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La Casa de los Sueños: Los Misterios de la Doctora de los Sueños, #6
La Casa de los Sueños: Los Misterios de la Doctora de los Sueños, #6
La Casa de los Sueños: Los Misterios de la Doctora de los Sueños, #6
Libro electrónico352 páginas5 horas

La Casa de los Sueños: Los Misterios de la Doctora de los Sueños, #6

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Información de este libro electrónico

La Dra. Sara Alderson pensaba que estaba asegurando el futuro de sí misma y de su familia cuando se mudaron a un pequeño pueblo en Nueva York y aceptó el trabajo como Jefa de Pediatría en el hospital local.  Desafortunadamente, las cosas  no salen como estaban planeadas.  Por un lado, tiene enemigos en su trabajo que le guardan resentimiento desde el momento en que pisa el hospital por primera vez.

Por otro lado, está visitando los sueños de un hombre mayor quien está teniendo visiones nocturnas de una tormenta que arrasaría todo el pueblo.  Él está convencido de que las visiones son ciertas – y  a medida que se acerca el invierno, Sara comienza a pensar que podría tener razón.

La Casa de los Sueños es el sexto libro de los Misterios de la Doctora de los Sueños.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 jun 2020
ISBN9781071550625
La Casa de los Sueños: Los Misterios de la Doctora de los Sueños, #6

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    La Casa de los Sueños - J.J. DiBenedetto

    La Casa de los Sueños

    Los Misterios de la Doctora de los Sueños, Libro 6

    por J.J. DiBenedetto

    También  del autor

    Los Misterios de la Doctora de los Sueños

    Estudiante de los Sueños

    Doctora de los Sueños

    Niña de los Sueños

    La Familia de los Sueños

    El Sueño que Despierta

    La Reunión de los Sueños

    La Casa de los Sueños

    Las Vacaciones de los Sueños

    Sueño de Fiebre

    La Boda de los Sueños

    Fragmentos de Sueños:  Historias de los Misterios de la Doctora de los Sueños

    La Excelente Aventura de Betty y Howard

    Una Caja de Sueños: la colección de Misterios de la Doctora de los Sueños (libros 1-5)

    Secuencia de los Sueños (los Misterios de la Doctora de los Sueños, libros 1-3)

    Las Aventuras de Jane Barnaby

    Quien Lo Encuentra

    Se Lo Queda

    La Guardiana de su Hermano

    Caja con las Aventuras de Jane Barnaby

    Bienvenidos al Romance

    Encontrando a Dori

    Y disponibles en Audiolibros:

    Estudiante de los Sueños

    Doctora de los Sueños

    Niña de los Sueños

    La Familia de los Sueños

    El Sueño que Despierta

    La Reunión de los Sueños

    La Casa de los Sueños

    Las Vacaciones de los Sueños

    El Sueño de Fiebre

    La Boda de los Sueños

    La Excelente Aventura de Betty y Howard

    Secuencia de los Sueños (los Misterios de la Doctora de los Sueños, libros 1-3)

    Quien Lo Encuentra

    Se Lo Queda

    La Guardiana de su Hermano

    Caja de Aventuras de Jane Barnaby

    Encontrando a Dori

    ––––––––

    Todos disponibles en:

    www.amazon.com

    y

    www.jjdibenedetto.com

    Copyright del texto © 2014-2018 James J. DiBenedetto

    ––––––––

    Todos los Derechos Reservados

    ––––––––

    Este libro contiene material protegido bajo las Leyes y Tratados Internacionales y Federales de Copyright.  Cualquier reimpresión o uso no autorizado de este material está prohibido.  Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de ninguna forma y por ningún medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier otro sistema de almacenamiento y recuperación sin el permiso escrito expreso del autor.

    Tabla de Contenido

    Prólogo: Motín A Bordo

    Uno: La Historia de West Point

    Dos: Hermanos y Hermanas

    Tres: High School Musical

    Cuatro: El Proyecto de Mindy

    Cinco: Adaptación

    Seis: Pesadilla en la Cocina

    Siete: La Gurú del Amor

    Ocho: No Incluye Baterías

    Nueve: Ahora en el Ejército

    Diez: La Casamentera

    Once: Recuerdos

    Doce: El Día Después de Mañana

    Trece: La Tormenta de Hielo

    Catorce: Ángel

    Quince: La Doctora

    Dieciséis: ¿Bailamos?

    Epílogo:  La Propuesta

    Reconocimientos

    Nota del Autor

    Estoy encantado de ver que todavía estás allí, leyendo los Misterios de la Doctora de los Sueños.  En este libro, saltamos dos años hacia adelante – la historia se desarrolla en Noviembre del 2003.  Verás en el primer capítulo que Sara y su familia se están mudando, hacia un pequeño pueblo al norte de la ciudad de Nueva York.  Si eres de esa área, probablemente te darás cuenta de que Aisling, Nueva York, no es un lugar real, pero se parece un poco a Cold Spring.

    Para ubicar la escena, en el 2003...

    El Retorno del Rey completó la trilogía del Señor de los Anillos, y ganó un montón de premios Oscar, incluyendo el de mejor película.  Buscando a Nemo también se estrenó este año, así como la primera película de los Piratas del Caribe.

    Cazadores de Mitos, el original de NCIS, y Arrested Development fueron todas estrenadas en el 2003.  Farscape, el mejor programa de ciencia ficción en la TV, fue cancelado (¡aunque no estoy todavía amargado por eso después de 15 años!)

    Fred Rogers (sí, ese Sr. Rogers), Bob Hope y John Ritter fallecieron.

    Beyonce, Matchbox Twenty y Kid Rock tuvieron canciones entre las primeras diez más exitosas. 

    Ahora es el invierno de nuestro descontento.

    -  Ricardo III, en La Tragedia de Ricardo III (Acto I, Escena I)

    Prólogo: Motín A Bordo

    (Marzo 2, 2003)

    —¡Mamá!  ¡Ni siquiera aparece en el mapa!

    Grace está blandiendo el atlas de carreteras, golpeando su dedo en la página y luego lo cierra de golpe en la mesa de la cocina con toda la indignación que puede reunir una adolescente de trece años.  Lo cual es bastante.

    Mi padre prueba con lógica, lo que ya sé que no dará buen resultado. —Sí, sí aparece, —dice con su voz más serena y razonable.  Pasa las páginas hacia los mapas más detallados, hasta que encuentra Aisling, Nueva York.  —Allí está, —señala.

    —¡Sí, en el mapa calle por calle, claro! —Yo tenía razón.  La fuerza de la frustración adolescente de Grace hace que Papá se aleje de la mesa. —Pero ni siquiera aparece en el mapa grande.  ¡Ni siquiera es una ciudad!  ¡Probablemente ni siquiera tienen un McDonald’s!

    Steffy elige este momento para intervenir.  No puede igualar la rabia hormonal de Grace, pero lo compensa con su lastimosa incredulidad.  —¡Nunca volveré a ver a Jeremy!  ¡O a Miranda!  ¡O a la Sra. Bramley!  ¡Ni a nadie!  ¡No quiero ir!

    Ben permanece en silencio, pero está al lado de su hermana, con el brazo a su alrededor en solidaridad.  En cuanto a Lizzie, puedo ver que está afectada.  Ya tuvo que mudarse una vez, cuando vinimos a Washington hace cinco años, y lo sobrevivió.  Recuerda haber hecho nuevos amigos, acostumbrarse a su nueva escuela, y todo lo demás.  Pero no quiere ser desleal con sus hermanos.  De momento, se mantiene en silencio.

    —Sé que hay mucho en qué pensar, —digo, intentando que la frustración no se note en mi voz.  Brian y yo hemos pasado los últimos seis meses pensando en esto, hablando sobre esto, analizando unas cien veces cada aspecto de nuestra próxima mudanza.  No podemos dejar de hacerlo.  El padre de Brian pasó casi un año y pidió favores que nunca podremos pagarle, para lograr esta oportunidad para nosotros.  Y desde hace año y medio sabemos que las cosas no pueden continuar como están.  Brian se siente cada día más miserable en su trabajo, y aunque he mejorado un poco en el aspecto empresarial de mi consulta, nunca seré verdaderamente buena en eso y ciertamente nunca voy a disfrutar esa parte de mi trabajo.

    Encima de todo, en realidad necesitamos o una casa mucho más grande o realizar una gran remodelación a esta, y ni remotamente podemos costear ninguna de las dos cosas – no aquí en Arlington, Virginia.  Si queremos más espacio, o que cada uno de los niños tenga su propia habitación, tenemos que irnos a otro lugar.

    Brian y yo hemos estado viviendo con esta realidad por un tiempo, pero no los niños.  Supongo que no es justo esperar que les agrade la idea de inmediato.  Pero eso no hace más fácil verlos unirse en abierta rebelión.

    —No hay nada que pensar, —me responde Grace. —¡Apesta! —Al menos no dijo hiede.  Supongo que debo sentirme agradecida por los pequeños favores.

    —Desearía que pudiéramos quedarnos aquí, cariño, —le respondo. —Pero nunca tendremos una casa más grande.  Y tu padre nunca estará feliz trabajando en el Pentágono.  Y si no lo hacemos, nunca podremos ahorrar suficiente dinero para que todos ustedes vayan a la universidad.  O al menos llevarlos en unas verdaderas vacaciones, a algún lugar realmente bueno.

    No escuchan nada de esto.  Steffy grita, —¡De todas formas yo no quiero ir a la universidad! —Incluso golpea el suelo con su pie cuando lo dice.  Nunca, jamás, grité de esa manera a mis padres. ¿O sí lo hice?

    Miro a mi padre, quien me mira a los ojos y me sonríe.  Tal vez lo hice.  O, tal vez no parecía que estaba gritando cuando era yo quien lo hacía, llena con rabia adolescente por una cosa u otra que significaba el Fin del Mundo para mí.  Hasta que lo olvidaba después de una semana.

    Sé  que  Brian  nunca gritó  a sus  padres, y  simplemente no  está preparado  para esto. —Bueno, nos iremos, así que será mejor que comiencen a acostumbrarse a la idea, —dice.  Estaba haciendo un buen trabajo al mantener su voz serena, pero se notaba que había llegado a su punto de quiebre.  Aunque puedo comprender por qué los niños están alterados, y sé que yo me sentiría igual en su lugar, estoy cerca de que se me agote la paciencia.  Pero sé que eso no sería nada bueno.

    Coloco una mano en la espalda de Brian, intentando calmarlo, y me obligo a reflejar esa misma calma en mi voz. —Tienes tiempo suficiente para pensar en eso, Steffy.  Unos diez años. —Once, en realidad, apenas está en primer grado, pero estuve bastante cerca. —Sé que será difícil mudarte lejos de tus amigos.  Pero puedes mantenerte en contacto con ellos.  Y allá encontrarás nuevos amigos.  Te lo prometo.

    —¿Cómo? —Grace no se cree nada de eso. —¿Qué hay allá, mil personas en todo el pueblo?

    Tengo que admitir que tiene razón en cuanto a lo pequeño del pueblo.  Aisling es una villa en el Río Hudson, justo frente a West Point.  Incluso está exagerando sobre la población – son apenas unos 800, creo.  Había más personas en el edificio en el que vivimos cuando nos mudamos para Washington.

    Pero, con todo y su pequeño tamaño, es el lugar perfecto.  El padre de Brian ayudó a encontrar opciones de trabajo para nosotros dos, y, por eso estamos teniendo esta conversación ahora, una casa que parece perfecta acaba de ser puesta en el mercado.

    —Nosotros iremos con ustedes, Grace, —aporta Mamá. —La casa tiene un pequeño apartamento en la parte de atrás, y Howard y yo nos mudaremos allí.

    Eso tranquiliza a los niños de momento.  El prospecto de tener sus abuelos en la misma casa es tentador.  Y es otra razón para hacer esto.  Mamá y Papá venderán su apartamento y aportarán el dinero para la casa nueva.  Seremos los propietarios, sin hipoteca.  Y nos quedará dinero para pagar por la minivan y apartar una buena cantidad para la universidad de los chicos.

    —Exactamente, —digo. —Sé que será difícil, pero, miren, este es nuestro futuro.  De todos nosotros.  Estamos haciendo esto para que todos en esta familia, todos ustedes, y su padre y yo, y Mamá y Papá, podamos tener un mejor futuro.  Tendremos verdadera seguridad, y también una casa lo suficientemente grande para todos nosotros.  Me estoy mudando lejos de mi mejor amiga, recuerden, —y eso, al final, atrapa la atención de Grace. —Conozco a Beth incluso desde antes de conocer a Brian.  Ella es parte de mi familia, de todos nosotros.  ¿Creen que es fácil para mí dejarla?

