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Simpatías y diferencias: Tercera serie
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Libro electrónico110 páginas1 hora

Simpatías y diferencias: Tercera serie

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Los artículos periodísticos que conforman las cinco series de Simpatías y diferencias son de muy distinta procedencia. Van de la crónica al ensayo, de la anécdota al recuerdo o de ágiles comentarios de libros o acontecimientos contemporáneos a libres ocurrencias. Y, aunque muchos de ellos fueron provocados por lo que se llama la "actualidad", la misma variedad de asuntos les otorga un valor perdurable enlazado a la amenidad de su lectura. En esta Tercera serie el autor discurre sobre temas como el porvenir del cine, las luces de Londres, el cine para niños, los misterios de Nueva York o el robo de un millón de dólares que nos dan en conjunto una muestra del ambiente mental que experimentaba Reyes por aquellos años.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 jul 2018
ISBN9786071656391
Simpatías y diferencias: Tercera serie
Autor

Alfonso Reyes

ALFONSO REYES Ensayista, poeta y diplomático. Fue miembro del Ateneo de la Juventud. Dirigió La Casa de España en México, antecedente de El Colegio de México, desde 1939 hasta su muerte en 1959. Fue un prolífico escritor; su vasta obra está reunida en los veintiséis tomos de sus Obras completas, en las que aborda una gran variedad de temas. Entre sus libros destacan Cuestiones estéticas, Simpatías y diferencias y Visión de Anáhuac. Fue miembro fundador de El Colegio Nacional. JAVIER GARCIADIEGO Historiador. Ha dedicado gran parte de su obra a la investigación de la Revolución mexicana, tema del que ha publicado importantes obras. Es miembro de las academias mexicanas de la Historia y de la Lengua, y de El Colegio de México, que presidió de 2005 a 2015. Actualmente dirige la Capilla Alfonsina. Reconocido especialista en la obra de Alfonso Reyes, publicó en 2015 la antología Alfonso Reyes, “un hijo menor de la palabra”. Ingresó a El Colegio Nacional el 25 de febrero de 2016.

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    Simpatías y diferencias - Alfonso Reyes

    Alfonso Reyes (Monterrey, 1889-Ciudad de México, 1959) fue un eminente polígrafo mexicano que cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la crítica literaria, la narrativa y la poesía. Hacia la primera década del siglo XX fundó con otros escritores y artistas el Ateneo de la Juventud. Fue presidente de La Casa de España en México, fundador de El Colegio Nacional y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. En 1945 recibió el Premio Nacional de Literatura. De su autoría, el FCE ha publicado en libro electrónico El deslinde, La experiencia literaria, Historia de un siglo y Retratos reales e imaginarios, entre otros.

    LETRAS MEXICANAS
    Simpatías y diferencias

    ALFONSO REYES

    Simpatías y diferencias

    TERCERA SERIE

    Primera edición en Obras completas IV, 1958

    Primera edición de Obras completas IV en libro electrónico, 2015

    Primera edición en libro electrónico, 2018

    D. R. © 2018, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    Comentarios editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-5639-1 (ePub)

    ISBN 978-607-16-5636-0 (Obra completa ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    Índice

    I. SIMPATÍAS

    El Periquillo Sarniento y la crítica mexicana

    Un porfiriano: el maestro Sánchez Mármol († 6 de marzo de 1912)

