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Estoy lejos con Jetro
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Libro electrónico150 páginas2 horas

Estoy lejos con Jetro

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Novela de ficción que desnuda la dura historia de un hombre que transcurre su vida desde la infancia, sin la presencia de su madre y con un padre ausente y poco afectivo. LLegada su juventud decide alejarse de su padre e intentar hacer su propio proyecto de vida. Durante ese tiempo aprende a sobrellevar su soledad y la intensa necesidad de saber de su madre.

Es así que pasado el tiempo y descubriendo huellas ocultas , hará un descubrimiento inesperado, que marcará su vida y la de su futura familia. Una trama digna de ser disfrutada y que les llenará el corazó, de alegría y tristeza a la ves.

Punto adicional para el breve cuento final "El pez luna" Una hermosa anécdota de desencuentro que pudo ser algo bello. Hay que leerlo, no vale que lo cuente.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento13 jul 2020
ISBN9781071555804
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    Estoy lejos con Jetro - Carlo Felice Tassini

    ESTOY LEJOS CON JETRO

    CARLO F. TASSINI

    Recuerdo que después de haber abrazado el acordeón miraste un punto indefinido justo delante de ti. Entonces comenzaste a tocar ese teclado como pocos lo saben hacer. Algunos decían que tocabas como Gorni Kramer.

    Yo uso otro teclado. Sé que no toco bien. Pero de todos modos este rasgueo es para ti, donde sea que estés papá.

    Volvía de Roma una noche. Cinco horas de viaje.

    En la Autopista ´pocos vehículos.

    Las luces derramadas en el tablero y la música de Radio 3 estaba en todo el mundo.

    Como el hijo de Nicolás pensaba no querer volver.

    Imaginé toda la historia durante aquel viaje, no fue difícil.

    La dificultad era dejarla ir.

    CAPÍTULO 1

    ¿Dolor? No, ningún dolor...

    ¿Tensión? No.

    ¿Preocupación quizás? No.

    ¡¿Entonces?! ¡Cristo Santo! ¿Qué siento? ¿Nada?

    Fastidio, eso sí, fastidio: Por tener que cambiar mis proyectos. Por tener que comportarme según las convenciones. ¿Podía escapar? ¿Podía no venir aquí? Debería tener, seguro: odio estos lugares.

    Estuve tentado de volver atrás durante todo el viaje. En realidad, es que no hay nada que me interese aquí, nada más que aprender, ninguna emoción... Ninguna vibración. Nada por lo que valga la pena moverse, eso es todo. Mis lazos están en otra parte, mi vida está en otra parte, desde hace tiempo. Mi presencia aquí no tiene sentido alguno.

    Qué efecto extraño; todo me parece pequeño. Sin embargo, nada ha cambiado: este atrio es el mismo de cuando era pequeño, pero parecía la mitad de grande. El olor es igual, eso sí: el habitual hedor a desinfectante.

    - ¡Mira, mira a quien tenemos aquí: nada menos que el jovencísimo, pero ya estimadísimo, emprendedor! Así, al fin  encontró un poco de tiempo para el viejo.

    - Marta, no molestes, he llegado apenas pude. Y además Nicolás no es viejo.

    - Seguro... seguro. Tan pronto pudiste como no.  Te llamé al celular decenas de veces y estabas ilocalizable o tenías el teléfono apagado. También te mandé algunos mensajes. Finalmente, llamé a tu secretaria hace tres día y me aseguró que llegarías pronto.

    - Estuve en Salzburgo por trabajo lo sabes. Evidentemente  allá arriba los celulares no funcionaban bien.

    - ¡¿Por trabajo?! ¿Pero vamos? Casualmente sé que la otra noche, En el Mozarteum, representaban La Flauta Mágica. Imagino que no pudiste ir: estabas allí por trabajo, por nada más. Qué pena, amante como eres de la música de Mozart... ¡estar en Salzburgo y no tener tiempo para ir a la Ópera! Pero dime un poco...

