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La Guardiana de su Hermano: Las Aventuras de Jane Barnaby
La Guardiana de su Hermano: Las Aventuras de Jane Barnaby
La Guardiana de su Hermano: Las Aventuras de Jane Barnaby
Libro electrónico247 páginas2 horas

La Guardiana de su Hermano: Las Aventuras de Jane Barnaby

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Información de este libro electrónico

Jane Barnaby había planeado las vacaciones Navideñas perfectas.  Su padre y su prometida su le unirían en su excavación arqueológica en España.  La verían trabajar, conocerían a su mentor, y todos juntos disfrutarían de unos días soleados en las playas del Mediterráneo en medio del invierno.

Pero todo se echa a perder cuando el molesto hermano de Jane se les une y termina en la cárcel por un crimen que no cometió.
 

Para limpiar el nombre de su hermano, todo lo que Jane tiene que hacer es perseguir a una astuta estafadora a través de Europa, atraparla, y confrontarla a ella y sus cómplices.  Oh, y burlar a un antiguo agente de la KGB y su equipo de matones al mismo tiempo.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 nov 2018
ISBN9781386696889
La Guardiana de su Hermano: Las Aventuras de Jane Barnaby

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    La Guardiana de su Hermano - J.J. DiBenedetto

    La Guardiana de su Hermano

    (Una Aventura de Jane Barnaby)

    por J.J. DiBenedetto

    También del autor

    Las Aventuras de Jane Barnaby

    Quien lo Encuentra

    Se lo Queda

    Novelas de la Serie de los Sueños:

    Estudiante de los Sueños

    Doctor de los Sueños

    Niña de los Sueños

    La Familia de los Sueños

    El Sueño que Despierta

    La Reunión de los Sueños

    La Casa de los Sueños

    Las Vacaciones de los Sueños

    La Fiebre de los Sueños

    La Boda de los Sueños

    Fragmentos de Sueños: Historias de la Serie de los Sueños

    La Excelente Aventura de Betty & Howard

    Una Caja de Sueños: la Colección de la Serie de los Sueños (libros 1-5)

    Todos están disponibles en:

    www.amazon.com

    y

    www.writingdreams.net

    ––––––––

    Todas las novelas también están disponibles en Audiolibros!

    Copyright © 2017 by J.J. DiBenedetto

    Todos los derechos reservados.  Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida ni transmitida de ninguna forma ni por ningún medio, incluyendo fotocopias, grabaciones, u otro método electrónico o mecánico, sin la previa autorización escrita del publicista, excepto en caso de una breve cita incorporada en reseñas críticas y otros ciertos fines no comerciales permitidos por la ley de derechos de autor.  Para la solicitud de permisos, escribir al publicista, dirigido a Atención:  Coordinador de Permisos, en la siguiente dirección.

    J.J. DiBenedetto

    Arlington, Virginia, U.S.A.

    www.writingdreams.net

    Nota del Publicista:  Este es un trabajo de ficción.  Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor.  Establecimientos y nombres públicos son usados algunas veces con fines de establecer el ambiente.  Cualquier parecido con personas, vivas o muertas, o con negocios, compañías, eventos, instituciones, o establecimientos es completamente fortuito.

    ––––––––

    Book Layout ©2017

    Libro 3/J.J. DiBenedetto – 1ra ed.

    ISBN-13: 978-1542379359

    Arte de la Portada: diseñada por Emma Michaels © 2017

    Imagen de la Postal © romas_photo/Shutterstock.com 2017

    Información para Pedidos:

    Cantidad de ventas.  Descuentos especiales disponibles para compras en cantidades por parte de corporaciones, asociaciones, y otros.  Para detalles, contactar al Departamento de Ventas Especiales en la dirección anterior.

