Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Una Vez en la Vida: Dúo Sin Nombre, #2
Una Vez en la Vida: Dúo Sin Nombre, #2
Una Vez en la Vida: Dúo Sin Nombre, #2
Libro electrónico410 páginas5 horas

Una Vez en la Vida: Dúo Sin Nombre, #2

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Becky y Pete han sido amigos toda la vida, por casi tanto tiempo como han sido un dúo de pop-punk. Se mudaron de su pequeña ciudad natal con la esperanza de triunfar, pero casi una década después, no tienen mucho que mostrar de sus esfuerzos.
Llega The Hacks, un grupo de pop que lleva casi quince años en la industria. Los hermanos Todd, Tyler y Tristan apenas habían dejado los pañales cuando su primer álbum obtuvo gran popularidad en todo el mundo. Estar a la cabeza de las listas de canciones más exitosas es cosa del pasado, pero se las han arreglado para seguir siendo relevantes.
En un giro inesperado del destino, Becky y Pete son contratados para ser los teloneros de la gira de The Hacks por el Reino Unido. Aunque no pertenecen al mismo género, el dúo lo ve como una oportunidad. Quizá sea la oportunidad que han estado esperando.
Pero las expectativas podrían no coincidir con la realidad de la industria de la música, en especial, cuando las líneas entre la vida personal y la profesional empiezan a mezclarse.
¿Estarán Becky y Pete a la altura de este desafío?

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento19 may 2022
ISBN9781667432472
Una Vez en la Vida: Dúo Sin Nombre, #2

Lee más de Luana Ferraz

Autores relacionados

Relacionado con Una Vez en la Vida

Títulos en esta serie (2)

Ver más

Libros electrónicos relacionados

Romance para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Una Vez en la Vida

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Una Vez en la Vida - Luana Ferraz

    UNA VEZ EN LA VIDA

    (PETE)

    ––––––––

    POR

    Luana Ferraz

    *Para leer las advertencias de contenido de este libro haga clic aquí

    CONTENIDO

    ADVERTENCIAS DE CONTENIDO

    PRÓLOGO

    DÍA UNO

    DÍA DOS

    DÍA TRES

    DÍA CUATRO

    DÍA CINCO

    DÍA SEIS

    DÍA SIETE

    DÍA OCHO

    DÍA NUEVE

    DÍA DIEZ

    DÍA ONCE

    DÍA DOCE

    ADVERTENCIAS DE CONTENIDO

    Esta obra aborda temas que pueden ser sensibles para ciertos lectores. Estos incluyen:

    Referencias y/o diálogos sobre violencia doméstica previos los eventos de este libro.

    Referencias y/0 diálogos del uso indebido de alcohol y substancias, (que tienen lugar antes de los eventos que ocurren en este libro).

    Referencias, diálogos y/o descripciones gráficas de violencia que tienen lugar antes y durante los eventos que ocurren en este libro, (estas situaciones traumáticas son abordadas en varias ocasiones durante la narrativa. Es posible la existencia de flashbacks que describan las mismas.).

    Referencias, diálogos y/o descripciones gráficas de consumo de alcohol durante la historia.

    Uso inapropiado de lenguaje.

    Oportuno (adjetivo)

    1. Algo que sucede o se realiza en circunstancias impredecibles.

    2. La posibilidad de que algo favorable suceda.

    PRÓLOGO

    Es lunes por la mañana. Todavía estoy muy dormido, intento recuperarme del show de anoche. Fue un show de mierda, como la mayoría de los últimos que hemos dado: lugar pequeño, público ebrio y sistema de sonido pésimo. Si a esto le suman el hecho de que solo somos dos personas intentando vender un espectáculo punk, tienes la receta perfecta para el aburrimiento.

    Necesitamos una banda completa, me dice el cerebro aún alcoholizado, pero le ordeno que cierre la boca. Ya hemos intentado eso. No funcionó. No funcionará. Además, Becky y yo somos lo suficientemente capaces de montar un buen show. Sólo necesitamos un mejor sistema de sonido, un lugar no tan pequeño y nuestra propia audiencia. Sólo eso ¿eh?

