IMAN
En circunstancias normales estaría aterrada ante la idea de reunirme con Iman. En primer lugar, porque esta majestuosa emprendedora, filántropa y supermodelo tiene fama de hablar claro. Más aún, por mi propia carga emocional, ya que mi dormitorio de adolescente estaba repleto de pósteres de David Bowie, quien fuera su marido (llegué a llorar cuando se casaron,aunque me consoló saber que había elegido a una consorte a su altura, pese a no ser yo…). Y, aun así, momentos después de ver aparecer a Iman en mi pantalla con un par de gafas apoyadas en la nariz y elegantemente ataviada con un suéter de cuello cisne negro de Loro Piana, empezamos a charlar como si nos conociésemos desde hace años.
Lo primero que me llama la atención es su extraordinaria belleza atemporal: tiene 65 primaveras, pero parece 20 años más joven, lo que atribuye a su ganancia de peso durante la cuarentena. «Te redondea los ángulos… Pero soy africana, y nunca nos ha dado miedo envejecer. Es un privilegio, ya sabes», dice. Al comienzo de la pandemia cambió
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos