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Habilidades de comunicación: Aprenda a leer a la gente, a hacerla reír, a hablar con cualquiera y a aumentar el carisma mejorando su capacidad de escucha
Habilidades de comunicación: Aprenda a leer a la gente, a hacerla reír, a hablar con cualquiera y a aumentar el carisma mejorando su capacidad de escucha
Habilidades de comunicación: Aprenda a leer a la gente, a hacerla reír, a hablar con cualquiera y a aumentar el carisma mejorando su capacidad de escucha
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Habilidades de comunicación: Aprenda a leer a la gente, a hacerla reír, a hablar con cualquiera y a aumentar el carisma mejorando su capacidad de escucha

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La comunicación es algo más que lo que sale de la boca. El modo en que te comportas en público y das señales no verbales puede ayudar a la gente a entender mejor lo que estás (o no) tratando de decir. Desde las transacciones que realices hasta los momentos más íntimos, la forma en que transmitas tus pensamientos y sentimientos determinará la interpretación que la gente haga de ellos.

 

Después de trabajar en varios sectores durante años y de conocer a personas de todas las profesiones y condiciones, he descubierto que comunicar tus pensamientos, sentimientos e ideas es muy importante por muchas razones. Ya sea para cerrar tratos importantes o para establecer relaciones duraderas, la capacidad de comunicación es algo que hay que desarrollar.


Para algunas personas, las buenas habilidades de comunicación parecen ser algo natural. No tienen ningún problema en decir lo que piensan y en asegurarse de que lo que dicen es generalmente bien recibido por quienes les escuchan. Por ello, hay ejemplos notables de personas que establecen relaciones con facilidad y que, por lo general, tienen éxito en sus empeños. Sólo hay que decir lo que se piensa, y los demás parecen escuchar. Puede que incluso haya oído hablar de personas que son tan carismáticas que son capaces de crear grandes movimientos sociales o de caer bien a todo el mundo en un edificio.

 

¿Tiene sentido mejorar la forma de comunicarse? La respuesta es sí.

 

A lo largo del libro, descubrirá notables ejemplos de comunicación y formará sus propias estrategias prácticas para mejorar su forma de hablar. No dudes en descubrir estos secretos, ¡compra tu ejemplar hoy mismo!

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 abr 2021
ISBN9798201861490
Habilidades de comunicación: Aprenda a leer a la gente, a hacerla reír, a hablar con cualquiera y a aumentar el carisma mejorando su capacidad de escucha

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    Habilidades de comunicación - Santiago González

    Aspectos básicos

    Antes de entrar en las cosas más emocionantes, deberíamos cubrir primero los aspectos básicos. Considerada como una de las habilidades interpersonales más valiosas en estos momentos, la comunicación te ayuda a compartir información de una persona a otra y con varias personas a la vez.

    Hay muchas maneras y estilos de comunicarse, y lo que puedas estar utilizando ahora mismo es perfectamente válido (aunque con algunos retoques necesarios aquí y allá). Pero lo mejor es que intentes descubrir lo crucial que es comunicar adecuadamente tus pensamientos y sentimientos a los demás, así como interpretar los que te dirigen a ti.

    La importancia de la comunicación Entonces, ¿qué sentido tiene intentar mejorar tu forma de comunicar e interpretar las cosas? Lo que tal vez no se haya dado cuenta es que la comunicación está presente en casi todos los aspectos de su vida.

    ¿Has tenido alguna vez esos momentos en los que la gente era capaz de entender lo que decías sin decir técnicamente nada en absoluto? Un simple movimiento de cabeza o la forma de estrechar la mano de otra persona en un apretón de manos pueden dar muchos mensajes, dependiendo del contexto de la situación.

    ¿O qué tal cuando hablas con tres personas diferentes al mismo tiempo y acaban reaccionando de forma diferente a lo que acabas de decir? Les has dicho lo mismo y, sin embargo, una se ha alegrado, otra se ha confundido y otra se ha sentido potencialmente ofendida. ¿Por qué ocurre esto? Vuelve a la parte receptora de las comunicaciones, y las personas suelen reaccionar de forma diferente ante el mismo estímulo.

    La cuestión es que la comunicación le ayuda a compartir ideas, establecer relaciones, cerrar transacciones potencialmente gratificantes, gestionar un grupo y delegar tareas. Si algo tiene que ver con la interacción con otro ser vivo y que respira, puede estar seguro de que esa situación dependerá en gran medida de sus habilidades de comunicación.

    Los tipos de comunicación Independientemente de su enfoque a la hora de decir lo que piensa, todas las formas de comunicación se clasificarán en cuatro categorías distintas:

    1. Verbal Esta es quizás la más fácil de entender, ya que es la que vas a utilizar con mucha frecuencia. En la comunicación verbal intervienen tu boca y tu cerebro. Nada más.

    Sin embargo, su simplicidad es también lo que hace que la comunicación verbal sea uno de los aspectos más complicados a la hora de comunicar tus pensamientos y sentimientos. Sin el tono, el lenguaje corporal y el estado de ánimo adecuados, es fácil que se acabe malinterpretando lo que acabas de decir hace unos segundos.

    Este aspecto de la comunicación es también el más variado. Algunas personas son tan verborreicas que se diría que están hablando junto a un tesauro humanoide. Otros son bruscos y contundentes, yendo directamente al grano, sin importar las consecuencias. Y algunos pueden tardar demasiado en llegar a su mensaje principal porque divagan.

    Aprender a compatibilizar tu estilo con el de los demás te ayudará mucho a convertirte en un experto en comunicación verbal.

    1. No verbal Aquí es donde entran todos los gestos y señales físicas. También se incluyen aquí las expresiones faciales que utilizas para transmitir lo que estás comunicando verbalmente. Por ejemplo, sonreír mientras se cuenta una historia da la impresión de que la información que se va a ofrecer es buena para escuchar.

    Lo que hace que la comunicación no verbal sea tan crucial es que su capacidad para captarla y entenderla le ayudará a ajustar su comportamiento en cualquier situación. Por ejemplo, si un cliente potencial se cruza de brazos, esto podría indicarle que no le convence lo que le está diciendo y que necesita más convencimiento.

    Por otra parte, el golpeteo de los pies es una señal reveladora de que la persona tiene prisa por cortar la conversación e irse a otro sitio. Una posición relajada, por el contrario, podría indicarle que la persona podría estar de acuerdo con cualquier cosa que usted le proponga. Al menos por ahora.

    1. Escrita Técnicamente hablando, la comunicación escrita también es no verbal, pero tiene algunas cualidades que justifican que sea su propia clase. La comunicación escrita implica todo acto que incluya escribir, teclear o imprimir texto y símbolos en algo físico y digital.

    De todas las formas de comunicación, ésta es la más tangible, ya que se ve a través de libros, panfletos, blogs, correos electrónicos, memorandos, cartas y otros medios impresos. En consecuencia, es el tipo de comunicación que tiene un sentido de permanencia, ya que las cosas que se escriben pueden ser, en sentido figurado, grabadas en piedra.

    Por ejemplo, Sun Tzu lleva muerto más de un milenio y, sin embargo, El arte de la guerra se sigue imprimiendo y leyendo en diferentes idiomas. Lo mismo ocurre con Shakespeare, Platón, Newton, el Rey David e incluso los Padres Fundadores de América.

    Dado que las palabras escritas tienden a durar más que tú y podrían incluso representar tu legado para las generaciones más jóvenes, debes ser lo más preciso posible con ellas.