    - Ok Marta, ok. Estaba allá por la Ópera, ¿contenta? De todos modos, después de tu llamada a la oficina, me comuniqué con esta pesadilla de hospital y el Director en persona me dijo que, salvo complicaciones, Nicolás no estaba en riesgo de vida. Solo agregó que debe permanecer en absoluto reposo y evitar cualquier estado de agitación. En ese momento me tranquilicé y desde el momento que ya había comprado el billete decidí ir.

    Insinuando un ligero canto de la pantalla de Marta, respondió:

    - Sí, sí, está bien, dejémoslo estar. Entonces, al día siguiente habría un concierto, el día siguiente música de cámara o cualquier otra cosa... ¿Pero cuando lo piensas tienes razón sabes? Después de todo, papá fue atropellado sí, por un auto, cierto, pero era un auto económico no una caravana, después de todo, simplemente tiene algunas costillas rotas, contusiones varias y un trauma craneal que lo hace desvariar pero, como dice el Director, si se lo deja tranquilo... si no se agita... no tiene riesgo de vida. Cambiando imprevistamente el tono de voz a un sonido seco y firme como un látigo, agregó:

    - ¡Qué tristeza! Si en su lugar hubiese estado el abuelo, te habrías precipitado incluso por un trivial resfrío.

    - El abuelo me quería y nunca se detuvo cuando...

    En aquel momento la joven miró a los ojos a su hermano. La mirada de conmiseración fue tan obvia que el muchacho se interrumpió y bajó los ojos con una imperceptible mueca de dolor. Entonces Marta respondió:

    - No seas hipócrita ambos sabemos de dónde nació tu amor por él. ¿Te olvidas que el trabajo remunerado que haces era el suyo? Siempre fuiste sensible a lo fácil, al dinero, y él te dio lo uno y lo otro. Eso es todo.

    - Lo que tengo lo debo sobre todo a mí mismo, a mi capacidad. El abuelo creyó en mí y yo se lo devolví con afecto en el plano de los sentimientos y con el compromiso en el trabajo. ¡Esto, sí, es todo!

    - ¿Es posible que nunca te dieras cuenta? El abuelo, ciertamente, compró tu cariño y de todos modos ¡tú fuiste su segunda elección! Qué te crees.

    - ¿Qué quieres decir?

    - ¿No pensarás verdaderamente que si papá hubiese tenido con él una relación menos tempestuosa, tú hubieses caído tan profundamente en la gracia de su padre? Dios mío, ¡No puedes habértelo creído a tal punto! Ahora te digo como están las cosas y, por una vez, trata de escuchar mis palabras siendo imparcial: aquel gran hombre del nono – como siempre lo has visto- debe haber hecho algo muy grave a papá, no sé bien qué, peo es por eso que se distanciaron definitivamente el uno del otro. ¿Y sabes qué inventó sobre eso el nono? ¿Paz a su alma? Usó todos los medios que tenía a disposición para robarle literalmente el cariño de su hijo, el macho, el primogénito, el alumno de la casa. No sé si lo hizo por el placer de verlo sufrir o simplemente porque sentía la necesidad de remplazar su amor con el tuyo, pero sabes qué, como sea, tu presunta capacidad emprendedora tiene poco que ver con eso. El nono te utilizó como un simple sustituto. Y esto, sí ¡Es verdaderamente todo!

    La luz de neón que iluminaba el corredor se apagó sin pre aviso dejando el lugar con un brillo azulado.

    Las nueve de la noche. Un débil lamento lejano les recordó a los dos hermanos que estaban en una sala de hospital. Un hospital donde era hora de dormir.

    En voz baja Marta dijo:

    - ¿Vas con él entonces?

    - Sí, ¿dónde está?

    - Habitación 14.

    - ¿Está solo en la habitación?

    - Hay otra cama pero está vacía; ahí quería dormir mamá, pero aquí a los parientes, no se nos permite permanecer durante la noche.

    - ¿Cómo lo tomó?