    Ramón Gómez de la Serna

    Rémy de Gourmont y la lengua española

    II. EL CINE

    Advertencia

    I. "Fósforo" en España

      1. Justificación

      2. El porvenir del cine

      3. La música y el cine

      4. Las quejas del público

      5. El robo del millón de dólares

      6. Las luces de Londres

      7. El cofre negro

      8. Inspección de pantallas

      9. El féretro de cristal

    10. Maciste

    II. "Fósforo" en El Imparcial

      1. El cine y el teatro

      2. El desvanecimiento de las máscaras

      3. La educación sentimental

      4. La moneda rota

      5. Madrid y Barcelona

      6. La prueba trágica

      7. La pantera

      8. La tortuga

      9. Estos últimos días

    10. Cristóbal Colón

    11. Don Juan

    12. El misterio de Zudora

    13. Somnolencia

    14. La creación de un mito

    15. Los misterios de Nueva York

    16. El cine para niños

    17. En los campamentos del cine (una investigación moral)

    18. La última evolución del cine

    19. La parábola de la flor

    I. SIMPATÍAS

    El Periquillo Sarniento y la crítica mexicana

    ¹

    En los albores del siglo XIX, los graves maestros de los Seminarios, ostentando las borlas y los arreos de su ministerio, empuñan el cetro de la literatura oficial. Mientras tanto, la literatura libre se asila en los tenderetes y escondrijos de los libreros: la representan los zumbones redactores del Diario de México, los epigramatarios, los críticos desabridillos y alegres. Más tarde, acrecido el tumulto de la revolución, rotos los frenos de la tribuna pública, surgen aquí y allá los periodistas valientes, los portavoces del pensamiento nuevo, luchadores que usan de su pluma como de algo vivo y cotidiano. En este mundo de escaso valor artístico, pero de mucha letradura, de mucho ambiente y vitalidad, descuella por el vasto esfuerzo de su obra, por su prestigio moral, y aun por su buena suerte de haber novelado el primero en nuestro país —hasta el punto, al menos, en que fue Cervantes el primero en novelar en lengua española—, José Joaquín Fernández de Lizardi, el constante y honrado Pensador Mexicano de las polémicas tenaces y de las ironías sencillas. Como quiera que se lo considere, es un centro. El tomo de la Antología del Centenario² en que figura, parece que se le ha dedicado. En las Conferencias del Centenario³ tuvo un lugar de honor.

    Carlos González Peña ha dicho con razón que trajo una nota de realismo al mundo artificial y opaco de las poesías pastoriles, animado por una tendencia más moralizadora que estética. Pero trata de demostrar que la novela de Lizardi no deriva de la Picaresca Española, asegurando que los novelistas del siglo de oro no pretendían filosofar, ni moralizar, ni enseñar. Creemos, por el contrario, que la Novela Picaresca es responsable de nuestro Periquillo Sarniento; que de aquellos Guzmanes vienen estos Periquillos. Sin la Novela Picaresca, ¿qué habría escrito nuestro Pensador? La influencia que sobre él ejerció aquélla se descubre hasta en los títulos de sus libros: La Quijotita y su prima, Don Catrín de la Fachenda… Y, por otra parte, en el autor del Lazarillo, en Espinel y en Cervantes (para no citar sino los nombres a que acude el mismo González Peña) fácil es rastrear las tendencias morales. En el Lazarillo, las momentáneas apreciaciones sobre la educación moral del personaje son rapidísimas, pero definitivas: algunas nos asombran aún como profundas intuiciones. En el Escudero Marcos de Obregón cada aventura tiene moraleja, y con razón pudiera decirse que es todavía, en cuanto al procedimiento, un libro derivado de la fábula antigua, como el Conde Lucanor. En Cervantes, la moralidad o está directamente formulada en algunas Novelas Ejemplares, o se halla esparcida como el sol y el aire en las llanuras del Quijote, al punto que muchos no ven en este libro sino un símbolo moral. ¡Como si fuera posible desarrollar símbolos que caben en una parábola brevísima a través de las mil y una aventuras de aquella selva de invención! Que si vamos al Guzmán de Alfarache —verdadero paradigma del Periquillo, como siempre lo ha proclamado la crítica—, descubriremos el aire familiar en lo de sacrificar el episodio al sermón. Salvo que el Periquillo deriva de la Novela Española como deriva una copia mediocre de un buen modelo. Salvo que para el novelista español el arte es lo primero (consciente o inconscientemente), en tanto que Lizardi, por tal de sermonear a su antojo, desdeña el arte si le estorba. Porque está, como él mismo dice respondiendo a uno de sus críticos, persuadido de que los lectores para quienes escribe necesitan que se les den las moralidades mascadas y aun remolidas, para que les tomen el sabor y las puedan pasar; si no, saltan sobre ellas con más ligereza que un venado sobre las yerbas del campo. Sólo que él llamaba dar las moralidades mascadas y remolidas a diluirlas enfadosamente en discursos donde se anegan las salteadas anécdotas novelescas. Lesage o Moratín —que quizá gustaban demasiado de este género de cirugía— habrían propuesto amputar al Periquillo de los sermones, como lo propusieron para el

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