    1. Visual De todas las formas de comunicación, ésta es quizá la más artística. La frase una imagen vale más que mil palabras es muy aplicable en este caso, ya que una imagen puede transmitir mensajes muy diferentes a cada persona que la mire, dependiendo de su estado de ánimo en ese momento.

    El medio visual se utiliza a menudo para apoyar las palabras proporcionando un contexto. Supongamos que le dices a tus superiores que las cifras de ventas de los últimos meses han sido bajas. ¿No te ayudaría tener algo como un gráfico circular que diera a tus oyentes un punto de anclaje visual para entender mejor tus palabras?

    Pero, incluso por sí solos, los elementos visuales pueden transmitir mensajes que podrían ayudar a alguien a establecer una conexión con lo que ha visto y lo que siente. Por eso, el uso cuidadoso de las imágenes es clave en muchos campos, especialmente en la publicidad.

    Lo que pueden aportarte unas buenas habilidades de comunicación Si la comunicación es una parte importante de tu día a día, mejorar tus habilidades te reportará varios beneficios, que te acompañarán en todas las diferentes facetas de tu vida.

    1. Construir la confianza Aprender a transmitir correctamente tus pensamientos y sentimientos puede ser una buena base sobre la que construir la confianza con los demás. La capacidad de escuchar atentamente lo que te dice una persona y ver las cosas desde su perspectiva da la impresión de que estás tomando decisiones no sólo por ti, sino por los demás.

    Al ser un oyente activo, también haces que las personas que te rodean se sientan lo suficientemente cómodas como para ser abiertas con sus pensamientos y sentimientos. Esto fomenta un ambiente de confianza, especialmente en las relaciones que requieren el cumplimiento de obligaciones y deberes o un esfuerzo de colaboración.

    He aquí un escenario clásico: si eres el líder de un equipo y éste está a punto de tomar una decisión, lo más sensato que puedes hacer es dejar que los demás ventilen sus preocupaciones y ofrezcan alternativas. Luego, una vez presentadas todas las preocupaciones, problemas y vías alternativas, el equipo vota qué decisión va a tomar todo el grupo.

    Seguro que la decisión final no satisface a todos, pero, al menos, proporciona a los miembros de su equipo un foro en el que son libres de decir lo que piensan y ser escuchados. Esta es una opción mucho mejor que un enfoque de toma de decisiones del tipo ¡es a mi manera o en la carretera!, en el que nadie más que tú puede dictar las acciones del equipo.

    1. A menudo se dice que los problemas existen por pura falta de comunicación. No faltan ejemplos de peleas entre grupos o de destrucción de la imagen pública sólo porque una persona ha transmitido mal sus pensamientos y sentimientos.

    He aquí un ejemplo: Supongamos que una de tus amigas acaba de hacerse un cambio de imagen para un evento especial. Cuando la veas, ¿qué sería lo más sensato que podrías decir? ¿Sería Vaya, hoy estás más guapa o Oye, no sabía que podías ser tan guapa? Si tu respuesta se parece a esta última, entonces tiendes a generar conflictos sin querer por donde pasas.

    Tener buenas intenciones, pero ser incomprendido, es un problema al que la mayoría se enfrenta. Pero aprender a tener tacto con tus palabras ayuda a limar los problemas que tienes con los demás y evitar que se repitan en el futuro.

    1. Un buen comunicador sabe cómo definir claramente las expectativas, los objetivos y las ideas de sus interlocutores. Esto es muy útil en los esfuerzos de grupo, donde es necesaria una línea clara de comunicación entre los miembros.

    Supongamos que un miembro no está rindiendo al máximo. Un buen comunicador sabrá cómo decirle que tiene que volver a ponerse en marcha sin ofenderle. Es demasiado fácil que una persona se enfade y muerda a las personas que cree que se están quedando atrás. En cambio, con una buena capacidad de comunicación, puede ayudar a la gente a entender lo que tiene que hacer de la forma más diplomática posible.

    Por supuesto, fomentar una línea de comunicación abierta entre los miembros del grupo ayuda a eliminar conflictos y malentendidos. Quizá un miembro del equipo esté a punto de pelearse con otro. Con buenas habilidades de comunicación, puedes intervenir y darles un lugar donde puedan hablar las cosas (contigo como mediador). De este modo, puedes abordar los problemas que afronta tu equipo y volver a ponerte en marcha para terminar la tarea lo antes posible.

    Y la claridad no sólo funciona con los esfuerzos del grupo. Ser claro requiere que seas lo más sencillo y directo posible a la hora de hablar. Esto significa que puedes decirle a la gente lo que estás tratando de decir en pocas palabras o menos, sin ninguna digresión.

    Esto ayuda a que la gente capte el mensaje de lo que quieres decir sin perder tiempo descifrando tu monólogo. Al fin y al cabo, a nadie le gusta iniciar una conversación con alguien que tarda cinco frases en responder a una simple pregunta categórica.

    1. Mejores relaciones Quizás el beneficio más directo de mejorar tus habilidades comunicativas es que puedes construir o mantener fácilmente relaciones interpersonales. Después de todo, ahora puedes hablar con eficacia, tacto y franqueza, lo que da la impresión a la gente de que eres una persona que no tiene nada que ocultar. La transparencia, después de todo, es una cualidad difícil de manifestar a menos que se sepa decir lo correcto en el momento adecuado y utilizando las palabras adecuadas.

    No sólo sabes hablar bien, sino que también aprendes a escuchar a los demás. Esto da la impresión de que también eres considerado con lo que piensan y sienten los demás y, a su vez, respetas las diferencias de opinión. Esto fomentaría una relación basada en la confianza y el respeto mutuos.

    1. Leer y responder a las señales Puede que te sorprenda esto, pero no todo lo que te transmitan será al 100%.

    Esto es muy cierto en situaciones tensas y estresantes, en las que las cosas que no se dicen pueden dictar cómo sucederían las cosas tanto como las que se dijeron en público.

    Y tampoco ayuda que algunos tipos de personalidad sean difíciles de manejar por defecto. Un vendedor insistente, un jefe enfadado, un mecánico detallista, una madre que está atascada en el tráfico y que lleva a sus hijos al entrenamiento de fútbol. Todos ellos requieren que se capten las señales no verbales para responder con las palabras adecuadas.

    Conocer un poco el lenguaje corporal de los demás puede darte una gran ventaja a la hora de cerrar tratos y encontrar soluciones a los problemas. Además, te ayuda a ajustar el tono de tu mensaje verbal para que se adapte al ambiente general del lugar y a la mentalidad de las personas que te escuchan.

    He aquí un buen ejemplo. Supongamos que estás dando una conferencia y te das cuenta de que la mayoría de la clase está sintonizando contigo porque tu clase es aburrida. Puedes inyectar humor o recurrir a tus experiencias vitales para captar la atención de todos, ya que los chistes y las historias personales pueden hacer que la gente conecte con lo que estás diciendo. Con buenas habilidades de comunicación, puedes prestar atención a cómo reacciona la gente a tu mensaje y ajustar tu entrega en consecuencia.

    1. Una vez que se han eliminado los obstáculos para una comunicación adecuada (que se explicarán en un capítulo posterior), todo el mundo que te rodea sabe lo que puedes hacer y te considerará una persona más fiable. Esto es eficaz en los esfuerzos de grupo, ya que, ahora, los miembros pueden hacerse a la idea de que no tienen que hacerlo todo para completar una tarea.

    Con una buena comunicación, las cargas de trabajo se pueden distribuir rápidamente, los conflictos se resuelven antes de que se vayan de las manos y se puede tratar el estrés de la manera más directa pero diplomática posible. En esencia, al comunicar mejor, consigues hacer las cosas lo antes posible, lo que te convierte en una persona más productiva en general.