    De todos modos, aquí estoy, expulsando a ronquidos todo el alcohol que bebí para suavizar la paliza de anoche, cuando mi teléfono comienza a sonar. Al principio, no reconozco el tono de llamada porque estoy soñando, y en el sueño se oye diferente. Es una melodía de NSync, algo que solía escuchar mi hermana cuando éramos niños. Me rehúso a atender por esa misma razón. Pero luego, Justin Timberlake aparece sin avisar y sin más, comienza a cantarme. Es ahí cuando me despierto. 

    El teléfono vuelve a sonar, esta vez oigo mi tan genérico y familiar tono, y contesto sin prestarle atención al identificador de llamada. Aún siento el cerebro en una nebulosa, y el cabello rizado de Justin Timberlake sigue fresco en mi mente.

    —¿Hola? —digo, e intento fingir que no me acabo de despertar.

    —Hola, ¿puedo hablar con Peter Pollick? —pregunta una voz masculina.

    —Él habla —dije asqueado. Odio como suena mi nombre completo. En serio, ¿en qué estaban pensando mis padres? Antes de que digan algo, mi segundo nombre es Payton.

    —Hola, mi nombre es Neil Connolly. Me comunico de Blast Records —dijo, casi haciéndolo sonar como una pregunta.

    Abro los ojos de inmediato. Me siento en la cama y me alejo el teléfono de la cara para comprobar si esto es verdad. Ya saben, para asegurarme de que no es uno de mis amigos intentando jugarme una mala pasada. No lo es. O al menos es lo que creo ya que no reconozco el número.

    —¿Hola? —me pregunta una vez más y vuelvo a acercarme el teléfono al oído.

    —Hola, hola. Si, si, aquí estoy. Continúe —No puedo esconder el entusiasmo en la voz.

    —Bien, sé que esto es de último minuto, pero me gustaría saber si su banda está disponible para tocar en una gira.

    No puedo contestar. No sé cómo contestar. ¿Acaba de decir gira?

    —¿Usted... gira?

    —Si —dijo, e hizo una pausa para que probablemente le diera una respuesta. Cuando es claro que no la tengo, continúa—, una banda estadounidense vendrá al Reino Unido y nos gustaría invitarlos para que sean sus teloneros. Son doce días en total con 8 shows en 6 ciudades. Comienza el jueves.

    —¿Jueves? —digo con la voz entrecortada, totalmente convencido de que esto es una broma—. ¿El jueves de esta semana?

    —Si —dice el tipo en un suspiro—, lamento no haberme contactado antes, pero...

    —¡Si! —grito al altavoz. Hay un silencio profundo. Me preparo para el momento en el que revelen el remate del chiste.

    —Entonces...  —El tipo vacila, probablemente sordo luego de mi estallido—. Entonces... ¿están disponibles?

    —Si. —repito; esta vez sin gritar, pero aún incapaz de articular más de una palabra a la vez. 

    —¡Estupendo! Es... es perfecto —dice con una risa ahogada y suena, tal vez, ¿aliviado?—.  Le estoy enviando un correo con algo de información en este momento. ¿Es posible que se acerquen a la oficina hoy?

    —¿Hoy?

    —Al mediodía, ¿tal vez?

    —¿Mediodía?

    —¿Así podemos revisar los detalles y tener todo listo para el jueves?

    —¡Cla-claro que sí! —tartamudeo. Me siento ebrio. ¿Es posible que aún siga ebrio? ¿Es posible que aún siga soñando?

    —Perfecto —hace una pausa una vez más, inseguro de lo que dirá después—. Supongo que nos veremos más tarde.

    —¡Espere! ¿Puede decirme cuál es la banda? —logro preguntar antes de que cuelgue.

    —Ah, es, ehm... —titubea, y juro por Dios que vuelve a suspirar antes de seguir—. The Hacks. ¿Tal vez los conozca?

    ¿Conocerlos?

    De repente, que JT haya aparecido en mi sueño se siente como una señal, un tipo de premonición. Les explicaré el por qué: su poster estaba pegado justo al lado del de Tyler Hackley en mi habitación cuando tenía 14. ¿Conocerlos? ¡Estaba obsesionado con ellos! No con su música pop burbujeante, en esa época era tan emo como un chico queer lo puede ser, sino con sus caras.