    Jane Escribe a Casa (parte uno – Desearía Que Estuvieras Aquí)

    Lady Melanie Harrington

    Bristol House

    Bristol, Reino Unido

    Diciembre 6, 1993

    Querida Melanie,

    Lamento que no puedas alejarte durante las Navidades.  Te encantaría aquí.  No puedo creer que nunca hayas estado en Mallorca.  De todas formas, no he olvidado lo que me preguntaste.  Si me encuentro con la Princesa Yvonne, me aseguraré de saludarla de tu parte.

    Con amor,

    Jane 

    Capítulo Uno

    (oh, hermano)

    Ciertamente actuaban como una pareja feliz, pero ¿cómo podían serlo?

    Jane no lo comprendía. Su padre y Cassie llevaban un año y medio comprometidos, y hasta donde ella sabía no habían dicho ni una palabra sobre definir una fecha. Les había preguntado a ambos individualmente, los había mirado directo a los ojos, y ninguno de ellos parecía tener el menor problema con este compromiso eterno.

    Hasta donde ella podía ver, ambos le habían dicho la verdad. Papito nunca podría mentirle y salirse con la suya, al menos no sobre nada importante. Y aunque no conocía tanto a Cassie, a Jane le gustaba pensar que era un buen juez de carácter, y estaba bastante segura de que tampoco le estaba mintiendo. Además, la había visto perder $1,200 en menos de una hora jugando en una mesa de póquer en Atlantic City hacía unos meses. La mujer no podía fingir ni para salvar su vida.

    Tenía que aceptar que hablaban en serio, pero, aún así, no tenía sentido. ¿De seguro Cassie querría hacerlo legal? ¿Y seguramente su padre querría sacar a Cassie oficialmente del mercado de una vez –  antes de que ella tuviera dudas sobre casarse con un hombre que casi le doblaba la edad? Jane no podía imaginar pasar tanto tiempo comprometida sin un plan para la boda. Cierto, ella ni siquiera estaba comprometida todavía, a pesar de estar saliendo con Mark por casi tres años, pero en su caso habían circunstancias atenuantes. Durante dos de esos años, habían vivido en diferentes continentes, y durante el tercer año en el que ambos estaban en los Estados Unidos, había tres mil millas entre ellos. Probablemente habían pasado juntos en realidad unos tres meses, si sumaban todos los días individuales y semanas.  Así que no era nada como la extraña situación entre su padre y su prometida.

    Esa fue una de las razones por la que le preguntó a Bill Welldon si podía invitarlos para que los acompañaran en la expedición de Navidad en Mallorca.  Claro, ella quería que vieran la isla, y tuvieran una impresión de primera mano del trabajo que planificaba realizar toda su vida.  Pero su esperanza secreta era que el romance de la hermosa isla, y la novedad de poder usar pantalones cortos e ir a nadar en el Mar Mediterráneo en Navidad, pudiera abrumarlos para dar el siguiente paso y casarse de una vez.

    O tal vez no era una esperanza tan secreta.  Siendo honesta, tenía que admitir que ella era un libro abierto para su padre así como él lo era para ella.

    En cualquier caso, lo sabría pronto.  Estaba en camino al aeropuerto para recibirlos.  Bill la había enviado para buscarlos a ellos, así como a otro par de voluntarios que llegaban en un vuelo temprano.  Él no le confiaba su Land Rover más nuevo, el que había conducido por media Europa hacía tres años.  En lugar de eso, estaba conduciendo uno más pequeño y más viejo.  Ella no lo culpaba por no confiarle el mejor vehículo; en realidad ella tampoco se lo confiaría a sí misma.

    El único beneficio de ir pensando en la vida amorosa de su padre era que mantenía su mente alejada de los caminos de doble canal en la montaña.  Que presentaba canales muy estrechos.  Y, naturalmente, no había barandas.  Jane se preguntaba qué pensaba la persona que decidió que no eran necesarias.  Suponía que había sido algún burócrata de bajo rango en Madrid que había elegido ahorrar algunas pesetas escatimando en seguridad.  Alguien que nunca había conducido, y nunca lo haría, en estos caminos, así que desde luego a ellos no les preocupaba fallar en una curva y caer mil pies hacia su muerte.