    1. Causar una buena impresión Presentarse puede ser una experiencia bastante angustiosa. Incluso si tienes material bien preparado para tu presentación, la ejecución de tu plan puede descarrilar si los nervios te superan.

    Una buena habilidad que aprenderás para mejorar tu comunicación es cómo lidiar con lo que efectivamente se llama miedo escénico. Aprender a controlar el nerviosismo antes de ponerse delante de la gente y transmitir tus ideas de forma asertiva y autoritaria puede convertirte en un orador mucho más convincente.

    La presentación también implica cómo puede recuperarse de cualquier error sin perder el ritmo delante de todo el mundo. Esto incluye aprender a convertir tus errores en algo humorístico para hacerte querer por el público y también cortar el aire muerto en tu presentación.

    En definitiva, unas buenas habilidades de comunicación pueden permitirte presentar tu mensaje de forma atractiva y a la vez fácil de entender.

    Las cualidades de los buenos comunicadores Como se ha dicho, la comunicación es una habilidad que debe desarrollarse con el tiempo. La práctica es lo que hace que pases de ser un comunicador poco eficiente a uno bueno.

    El objetivo final de convertirse en un buen comunicador es hacer que todos los que participan en una conversación sientan que su contribución es importante. Y para que eso ocurra, un comunicador debe poseer una serie de habilidades.

    1. Escuchar activamente Saber formar su mensaje es una buena habilidad, pero otra más importante es recibir esos mensajes que se le dirigen. En lugar de interrumpir a otras personas o de quitarles el protagonismo, un buen comunicador se centra en lo que se le dice.

    Escuchar atentamente y dejar que la otra persona termine tampoco es suficiente. Un buen comunicador también entiende el valor de dejar que la persona que habla confirme que su mensaje está siendo recibido y procesado. A través de asentimientos y otros breves mensajes no verbales, un comunicador indica al interlocutor que está en sintonía con la conversación.

    Esto ayudaría a evitar que las conversaciones se conviertan en monólogos, a la vez que ayudaría a una persona con un problema a encontrar la solución más eficaz para el mismo.

    1. Existe la idea errónea de que la comunicación tiene que estar repleta de protocolos y términos políticamente correctos para ser eficaz. Esto sólo hace que las conversaciones sean más rígidas para los participantes y, en algunos casos, artificiales.

    Por el contrario, un buen comunicador buscará oportunidades en las que pueda tener lugar un diálogo significativo y la colaboración esté asegurada. Esto sólo es posible si se entiende realmente de dónde viene la otra persona y cómo ve ciertos temas.

    En lugar de forzar sus propias opiniones en un determinado asunto, un buen comunicador entenderá cómo se siente la gente en una determinada situación y ajustará su enfoque en consecuencia. Esto es bastante esencial en las negociaciones o incluso en la construcción de relaciones cordiales con los demás. Si no eres la persona que puede ver las cosas desde otras perspectivas que no sean las tuyas, o aprender a ajustarte en las situaciones, entonces necesitas adquirir estas habilidades para ser un comunicador eficaz.

    1. Una mente abierta Asumir es una tendencia humana, pero esto a menudo puede conducir a conflictos. Por ejemplo, puedes pensar que una persona está dominando la conversación cuando sólo es su forma natural de hablar. ¿O qué pasa si supones que una persona es tímida o apocada sólo porque no habla mucho?

    En cualquier caso, suponer demasiado rápido puede ser perjudicial en las conversaciones, ya que deja espacio para futuros conflictos. Un buen comunicador aclarará primero las cosas y tratará de obtener la información más básica. De esta manera, el mensaje que va a entregar se percibe de la manera que pretendía que se percibiera.

    1. El entusiasmo puede ser una emoción bastante difícil de mantener, especialmente si uno ya está acostumbrado a ser cínico. Sin embargo, también puede ser una herramienta eficaz para relacionarse con la gente, ya que hace que se sientan naturalmente entusiasmados por lo que va a ocurrir en la conversación.

    Contrarrestar la negatividad es una cualidad clave de los buenos comunicadores, ya que basta con unos pocos comentarios negativos para desbaratar toda una conversación. Al unir a las personas a su causa y hacer que se entusiasmen por lo que va a ocurrir a continuación, un buen comunicador puede enseñar a las personas a estar motivadas e incluso a ser resistentes cuando lleguen los momentos más difíciles.

    Resumiendo La verdad es que la comunicación es un concepto bastante sencillo de seguir. No hace falta ni siquiera tener un nivel de aprendizaje superior para ser un buen comunicador. Todo lo que se necesita es tener la mentalidad y el enfoque adecuados para obtener los mejores beneficios de ser un buen comunicador.

    Ahora bien, en un mundo perfecto, la transmisión de pensamientos e ideas sigue un camino bastante sencillo y llevaría a una conclusión beneficiosa. Pero no vivimos en un mundo perfecto, ¿verdad?

    Entonces, ¿por qué nuestras comunicaciones cotidianas parecen, a falta de una palabra mejor, defectuosas?

    Por qué no nos comunicamos bien Así como puede ser fácil acertar con la comunicación, también es igualmente fácil equivocarse con ella. Lamentablemente, esto último es lo más probable en el día a día.

    Hay muchas razones por las que muchas de nuestras conversaciones pueden descarrilar en cuestión de unos pocos segundos y varias declaraciones mal redactadas. Y, sorprendentemente, hay bastantes de ellas con las que te has topado tú mismo de forma habitual.

    Las barreras hacia una comunicación eficaz El hombre, sea consciente o no, tiene varias barreras erigidas a su alrededor que impedirían que los mensajes se interpreten como deberían.

    Al identificar cuáles son estas barreras, está un paso más cerca de mejorar sus habilidades de comunicación. Al fin y al cabo, ¿qué queda por hacer con una barrera que has identificado que, bueno, destrozarla?

    1. Barreras físicas Es la más fácil de detectar porque depende de las condiciones físicas reales del entorno. Por ejemplo, estás intentando hablar con una persona, pero está a varios metros de ti. ¿O qué pasa si intentas hablar con alguien en una habitación abarrotada y ruidosa?

    Incluso la disposición de una oficina puede servir de barrera para una comunicación eficaz. Las paredes de los cubículos, por ejemplo, pueden absorber mucho ruido, lo que impide que los trabajadores hablen entre sí a menos que se pongan de pie y hablen entre ellos por encima de la pared.

    Y, por supuesto, los equipos defectuosos son una barrera física, especialmente en la comunicación a distancia. Un micrófono roto o un debilitamiento repentino de la conexión a Internet pueden hacer que los mensajes se distorsionen, impidiendo que los oyentes interpreten el mensaje correctamente.

    Afortunadamente, al ser fáciles de detectar, las barreras físicas de la comunicación son las más fáciles de resolver. Si alguien no puede oírte porque estás demasiado lejos, acércate al oyente. Si las paredes de tu oficina impiden la comunicación, habla por encima de ellas. Y si tus equipos de comunicación son defectuosos, inviertes en otros más nuevos y fiables. Y así sucesivamente.

    1. Barreras lingüísticas La barrera lingüística es algo que también se encuentra a menudo, pero es un poco más difícil de tratar. El hecho de que cada región del mundo tenga su propio conjunto de idiomas preferidos puede ser una barrera para la comunicación efectiva, ya que dos personas pueden no saber cómo hablar entre sí en un idioma que ambos conocen.