    Tenían la piel perfecta, el sedoso y un aspecto angelical. Fue en ese momento cuando descubrí que no quería ser ellos, quería comérmelos.

    Luego de colgar, me siento y espero ansioso que dicho correo llegue así puedo estar seguro de que todo esto es real. El email llega. Todo es real. Estoy seguro que nunca olvidaré este momento.

    ***

    —Esto no puede estar pasando —Becky sacude la cabeza.

    Estamos acurrucados en su cama viendo cada video de The Hacks disponible en YouTube. Becky afirma que no los recuerda, lo cual, siendo honesto, es entendible: de ahí la razón de nuestra investigación.

    —Supongo que nos enteraremos pronto —digo mientras abro otro video. Es muy, muy viejo. Tyler todavía parecía una chica.

    La mayoría de la información online es vieja, lo cual debe ser el resultado de haberse vuelto independientes hace unos años. No es que me esté quejando; de hecho, estoy disfrutando revivir mi enamoramiento adolescente. Me pregunto cuán distintos se ven ahora. Estoy por buscar más material reciente cuando Becky se da vuelta y me mira con los ojos bien abiertos.

    —¿Y si es una trampa? —pregunta. No puedo evitar reírme—. ¡Hablo en serio! Y si esto no es nada más que el plan malévolo de un fan demente para atraparnos mientras estemos solos y... y... ¡y matarnos!

    Intento dejar de reírme y tomarla en serio. No porque crea que es una posibilidad; a pesar de que podría llegar a ser, digo, el mundo está loco; sino porque sé que ella piensa que lo es. Becky tiende a crear los peores escenarios posibles en su mente y a preocuparse de inmediato como si fueran verdad.

    Así que pauso el video, abro Google Maps, y escribo la dirección mencionada en el email. Nos dirige a un edificio cerca del centro de Londres. Le hago zoom así podemos inspeccionar la fachada y los alrededores. Parece ser una calle muy transitada.

    —Parece real —concluyo.

    —No tengo un buen presentimiento —insiste.

    —Tú no tienes un buen presentimiento de nada —le contesto. Se muerde el labio porque sabe que tengo razón—. Becky, no muchos artistas desconocidos consiguen una oportunidad como esta.

    —Mucha más razón por la que desconfiar. —insiste.

    —Es verdad. —Concuerdo al intentar evitar un suspiro en mi respuesta— Pero también motivo suficiente para que lo aceptemos. Tal vez esta es nuestra oportunidad de obtener un contrato discográfico.

    Sé que eso la convencerá. Un contrato discográfico es una ruta rápida a lo que queremos: vivir de la música; algo que no hemos podido lograr incluso después de una década de intentarlo.

    —¿Cómo crees que nos encontraron?  —pregunta.

    —No lo sé. ¿YouTube tal vez?

    Hace unos años, luego de haber perdido casi todo, decidimos darle una segunda oportunidad a todo esto. Es por eso que comencé a tratar a nuestro pequeño dúo como a un negocio. Presupuestaba todo; y una de las cosas en las que invertí fue en grabar algunos conciertos de manera profesional. Subimos esos videos a YouTube. Las visitas aumentan con lentitud; pero hace poco, uno de los videos obtuvo un millón.

    Mi teléfono interrumpe nuestra conversación y salgo de la habitación para hablar con mi mamá.

    —¡No podrías ser más oportuna! —le digo y le cuento las nuevas noticias. Ni mamá ni papá recuerdan a The Hacks, pero no me molesta. Lo importante es que ¡conseguimos un trabajo!  ¡Un trabajo pago! ¡Una gira!

    Luego de colgar, sigo sin poder creerlo. No puedo creer nuestra suerte. En verdad, después de ocho años de callejones sin salida, ya era hora que nuestra suerte comenzara a cambiar.

    Hago memoria de todas las cosas que alguna vez soñé hacer realidad: tocar en un estadio agotado, que el público nos cantara al pedírselo, pasar largos días encerrado en el estudio escribiendo canciones; resucitar al pop-punk por nuestra cuenta, revolucionar la industria, que los críticos reconozcan nuestro talento. Sí, lo sé, eso último puede que sea demasiado. Pero aun así lo quiero. Aun así, sueño con ello. Ya saben, alcanzar las estrellas, ¿no?

