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Marginalia III: Tercera serie (1949-1959)
Marginalia III: Tercera serie (1949-1959)
Marginalia III: Tercera serie (1949-1959)
Libro electrónico106 páginas1 hora

Marginalia III: Tercera serie (1949-1959)

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Los caminos, los recursos, las imaginaciones, asociaciones e invenciones que siguen y de que echa mano Alfonso Reyes en estos ensayos son la variedad misma. Como si cada vez inventara una fórmula que nunca repite sin innovaciones. Su inteligencia, sus sentidos y su memoria diríase que estuviesen siempre incandescentes, no sólo para concentrarse en la exposición de sus obras mayores sino para registrar también, y escribir, los estímulos de sus lecturas, sus reflexiones ocasionales, sus experiencias menudas y las asociaciones que estos estímulos le provocaban. Y aunque estas "Marginalia" sean el cauce de su actividad mental y sensorial, nunca deja apuntes provisionales, que en ello suelen quedarse, sino que las escribe y de un tirón les da forma y unidad, aun en su pequeñez. No son, pues, comentarios de lo inmediato sino de lo que pasa por su mente, lee, recuerda y observa en sí mismo y en su mundo inmediato.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 ene 2018
ISBN9786071654618
Marginalia III: Tercera serie (1949-1959)
Autor

Alfonso Reyes

ALFONSO REYES Ensayista, poeta y diplomático. Fue miembro del Ateneo de la Juventud. Dirigió La Casa de España en México, antecedente de El Colegio de México, desde 1939 hasta su muerte en 1959. Fue un prolífico escritor; su vasta obra está reunida en los veintiséis tomos de sus Obras completas, en las que aborda una gran variedad de temas. Entre sus libros destacan Cuestiones estéticas, Simpatías y diferencias y Visión de Anáhuac. Fue miembro fundador de El Colegio Nacional. JAVIER GARCIADIEGO Historiador. Ha dedicado gran parte de su obra a la investigación de la Revolución mexicana, tema del que ha publicado importantes obras. Es miembro de las academias mexicanas de la Historia y de la Lengua, y de El Colegio de México, que presidió de 2005 a 2015. Actualmente dirige la Capilla Alfonsina. Reconocido especialista en la obra de Alfonso Reyes, publicó en 2015 la antología Alfonso Reyes, “un hijo menor de la palabra”. Ingresó a El Colegio Nacional el 25 de febrero de 2016.

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    Marginalia III - Alfonso Reyes

    Alfonso Reyes (Monterrey, 1889-Ciudad de México, 1959) fue un eminente polígrafo mexicano que cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la crítica literaria, la narrativa y la poesía. Hacia la primera década del siglo XX fundó con otros escritores y artistas el Ateneo de la Juventud. Fue presidente de La Casa de España en México, fundador de El Colegio Nacional y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. En 1945 recibió el Premio Nacional de Literatura. El FCE emprendió, en 1955, la publicación de sus Obras completas, que abarcan 26 volúmenes, y en 2010, la de su Diario, que ocupa 7 tomos.

    LETRAS MEXICANAS
    Marginalia

    TERCERA SERIE

     [1940-1959] 

    ALFONSO REYES

    Marginalia

    TERCERA SERIE

     [1940-1959] 

    Primera edición electrónica, 2017

    D. R. © 2017, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-5458-8 (ePub, obra completa)

    ISBN 978-607-16-5461-8 (ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    ÍNDICE

    MARGINALIA

    TERCERA SERIE

     [1940-1959] 

    ¡Al diablo con la homonimia!

    Premio Manuel Ávila Camacho

    Encuentros con Pedro Henríquez Ureña

    Carta a una Sombra

    Tributo en memoria de Menéndez y Pelayo

    Los cuentos de Rojas González en el cine

    La Gran Cruz de Núñez de Balboa, de Panamá

    José Gorostiza en la Academia

    A vuela pluma

    Treno para José Ortega y Gasset

    Divagación de otoño en Cuernavaca

    Carta a los amigos de Las Palmas

    Hombres del siglo XIX

    En el crepúsculo modernista

    El rescate de la persona

    Algo más sobre la novela detectivesca

    Un gran policía de antaño

    En torno al sofisma

    MARGINALIA

    TERCERA SERIE

     [1940-1959] 

    Las dos series anteriores de las Marginalia se publicaron en México, Tezontle, 1952 y 1954, y se distribuyen, como la presente (incorporada a la colección El Cerro de la Silla) por el Fondo de Cultura Económica (México, Av. Universidad, 975).

    ¡AL DIABLO CON LA HOMONIMIA!