    ¿Pero no es ahora el inglés la lengua universal?, se preguntará. Es cierto. Desde que el mundo se ha globalizado, muchos países han adoptado el inglés como norma para las comunicaciones internacionales.

    Pero la cuestión es que el inglés no es el mismo en un país que en otro. Por ejemplo, el tipo de inglés que se utiliza en Estados Unidos es completamente diferente del que se utiliza en Gran Bretaña o Canadá. Lo mismo ocurre con otros continentes que tienen sus propios términos coloquiales utilizados junto con palabras inglesas.

    A escala más local, están los dialectos que cambian de una región a otra o, más exactamente, cada varios miles de kilómetros. Por supuesto, algunas nacionalidades hablan el inglés con un acento bastante marcado.

    Aquí se incluyen los diferentes estilos lingüísticos. Algunos hablan de forma sencilla y a la vez directa, mientras que otros son muy verborreicos y utilizan palabras rebuscadas. Y luego están las profesiones que animan a la gente a hablar con un nivel avanzado de inglés, como el derecho, el mundo académico y la ciencia.

    Como resultado, en un barrio moderno se pueden encontrar más de tres dialectos, acentos y niveles lingüísticos que se utilizan en la comunicación diaria.

    1. Barreras psicológicas Esta es una de las barreras más insidiosas, ya que no sabrá que existen hasta que se manifiesten. La barrera psicológica más común es el miedo escénico, en el que se experimenta un gran nerviosismo antes de hablar delante de varias personas. Si se ve abrumada por los nervios, la persona puede incluso experimentar dificultades para pronunciar una sola frase con claridad.

    Pero hay barreras psicológicas mucho más potentes que se levantan alrededor de la gente. Entre ellas están la depresión, los trastornos del habla, las fobias y otros problemas psicológicos profundos que limitan la capacidad de hablar con claridad.

    En la mayoría de los casos, algunos problemas psicológicos afectan colateralmente sólo al habla. Esto significa que solucionarlos debe hacerse no sólo para mejorar sus habilidades de comunicación, sino también para mejorar su salud mental.

    1. Barreras emocionales Aunque están estrechamente relacionadas con las barreras psicológicas, las barreras emocionales tienen una vida más corta. En otras palabras, son barreras sólo porque tu estado emocional en ese momento las hizo así.

    Un cociente emocional fuerte permite a una persona comunicarse eficazmente y percibir los mensajes de la forma en que su interlocutor pretende que sean recibidos. Sin embargo, los estados emocionales elevados pueden afectar a tu forma de recibir los mensajes.

    Por ejemplo, la ira y la tristeza pueden hacer que una persona interprete un mensaje de forma negativa. En el lado opuesto del espectro están la felicidad y la satisfacción, que hacen que una persona sea aún más receptiva a los mensajes.

    1. Barreras culturales Una barrera más reciente a la que se enfrentan las personas es la exposición a diferentes culturas procedentes de distintas naciones. No se puede evitar que una cultura sea diferente a la tuya, y esas diferencias pueden manifestarse en la forma de comunicarse con ellos.

    Las personas que provienen de culturas reservadas y aislacionistas tienden a hablar sólo cuando se les habla, mientras que las que provienen de culturas más abiertas y altamente sociales tienden a conversar con facilidad.

    También hay que tener en cuenta otros factores culturales, como la práctica religiosa o la falta de ella, la identidad sexual, la dieta, las mascotas preferidas y el comportamiento general. Y esto podría sorprenderte, pero los factores culturales también dictarán el tipo de temas de los que puedes esperar hablar cuando se trata de ciertas culturas.

    Por lo tanto, hay que tener en cuenta las diferencias culturales a la hora de comunicarse con otras personas. No se puede dar por sentado que ellos percibirán las cosas de la misma manera que tú debido a estas diferencias. Esta es la esencia misma de ser culturalmente apropiado.

    1. La predisposición de una persona a las interacciones interpersonales también determinará su capacidad de comunicación con los demás. A los introvertidos les gusta estar solos y, por tanto, rehúyen la mayoría de las comunicaciones verbales y el contacto físico. Sin embargo, pueden sobresalir en las comunicaciones a distancia, como el chat en línea.

    Y luego están los tipos de personalidad que son sociales o pegajosos. Por supuesto, hay tipos de personalidad que pueden ser percibidos como bruscos y desconsiderados o egoístas y dominantes. Todo esto puede influir en la forma de comunicarse con la gente. En las condiciones adecuadas, podrían incluso servir de impedimento para que transmitas tu mensaje correctamente.

    1. Barreras organizativas Esta barrera se observa habitualmente en lugares donde existe una estructura organizativa. He aquí un escenario: ¿alguna vez has querido hablar con una persona pero te sientes indeciso porque está un rango o varios rangos por encima de ti en el organigrama de la empresa?

    Eso es una barrera organizativa.

    ¿O qué pasa si quieres contarle algo a una persona pero no puedes porque el protocolo de la empresa exige que no reveles información sensible a personas que están más abajo en el organigrama? Eso es una barrera organizativa.

    Hay que reconocer que muchas empresas están eliminando la rigidez de los organigramas y emplean una línea de comunicación más transparente entre las personas, independientemente de su posición. Esto significa que la medida en que la estructura de la organización puede impedir la comunicación depende en gran medida de la cultura de ese grupo.

    Un recordatorio importante: Aunque estas barreras son frecuentes, no significa que tenga que enfrentarse a las siete a lo largo de su vida. Si usted es una persona que nunca ha viajado a otro país, es posible que nunca haya tenido un problema de barreras lingüísticas. Y si sabe cómo sortearlas, puede que las barreras físicas ni siquiera sean un problema para usted.

    Además, la magnitud de los problemas a los que se enfrenta uno es diferente a la de otra persona. Tus barreras psicológicas pueden ser menores comparadas con las de otra persona, pero puede que tengas más problemas para lidiar con las barreras organizativas que los que te rodean.

    La cuestión es que saber qué barreras tienes que afrontar en tus habilidades de comunicación es la clave para encontrar una forma de descubrir una solución creativa a los problemas que puedan plantear.

    Desmontando algunos conceptos erróneos Como ocurre con cualquier otra habilidad, es fácil construir tus habilidades de comunicación sobre unos cimientos equivocados. Dichos cimientos se basan en algunos conceptos erróneos sobre el arte de transmitir tus pensamientos y sentimientos a los demás o de percibirlos. Por ello, debemos corregir esa información errónea para proceder correctamente.

    Mito 1: No es necesario saber escuchar Este mito se basa en la noción de que la comunicación es simplemente la transmisión de tus pensamientos e ideas a otra persona y nada más. Como tal, sólo hay que aprender a elaborar el mensaje para ser un buen comunicador.

    Pero la verdad es que eso sólo te convierte en un buen hablador, no en un comunicador. Escuchar es una habilidad esencial que hay que aprender, ya que te ayuda a formar tus palabras en respuesta a cómo se siente la gente o cómo es más probable que reciba tu mensaje. En esencia, una buena capacidad de escucha te ayuda a perfeccionar tu mensaje y hacer que resuene con quien estás conversando.

    Mito 2: Compartir información es lo mismo que comunicar La verdad es que la comunicación es siempre un diálogo, no un monólogo. Esto significa que hay más de una persona implicada, y que es de esperar que haya un ida y vuelta de respuestas si se quiere que una interacción sea calificada de conversación.

    Como tal, la comunicación se centra en los dos lados entre los participantes, lo que significa que se pone un enfoque considerable en cómo se puede mantener una conversación saludable con la gente. En otras palabras, tu capacidad para leer las señales no verbales, procesar las respuestas y ajustar tu forma de hablar en consecuencia son habilidades cruciales para convertirte en un mejor comunicador.

