ambos regímenes. Era tal el poder de la multinacional que no tenía vigilancia directa desde hacía una década ni contralorías férreas, y por tanto podía hacer cuanto le placiera en el cosmos. Inclusive, tenía su propio escuadrón de seguridad de fuerzas especiales ex marines y ex Seals que se encargaban del resguardo de naves interestelares y remolcadores cuando las naves transportaban a diferentes planetas el valioso material. A donde posteriormente se fabricaban las naves y los compuestos líquidos para ser usados como materiales energéticos, combustibles y reactores de energía para abrir portales dimensionales, tales como los agujeros de gusano.

Formalmente la alianza anglo-rusa había concedido los derechos de 14 planetas de los 25 en total a Wadiom para que iniciara la explotación y redituara a ambos las ganancias. En las dos décadas siguientes de haber obtenido la concesión, la compañía había creado pequeñas ciudades de no más de un kilómetro de largo con lo necesario para la extracción energética en al menos siete mundos de los catorce. Y el resto era únicamente monitoreado para evitar que piratas espaciales chinos o japoneses se adentraran en territorio a sustraer material o asentar módulos.

Apenas han pasado un par de meses desde cuando por primera vez los físicos de Wadiom reunieron la suficiente energía para mantener un agujero de gusano y transportar a robots automatizados a la galaxia del sombrero. Fue algo increíble, debido a que la mayoría de viajes que se habían efectuado hasta entonces, las más lejanas habían sido a la constelación de Orión, donde la mitad de la mayoría de los planetas mineros descubiertos se localizaban.

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2077       Cede de la compañía interestelar Wadiom -New York Estados Unidos

—Me alegro que estén aquí todos chicos, —vociferó el señor Mcmann presidente de la compañía, en medio de aquella enorme sala donde se le podía percibir algo agitado seguramente por lo que iba a tratar en esa pequeña reunión de último momento. Todos los que estaban sentados a los lados a lo largo de aquella mesa que se miraba en el