    De repente, siento la necesidad de llamar a Lindsey y contarle. Pero luego, recuerdo que no puedo. Pero debo, ¿no? No puedo irme de gira sin contarle a mi novia. Bueno... si aún lo es. Siento un pequeño dolor en el pecho. De todas formas, le envío un mensaje y espero que esto pueda ser una excusa para que podamos solucionar las cosas. Digo, para que yo pueda solucionar las cosas.

    ***

    Estoy ansioso. Intento tomarme el tiempo necesario para ducharme, prepararme, revisar la página web de la discográfica y googlear el nombre de Neil. Ninguna de estas cosas evita que lleguemos treinta minutos temprano a la reunión.

    Es una oficina bastante común; si la miras desde el exterior, nunca pensarías que alberga una discográfica. La recepción parece haber quedado atascada en los setenta. Una recepcionista mayor y muy servicial nos indica dónde está el tercer piso. Mientras esperamos en el elevador, leo la placa que enumera los nombres de todas las empresas que comparten el edificio. Blast Records ocupa sola el primer piso. El nombre resalta entre otros como I.T. Solutions y Data Zoom.

    ­­­­—Aburriidoo —le susurro a Becky. Ella solo se encoje de hombros. Envidiaría su aparente indiferencia, si no supiera que está tan nerviosa como yo; la delatan los puños cerrados y el constante jugueteo con el cabello.

    Cuando llegamos, siento que dejé el corazón en la recepción. Camino con torpeza en dirección a la recepcionista que nos sonríe.

    —Buenas tardes —la saludo—, tenemos una cita con Neil Connolly. ¿Pete y Becky?

    La muchacha escribe algo en la computadora mientras el sonido de las teclas es lo único que interrumpe este espeluznante silencio.

    —Han llegado un poco temprano —dice de forma cordial—, por favor, tomen asiento.

    Mientras Becky y yo nos sentamos pegados en el único sofá de cuero, la recepcionista se marcha. Cuando noto que tarda en volver, no puedo evitar rebotar la pierna repetidas veces contra el suelo. Después de unos segundos, Becky me apoya la mano en la rodilla.

    —Perdón —le susurro y me dejo de mover—, ¿no se está tomando mucho tiempo en volver?

    —¿Por qué estás susurrando? —grita y me hace saltar del susto—. ¿Puedes relajarte?

    —¿Cómo puedes estar relajada? —digo sin entenderla—. Aún crees que es una trampa, ¿no?

    —¿Puedes culparme? —alza la voz de nuevo, y me asusta otra vez—. ¿Cuál es la probabilidad de obtener una oportunidad como esta de la nada? Debe haber alguna trampa.

    —Amo tu pesimismo —le digo mientras cubro su mano con la mía.

    —Cuando gustes —Me guiña el ojo.

    —¡Hey! ¿Cómo están? —una tercera voz nos hace saltar del susto e interrumpe nuestro momento. Un hombre de mediana edad, con uno de esos rostros amables, nos extiende una mano para saludarnos—. Neil. Ustedes deben ser Becky y Pete.

    —Un gusto Sr. Connolly —digo mientras le estrecho la mano.

    —Por favor, llámenme Neil. Síganme. —Nos sonríe y comenzamos a caminar por un corredor alfombrado con puertas cerradas en ambos lados—. Estamos muy agradecidos de que hayan aceptado con tan poco previo aviso.

    —Si no le molesta que pregunte, ¿qué sucedió? —pregunto. La paranoia de Becky se me está contagiando–. Me imagino que no fuimos su primera opción para ser los teloneros.

    —Para ser completamente honesto, no. Había alguien más. Pero la banda insistió en que ustedes se sumaran a la gira.

    La miro a Becky que articula «la trampa». Sonrío.

    Entramos a una sala de conferencias amplia al final del corredor en dónde nos esperaban dos hombres viejos.