    Esto será muy difícil, odio tanto como los niños la idea de dejar atrás sus amigos.  Pero no tengo opción, si quiero hacer lo que es mejor para todos nosotros.  Además, tanto Brian como yo aceptamos nuestros nuevos empleos la semana pasada, y ya firmamos el contrato por la casa.  Los niños lo comprenderán, estoy segura de eso.

    De todas formas, eso espero.

    ***

    Los niños en realidad no lo comprendieron, pero al menos el gran motín fue suspendido temporalmente por agotamiento extremo.  Supongo que estar enojados con sus padres durante horas consume mucha energía; todos los niños se quedaron dormidos justo a la hora de acostarse.

    Excepto Matty, quien apenas ha comenzado a calmarse después de una hora inquieto.  Durmió durante la mayor parte de las discusiones de hoy, pero definitivamente puede percibir que algo sucede, y requirió de mucho esfuerzo lograr calmarlo.

    Ahora son casi las once de la noche, y finalmente subo a mi cama. —Vaya día, —digo, sintiendo que comienzo a quedarme dormida.

    —Eso no será todo, —responde Brian, dando la vuelta y envolviéndome en sus brazos.  Tendida aquí, a su lado, nada de eso parece tan malo.  Ni siquiera la idea de que tendré que decirle a Laurie por la mañana.  Es solo que no se siente tan abrumador cuando estoy en los brazos de mi esposo.

    —Sí, —le digo. —Mañana también será divertido. —No será una sorpresa para Laurie, hemos hablado sobre vender mi parte de la práctica, pero siempre lo discutimos como algo que podría suceder algún  día.  Bueno, algún día ya está aquí.

    —Ella estará bien.  No solo es tu socia, también es tu amiga.  Ella lo comprenderá, —dice Brian.  Se escucha tan razonable cuando él lo dice.  Es como si nada pudiera salir mal.  Claro, cuando estoy en sus brazos, casi nada puede...

    ***

    Sara está en una oficina, probablemente en el segundo piso a juzgar por la vista del estacionamiento en el exterior.  Ni la oficina ni la vista le es familiar, pero el hombre que ocupa la oficina le trae recuerdos.  Definitivamente es su sueño; Sara está segura de eso.

    Y definitivamente él le resulta conocido.  Sara recuerda haberse reunido con él – o al menos haber sido presentados de pasada – cuando ella visitó a su nuevo jefe varias semanas atrás.  Sin embargo no recuerda su nombre.  Debo haber sido presentada a todo el personal del hospital, murmura, sacudiendo la cabeza.  Y de todas formas no soy buena con los nombres.

    Quienquiera que sea, parece estar de buen humor.  Sara lo analiza más de cerca: parece ser de su misma edad, tal vez un poco mayor, pero no es fácil estar segura.  No es muy alto, apenas dos o tres pulgadas más alto que ella.  Lleva un par de lentes pasados de moda, y a su bata blanca le vendría bien una lavada.

    De momento, está mirando sus distintos diplomas, enderezando alguno eventualmente.  Luego de unos minutos y muchos pequeños ajustes, da una palmada. ¡Perfecto!  Simplemente perfecto, dice con una sonrisa brillante.

    Justo en ese momento, se escucha el sonido de unos frenos, y Sara sigue la mirada del hombre hacia afuera por la ventana y al estacionamiento, donde un auto deportivo está haciendo su entrada, con demasiada velocidad.  Es rojo, y aunque no podría jurarlo, Sara piensa que podría ser un Porsche.  Ella y quien soñaba observan el auto doblar en la esquina y detenerse frente a la entrada principal del hospital.

    La puerta del conductor se abre, y emerge un zapato de tacón alto – de tres o tal vez cuatro pulgadas, supuso Sara.  Lo sigue una pierna hasta la rodilla, y luego la otra pierna.  Cuando el resto de la conductora está visible, Sara emite un gemido: es ella.

    No es ella precisamente: incluso desde la distancia, Sara se da cuenta de que la mujer que está allá abajo lleva puesto más maquillaje del que ella había usado en toda su vida.  Pero aparte de eso, Sara se está mirando a sí misma.  Se ríe ante la imagen: es el perfecto estereotipo de cómo luciría una doctora de la gran ciudad para alguien que toma sus ideas de los programas de TV.  ¿Presentarse en un auto absurdamente costoso, con un traje que probablemente cuesta $5.000 y zapatos en combinación?  No queda nada más que hacer excepto reír – aunque quien está soñando, quienquiera que sea, en realidad la ve a ella de esa forma.