    Mito 3: Sólo debes compartir el mensaje de una manera para que tenga un efecto óptimo Aquí está la cosa con los humanos: no van a entender lo que estás tratando de decir a la vez. Esto depende de cualquier barrera que hayan erigido inadvertidamente para sí mismos y que impida que dicho mensaje sea procesado correctamente.

    Por tanto, hay que encontrar la manera de que el mensaje llegue a mucha gente. Para ello, hay que encontrar las plataformas adecuadas para difundir el mensaje, así como el tipo de forma que adoptará. Por ejemplo, si tienes un buen discurso, puedes convertirlo en forma de texto para facilitar su lectura o convertirlo en un complemento de una conferencia.

    De ti depende averiguar cómo puedes mantener tu mensaje imperecedero durante el mayor tiempo posible. Y, afortunadamente para ti, hay formas de convertir tu mensaje de un formato a otro (de lo que hablaremos más adelante).

    Mito 4: La comunicación constante siempre es buena Claro que hablar con regularidad es una forma de mejorar tus habilidades. Al fin y al cabo, la práctica hace la perfección.

    Sin embargo, como en todas las cosas, el mejor indicador de que has mejorado como comunicador no es la cantidad, sino la calidad. Hay mucha gente que habla mucho sin decir nada significativo. Y luego están los que dicen cosas importantes pero las repiten continuamente.

    La frecuencia también es una cuestión que hay que tener en cuenta a la hora de transmitir el mensaje. Si lo repites demasiado, puede resultar molesto; si lo repites poco, no tendrá ningún impacto. La cantidad correcta de repeticiones de tu mensaje, al tiempo que mantienes su forma lo suficientemente diversa, debería ayudar a que lo que intentas decir perdure en la mente de los oyentes el mayor tiempo posible.

    Errores de comunicación (y cómo evitar cometerlos) La comunicación se considera una competencia. Esto sólo significa que la mejor manera de medir la habilidad no es a través de medios conceptuales y abstractos, sino a través de la aplicación real.

    Y ahí está el problema. La aplicación conlleva la tendencia a cometer errores, y los seres humanos son especialmente conocidos por su tendencia a cometerlos. En el caso de la comunicación, estos errores pueden ser sustanciales o formales, pero lo más probable es que afecten negativamente a sus interacciones. Por ello, identificarlos es crucial si quieres mejorar tus habilidades.

    1. No escuchar exactamente El error más común que comete la gente al comunicarse es hacer el mínimo esfuerzo mientras da la apariencia de estar prestando atención. Cuando alguien está hablando, usted puede estar ocupado revisando su teléfono, escribiendo algo o viendo la televisión. Y lo que es peor, tu mente está divagando en otro lugar, por lo que todo lo que se te transmite ni siquiera se registra en tu cerebro.

    Esto es problemático en dos frentes. En primer lugar, hace que la persona que habla se sienta invalidada, ya que involuntariamente estás cerrando el paso a lo que está tratando de transmitirte. En segundo lugar, te hace perderte importantes señales no verbales, con lo que corres el riesgo de malinterpretar toda la situación y dar una respuesta inadecuada.

    El único remedio en este caso es prestar toda tu atención al interlocutor, que es una de las habilidades cruciales que aprenderás más adelante.

    1. Interrumpir al orador Todos lo hemos hecho. ¿Cuántas veces has interrumpido a una persona a mitad de una frase porque crees que sabes lo que va a decir a continuación? Por ejemplo, una persona puede estar contándote lo que le acaba de pasar, pero tú te entrometes y dices ¡vete al grano ya!. Eso es algo bastante grosero, y detiene cualquier impulso que el orador esté construyendo.

    Algo aún peor que podrías hacer es interrumpir al orador y luego interponer tu propia historia. No sólo has cortado el ritmo de la historia, sino que has desviado la atención del orador hacia ti.

    Interrumpir a una persona en mitad de una frase suele considerarse una maniobra de poder, pero es bastante descortés. El resultado final es que estás invalidando a la persona, como si le dijeras sutilmente que lo que está tratando de decir no importa.

    Esto se puede remediar con un poco de cortesía. Tienes que aprender cuándo una persona ha dejado de hablar, lo que te indica que es el momento de responder.

    1. Asumir el mensaje Esto suele ocurrir entre amigos, ya que este error depende de lo bien que conozcas a la otra persona para actuar y pensar. Cuando una persona está tratando de hablar, nuestra mente ya está formulando suposiciones sobre lo que está tratando de transmitirte o, al menos, sus intenciones detrás de ello.

    La mayoría de las veces, la suposición es errónea. Sin embargo, esto sólo se convierte en un problema si usted hace que la suposición se manifieste realizando el error número dos o dando una respuesta equivocada.

    Cuando uno supone lo que una persona está tratando de decir, se pierde el verdadero mensaje de la persona. Mantener una mentalidad abierta y curiosa con respecto al orador y su mensaje debería resolver este problema.

    1. Enfatizar los sustantivos incorrectos Puede que te sorprenda esto, pero los sustantivos que utilizas en tu mensaje pueden estar determinados por el tono de ese mensaje. Digamos que usted está tratando de abordar un problema frente a su equipo.

    Entonces, la mayoría de las veces, utilizarás los sustantivos , de modo que todo lo que vas a decir a continuación se inscribe en la línea de No hiciste esto, Deberías haber hecho aquello o Hiciste esto.

    Las afirmaciones suelen ser incómodas de escuchar, ya que se sienten como ataques personales. Esto hace que los oyentes se formen connotaciones negativas sobre lo que estás tratando de decirles, lo que da lugar a una mala comunicación.

    En este caso, es necesario utilizar las palabras con más cautela. En lugar de utilizar afirmaciones del tipo , debes usar yo y nosotros. Estos dos últimos son más inclusivos y se inclinan hacia la responsabilidad personal. Con ellos, puedes suavizar el golpe de cualquier mensaje que intentes transmitir, especialmente los graves.

    1. Las emociones son buenas para asegurarse de que ajustas tus respuestas de acuerdo con la situación. ¿Pero qué ocurre si te dejas llevar por tus emociones? En la mayoría de los casos, dirás cosas que no quieres decir y de las que te arrepentirás más tarde.

    Ha habido demasiados casos de personas que han dicho cosas que han traído consigo graves consecuencias interpersonales sólo porque estaban tristes, enfadados o emocionalmente angustiados. Por lo tanto, una habilidad crucial que tendrás que desarrollar es la de dejar que tus emociones fluyan mientras eliges las palabras adecuadas para responder a cualquier persona que te hable.

    La clave está en no decir nada cuando las emociones están a flor de piel. Por ejemplo, si estás muy enfadado, es mejor dejar que la ira te atraviese antes de hacer nada. Puedes incluso vocalizar tus frustraciones, pero asegúrate de no desahogarte con alguien a quien no quieras oír despotricar.

    Y, por supuesto, un poco de moderación puede servir de mucho en este caso. Aunque tengas una cuenta en las redes sociales, no la utilices como un diario donde canalizar tu ira. Las cosas que se dicen a menudo en la red tienen tendencia a volver y hacer un serio daño a tu credibilidad.

    1. La mala interpretación La mayoría de las veces, los seres humanos no interpretan correctamente los mensajes. Tal vez sea por las barreras enumeradas anteriormente, tal vez sea por nuestro estado emocional al recibir el mensaje, tal vez sea por nuestra falta de habilidad para percibir los diferentes matices de un mensaje.

