Las Sombras de Mabini

Por Richard Stooker

Dan regresa a Manila recordando su amor por Lin Lin, una chica de bar, lo mismo para Raúl, el informante de la policía, y las sombras de Mabini.

El rostro de Lin Lin consta de una masa de cicatrices y su vergüenza la mantiene alejada de su viejo amante. Él todavía no puede amarla. ¿O sí? Raúl quiere alertar a la policía, pero las sombras de Mabini están en camino para cobrar su venganza.

Dan no buscaba una mujer para pasar la noche la primera vez que conoció a Lin Lin en una acera abarrotada en el famoso distrito de bares de Mabini. Se enamora de Lin Lin al momento en el que la despide con un beso antes de abordar el taxi hasta el aeropuerto.

Tiempo después, el alcalde Alfredo Lim cierra los bares de Mabini, y Lin Lin comienza a trabajar en una zona menos segura en donde conoce a un cliente el cual no quiere que otro hombre vea su hermoso rostro... Así que la corta la cara con un cuchillo.

Dan regresa a las Filipinas para casarse con Lin Lin. Pero, ¿acaso la encontrará cuando ella no quiere que él vea sus cicatrices? Y ai es así, ¿acaso él la seguirá amando? Las sombras de Mabini, quienes no han olvidado las pasiones de la vida, quieren saberlo. Lo mismo sucede con un informante de la policía quien espera ganar dinero al arrestar extranjeros que pagan a prostitutas.

Nightshade Publications compró los derechos de este cuento corto para incluirlo en la revista HAUNTS, pero no llegó a ser publicado ya que HAUNTS dejó de publicarse.

• Idioma: Español
• Editorial: In Dreams Extreme Press
• Fecha de lanzamiento: 11 dic 2016
• ISBN: 9781633392885

Vista previa del libro

Las Sombras de Mabini

por Richard Stooker

Por diez pesos Dan jugaba al billar con Raúl mientras esperaba dentro del débilmente iluminado Club Tropicana.

Afuera las sombras se agitaban, pues sabían que Raúl era un informante de la policía.

Nacido de la unión entre el rico humus tropical malayo impregnado de sangre de conquistador español, alimentado por semen, flujo menstrual y agujas de marfil abortadas. Hasta hace un año todas las noches se atiborraban de vómito, fideos de arroz y de cerveza San Miguel. Las sombras estallaron iracundas. Hambrientas.

- Tu turno -, dijo Raúl. - ¿Ves alguna chica que te guste?

Dan se alejó de la ventana y se inclinó sobre la mesa. ¿Dónde estaba Lin Lin?

- Muchos de ustedes extranjeros gustan de llevar mujeres filipinas a hotel -, dijo Raúl. - Hasta de vuelta en tu país. Hombres filipinos no desposamos prostitutas, ella debe tener virginidad.

La bola blanca rebotó por la mesa marcada.

- Entiendo qué quieres -, dijo Raúl. - ¿Mujer joven? ¿Un chico? Bien, no problema.

Sería irrespetuoso mostrar enojo, así que Dan solamente dijo:

- Tu turno.

Su corazón latía triste y vacío. Muchas mujeres filipinas eran tan hermosas como Lin Lin, pero solamente ella encendía el amor dentro de su alma; sin ella se extinguiría