    La Sara del sueño desaparece de la vista – presuntamente en el hospital – y el hombre comienza a murmurar.  Sara lo escucha de cerca, y está diciendo más improperios que otra cosa, y dirigidos a ella.  Miedo – y rabia – cruzan el rostro del hombre. ¡Ella no vendría!  ¿Por qué está aquí?

    Sara escucha el claqueteo de los tacones que se acercan, y luego de un momento la puerta se abre con excesiva fuerza.  La Sara del sueño se detiene en el umbral de la puerta, observa la escena y voltea su cabeza hacia el ocupante de la oficina. ¡Tú!  ¿Cuál es tu nombre?  ¿Banks? Sara no puede evitarlo: está tanto horrorizada como fascinada por esta visión de sí misma.

    Dr. Bates, dice el hombre, esforzándose para mantener su voz controlada.

    Como sea, replica la Sara del sueño. Está en mi oficina.  ¡Fuera!  ¡Y llévese toda su basura con usted! Suspira ruidosamente y luego pasa a un lado de quien sueña – pobre Dr. Bates – y se acerca a la pared con diplomas cuidadosamente colgados.  Luego ella extiende sus manos y comienza a quitarlos de la pared, lanzándolos descuidadamente hacia atrás. Las cosas van a cambiar por aquí, Banks, —dice, sin voltearse a mirarlo. —Las cosas van a cambiar...

    Sara continúa observando, incapaz de desviar la mirada, mientras la Sara del sueño desordena la oficina del Dr. Bates, criticándolo durante todo el rato.  Y mientras observaba, el significado del sueño se hizo perfectamente claro.  Oh mi Dios, piensa, estremeciéndose, ¡no comenzaré en el nuevo trabajo hasta dentro de cuatro meses!  ¿Cómo puedo tener ya un enemigo?

    Uno: La Historia de West

    (Noviembre 2-3, 2003)

    Acabamos de cruzar el Puente Bear Mountain, y deberíamos llegar a casa en quince minutos.  He realizado este viaje cada fin de semana desde finales de Agosto y ya es bastante automático.  Esta mañana fría y gris de Domingo, soy solo yo con el más reciente miembro de nuestra familia.

    Bueno, se siente como si lo fuera, aunque solo lo conocemos desde hace dos meses. Él es el Cadete Will Harper, estudiante de primer año, o simplemente cadete, como los llaman generalmente, en West Point.  Fue una selección al azar – no sabíamos nada de Will cuando fuimos seleccionados para ser su familia patrocinante, y él no tenía idea de quiénes éramos nosotros – pero creo que no podíamos esperar una mejor opción.  Se adaptó desde el primer momento en que lo conocimos en Agosto.  Le pregunto, —¿Recuerdas tus notas de química?

    —Sí, señora, —responde.  Todavía no me acostumbro a que se dirija a mí de esa forma, y, en realidad, no me gusta mucho.  Pero parte del programa de patrocinio de los cadetes es la adecuada etiqueta militar – el manual que nos entregaron lo señalaba, una y otra vez, y no de forma incierta.  Y dado que se tuvo que pedir favores y se crearon expectativas para permitirnos participar, hemos hecho nuestro mejor esfuerzo para seguir las reglas.

    Pero si he aprendido algo en mis treinta y cinco años de vida, es que las reglas fueron hechas para ser – tal vez no rotas – pero definitivamente para darles la vuelta. —Déjame que te pregunte algo, —le digo. —¿Qué dirías sobre llamarme ‘Doctora’ en lugar de ‘señora’? —No responde de inmediato, y lo miro por solo un segundo – lo está pensando.  Supongo que mentalmente está revisando la infinita lista de reglas y normas que recibió.  —También es un trato respetuoso, ¿cierto?

    —Eso creo, seño – Doctora.

    —¿Ves?  No fue tan difícil, ¿no te parece?  Si te hace sentir mejor, puedes seguir llamando ‘señor’ a Brian. —Lo miro de nuevo, y me sonríe. —Así que todavía no les han quitado el sentido del humor por completo.

    —No es así, Doctora.