    Pensar en el hombre o mujer sin nombre que había decretado que conducir al aeropuerto debía ser una experiencia casi mortal ocupó la atención de Jane por un rato.  Se ocupó en pensar cómo lucirían esas personas, cómo vestirían, que harían con el bono en dinero que les habrían pagado por mantener el proyecto de construcción debajo del presupuesto.  Estaba tan ocupada en imaginar la vida de alguien que tal vez ni siquiera existía que no se dio cuenta del autobús turístico hasta que casi estaba encima de ella.  Maniobró fuerte hacia la derecha, diciendo improperios hacia el ingeniero de caminos que probablemente no existía, y enderezando el vehículo cuando el espejo lateral del conductor estuvo a menos de una pulgada de la pared de roca.  El autobús pasó por su izquierda con tal vez un pie de distancia.

    Afortunadamente, ese fue el único incidente de este tipo; después de eso, se obligó a concentrar toda su atención en el camino y a llegar al aeropuerto sin más roces con la muerte.  Esperaba no tener eventos como ese cuando fueran de regreso.  Matarse en una montaña traicionera sería suficiente.  La idea de además llevarse a su padre era un pensamiento demasiado horrible.

    Ese alegre pensamiento se quedó con ella hasta el momento en que entró al área de equipaje y lo vio a él y a su prometida.  Jane corrió hacia él, pero se detuvo de golpe a pocos pasos de distancia.  ¿Qué le había ocurrido?

    El hombre frente a ella tenía el rostro de su padre, pero su cabello – ya no estaba gris.  Su sus ropas – eran nuevas.  Y estaban planchadas.  Y estaban a la moda.  No podía recordar cuándo fue la última vez en que pudiera decir al menos una de esas cosas sobre el guardarropa de su padre, mucho menos las tres al mismo tiempo.  Miró hacia abajo, y, aunque esperaba ver zapatos nuevos, no pudo evitar un grito ahogado de asombro ante lo que vio.

    ─¿Jane?  ¿Qué sucede?

    Ella sacudió la cabeza con la esperanza de aclarar su mente, intentando hacer sentido del cambio de imagen de su padre. ─Lo siento, ─dijo ella. ─Es solo que – wow, Papito, te ves fantástico. ─Avanzó el resto de la distancia, lanzó sus brazos a su alrededor y lo abrazó fuerte.  Si quería verse mejor, eso era algo bueno, ¿verdad?  Si era influencia de Cassie, o si solo quería impresionarla en las vacaciones, bien hecho.  Si él era feliz, ella era feliz.

    ─¡No me veo tan diferente! ─Su padre en realidad no estaba molesto; lo dijo en el tono de broma impaciente que algunas veces le gustaba usar.  ─¡Me compro un traje nuevo y todo el mundo pierde la cabeza!

    ─Fue más que un traje, Joe, ─dijo Cassie.  Jane se soltó de su padre para darle una buena mirada a ella.  Estaba riendo, pero se apreciaban círculos oscuros incipientes bajos sus ojos.  Claramente no había seguido las instrucciones y no había dormido en la parte trans-Atlántica de su vuelo. ─Pero, sí, en realidad pierdo la cabeza por ti.

    Jane nunca había pensado en su padre – o, en realidad, en ningún hombre de su edad, como alguien por quién una mujer pudiera perder la cabeza.  Bueno, tal vez Harrison Ford – tenía que tener más o menos la edad de su padre.  Si Indiana Jones quisiera casarse con ella, tenía que admitir que podría ser incapaz de ningún pensamiento racional.  Pero la lista de hombres mayores deseables comenzaba y terminaba con él.

    ─De verdad que sí. ─Era una voz de mujer, venía de detrás de Cassie.  Jane miró para ver a quien pertenecía, una mujer alta con el cabello rubio muy oscuro o castaño muy claro; era imposible definirlo, con su dueña sentaba a la sombra de Cassie.  Por la forma en que Cassie se encogió con la voz de la mujer, Jane supuso que ella era la razón por la que su madrastra no había podido dormir en el vuelo. ─Debías haber visto la forma en que miraba a tu padre – es tu padre, ¿verdad?  Claro que lo es, quién más podría ser, ¿cierto?  De todas formas, ella definitivamente lo contemplaba extasiada cuando se quedó dormido.  Quiero decir, casi no podía creerlo.