    Sea cual sea el caso, percibimos el mensaje de una manera que no es la prevista por el orador. Esto es aún más frecuente con la tecnología actual, cuando se eliminan otros elementos como la voz, el tono y las señales no verbales. Incluso la capacidad de detectar el sarcasmo y la condescendencia es más difícil con Internet hoy en día.

    Este problema suele evitarse si se presta toda la atención a lo que se dirige a uno. Esto implica algo más que la mera escucha, ya que hay que analizar lo que se dice, cómo se dice y qué otros mensajes no verbales lo acompañan.

    No hay garantía de que percibas el mensaje correctamente al 100%, dependiendo de la situación. Sin embargo, puedes estar seguro de que tu respuesta será mejor informada si te tomas el tiempo de escuchar y analizar.

    1. Ser vago Esto puede responder a la necesidad de no ofender accidentalmente a otras personas hoy en día, pero ser demasiado vago o sutil en tu comunicación es un estilo bastante ineficaz. La razón es que la vaguedad siempre deja un amplio margen de interpretación.

    Un ejemplo demasiado común de esto es cuando nos sentimos molestos y publicamos algo bastante vago en Facebook. Cuando nos presionan para que demos más detalles, hablamos en los términos más vagos posibles. En algunos casos, utilizamos un tono pasivo-agresivo para enmascarar el hecho de que lo sucedido nos ha afectado a nivel emocional.

    Si no tienes cuidado, puedes acabar teniendo interpretaciones muy diferentes de algo que, de otro modo, podría haberse entendido simplemente. Y lo que es peor, se puede percibir que se está hablando sin decir nada realmente.

    El único remedio es no andarse con rodeos. Sea lo más directo posible y mantenga un nivel de cortesía en la forma de transmitir sus pensamientos y sentimientos. No puedes esperar que la gente te lea la mente, así que no lo conviertas en un requisito para conversar contigo.

    1. 1. No tener en cuenta las diferencias culturales Aunque ambas partes hablen el mismo nivel de inglés, existen pequeñas diferencias en la forma de transmitir los pensamientos y sentimientos. Las conversaciones interculturales suelen ser difíciles porque no todos dan las mismas señales verbales. Ni siquiera quieren decir lo mismo con una palabra, dependiendo de la región.

    Un gran ejemplo de esto es entre el inglés americano y el británico. Para empezar, ambos tienen diferentes conjuntos de modismos y términos coloquiales. Además, tienen tonos y enfoques diferentes: los británicos se perciben como más formales y verborreicos, mientras que los estadounidenses se consideran bruscos y sencillos.

    En cualquier caso, no tener en cuenta las diferencias clave en el uso de los términos, la estructura de las frases y las señales no verbales puede llevar a una mala comunicación entre las partes.

    Una vez más, la solución es hacer las cosas lo más claras posible. Hay que utilizar un nivel de lenguaje utilizado por todos y tratar de no impresionar a los demás con palabras avanzadas o modismos que no son utilizados por el público en general. Al fin y al cabo, el objetivo de la comunicación es expresar y no impresionar.

    1. El ad hominem Cuando no te gusta lo que dice una persona, lo más común que hacen los humanos es atacar al mensajero. Esto suele ocurrir en los debates informales, cuando la persona empieza a buscar defectos observables en la persona en lugar de cualquier fallo lógico en su argumento.

    La razón de esto es bastante simple:

    Los defectos de carácter son fáciles de detectar y pueden hacer descarrilar una conversación por lo demás bien estructurada con un mínimo esfuerzo. Por otro lado, es una señal reveladora de que ya no tienes nada valioso que ofrecer al diálogo.

    Por eso, a menudo oímos cosas como ¡Usted sólo es un partidario de (inserte el nombre del político aquí)! o ¿Por qué debería escuchar a un (inserte el partido político/raza/estatus social aquí)? lanzadas fácilmente por la gente hoy en día. Es una forma de terminar una conversación difícil, pero que no contribuye a mejorar tu credibilidad como conversador.

    La única forma de evitar que cometas un error de este tipo es ceñirte a los hechos contenidos en el mensaje. Asegúrate de que tus argumentos responden a lo que se te está dirigiendo y no son meramente hostiles por defecto. Tienes que darte cuenta de que puede que no estés de acuerdo con la persona por principio, pero, como mínimo, puedes respetar sus puntos de vista al tiempo que presentas los tuyos de forma que no sean ofensivos para todos.

    Y hablando de conversaciones difíciles....

    1. Desviar o retrasar Cuando nos enfrentamos a la perspectiva de transmitir temas difíciles, a menudo cometemos el error de prolongar la conversación todo lo posible. Tal vez prefieras que no te examinen por algo que has hecho o que conoces. O tal vez no encuentres las palabras para contar a los demás algo que no les gustaría oír.

    Por ello, recurres a desviarte del tema para que no te coloquen en una posición en la que te conviertas en el portador de malas noticias. Sin embargo, el problema de esto es que a la larga sólo empeora las cosas.

    La gestión cuidadosa de la tensión es la clave para decir a la gente lo que debe oír sin crear conflictos ni dañar las relaciones. Un poco de tacto y una selección adecuada de las palabras también le ayudarán en este asunto.

    El tiempo también es necesario para transmitir el mensaje. No hay que esperar demasiado para dar la noticia, pero tampoco hay que precipitarse hasta tener toda la información confirmada. De este modo, podrá elaborar un mensaje que será recibido por todos de la mejor manera posible.

    En cualquier caso, no debes ocultar información para proteger los sentimientos de los demás a costa de decir la verdad. De la manera más consciente y diplomática, por supuesto.

    En pocas palabras No se puede negar que el camino del mensaje desde su fuente hasta su oyente está plagado de muchos obstáculos. Puede que estos obstáculos no impidan exactamente que el mensaje se reciba, pero sí afectan a la forma en que la persona que lo recibe responde.

    Afortunadamente, la mayoría de estos obstáculos, errores y otras barreras hacia una comunicación eficaz pueden abordarse y corregirse. Esto significa que, con entrenamiento, puedes ir corrigiendo poco a poco los fallos en tu forma de comunicarte y evitar que cometas los errores antes mencionados. Eso, por supuesto, si te comprometes a mejorar constantemente tus habilidades comunicativas.

    El arte de la escucha activa Sorprendentemente, una de las herramientas más importantes que debes desarrollar en tus habilidades de comunicación no es tu boca. Son esas dos cosas que se encuentran a ambos lados de tu cabeza.

    El concepto de escuchar parece bastante simple y sencillo. Todo lo que tienes que hacer es recibir las ondas sonoras que salen de la boca de una persona y hacer que tu cerebro interprete lo que esas ondas llevan. Así que, mientras tengas unos oídos perfectamente sanos (y limpios), seguro que eres un oyente bastante decente.

    Pero escuchar de verdad, en el sentido de captar la esencia de lo que la otra persona está diciendo, es a menudo difícil de conseguir. Las conversaciones son complicadas, ya que están llenas de matices, insinuaciones, señales no verbales y otros mensajes ocultos. Y hay temas que son difíciles de interpretar si no les prestas toda tu atención.

    Es en estos momentos cuando tienes que aprender a entender a una persona, aunque no esté segura de lo que te quiere decir. Aquí es donde aplicarás lo que se llama escucha activa.

    ¿Qué es exactamente la escucha activa?

    La explicación más básica de la escucha activa es que es el tipo de escucha que implica el uso de toda la concentración. El objetivo de este tipo de escucha es comprender a la persona que emite el mensaje.

    Por entender, se entiende profundizar en su mensaje y averiguar qué es exactamente lo que está tratando de decir. Esto no sólo incluye las palabras que utiliza, sino las emociones y el lenguaje corporal que las acompañan.

    Con este tipo de escucha, se espera que formes la respuesta más adecuada a lo que te acaban de decir. Al mismo tiempo, tienes más posibilidades de recordar completamente lo que acabas de escuchar.

    La premisa de la escucha activa es que allana el camino para un intercambio claro de pensamientos y sentimientos. Esto, a su vez, aumentaría las posibilidades de que llegues a comprender a todas las personas implicadas en una misma conversación.

    Un elemento clave necesario para hacer posible la escucha activa es la empatía. Se trata de la capacidad de ver las cosas desde el punto de vista de otras personas, aunque no se esté de acuerdo con ellas en principio.

    Con esta cualidad, la escucha activa es posible, especialmente en tres áreas críticas.

    1. Comprensión empática Es el aspecto más básico de la comprensión activa, y consiste simplemente en escuchar mientras se intenta percibir las cosas de forma similar a como las percibe la otra persona. En esencia, le estás diciendo sutilmente a la persona que entiendes lo que está diciendo y también comprendes lo que quiere decir y está sintiendo en ese momento.

    1. Escuchar sin estar de acuerdo Si entiendes de dónde viene esa persona, ¿significa que tienes que estar de acuerdo con ella? No. Simplemente significa que ahora entiendes su perspectiva y puedes formular una respuesta que la contrarreste sin faltarle el respeto a nivel personal.

    En esencia, ahora puedes compartir con tacto tus puntos de vista respetando las diferencias que otros puntos de vista tienen con él.

    1. Este aspecto abarca tu disposición a escuchar lo que una persona está diciendo sin ninguna distracción. Esta es la parte más difícil, ya que hay bastantes distracciones que podrían impedirte escuchar a esa persona por completo. Esto incluye tu apretada agenda y los dispositivos de los que te rodeas.

    También hay que luchar contra todos los impulsos de fingir que se escucha. Esto no sólo es grosero, sino que va en contra del concepto básico de escuchar activamente a otra persona. Si se hace con demasiada frecuencia, se corre el riesgo de dañar las relaciones, personales o de otro tipo.

    Los pasos hacia la escucha activa La escucha activa es una habilidad, lo que significa que hay que desarrollarla con el tiempo. Para ello, he aquí algunos pasos que le ayudarán a convertirse en un oyente activo y eficaz.

    1. Cuando hablas con una persona y te esfuerzas por evitar mirarla a los ojos, es una señal reveladora de que no estás prestando toda tu atención a la conversación. Esto incluye mirar constantemente el reloj o el teléfono, escudriñar la habitación o mirar por la ventana.

    La mayoría de los países occidentales valoran el contacto visual como base de la comunicación activa. Esto es muy importante, ya que algunas conversaciones pueden tardar en terminarse. Si no te sientes cómodo mirando a los ojos a la otra persona, invitas a todos los impulsos a levantarse y moverse.

    Por lo tanto, cuando una persona le esté hablando, deje todo lo innecesario en el suelo. Si estás escribiendo algo en el ordenador, deja de hacerlo. Si estás escribiendo algo, deja de hacerlo. Si estás comiendo, por el bien de la conversación y para evitar que te atragantes con la comida, deja de hacerlo.

    ¿Pero qué pasa si la persona no quiere establecer contacto visual? Hay algunas culturas en las que el contacto visual está desaconsejado o sutilmente desaconsejado. Esto incluye algunas partes de Asia y Oriente Medio.

    Si a la otra persona le cuesta establecer contacto visual, déjala estar. Mantén tu mirada para fijar tu atención en la conversación que tienes entre manos.

    1. Relájate Hay una diferencia entre establecer contacto visual y mirar fijamente a la persona. Siempre puedes apartar la mirada y mantener la conciencia de tu entorno, ya que se trata de un instinto humano básico.

    Estar atento puede significar muchas cosas. Esto incluye estar presente en el momento y prestar la mayor parte de tu atención, si no toda, al objeto que tienes delante.

    El objetivo es mantener la atención de forma activa y dejar de lado todas las distracciones, como el ruido y la actividad, en el fondo. Por último, no te dejes distraer por tus sentimientos, prejuicios y otros pensamientos internos. Tu mente debe estar lo suficientemente abierta como para dejar que la información provenga de la conversación para que puedas responder adecuadamente.

    Y hablando de tu estado mental... 1. Una mente abierta A menudo forma parte de la naturaleza humana tomar nota mentalmente de los rasgos distintivos y los gestos de la persona cuando está hablando contigo. Por ejemplo, si dicen algo incrédulo, tu mente hace inmediatamente una nota mental del tipo bueno, eso que has dicho es una estupidez, seguida de una elevación instintiva de las cejas.

    ¿O qué pasa si la persona tiene una distracción visible en la cara, como un lunar en la mejilla o un trozo de lechuga entre los dientes? Tus ojos se desplazarían inmediatamente hacia allí, y tu atención se centra ahora en la falta y no en el mensajero.

    En cualquier caso, entregarse a las críticas mentales en medio de una conversación impedirá tu capacidad de escuchar eficazmente a la otra persona. Por ello, debes escuchar sin sacar conclusiones precipitadas.

    Recuerda siempre que la persona, a pesar de sus errores, está haciendo todo lo posible por transmitir lo que piensa y siente. Si no escuchas, nunca llegarás a lo que realmente quiere decirte.

    Además, es en este momento cuando debes corregir tu tendencia a acelerar a la persona para que termine su narración. Puede que seas el tipo de persona que quiere acelerar las conversaciones o que simplemente te moleste que la gente se vaya por las ramas. Sea como sea, no cortes a la persona para que pueda ir al grano a su ritmo.

    1. La mejor manera de retener y procesar la información en el cerebro es convertirla en una especie de imagen mental. Puede ser una secuencia de cosas abstractas que formen una narración o incluso una imagen mental real, pero la imagen te ayuda a mantener la atención en lo que la persona está diciendo.

    Esto es bastante importante, sobre todo si la persona te está transmitiendo una narración de los acontecimientos que conducen a un incidente. Esa narración puede durar varias frases y párrafos, lo que tarda en condensarse en tu cerebro sin alguna ayuda mental.

    Tu imagen mental puede ser una secuencia de imágenes mentales, o cosas abstractas, o incluso palabras clave. La cuestión es que te ayudará a formular lo que vas a decir a continuación.

    Pero aquí está el truco: mientras escuchas, no debes dedicar ni una fracción de tu tiempo a planificar lo que vas a decir a continuación. La mente no está diseñada para escuchar y, al mismo tiempo, ensayar internamente tu respuesta. Mientras escuchas, tu única atención debe ser las cosas que la otra persona está diciendo, incluso si resultan ser bastante aburridas.

    1. Evita las interjecciones Cuando éramos jóvenes, probablemente nos enseñaron que interrumpir a la gente que está hablando es de mala educación. A pesar de lo que nos dicen los medios de comunicación modernos (es decir, que el comportamiento de confrontación en la cara es bueno), ser grosero y odioso durante las conversaciones siempre conducirá a un rechazo agresivo, verbal o de otro tipo.

    Cuando interrumpes a una persona, puedes transmitir un montón de mensajes, entre los que se incluyen Mi historia es más importante que la tuya o No tengo tiempo para ti. Lo que hay que entender es que las personas piensan y sienten a ritmos muy diferentes.