    —Ellos son Jonhathan y Christopher, nuestro publicista y abogado —Neil los presenta y estrechamos las manos. Cuando ya nos sentamos detrás de una pequeña mesa, Neil da una palmada y comenzamos la reunión—, de acuerdo. Normalmente comenzaría con una pequeña historia de nuestra discográfica, pero no tenemos tiempo para eso. Así que, vamos directo al punto; ¿cuántas personas hay en su equipo?

    Se me acelera el pulso. Becky y yo intercambiamos miradas con los ojos bien abiertos antes de responder— No tenemos.

    —Ah —Neil sonríe sorprendido—, ¿ni siquiera un técnico? ¿Un roadie? Sé que no tienen un representante, pero...

    —Solo somos nosotros dos y no solemos salir de gira. No solemos necesitar un equipo —le explico.

    —Entiendo. De hecho, son buenas noticias para nosotros —Se ríe y mira a sus compañeros.

    —¿Y qué hay de su imagen? —pregunta Jonhathan, el publicista—. Le he dado un vistazo a su página web y es impresionante.

    —Gracias. —No puedo evitar sentirme orgulloso.

    —¿Quién es el responsable del marketing? —continúa. Puedo sentir como Becky se gira para mirarme, pero si la miro ahora, creo que voy a estallar de la risa.

    —Yo —le digo mientras veo cómo levanta las cejas—. Como dije antes, solo somos nosotros dos.

    La reunión continúa como esperaba. Estas personas no tienen idea de cómo trabajan los artistas independientes estos días. Es un poco decepcionante, no mentiré, pero el hecho de que puedo estar sentado aquí y hablar de negocios con personas que me doblan la edad como si fuéramos iguales se siente bastante satisfactorio. Sé que estar aquí gracias a la banda significa que tendremos que hacer el doble de esfuerzo para probar lo que valemos, pero estoy ansioso por hacerlo. Así que, salimos del edificio con un contrato. Nos vamos de gira.

    DÍA UNO

    Tengo un fuerte dolor de cabeza. Es lo primero que pienso. Antes de siquiera estar consciente, me arrepiento de cualquiera que haya sido la decisión que tomé para que esta molesta presión se me haya instalado en el cráneo. Intento abrir los ojos, pero los cierro al instante, casi por instinto. Entonces, intento girar la cabeza hacia un lado. Es ahí cuando vomito en el piso.

    —Carajo... —me quejo.

    Algunas veces, desearía poder volver el tiempo atrás para darnos un puñetazo en el estómago y evitarnos estas situaciones. ¿Por qué hice esto? ¿Qué fue lo que se apoderó de mi para salir y emborracharme hasta la muerte; tanto que ahora no puedo siquiera ir al baño a vomitar?

    —¡Carajo! —digo sobresaltado y recuerdo de repente por qué salimos anoche. Busco a tientas mi teléfono en la colcha. Necesito saber qué hora es. Necesito saber qué día es—. ¡Carajo!

    Me levanto de la cama apurado e intento ignorar las paredes que se mueven, y el punzante dolor en las sienes. Me tomo unos segundos para decidir qué hacer primero: bañarme, limpiar, o beber una taza de café. Decido bañarme. Los más importante hoy es verme presentable.

    Se me escapa un pequeño grito ahogado cuando abro el agua fría y dejo que me recorra el cuerpo y me relaje los músculos. Me aclara la mente casi al instante, aunque no ayuda con el dolor. Me seco lo mejor que puedo y corro a la habitación. El olor ya es intolerable.  Tomo algunas toallas sucias que encuentro tiradas y las amontono en el charco; puedo lidiar con esto más tarde. Encuentro la ropa que había apartado la noche anterior; perdono a mi yo del pasado solo un poco.  

    Me visto, me acomodo el cabello con un poco de cera y corro a la habitación de Becky esperando encontrarla, al menos, despierta. Pero, por supuesto, no lo está.

    —Becky. —Le tironeo la manga. Está roncando, literalmente roncando—. ¡Lo sabía! ¡No deberíamos haber salido anoche!

    —Shh... baja la voz —masculla y tiene el descaro de volverse a tapar hasta la cabeza. Podría matarla ahora mismo. Hubo muchos momentos en que sentí el deseo de matarla, pero esta debe ser el peor hasta ahora.

    —¡Rebecca! —grito mientras le quito el edredón. Sé que esto llamará su atención—. ¡Es hoy!

    —¿Qué es hoy? —me dice con el ceño fruncido y luego se cubre los ojos con una mano.

    —Ahg, ¡Mierda! —Me echo el cabello hacia atrás con las manos temblorosas—. ¡Debemos estar en el centro de Londres en menos de una hora! ¡Será mejor que te prepares!

    ¿Qué he hecho? ¿Por qué aceptó salir conmigo? ¡Ella detesta salir! ¿Por qué decidió aventar su cautela por la ventana justo en la víspera del evento que de seguro puede cambiar todo nuestro futuro, y salir? Esto no debería sorprenderme, creo. Autosabotearse es tan Becky.

    Todo es mi culpa. Debería haber sido yo quien propusiera pasar una noche tranquila antes de la tormenta, y no el que sugirió salir de fiesta. Me arrepiento de haberle gritado, por lo que nos preparo café.

    –¡Apúrate! —Golpeo la puerta del baño al pasar mientras me dirijo a su habitación a dejar la taza en su mesa de luz.

    Se queja, pero cuando sale de la ducha y vuelve a la habitación, me dice en voz alta— ¡Gracias!

    Le doy cinco minutos de ventaja antes de pedir un Über. Luego, comienzo a caminar de un lado para el otro, mientras espero impaciente a que esté lista. Como valoro mi vida, no puedo pedirle que se saltee aplicarse esa capa pesada de maquillaje, y mucho menos mencionar su cabello incontrolable. Así que, camino en círculos y me pregunto si debería volver a mandarle un mensaje a Lindsey. Su respuesta a mi largo mensaje sobre la gira fue un simple «que bien». Que bien. Al menos es mejor que OK, ¿no?

    —Estoy lista —Becky aparece, al fin, en la sala de estar.

    —Tu cabello está diez puntos —comento, y me contengo la necesidad de hacerle saber lo adorable que se ve. Nunca podría decirle eso. En su mente, ella es esta rebelde sin causa con cabello púrpura y botas negras—. Y el maquillaje la rockea.

    —Gracias —dice mientras toma su bolso y las llaves del departamento—. ¿Listo?

    —Más te vale no enfermarte — le advierto al irnos.

    —No lo haré. —Me sonríe y entrelaza su brazo con el mío—. Pero si me enfermo, sé que cuidarás de mí.

    —Solo porque necesito tu voz para hacer dinero —bromeo.

    ***

    Llegamos a las oficinas de Blast Records en poco tiempo. Habíamos acordado con Neil acercarnos a la oficina para conocer a la banda y su equipo antes de ir al evento. La sola mención de «el equipo» me pone nervioso. A pesar de que todos rondamos la misma edad, ellos están mucho más avanzados en experiencia y tienen mucho más éxito; sin mencionar que creamos música completamente distinta. Becky y yo hemos debatido la razón de su interés en nuestro pequeño dúo, pero ninguno pudo dar con una teoría razonable.

    Esta vez, nos indican que nos dirijamos a la sala de reuniones por nuestra cuenta. Caminamos lento por el corredor para espiar el interior de las habitaciones que tienen las puertas abiertas. El ruido que viene de la sala es cada vez más fuerte. Becky me busca la mano y me aprieta los dedos antes de que entremos.

    La habitación está llena. A simple vista, sólo reconozco a Neil y Jonhathan; entonces comienzo a mover los ojos deprisa hasta que encuentro a Tyler; ese cabello rubio con corte bob y mandíbula marcada siguen siendo inconfundibles.

    —¡Hola! —Uno de los chicos sentado cerca de la mesa se levanta y se acerca—. Soy Tristan. Un gusto conocerlos. —Casi no logro evitar gritar. A diferencia de su hermano, no se parece en nada a como lo recordaba. En primer lugar, ya no es más rubio; ese rostro fuerte está enmarcado por una melena de rizos castaños.  Es súpera alto, más alto que yo, y tiene una sonrisa que ilumina toda la habitación—.  Me gusta tu cabello.