    - ¿Mamá?

    - Sí.

    - Sabes cómo es: muestra tranquilidad y seguridad, pero lo que lleva por dentro solo ella lo sabe. Por lo general está aquí desde las ocho de la mañana.

    - Pero, aparte del hecho del accidente de Nicolás, ¿cómo está?

    - Quizás, si aparecieras un poco más a menudo, al menos con ella... cómo esta lo sabrías. De todos modos, diría que la salud es bastante buena.

    Con mirada interrogativa agregó:

    - ¿Por cuánto tiempo piensas quedarte?

    - ¿Aquí? Uhm... No sé, una media horita creo.

    - Escucha...

    - Dime.

    - Ahora debo irme. Los chicos volvieron hoy del campamento y debo hacer al menos un par de lavados. ¿Cuándo salgas, me llamas? Para saber entonces si hay alguna novedad.

    - Por la miseria Marta, me voy dentro de un rato, ¿qué novedad crees que pueda haber?- luego el muchacho dio un largo suspiro y cerró los ojos – Sin embargo, si te hace estar más tranquila te llamo, ¿de acuerdo?

    - Escucha.

    - ¿Qué hay? ¿Qué quieres ahora?

    Marta alargó la mano intentando acariciar el rostro del hermano, un hermano que amaba profundamente y que le habría gustado fuera como su padre. Él se retrajo evitando el contacto.

    - Perdóname primero, pero tuve miedo de perderlo, ¿entiendes? Además no podía hacerte venir y me cargué de tensión. Y luego, te ama tanto mientras tú... tú no lo soportas. Sin considerar su extraña forma de hablar, aparentemente lúcida, precisa. Me molesta. A propósito: tuve que dejar en completa oscuridad la habitación porque si ve  luz o incluso si percibe la presencia de una persona, comienza a contar cosas por horas, sin detenerse nunca, me da una pena... Y luego... Y luego... o Cristo, no sé, perdóname y basta- Enderezando el nudo de la corbata al muchacho agregó:

    - Hazme un favor, ¿quieres? Si intentas hablarle, por una vez, una sola, no lo llames por el nombre: muéstrale un poco de respeto, llámalo papá. Tiene fiebre bastante alta, mañana ni siquiera recordará. ¿Qué te cuesta? Después de todo no es su culpa, o al menos no solo suya, si no lo reconoces como padre.

    - Marta, déjalo estar, sería un discurso demasiado largo de afrontar. Vete ahora, es tarde. Luego te llamo. Quédate tranquila.

    La siguió con la mirada mientras se alejaba. Sonrió por su ligero balanceo.

    Sí, no lo soporto. Nunca he podido engañarte, Marta. Siempre me leíste por dentro con una inquietante facilidad. También Nicolás tiene este don; por esto, quizás, los abandoné y con ustedes a mamá: para mezclar cualquier pensamiento sucio a toda esa jodida franqueza que heredamos quien sabe de quién. Por lo demás, no creas. Sé perfectamente que fui usado por el nono. El por qué de su comportamiento no me interesa: el punto es que hizo de mí un hombre de pocas emociones, un hombre fuerte, por esto le estaré siempre agradecido. Siempre...

    El por qué de las cosas; creo está todo allí, ¿sabes? El nono me enseñó a no preguntarme continuamente el por qué de las cosas. Oh, entendámonos, no de todas: no de aquellas sobre las cuales se puede discutir razonablemente. No, no aquellas, pero las otras, aquellas preguntas para las que no sabes que debes prepararte. Aquellas que te encuentras delante sin preaviso, y no creas, no estoy hablando del misterio de la vida... la muerte, el más allá o Dios, no, no, por caridad, de lo que hablo, es algo aparentemente más simple e inofensivo, por ejemplo tú, Marta, solo así. Tú, esta noche, me hiciste sentir cuanto me quieres a pesar de todo, a pesar de tu agresión verbal, o quizás gracias a ella, y pensar que no nos veíamos desde hace meses, y

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