    ATENTAMENTE ruego al lector se sirva tomar nota de la aclaración siguiente, a fin de evitar las confusiones que han comenzado ya a perturbar a la docta opinión:

    La persona que tiene la honra de escribir estas líneas, abogado por título, antiguo diplomático y representante de México en España, Francia, la Argentina y el Brasil, autor de libros en verso y en prosa que algunos han tenido la curiosidad de leer, no es la misma persona que cierto digno funcionario de igual nombre.

    La homonimia me ha jugado ya algunas bromas pesadas, y no quisiera que le acontezca lo mismo a este mi homónimo. Creo que Rafael Heliodoro Valle recordaba hace poco el hecho, rigurosamente auténtico, de que una vez se me confundió con D. Alfonso XIII. Ello aconteció por 1920, con motivo de un telegrama que envié de Burdeos a Lyon, a cuyo jefe de estación pedía yo que me reservara un lugar en el coche-cama del tren para Milán. El jefe de estación, que acaso medio entendía el español (el conocimiento a medias es peligroso), creyó leer Alfonso Rey donde decía Alfonso Reyes. Cuando llegué a Lyon de madrugada, me encontré formados en fila a los empleados de la estación, y vi con sorpresa que se me había reservado algo como un Tren Olivo para mí solo.*

    Un par de años más tarde, siendo yo encargado de negocios de México en España, recibí, abierta por la Real Secretaría y acompañada de atentas disculpas, una carta que me dirigía desde Florencia el viejo poeta italiano Guido Mazzoni; quien, siguiendo la costumbre de su país, me daba en el sobre el tratamiento de Egregio Signore. Era entonces secretario de D. Alfonso el señor Emilio María de Torres, y le contesté al instante que podía manifestar de mi parte a su augusto soberano que estaba disculpado, y que sólo le rogaba yo, por si la equivocación se repetía y la letra no era masculina, que me guardara el secreto, ofreciéndole por mi parte hacer lo mismo con las cartas para D. Alfonso que extraviaran el rumbo y vinieran a dar a mis manos.

    En otra ocasión, un agente de publicidad, que tenía una importante oficina en Madrid y llevaba mi mismo nombre —lo que también era causa de confusiones constantes, que ambos sufríamos con paciencia— me convidó campechanamente a que nos viéramos las caras. Él estaba acompañado de su hijo Alfonso, y yo del mío, que padece la misma enfermedad onomástica. Pero era de noche, se produjo en el barrio un corto circuito, se apagaron las luces, y los cuatro Alfonsos nos saludamos en la oscuridad, y nos separamos sin llegar a vernos las caras, respetando los misteriosos designios de la Providencia.

    Algunos años más tarde, encontrándome ya al frente de nuestra Legación en Francia, harto de que Henri de Montherlant, el conocido escritor, se jactara de haber toreado becerros en su juventud por las poblaciones septentrionales de España, le mandé un programa de toros en que aparecía el rejoneador Alfonso Reyes, usurpando yo para mí la gloria del valiente caballero en plaza. Por aquellos días, en efecto, el rejoneador Reyes acertó a presentarse en las Arenas de Lutecia. Y por cierto que una conocida artista francesa me mandó una expresiva carta, cuyas consecuencias desconoce la historia, a la Legación de México (144, Boulevard Haussmann), felicitando a Monsieur le Ministre et Toréador.

    Me alargaría yo demasiado si, en mi afán de identificarme, vaciara aquí toda mi biografía, que por suerte o por desgracia cubre ya una cantidad de años apreciable. Acaso mi biografía esté bien resumida en estos versos chapuceros que improvisé para un banquete de industriales y comerciantes de Monterrey, mi tierra natal, donde todos los concurrentes estábamos obligados a declarar la línea o ramo de nuestras actividades:

    Soy el industrial más pobre

    que vio el Cerro de la Silla:

    entre tanto taller, fábrica,

    fundición, cervecería,

    mi alquitara Parker-Duofold

    sólo palabras destila.

    Mas por algo, digo yo,

    suele perdurar quien fija

    la veleidad de su nombre

    en garabatos de tinta.

    Se me ocurrió sacar partido de esta miseria, vendiéndola como reclamo a la empresa de las plumas Parker-Duofold, y explicando que yo era autor de tantos más cuantos kilómetros de palabras impresas, amén de otras que todavía me propongo imprimir si Gutenberg lo permite. Pero la adusta empresa parece que encontró el documento demasiado alegre para sus conocidos gustos dorios.

    Y, sin embargo, yo creo que esta declaración de oficio tiene sus ventajas. Hay una hora en que el vecino se sienta a la puerta de su casa y se pregunta, receloso, cómo se ganará el pan cada

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