    Miro a Becky de inmediato. Odia cuando las personas le hacen un cumplido. Piensa que es patético cuando alguien hace comentarios sobre el aspecto de una persona, incluso cuando se pasea por la vida con cabello violeta. Cuando tienes el cabello violeta, las personas hablan de eso, es un hecho. Por fortuna, sólo murmura un «gracias» y Tristan nos presenta al resto del equipo: Todd, el tercer hermano, que gracias a Dios superó la etapa torpe de la adolescencia; y Paul y Jake, técnicos de batería y guitarra y también roadies. Neil nos presenta al último extraño: Seth, el experto de iluminación y sonido de la disquera que también estará haciéndose cargo de otros roles.

    —Y yo seré su representante —Neil termina de hablar con una sonrisa.

    —Hemos estado trabajando con Neil y Blast desde que nos hicimos independientes —nos cuenta Tristan.

    —Guau. ¿Y hace cuánto es eso? —pregunto, como si no supiera. A estas alturas, ya incluso conozco cuál es su signo zodiacal.

    —Seis años ya, y esta es nuestra... ¿cuarta gira? —Gira y lo mira a Neil.

    —Así es. —Asiente—. Ha sido un largo camino tortuoso.

    Se ríen.

    —¿Y qué hay de ustedes? —Tristan se inclina en la mesa—, ¿hace cuánto tiempo han estado haciendo música?

    —Ehm... —Miro a Becky con la esperanza de que se sume en la conversación. La manera en que abre los ojos me dice que no lo hará, así que continúo yo—. Comenzamos a escribir juntos cuando teníamos catorce. Pero solo hemos estado haciéndolo de manera profesional hace 8 años.

    —Eso es mucho tiempo —dice Tristan.

    —No comparado con ustedes —Suelto una risa.

    —Si bueno, no todos comienzan a los seis. —Se ríe.

    —O convenientemente, tienen hermanos en la industria de la música —agrego, mientras miro de reojo a los otros dos que siguen en silencio. Todd asiente con la cabeza, pero Tyler permanece indiferente.

    —Entonces, ¿qué les parece revisar los detalles una vez más? —sugiere Neil.

    —Eso sería fantástico —Tyler habla por primera vez. Todos lo miran. Supongo que estaba siendo sarcástico, pero no puedo leer su expresión; tiene puestos unos enormes anteojos de sol.

    Neil comienza a repasar nuestra agenda una vez más; las ciudades, los predios, en dónde nos quedaremos en cada lugar, quién vendrá con nosotros, con quién nos encontraremos en cada lugar. Cuando comienza a hablar de entrevistas y publicidad, al principio, asumo que está hablándoles exclusivamente a The Hacks, así que me desconecto de la conversación y dejo el cerebro medio despierto. Pero luego, comienza a hablar de tiendas que cubren específicamente pop-punk, lo que significa que ha programado entrevistas para nosotros también. Comienzo a rebotar la pierna contra el suelo.

    Él nos informa que convenció a alguien para imprimir nuestro logo en algunas camisetas, tazas y otros artículos para vender en los conciertos. También nos pide que lo autoricemos para poder hacer más copias físicas de nuestras EPs[1] porque piensa que nuestro stock es muy limitado. Simplemente asentimos y soltamos un «claro» o un «ajá» en los momentos apropiados. Comienzo a sospechar que en realidad sobreestimé toda esta situación. Parece mucho más de lo que podemos manejar.

    —¿Alguna pregunta? —dice al final, y me mira directamente a mí. Nunca me sentí tan observado. Niego con la cabeza mientras me como las uñas—. ¡Fantástico! ¿Vamos al predio?

    Mientras nos levantamos para salir, Becky me lleva a una esquina y susurra—¿Estas bien?

    —Si. Es solo que... —tartamudeo.

    Miro alrededor de la habitación llena de profesionales. ¿Cómo decirlo? Estamos en momentos tan distintos de nuestras carreras. The Hacks tiene todo este equipo, mientras nosotros solo nos tenemos el uno al otro. Se ven como una máquina bien engrasada, mientras que nosotros parecemos agujas de un reloj sin reloj. Sin embrago, el lado positivo es que tienen el doble de experiencia que nosotros en la industria, así que podremos ver cómo trabajan de cerca. Eso solo ya debería hacer valer la pena esta experiencia.