    He visto su agenda diaria, y a mí me lo parece.  Pero, por otro lado, no es tan distinto de mis rotaciones  clínicas en tercer y cuarto años de la escuela de medicina, y logré superarlo con mi sentido del humor intacto.  O, al menos, me gusta pensar que así fue. —Tomaré tu palabra al respecto. —Continuamos en silencio por unos minutos, y entonces  doblo en la Calle Gilbert y al final se encuentra nuestra casa. —Mi madre está preparando el almuerzo, pero no almorzaremos hasta la una o dos.  Así que puedes hacer lo que quieras hasta entonces.  Podemos revisar tu tarea de química, o puedes escuchar a Grace practicar o puedes sentarte con Brian y mi padre y escucharlos gritar al juego de los Eagles en la TV.

    De hecho se ríe. —Todo eso suena bien.  Incluso la química.  Me alegra estar libre por unas horas. —Puedo imaginarlo.  Me estaciono justo frente a la casa, en la nueva entrada.  Se ve tan fuera de lugar comparada con la casa, la cual, en la parte de afuera, necesita mucho trabajo.

    Eso es un poco engañoso.  En los cuatro meses que hemos estado aquí, en realidad hemos hecho bastante – solo que en la parte de adentro.  Reemplazamos la caldera, realizamos mucho trabajo con la electricidad y el sótano fue arreglado en su totalidad.  A diferencia de nuestra vieja casa en Arlington, el factor limitante aquí ha sido más el tiempo, en lugar del dinero.

    Entramos a la casa, pasamos por la puerta mosquitera y estamos en la pequeña cocina.  Su ampliación será nuestro próximo proyecto, probablemente para la primavera.  Mamá ya está en la estufa, se separa de su trabajo y le da un abrazo a Will.  Escucho un grito desde alguna parte dentro de la casa y luego Grace y Steffy llegan corriendo.  Steffy le da un abrazo y lo suelta rápidamente.  Grace se acerca a él, comienza a extender sus brazos para también darle un abrazo, y entonces hay un momentáneo destello de pánico en sus ojos y retrocede dos pasos.  Lo mira nerviosa, hasta que él le sonríe.

    Le agradezco su paciencia con Grace.  No le he dicho nada, pero tendría que estar ciego para no darse cuenta de que ella está totalmente enamorada de él.  Hasta ahora lo ha manejado como un perfecto caballero, y eso es todo lo que puedo pedirle.  Pensamos en esta situación mucho antes de hacer los arreglos finales para unirnos al programa de patrocinadores.  Me preocupaba la idea de traer con regularidad un joven guapo a la casa, porque Grace probablemente se sentiría atraída hacia él.

    Brian estuvo de acuerdo en que así sería, pero lo vio más como algo positivo en lugar de negativo.  Su pensamiento era que un hombre joven que fuera trabajador y tuviera que vivir de acuerdo a un estricto código de honor, sería el tipo de chico ideal para Grace.  La idea de Brian es que Grace asociaría sus sentimientos con todas las cualidades positivas de Will y las buscaría en futuros novios.  No estoy totalmente convencida de que funcionará de esa forma, pero definitivamente estoy dispuesta a intentarlo.

    —¿Cómo estás, Grace? —Le pregunta Will, pero antes de que pueda responder, mi madre acerca una cuchara a su rostro.  Abre la boca y traga, y comienza a lagrimear tan pronto lo hace.

    Por un par de segundos, intenta hablar, pero no logra emitir palabra. —Demasiado picante, ya veo, —dice Mamá. —Gracias, Will. —Le llevo un vaso con agua, y se lo toma todo.

    Todavía no puede hablar.  Le pregunto a Mamá, —¿Por qué no me dejaste probar a mí?

    —Porque ya sé que a ti te gustaría, Sara, —responde Mamá. —Necesitaba la opinión de alguien con papilas gustativas más normales. —Desde que quedé embarazada con Matty, hace dos años, me gustó la comida picante, y así se quedó.  Así que el resto de la familia tuvo que acostumbrarse a ello.  Junto con el resto de los cambios de los últimos meses.

    Esa es la razón principal por la que nos registramos en el programa para patrocinar a Will, y pasamos por todos los problemas para formar parte del programa.  Pensé que les daría a los chicos – todos ellos, no solo Grace – algo en qué concentrarse en lugar de todas las cosas que estaban dejando atrás en Washington.

    Ha funcionado, hasta ahora.  Will ha sido definitivamente bueno para todos nosotros, y creo que también hemos sido buenos para él.  ¡Aunque un par de horas de Grace cantando para él podría cambiar su opinión a ese respecto!

    Justo en ese momento, Grace pregunta, —Will, iba a practicar.  ¿Quieres escucharme? —Está perdidamente enamorada – puedo escucharlo en su voz.  Se percibe la duda que solo aparece cuando está hablando con Will.  Y también lo noto en la forma en que está vestida: sus mejores vaqueros, un lindo suéter azul claro y sus mejores zapatos.  Nunca usa zapatos en la casa, excepto los Domingos cuando Will nos visita.

    —Sí, Grace.  Me encantaría, —le responde.

    —¿Te molesta si yo también te escucho? —Se voltea Steffy rogando con la mirada a Grace, quien se encoge de hombros y, un tanto renuente, asiente con la cabeza.  Dado que no será algo privado, yo los sigo.  Vamos por el pasillo, hacia un pequeño espacio extraño en el que pienso como el bazo de la caso.  Creo que es gracioso – así como el bazo, está metido en todo el medio, y nadie comprende por qué tiene la forma que tiene.  Nadie se ríe cuando lo llamo así, pero en mi defensa, los años de entrenamiento médico pueden hacer cosas extrañas a tu sentido del humor.

    El espacio es mayor que un pasillo, pero no lo suficiente para ser llamado sala – y todo en la casa se conecta desde aquí.  Hay puertas hacia todas las habitaciones, un baño, un closet y también la sala.  Hacia allá nos dirigimos ahora, y luego lo atravesamos y bajamos al sótano.

    Grace y Steffy tienen sus habitaciones aquí abajo; lo dejamos a criterio de los niños, y Steffy hizo todo un espectáculo sobre querer compartir el espacio con Grace.  Aquí abajo hay mucho espacio, y se siente incluso mayor porque no lo dividimos por completo en dos habitaciones separadas.  Hay una media pared que separa las camas para que tengan una sensación de privacidad, pero en realidad es como su propio apartamento tipo estudio.

    Hay un viejo sofá contra una pared – vino con la casa – y Grace nos indica que tomemos asiento.  Se dirige hacia su estéreo portátil – en realidad, no sé si todavía lo llaman así – introduce una cinta y lo enciende. —Creo que ya tengo dominada esta canción, —dice. —Voy a usarla para mi audición.  Quiero decir, si ustedes piensan que suena bien.  Como sea...

    Presiona un botón, y se escucha muy fuerte una estática que nos obliga a cubrir nuestros oídos, pero es solo un momento, y luego suena el piano.  Debe ser la profesora de música en la escuela de Grace – ha estado ayudando a Grace a practicar para que con suerte gane un papel en el musical del colegio del próximo mes.  La escuela es tan pequeña – solo 300 estudiantes – que tienen que hacer audiciones con los de séptimo y octavo grados para organizar un buen espectáculo.

    Reconozco la música de inmediato – la escuché mucho cuando era niña, ya que El Músico es una de mis películas favoritas.  Es Hasta Que Llegaste Tú – la gran canción de Marián la Bibliotecaria cerca del final, cuando finalmente se da cuenta de que está enamorada de Harold Hill.  Grace mira directamente a Will.  Toma aire, y luego comienza a cantar.  Sin dudarlo, sin más nada, solo comienza a cantar, con toda su fuerza, lanzando hacia él todo lo que tiene...

    ...¿Cuándo bajaron todos hasta acá?  Están Brian, y mi padre, y Ben y Lizzie, de pie juntos en las escaleras.  Me encantó tanto la actuación de Grace – completamente transfigurada – que ni siquiera los había notado.  Miro a Will y Steffy, y ambos están allí, tan impresionados como yo.

    No fue la calidad de su voz.  Grace tiene una voz bastante agradable, pero en realidad no está entrenada.  Era la fuerza  de sus emociones que brotaban.  Recuerdo cómo era cuando tenía catorce años, todos los sentimientos girando a mí alrededor, tanto que algunas veces se sentía como si fuera a explotar.  Y yo tenía una vida bastante simple y tranquila.  Grace ha pasado por muchas cosas, ha tenido tantas cosas en su cabeza, antes de que las hormonas adolescentes se activaran.

    Justo ahora, ella tomó todo eso – todo lo que lleva adentro – y lo puso en una canción de tres minutos.  Tiene un don.  Creo que eso es algo que no se puede enseñar.

    —Creo que conseguirás el papel, Grace, —dice Will, con una voz muy serena.  Es algo bueno que

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