Errante
Por Terry M. West
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ADVERTENCIA: Ésta historia contiene escenas de extrema violencia y gore. No es recomendable para gente impresionable o que se ofenda fácilmente. El lector queda fuertemente advertido.
"Errante contiene el estilo más insidioso de extremo terror, y está contado sangriento estilo". - Bob Milne, Beauty in Ruins.
"A menudo encontramos nuestro destino en el camino que tomamos para evitarlo".
Jean de La Fontaine
Houston, Texas. Verano de 1984.
Binh Pham es un estafador callejero que sufre de narcolepsia. Luego de que su proxeneta es asesinado por un cartel de drogas mexicano, Binh comprende que pronto también irán por él.
Escapando, pide un aventón por la ruta 45, un largo tramo bordeado por bosques que une a Houston con Dallas. Conoce a Paul Marrane, un viajero excéntrico y carismático. Paul viaja junto a Binh, convirtiéndose en su protector y su amigo, pero el extraño comportamiento de Paul no tarda en tornarse peligroso.
Convencido de que su compañero es un psicópata letal, Binh descubre que Paul Marrane es algo aún mucho peor. Mientras ambos hombres recorren la vieja ruta, su odisea se convierte en una desgarradora pesadilla sin salida.
ERRANTE es un viaje sangriento al infierno, del aclamado autor de terror, Terry M. West.
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Errante - Terry M. West
A menudo encontramos nuestro destino en el camino que tomamos para evitarlo
.
Jean de La Fontaine
Houston, Texas
17 de Julio, 1984
––––––––
Sweet Daddy había muerto. Estaba peor que muerto.
Binh Pham dejó caer la pequeña bolsa de las compras de Piggly Wiggly en la alfombra del departamento. Se ahogó con el aire rancio, contaminado por la podredumbre del cadáver de Sweet Daddy.
Binh se cubrió la boca con una mano y cerró la puerta tras él. Había sangre por todos lados. Binh había pasado la noche con un tipo que conoció en Montrose Boulevard. No tenía idea por cuánto tiempo Sweet Daddy
Richard Mosley había estado muerto. Pero todo estaba endurecido y lleno de moscas.
La larga figura de Sweet Daddy yacía reclinada sobre su sillón favorito. Su tez negra estaba ahora más cerca de un color azulado. Su enorme estómago estaba abierto de par en par, dejando un desastre de órganos y ropa ensangrentada. La asquerosidad llegaba hasta sus grandes botas. Tenían un departamento pequeño. Era lo mejor que podían pagar en el área de River Oaks. Parecía completamente cubierto por la sangre de Sweet Daddy. Cada centímetro.
Sweet Daddy lo acogió hacía tres años. Luego de que los padres de Binh lo echasen. Se convirtió en uno de los muchachos de Sweet Daddy, como él solía decirles a los hombres jóvenes que representaba. Sweet Daddy tenía muchos clientes que lo contactaban por una noche con alguno de sus muchachos. Binh era bastante popular. Era un negocio sucio, y cuando las cosas no andaban bien, Binh tenía que salir a la calle para conseguir clientes. Pero Sweet Daddy era amable, cariñoso, profesional y nada violento.
Atraparás más abejas con miel que con vinagre solía decir él.
Binh conoció al hombre tres meses antes de que se enamorasen. La profundidad de su relación nunca fue anunciada públicamente, pero era evidente y nadie la cuestionaba. Compartían sueños y proyectos. Y ahora Sweet Daddy ya no estaba. Binh se sintió perdido.
Binh se acercó a su amado fallecido, al hedor y el horror que quedarían marcados para siempre en su cerebro. Miró fijamente al rostro muerto de Sweet Daddy. Sus ojos estaban apagados. Le habían metido algo en la boca. Binh estiró la mano y agarró el mentón de Sweet Daddy. Al empujarlo hacia abajo, algo cayó de la boca de Sweet Daddy. Rodó hasta el asqueroso agujero que antes había sido su panza. Era un pene flácido y azul.
¡Le hicieron comerse su propio pene!
Binh gritó. Volteó la cabeza y vomitó sobre el desastre que ya se encontraba en el suelo. Semanas atrás, Sweet Daddy había comenzado a traficar cocaína para un mexicano llamado Tomás Martínez. Desde el principio Binh pensó que Tomás no era buena gente. Era un hombre inmenso con una cicatriz que le atravezaba el ojo izquierdo, con el cual no podía ver. Pero todos amaban a Sweet Daddy. No tenía enemigos. Su reputación era sólida.
No te preocupes, amor
, Sweet Daddy le aseguró a Binh. Las citas son el lugar perfecto para vender un poquito de cocaína, levantar la fiesta. Vamos a hacer un montón de dinero. Tomás es un hombre de negocios. Me conoce. Sabe que no soy tan estúpido como para estafarlo. Este es nuestro pasaje a Knollwood Drive, muchacho
.
Algo había salido mal en el negocio. Binh pensó que Tomás y sus hombres eran criminales promedio, pero ésto era un castigo y un mensaje para los demás. Era el estilo de un cartel de drogas. ¿En qué mierda los había metido Sweet Daddy?
Binh se tambaleó hasta la habitación. Estaba toda revuelta. Fue hacia el cajón de medias que tenía un fondo falso y descubrió que su dinero ya no estaba.
Mierda
, gritó.
Agarró un bolso deportivo. Estaba repleto de ropa de Sweet Daddy, la ropa de entrenar que nunca había visto un gimnasio. Binh vació el contenido. Volvió a rellenarlo, con las pocas posesiones que tenía y que habían quedado intactas.
Notó que en el suelo había una foto de Sweet Daddy y él. La habían quitado del marco. Sweet Daddy le sonreía toscamente a la cámara, pero el lado en que aparecía Binh había sido arrancado.
Oh mierda. Conocen mi rostro. Conocen mi