    —¿Tú estás bien? —Devuelvo la pregunta.

    —Me sentiré mejor cuando estemos en el escenario. —Me aprieta la mano al intentar sonreír y es sólo en ese momento que me doy cuenta que ella también está nerviosa. Eso no me ayuda.

    —¿Están emocionados, chicos? —Tristan se acerca de nuevo. Ciertamente parece que al menos él lo está.

    ***

    Nos separarnos en dos camionetas para llegar al evento. Ambas bandas, o más bien la única banda real más Becky y yo, viajamos juntas en lo que debe ser el viaje más cómodo que he hecho.

    —Debo confesar —Tristan comienza a hablar, o más bien continúa, tan pronto como partimos—, he visto todos sus videos y escuchado todas sus canciones. Soy su fan.

    —Gracias. —Le sonrío amable. No me da tiempo decidir si le debo hacer saber que yo hice lo mismo.

    —¡Mi favorita es Overdrive! ¿Sigue en el set? —pregunta. Es una canción tan vieja que me había olvidado que existía. Sin dudas, se está esforzando.

    —Ya no –le digo disculpándome. Luego, por alguna razón, agrego— ¡Pero puede estarlo!

    Becky querrá matarme por querer agregar una canción que no hemos tocado en años al set actual. Pero, tal vez, la sonrisa que Tristan me da cuando le respondo la convenza.

    La conversación se divide; Neil está ocupado platicando con el conductor, yo puedo oír a alguien que intenta iniciar una conversación con Becky y Tristan sigue hablando. Es tan despreocupado, y posee una calidez que te atrae. Su voz es calma y casi dulce, lo que contrasta con lo fuerte que habla. Estamos conversando de música y tocar en vivo, cuando comienzo a notar algunas cosas. Cada vez que es mi turno de hablar, se muerde el lado izquierdo del labio inferior; cada vez que me mira, se pasa una mano por esos gruesos rizos y se los aparta de los ojos; no deja de crujir los nudillos y de juguetear con las muñequeras que le cubren la mitad del brazo derecho. De repente me doy cuenta de que debe estar drogado. Eso me desconcierta. Si hay algo que no quiero en las próximas dos semanas es estar en contacto con drogas. O que Becky lo esté.

    El sólo pensarlo me obliga girar la cabeza y ver cómo está. Es más fuerte que yo.

    —...Es muy pequeño. —le dice a Todd. Debe sentir que la estoy mirando porque sus ojos me encuentran de inmediato y luego agrega— Estamos hablando de Alnwick.

    —Tiene una población de casi 8 mil personas según el último censo. —Me arrodillo en el asiento y aprovecho la oportunidad para meterme en la conversación: y para tomarme un descanso del monólogo de Tristan.

    —¡Guau! —Todd sonríe y noto el parecido con su hermano.

    —También tiene un castillo —dice Tyler— Según Wikipedia.

    —Si, atrae a muchos turistas —respondo entusiasmado de al fin poder hablar con él. Pero se limita a murmurar un «genial» y vuelve directamente a usar su teléfono.

    —¡Llegamos! —Neil nos informa desde adelante y la sociabilización termina.

    —¿Has tocado el piano aquí alguna vez? —Tristan pregunta mientras nos bajamos de la camioneta, y debo contener la risa.

    Neil nos dice que tocaremos dos conciertos con entradas agotadas aquí antes de volver a viajar. Hace una pausa dramática para anunciar lo de las entradas agotadas, lo que es sorprendente. Por supuesto, ya no son una banda tan grande como antes, pero agotar las entradas de un pequeño lugar como este no puede ser tan difícil para alguien con su nombre. Continuamos.

    Neil nos muestra nuestros vestidores, uno solo para mí y Becky; eso sí merece una pausa dramática, y luego nos lleva al escenario. Ver a la guitarra rosada de Becky y mi bajo amarillo entre las Gibsons de ellos hace que de repente todo encaje. Son el uno para el otro.

    Subimos al escenario y mientras noto los mil y un instrumentos que tienen, Neil explica en qué orden cada set debería ir.

    —En principio, pensamos en un set de 40 minutos, pero son libres de elegir algo distinto

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1