    Esto significa que la carga de adaptarse al ritmo del interlocutor recae, bueno, sobre ti.

    Y, aunque no lo desees, puedes ser un interrumpidor si tiendes a dar una solución cuando no te la piden. Piénsalo así: si esa persona está buscando tu consejo, te lo pedirá con gusto una vez que haya terminado su narración.

    Si no es así, abstente de dar consejos no solicitados. La mayoría de las veces, la gente sólo quiere una persona que le escuche, y no una solución. Pero si tienes una idea brillante, pregunta siempre al interlocutor si quiere escucharla. Pero sólo hazlo una vez que esa persona haya dicho su parte.

    1. Espere a que se detenga ¿Cómo puede saber que una persona ha detenido su narración?

    Es fácil decir que es el momento en que sus mandíbulas dejaron de agitarse, pero hay una pausa real que tienes que buscar, el stop intangible que te indica que una frase o párrafo ha terminado.

    La parada se produce cuando una persona no añade nada más después de un segundo más o menos de no hablar. En algunas personas, incluso se puede saber que no van a añadir nada más porque no recuperan visiblemente el aliento como si estuvieran preparando otro párrafo de la narración.

    Una vez que se ha producido la parada, puedes presentar tu respuesta. O, mejor aún, puedes pedirle a la persona que vuelva a hablar de algunos detalles, especialmente de aquellos con los que estabas más confundido.

    Esto es una transición perfecta para el siguiente paso, que es... 1. Mantener el rumbo Mantener el rumbo Imagínate este escenario: Tu amigo acaba de hablar contigo en los últimos minutos sobre una experiencia maravillosa que tuvo en la última temporada de la Superbowl. Tú, en toda tu meticulosidad, te fijaste en la parte de la historia en la que estaba sentado junto a un conocido tuyo del que no sabías nada desde 2010.

    Entonces preguntaste: Oh, ¿estabas sentado al lado de Bobby desde el instituto? ¿Cómo está? He oído que está pasando por un duro divorcio. Debe ser una mierda para los niños.

    Pregunta: ¿Lo que acabas de decir era relevante para su experiencia en la Superbowl, o simplemente desviaste inconscientemente la conversación hacia la vida personal de otra persona?

    Si has respondido lo segundo, entonces al menos sabes que has cometido inconscientemente uno de los mayores errores en la comunicación: cambiar de tema. Las cosas que decimos justo después de que una persona termine de hablar no tienen, la mayoría de las veces, nada que ver con lo que acaba de decir. Lleva un tiempo volver al tema, pero es fácil descarrilar toda una conversación de esta manera.

    Si sabes que tienes una molesta tendencia a hacer esto, tienes que aprender a desviarte del tema principal. Después de que la persona haya terminado de responder a lo que acabas de preguntar, di algo como: Oh, es difícil escuchar eso viniendo de Bobby. Pero cuéntame más sobre tu experiencia en la Superbowl. Fue genial, ¿verdad?.

    En unas pocas frases, acabas de volver a centrarte en el tema del orador sin que éste se dé cuenta.

    1. Ponte en su lugar Mientras la persona habla, puedes notar que sus emociones empiezan a aflorar. Esto es bueno, ya que las emociones rara vez se ocultan, especialmente si la persona está hablando de algo personal.

    Lo que tienes que hacer aquí es sincronizar tus emociones con las del interlocutor. Si está alegre, demuestre alegría. Si están temerosos mientras describen lo que les preocupa, muestra preocupación.

    Un elemento clave aquí es hacer visibles tus reacciones a través de las palabras que dices y las expresiones que muestras. Y aquí es donde la empatía puede ayudarte, ya que te permite ver las cosas desde el punto de vista de esa persona. Requiere concentración y tiempo para dominarla, pero finalmente te ayudará a convertirte en un oyente y comunicador eficaz.

    1. No basta con que veas las cosas desde la perspectiva de esa persona o entiendas lo que siente. También tienes que confirmar visiblemente al interlocutor que le estás escuchando.

    Hay varias formas de hacerlo. La más sencilla es vocalizar tus reacciones con frases como ¡Vaya, qué maravilla! o Me entristece oírlo o Qué mal. Ya veo por qué estás frustrado.

    Pero, ¿y si el mensaje o los sentimientos de la persona no están claros o no sabes cómo reaccionar por miedo a ser malinterpretado como indiferente? Puedes confirmar fácilmente que estás prestando atención asintiendo con la cabeza o utilizando palabras de relleno como mm-hmm o uh-huh.

    El objetivo es asegurar al interlocutor que tiene toda su atención y que está siguiendo su relato. Esto es importante en situaciones en las que la persona no solo está contando una historia sino que te da instrucciones para realizar ciertas cosas.

    1. A pesar del correo electrónico, la mayor parte de las formas directas de comunicación con las que te encuentras habitualmente son no verbales. Hay muchas cosas que una persona puede decirte sin abrir la boca. De ti depende, pues, saber captar esas señales no verbales.

    He aquí un buen ejemplo: Cuando alguien te habla por teléfono, quizá te preguntes cómo saber si está contento o no. Escucha el tono que utiliza al iniciar la conversación. Si es alegre, puedes estar seguro en un 75% de que el resto de la conversación será desenfadada. Si detectas una sensación de seriedad en su tono, puedes estar seguro de que lo que te van a contar es urgente. Y así sucesivamente.

    Estas señales no verbales son aún más pronunciadas en las conversaciones cara a cara. Si eres así de astuto, puedes incluso detectar cosas como el aburrimiento, la irritación e incluso el sarcasmo procedentes de la otra persona, así como expresiones faciales evidentes. Son cosas que cualquier persona no podría ignorar, por lo que deberías tenerlas en cuenta a la hora de responder a lo que la persona acaba de decir.

    Algunos ejercicios para mejorar la capacidad de escucha La escucha activa es algo que no se desarrolla de la noche a la mañana. Se necesita tiempo y práctica para dominarlo y ser un oyente eficaz. Para ello, he aquí algunos ejercicios que podrías poner en práctica en tus interacciones diarias.

    1. Parafrasear La mayoría de las veces, es difícil procesar mucha información de una sola vez. Lo más probable es que no captes todo lo que la persona ha dicho, lo que significa que tu respuesta estará lejos de ser buena.

    Entonces, ¿cómo puedes hacer que repitan lo que acabas de decir sin dar la impresión de que no estabas prestando atención? Parafraseando.

    La forma de hacerlo es fácil: sólo tienes que repetir lo que acaban de decir o lo que has entendido de la situación y pedir una aclaración al final.

    Una paráfrasis debe sonar así Así que usted (el interlocutor) acaba de tener (inserte la situación aquí), y le gustaría (inserte su pregunta o proposición aquí). ¿Está bien?

    La mayoría de las veces, el interlocutor te complacerá aclarando ciertos detalles de su historia sin tener que repetirlo todo.

    El parafraseo también sirve para resumir todos sus puntos clave, lo que mantiene la conversación. Si una persona está enfadada por algo que has hecho, puedes centrarte en ese punto de su relato y decir algo así como: ¿Te gustaría escuchar las razones por las que hice eso?.

    ¿O qué pasa si una persona hace una observación? Puedes seguirla con una pregunta como: ¿Te refieres a (información A) o es (información B)?.

    Parafrasear no sólo sirve para aclarar cualquier detalle de la historia del interlocutor, sino que también ayuda a la persona a ordenar sus pensamientos. En cualquier caso, tú y la otra persona tenéis más posibilidades de llegar a un entendimiento.

    1. Palabras que

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