    Dijo todo eso con un respiro.  Esta mujer hablaba más rápido que su amiga Tishy de la universidad, y eso no era fácil de lograr.  Pero si el cansado suspiro del hombre sentado a su lado era alguna indicación, no era nada nuevo en ella.

    ─Comoquiera que sea, tal vez no deberíamos interrumpir una reunión familiar. ─El hombre tenía un brazo sobre los hombros de ella, y una sonrisa apenada en el rostro.  La mujer comenzó a responder, pero el hombre puso un dedo sobre la boca de ella. ─No, Sheryl, les hablamos hasta agotarlos por lo que parecen días.  Creo que podemos dejarlos en paz por unos minutos.

    Esta pareja – tenían que ser una pareja – obviamente eran los otros voluntarios que tenía que buscar.  Las próximas dos semanas no serían nada aburridas, eso de seguro. ─Gracias, ─dijo Jane rápidamente, dirigiendo su atención de vuelta a su padre y a Cassie antes que la mujer – Sheryl – pudiera comenzar a hablar de nuevo.  ─¿Entonces cómo se sienten?  ¿Están listos para ir a la casa paseando por el campo?

    Su padre sacudió la cabeza. ─Todavía no.  Tenemos que esperar a alguien más.  Debería llegar en cualquier momento – su vuelo debía llegar diez minutos después del nuestro.

    Eso no hacía sentido para nada.  ¿De quién estaba hablando?  ¿Cómo podía saber de cualquier otro voluntario para este viaje?  Pero antes de que pudiera preguntar, la respuesta a las preguntas de Jane apareció ante su vista.  Un hombre joven con cabello castaño claro, pantalones raídos de jeans y una camiseta de la Universidad Cornell bajó de la escalera mecánica al extremo de la zona de equipaje y comenzó a caminar hacia ella.

    ¿Qué estaba haciendo su hermano aquí?

    ***

    Cassie había seguido la corriente con esta idea en contra de su propia opinión.  No había estado segura en todo el viaje; estas iban a ser sus primeras vacaciones de verdad juntos, y pasarlas con su futura hijastra era un poco extraño.  Pero el mentor de Jane les estaba ofreciendo una habitación gratuita y las comidas, ¿y cómo podía decirle que no a pasar dos semanas en la hermosa isla donde podría nadar en el exterior en Diciembre, y lo único que tenía que pagar era el boleto?

    Se había convencido de que tendrían bastante tiempo privado, aunque Jane durmiera en otra parte de la casa.  Había hecho las paces con eso.  Pero entonces Joe había sugerido invitar a su hijo también.  ─Es perfecto, ─había dicho él. ─Así se conocerán de verdad, será fabuloso.  Ya lo verás.  Para cuando regresemos a casa, estará listo para ser nuestro padrino en la boda.  Te lo aseguro.

    En realidad lo creía.  Estaba absolutamente convencido.  Y así fue que le siguió la corriente.  Aunque con los dos hijos de Joe en la casa, seguramente todavía tendrían privacidad, tiempo para disfrutar su primer gran viaje juntos.

    Sin embargo, no había pensado en la opinión de Jane al respecto, y eso había sido un error.  Estaba claro por su cara que no estaba feliz en lo absoluto de ver a su hermano gemelo.

    Joe detestaba cuando sus hijos no se llevaban bien, no importaba que ya fueran adultos, y ya no estaba para obligarlos a hacer las paces.  Y tanto por la privacidad; él pasaría todo su tiempo libre tratando de hacer que Jane y George se llevaran bien.

