De barro y de esperanza
Oct 03, 2018
3 minutos
Carlos Rojas
PROFESOR ELBO
PRÓLOGO
Le enterramos esta tarde. Una tarde de agosto, como otra cualquiera. Cuando el cortejo se puso en marcha, camino del cementerio, comenzó a lloviznar. Yo presidía el duelo, entre el alcalde, el secretario y sus respectivos paraguas. El alcalde olía a pana mojada, y sus pantalones hacían cric-cric como los grillos en verano. El secretario apestaba a tabaco malo de pipa. De vez en cuando maldecía la lluvia, lanzando un juramento y media docena de palabrotas. Cuando, poco después, la lluvia se convirtió en
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