    Y mientras él hacía eso, ella se estaría escondiendo de su compañera de asiento en el vuelo, Sheryl, quien parecía haberse autodenominado como la mejor amiga de Cassie y su confidente, y quien aparentemente era incapaz de pasar tres segundos sin hablar.

    Vaya vacaciones.

    Capítulo Dos

    (de vez en cuando, se declara la paz)

    Jane intentaba mantenerse concentrada en el camino.  Era muy importante, especialmente porque ahora iba por el lado exterior, sin la barandilla, del camino, y cualquier error podría enviarla a ella y a los pasajeros en una caída de mil pies hacia una horrible muerte.

    Por otro lado, al menos eso haría que Sheryl hiciera silencio.  No había dejado de hablar, excepto para respirar ocasionalmente, durante todo el trayecto.  Y la mujer no tenía ningún filtro.  Ya se las había arreglado para insultar a cada persona dentro del auto – incluyendo a su novio, a todos los que trabajaban para la industria de las aerolíneas y virtualmente a toda la población de su pueblo natal, y eso fue solo durante los primeros diez minutos.

    Sin embargo, el monólogo de Sheryl distraía a Jane, evitaba que evaluara demasiado de cerca sus propios sentimientos, especialmente por qué no estaba feliz con la aparición sorpresiva de su hermano.  Debería estar feliz de verlo.  Él se merecía unas vacaciones tanto como los demás, ¿cierto?  Recientemente no habían discutido, ¿verdad?  Él incluso había cedido con el asunto del compromiso de su padre, ¿no era así?  ¿Entonces cuál era su problema?

    Diablos, ni siquiera estaba criticando cómo conducía, y él nunca desaprovechaba una oportunidad para hacerlo.  Tenía que responder de la misma manera.  Jane se juró a sí misma que haría eso exactamente, una vez que salieran del auto y se alejaran de Sheryl.

    No pasó mucho tiempo antes de que los sinuosos y aterradores caminos de la montaña quedaran detrás, y Jane respiró con alivio. ─Solo faltan cinco o diez minutos, ─les dijo. ─Apuesto que Bill nos está esperando con el almuerzo listo. ─Eso le ganó una respuesta de ─Gracias a Dios─ desde alguna parte atrás en el auto y un sonoro rugido que debía provenir del estómago de su padre.

    En realidad les tomó veinte minutos.  Aunque los caminos ya no eran empinados, seguían siendo muy angostos, y Jane casi impacto un gran camión de plataforma que llevaba equipo de construcción medio kilómetro fuera del pequeño pueblo de Deia.  Requirió de cuidadosas maniobras para evitar un desastre.  Jane no era la única que estaba temblando cuando finalmente estacionó frente a la casa de Bill; casi esperaba que su padre cayera de rodillas y besara el suelo cuando bajó del auto.

    Se conformó con una vaso de vino una vez que entraron.  Jane no se molestó en ofrecer un rápido recorrido por la casa.  Una vez que abrió la puerta y percibió el aroma de la cocina – sopa de tomate y albahaca con pan fresco – sabía que no había posibilidad de que nadie se interesara en algo que no fuera comida.

    ─Pasen adelante, todos, sírvanse.  Nada de formalidades por aquí. ─Eso era un eufemismo; era difícil imaginar a alguien más informal que Bill Welldon.  Por un momento se preguntó dónde podría estar, hasta que encontró una nota pegada al teléfono – tuvo un asunto urgente que atender en Soller, el pueblo de al lado, unos pocos kilómetros al oeste, pero regresaría en un par de horas, ¿y podría Jane por favor mantenerlos a todos entretenidos mientras tanto?

    Jane hizo su mayor esfuerzo, pero era difícil lograr decir una palabra con la conversadora Sheryl en la mesa.  Incluso su novio – o esposo, supuso, la ausencia de anillo no significaba nada necesariamente – no podía hacerla disminuir la velocidad.  Pasaron veinte minutos antes que pudiera decir algo y preguntarle al hombre su nombre.

    ─Jon, ─dijo él, con una sonrisa que, si no fuera porque ya tenía novio, le

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